BELLAPOV
Salimos del lugar de trabajo de Edward tras aceptar mi trabajo: un puesto de asistenta de Edward. Estaría con él todo el día en el trabajo. Sería genial.
-Entonces, ¿te gusta de verdad tu nuevo trabajo?-me preguntó Edward.
-¿Bromeas? ¡Me encanta, Edward! Trabajaré contigo todo el día, es genial. Aunque me sigue preocupando papá…
-Ahora iremos a buscar nuestras cosas a tu casa y nos iremos a la mía. Estaremos solos.
-¿No vivías con tus padres?
-Tengo una casa propia para cuando quiero estar solo. Ahora no quiero estarlo; estaré contigo.
-Gracias, te quiero mucho.
-Yo más, y lo sabes.-y me dio un beso.
-Vamos a darnos prisa, quiero librarme de esa casa cuanto antes.
Llegamos a mi casa, pero al entrar estaba mi padre con… Riley. Inmediatamente me abracé a Edward con fuerza.
-Hombre, si es tu amiguito del otro día en el parque…
-¿Qqquéé... qué hacéis en mi casa?
-Tu padre me contó que te has ido…-habló Demetri.- no puedes hacerlo aún.
¿Qué quieres de mí? ¿No tuviste bastante con lo del parque?
-Mira, no sé qué quieres de ella, pero si sé lo que le has hecho. Déjala en paz.
-Jajajaja.- se empezó a reír.- ¿Y quién me lo va a mandar? ¿Tú?
Edward me colocó detrás de él y avanzó hasta Riley.
-¡Eh! ¡Quietos! ¡¡¡AHORA!!!-gritó papá. Luego se volteó hacia mí.- Te vienes conmigo ya.
-¡NO! Papá, déjame, por favor…-pero una bofetada me tiró al suelo sin poder terminar.
Edward vino enseguida a mi lado y me ayudó a levantarme. Me dolía la mejilla.
-Vamos, Bella.-dijo Riley.- ¿No estás aún acostumbrada? Creo que necesitas otra más para que te asegures bien de tu decisión.- dijo acercándose, pero Edward se puso delante.
-Tócala, y te mato con mis propias manos.
-Sí que eres valiente, pero no podemos dejarla ir, entiéndelo.
-No hay nada que tenga que entender yo, vosotros tenéis que entender que ella tiene derecho a marcharse si quiere, y es lo que va a hacer. Bella, ve a por tus cosas.-me susurró al oído.
Me dispuse a ir corriendo a mi cuarto, pero Riley me detuvo.
-¿Adónde vas, preciosa?-Edward quiso ayudarme pero mi padre le puso un pañuelo en la boca y cayó al suelo.
-¡EDWARD! ¿¡Qué le has hecho!?
-Tranquilizarle, y hazlo tú o te haré lo mismo. Venga, vamos a mi casa y hablamos.
-Nunca.
-Riley.-le llamó mi padre, y después todo se volvió negro.
EDWARDPOV
Desperté en la casa de Bella. No estaban ni ella ni su padre ni su ex novio. Mierda. Me levanté del suelo dificultosamente, ya que me dolía todo y estaba sin rumbo todavía. Busqué mi móvil. Lo encendí y mi esperanza recuperó su rumbo habitual: tenía una llamada perdida y un mensaje de Bella. Dejé la llamada para luego y abrí el mensaje.
Edward:
Mi padre me ha llevado a su antigua casa y estoy encerrada en el sótano. En el teléfono de la entrada de mi casa habrá una agenda. Ábrela y busca el número de Alice. Ella te dirá dónde vive papá y vendrás a buscarme. Confío en ti. Llámame.
Te quiere, Bella.
Inmediatamente fui a la entrada y cogí la agenda contigua al teléfono. Busqué y no tardé mucho. Marqué al número de la tal Alice.
-¿Diga? ¿Bella?-me preguntó una voz cantarina.
-¿Hablo con Alice?
-Sí, ¿con quién hablo?
-Soy Edward, el novio de Bella. Me ha comentado que me puedes ayudar a encontrarla.
-¿Encontrarla?
-Es una historia muy larga… me dijo que tú sabes la dirección de la casa de su padre.
-Sí, lo sé. ¿Quedamos y te llevo?
-De acuerdo. ¿A las cuatro en el portal de Bella?
-Ahora mismo si quieres.
-Perfecto, nos vemos.
Colgué y bajé a esperar a Alice.
-¿Edward?
-¿Alice?
-La misma. Ahora me explicarás que ocurre, ¿no?
-Será mejor que te lo cuente Bella cuando pueda. No perdamos más tiempo.
-Sube a mi coche. Te llevaré yo.
Subimos y me llevó a una casa muy elegante, a unos diez minutos de la casa de Bella. En ese momento me sonó el móvil. Era Bella.
-¡Bella! ¿Estás bien?
-Edward…-su voz era débil.
-¿Qué ocurre?
-¿Dónddee esstás?-su voz temblaba.
-Estoy en la casa de tu padre, acabo de llegar con Alice. ¿Qué hago para entrar?
--Inntentaaré distraaerr a mi paadree para quue me haagaa salirr a traabajaarr…idd a la paarter traaseraa de la caassaa…
-¿Qué te pasa?
-No tengggo roppaa…teenggo fríííoo…
-Dios, tranquila, enseguida estaremos juntos. Te amo.
-Y yyoo…- colgó.
-Alice, llévame a la parte trasera. Bella distraerá a su padre para que la haga salir.
-Tonterías, entraré yo, me llevo genial con Charlie. Escóndete en los arbustos de la entrada y yo le haré salir poco a poco de la entrada, entra y búscala, la sacarás por la parte trasera. Vamos.
-Gracias Alice, de verdad.
-Es mi mejor amiga, se lo debo, y a ti también.-me dijo sonriendo.
-Venga.
Fuimos a la entrada y yo me escondí. Alice llamó a la puerta.
-¡Alice! ¿Qué tal pequeña?
-Genial, Charlie. ¿Dónde está Bella?
-Esto… ¿no está en su casa?-iba saliendo poco a poco de la puerta.
-No, la he ido a buscar y nada…
-Pues no lo sé, lo siento…
-¿Me ayudas con el coche? Hace ruidos muy raros, y no tengo ni idea de qué le pasa. No tardaremos mucho, tranquilo.
-Vale… vamos.-y dejó la puerta abierta. ¡SÍ!
Antes de irse, Alice me guiñó un ojo, y yo entré corriendo, pero sin hacer ruido. Busqué las escaleras para bajar.
Abajo hacía frío, era cierto, y estaba todo oscuro. De pronto, oí un estornudo.
-¿Bella? Soy yo, Edward.
- ¿Ed...Edward?
-Sí, estoy aquí.
-Busqué mi móvil para que alumbrara un poco la estancia y allí estaba ella. Tenía una camiseta de tirantes y unos vaqueros. Estaba descalza. Sin pensarlo fui hacia ella y le dejé mi abrigo. Seguidamente, la abracé para que entrara en calor.
No hablamos, sólo nos abrazábamos. Tras unos 10 minutos en al misma posición, ella tenía una temperatura estable.
-¿Estás bien?-le pregunté tomando su rostro con mis manos.
-Sí, aunque no me dejan irme. Te dije que mi padre no pararía.
-Lo sé, y lo siento, perdóname, pero tenemos que irnos de aquí… ¿y tu ropa?
-No lo sé… de dormí y desperté así.-se señaló con sus manos.
-Vámonos ya.-dije enfatizando la última palabra.
Antes tenía que llamar a Alice para ver si tenía controlado al padre de Bella.
-¿Hola?
-Alice, soy Edward, ¿está controlado?
-Sí, cuando quieras.
-Di algo para que no sospeche.
-Pues nos vemos mañana en la cafetería, adiós Tanya.
-Adiós.
Colgué y cogí a Bella en brazos. Fui sigilosamente hasta la puerta trasera, y salí pitando de esa casa. La dejé en el coche con cuidado y fui hasta la puerta del conductor. Arranqué el coche y fuimos a casa.
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