
-Bella, hay alguien ahí. Está merodeando por aquí. No me fío ni un pelo. Apagad la luz para que parezca que no hay nadie, rápido. -De acuerdo. Cerró la cortina de la ventana y vino rápido hacia ami. Yo, estaba sentada en la cama y cuando vino, se sentó a mi lado y me abrazó con fuerza:
-No os preocupéis. Si ese tipo hace algo extraño, ya saldré yo y os defenderé, a vos y a vuestra casa, porque no puedo permitir que os hagan daño.
-Gracias. Y le abracé yo también con más fuerza aún, aunque mi fuerza comparada con la suya, no le llegaba ni a la suela de los zapatos. Me sentía muy aliviada, ya no estaba tensa y no me preocupaba nada en ese momento, estaba con Edward, y lo demás, no importaba. -Parece que ya se fue. Podemos estar tranquilos. Pasó el peligro. Podemos salir ya, Bellaa.
- No, no. Ya estoy bien aquí, tumbada aquí contigo—le agarré de la camiseta.
- Bueno, si insistís… Tranquila, no me levanto.
- Vale. Mejor. No tenía ganas de que él se fuera. Estaba bien con él. Empecé a cogerle cariño a este chico. Es raro, ahora, cuando estoy con él o cuando le miro o pienso en él, me da una sensación rara, como las mariposas en el estómago, que se dice.
¿Puede que quiera, que sea más que un colega o amigo? No lo sé. Estoy confusa. Hace mucho tiempo que no me enamoro de ningún hombre - Una pregunta,Bella. ¿Podría quedarme con vos esta noche? No quiero dejaros sola y sobretodo cuando había alguien merodeando por ahí. No os veáis obligada a decir que si, damisela mía. Si no estáis de acuerdo, decídmelo.
- No, no, te puedes quedar siempre que quieras, eso tenlo claro. Ya eres bienvenido aquí,Edward.
- De acuerdo. Gracias doncella. Con lo cansada que estaba, estaba la luz apagada y encima, tenía a Edward conmigo, que estábamos los dos tumbados en mi lecho, acabamos dormitando los dos hasta que el sol salió, mientras la luna se marchaba y dejaba paso al astro rey. Cuando ya empecé a desperezarme y empezar a despertarme, quise ver si Edward seguía aún con migo. Alcé el brazo a mi costado para tocar su cuerpo, pero no había nada ni nadie.
Pegué tal salto, que las ganas de dormir se me quitaron de repente.
Me levanté corriendo, me puse la bata y las zapatillas y bajé aligerando el paso hacia el comedor, no hubiera pasado que haya bajado a dormir al sofá por no molestar.
Cuando llegué al comedor, vi la mesa preparada para desayunar.
Los platos estaban muy bien colocados, los cubiertos muy bien situados, las servilletas en su sitio, habían churros y tostadas, con su mantequilla y mermelada al lado y una vela encendida en medio de la mesa.
Y detrás de mí sonaron unas palabras: - Muy buenos días, Bella. ¿Dormisteis bien? - ¡Edward! ¡Jolín, que susto me has metido! ¡Por un momento pensé que te habías ido y me habías dejado sola otra vez! ¡No me vuelvas ha hacer esto! ¿De acuerdo? -Lo siento mucho. Perdonadme. No volveré a salir de vuestra habitación sin vuestro permiso. -Tampoco eso, pero me refiero, que si te marchas, que me avises. -Eso está hecho. No volváis a preocuparos por mí. Preocuparos más por vos que es lo importante. Mi vida no es tan importante como la vuestra. -Tu para mí si que eres importante… -Gracias, vos lo sois lo más significativo que he tenido nunca, un fragmento, que si no estuviera en mi interior, yo no funcionaría. Así que no os dejaría por nada en el mundo y si tuviera que morir por vos, moriría.
Me puse roja como un tomate. Nunca en la vida me habían dicho cosas tan bonitas en un momento. En definitiva, apreciaba a Edward como la parte principal de mi vida. Tendré que aceptarlo, estoy enamorada de él y él de mí. ¿Le pido de salir o me quedo con él siendo amigos?
Se dice y yo pienso, que cuando dos amigos son algo más en su relación de amistad, luego, después de que esa relación se rompa, ya no se vuelve a tener la misma amistad que anteriormente, cuando se era amigos. Yo no quiero perder a Edward. Me lo pensaré. Nos acomodamos y empezamos a desayunar. ¡El desayuno era delicioso! ¡Los churros y las tostadas estaban riquísimos! Parecía que Edward era muy buen cocinero. -Después de desayunar, tenemos que ir a hacer la cama, Edward. Y el cuarto también. ¡Está hecho un desastre!
-De acuerdo. Os ayudaré con las tareas.
-Edward… puedes hablarme de tú a tú. Entiendo que me llamaras de usted antes, ya que no te conocía. Pero ahora somos amigos y a más… me haces sentirme más mayor de lo que soy…
- Hahaha! Está bien, Bellaa. Me dirigiré a ti de tú. -Vaiamos a recoger la habitación. Fuimos a hacer la cama y cuando acabamos le pregunté: - Edward, ¿te puedo preguntar una cosa? -¿Quieres salir conmigo? - dijo él - ¡! exclamé
|