Sueños entrelazados

Autor: Petizamoon
Género: + 18
Fecha Creación: 14/12/2011
Fecha Actualización: 01/03/2012
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 5
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Capítulos: 10

¿Qué pasaría si el chico desconocido de tus sueños es el hermano mellizo de tu mejor, mejor amiga?

aparece de la nada en mi cabeza, con su impresionante hermosura, haciendome perder el conocimiento momentaneamente junto con mi poder de razonamiento y conviccion.

Esto de enamorarse de la persona menos...  ¡¿Qué?! ¡No! ¡Yo no me enamoro! ¡Jamas en la vida!

Diablos, esto si que es frustante.

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Capítulo 5: Rechazo poco común

EDWARD POV:

 

Cuando por fin tocaron el timbre para la hora del almuerzo, caminé apresuradamente hacia el comedor, deseando ver a Bella. No podía dejar de pensar en ella. Desde el momento en que la vi me enamoré perdidamente. Su rostro, su cabello, sus ojos, sus labios, todo. Era perfecta. No sé cómo lo hizo. Nunca en mi vida había sentido algo parecido. Era la primera vez que amaba a alguien que no fuera parte de mi familia ni mucho menos que no conocía.
No, a ella la conocía. Ella era la chica con la que soñaba en las noches. Ella logró conquistarme mediante mis sueños.
Siempre me imaginaba conociéndola, en una fiesta, en algún restorán,  incluso por casualidad mientras caminaba por la calle.
Lo que son las cosas de la vida. Yo, buscándola hasta por los lugares menos pensados. Y pensar que estaba más cerca de lo creía. Solo debía volver a casa de mi madre. La chica que protagonizaba mis sueños y fantasías, era la mejor amiga de mi hermana.  A eso yo le llamo ser un maldito suertudo.

En mi mente se repetía incansablemente el momento en el que por fin probé sus bellos labios, pero no en mis sueños, sino que en la vida real. Cómo deseaba volver a sentirla cerca, disfrutar de los deliciosos movimientos de su juguetona lengua, sus caricias, su suave piel acariciar la mía y su aroma.
Solo había algo que me impedía cumplir mi sueño por completo. Su molestoso novio, pero ya encontraría la manera de deshacerme de la plasta esa…
-Hermano. – sentí la voz de Emmet a mis espaldas, volteé para poder verificar que estaba en lo cierto. - ¿Vamos a comer? – preguntó, pasándome su enorme brazo por los hombros.
-No lo sé, aun no tengo hambre. – mentí. Mi plan era ir en busca de Bella.
-Vamos, allá en el comedor estaremos con todos los chicos. – me sonrió. – no seas autista. – golpeó mi hombro con suavidad.
-¿Quiénes son todos los chicos? – pregunté esperanzado.
-Los chicos, tu sabes. Rosalie, Jasper, Alice, Bella y yo.
-Me has convencido.
-Entonces vamos. Me muero de hambre. – se palmeó el estómago.

Caminamos hacia el comedor, bromeando la mayor parte del trayecto. Emmet, al llegar, se quedó mirando hacia todos lados, buscando algo con la mirada hasta que encontró aquello que tanto le costó divisar.
-Allí están. – dijo, emocionado.
Apenas llegamos a nuestra mesa, me percaté de que ni mi hermana ni Bella estaban cerca.
-¿Dónde está Alice y Bella? – pregunté, intentando de que mi voz sonara desinteresada.
-No lo sé, deben estar en camino. – Contestó Rose.
-Ahí vienen entrando. – dijo de pronto Jasper, observando la entrada.
Y allí estaba ella, tan perfectamente hermosa como siempre. La observé detenidamente, no podía evitarlo, era como una necesidad para mí. Buscaba algo entre la multitud de estudiantes, me pregunto qué será. Nuestras miradas se encontraron finalmente, parecía algo nerviosa cuando no aparté la mirada.
Luego, vi cómo Alice tomaba a Bella del brazo y la obligaba a caminar, casi arrastrándola hacia nosotros.
-Hola chicos. – saludó mi hermana, efusivamente.
Todos levantaron la mano en señal de saludo. Ella se dirigió hacia donde estaba Jasper y le dio un tierno beso en los labios.
-Hola Bella. – saludé, con alegría.
Ella me fulminó con la mirada, haciéndome sentir como un monstruo. Sabía que lo que le había dicho la noche anterior no había sido algo muy galante, pero la verdad es que estaba un poco desesperado. Recordé las palabras que me dijo antes de irme: “Eres la peor persona que he conocido”
Un chico rubio y medianamente musculoso se acercó a mi Bella.
-Hola amor. – dijo el muy descarado, con una sonrisa que me sacó de quicio.
Ella se dio media vuelta y el tipo aprovechó el momento para tomarla de la cintura y atraerla hacia él, dándole un pequeño beso en los labios.
Se me revolvió el estómago de tan solo presenciar la escena.
La rabia iba en aumento al ver que seguía tocándola. Para cuando bajé la mirada, me di cuenta de que mis manos estaban cerradas con fuerza sobre la mesa.
Asi que ése idiota es su novio. – pensé.
Lo único que quería era abalanzarme sobre él y darle su merecido.
Ella me miró, como si hubiera adivinado lo que estaba a punto de hacer. Me percaté que algo en su mirada no estaba bien. Su expresión denotaba un sentimiento que no fui capaz de reconocer.
Luego, se volvió hacia él y le dijo algo mientras se alejaba. Por desgracia, estaba al otro extremo de la mesa por lo que no pude escuchar la mayoría de la conversación. Solo podía ver el rostro del novio de Bella.
Admito que la distancia que había entre ambos me tranquilizaba, pero no estaría tranquilo hasta estar seguro de que ella no lo amaba.
Agucé mi oído.
-Pregunta. – dijo con una sonrisa el imbécil.
-¿Sabes algo sobre la primera guerra mundial? – no parecía segura.
¿Estaban hablando de historia? Reí internamente.
Él, se descompuso al instante. Se notaba en su rostro que no tenia ni la menor idea sobre el tema.
-Creo que no es una muy buena idea que yo te ayude.
Estuve a punto de ofrecerme para ayudarla cuando él se acercó a besarla nuevamente. Para fortuna mía, ella corrió su cara, dejando que le diera un beso en la mejilla.
Al parecer, su novio como sea que se llame, quedó sorprendido ante su comportamiento y yo, feliz.
Se despidió de los chicos y se fue a sentar junto a sus amigos.
-¿La primera guerra mundial? – preguntó mi hermanita lo suficientemente fuerte como para que todos escucháramos. - ¿No estábamos estudiando la Revolución francesa?
Ella le contestó, un poco confundida, algo que no pude entender.
Luego, Alice la miró, sospechando de ella.
-Claro, ¿Quieres que te acompañe? – le preguntó, con los ojos entrecerrados.
-No te preocupes, estaré bien. – dijo, dando media vuelta y marchándose.
No había entendido nada. ¿Acaso estaba enferma o algo por el estilo?
-¿Qué le paso a Bella? – pregunté, preocupado y un poco ansioso.
Alice mi miró.
-Nada, solo irá a hablar con el profesor de historia. – contestó, sin haberse tragado nada.
-Oh. Ahora que recuerdo, debo ir a la oficina de la secretaria. – dije, levantándome rápidamente.
-¿Por qué? ¿Pasó algo malo con respecto a tu primer día?
-No, es solo que debe entregarme unos papeles por el tema de la matrícula. Nada importante. – mentí con naturalidad.
-Bueno. – dijo, con una sonrisa.
Luego, toda su atención la depositó en Jasper.

Salí a toda prisa por el comedor. Quería alcanzar a Bella. Necesitaba hablar con ella.
Vi cómo ingresaba al baño de chicas.
Me apoyé sobre los casilleros junto a la puerta. A lo lejos, tres chicas se me quedaron mirando, intercambiando palabras y un par de risitas traviesas.
Cuando pasaron por mi lado, una de ellas me guiño el ojo antes de perderse tras la puerta del baño.
Tras esperas unos minutos que se me hicieron eternos, Bella salió finalmente, pero iba como ida. De hecho, estoy seguro de que estaba enojada. Por eso no se dio cuenta de mi presencia.
La tomé por el brazo y la obligué a que se detuviera.
-¡¿Qué diablos?! – dijo, molesta.
Dio media vuelta, sorprendida al verme.
Le hice una señal con el dedo para que se mantuviera callada. Tiré de su brazo para asegurarme de que no se escaparía y la llevé hacia el cuarto de aseo que había visto mientras esperaba a que ella saliera.
-Qué lindo lugar para charlar. – dijo con sarcasmo desde la oscuridad.
-¡SHH! Nos pueden escuchar.
Busqué el interruptor de la luz que debía de estar en algún lugar.
La luz nos iluminó.
-No me chites. No soy una vaca. – dijo, molesta.
Me acerqué con rapidez y deposité mi dedo índice sobre sus labios para que no continuara  haciendo ruido. La quedé mirando. Era inevitable. Vi cómo se perdía en sus pensamientos, haciéndome sonreír.
-Nos descubrirán si sigues haciendo ruido.  – dije, en un susurro.
Esperé a que asintiera y me giré para percatarme de que no hubiera nadie afuera.
No hay moros en la costa. – pensé al no ver a nadie. – Excelente.
Volví a darle frente y le sonreí.
-¿Qué quieres de mí? – preguntó, perdiendo la paciencia.
-Todo. Me tienes vuelto loco. – respondí, desesperado y frustrado.
Ella se sonrojó ante mi inesperada respuesta. Se veía realmente adorable.

-Ya hablamos de esto… - dijo con seriedad.
-Lo sé, pero no me rendiré tan fácilmente.
Eso jamás. No estaba dispuesto a dejarme ganar por ese idiota de su novio.
Acorté la distancia que nos separaba y la abracé, sintiendo cómo mi corazón palpitaba enfurecido.
-No puedo estar contigo. – su voz denotaba su tristeza.
Se me partió el corazón tan solo escuchar sus palabras.
-No te quiero dejar. – tenía un nudo en la garganta. – Te necesito.
No puedo creer que haya dicho eso. – pensé, golpeándome mentalmente.
-Me encantaría poder estar junto a ti. – me hizo feliz momentáneamente, pero como todo lo bueno, se tuvo que acabar con el típico “pero”. – Pero mi novio es Mike y no le puedo hacer esto. Lo quiero mucho y no lo pienso dejar por un capricho.
Sonreí con nostalgia.
-Asi que soy un capricho nada más. – dije como para mí.
Eso dolió mas de lo que imaginé.
Ella me apartó, mirándome y sonrojándose.
Miró el suelo y se cubrió el rostro con ambas manos.
Ahora lo entendía. Ella quería estabilidad. Tal vez pensaba que yo no podría entregarle la seguridad de una relación estable.
Le quité las manos del rostro, pero evitaba mi mirada. Tomé su mentón y la obligué a reencontrar nuestras miradas.
-Me gustas. – dije, poniéndome serio.
Noté cómo sus ojos brillaban al escuchar mis palabras. Estaba seguro que ella sentía lo mismo que yo. Bueno, en realidad sentía mucho más por ella, pero no era el momento ni el lugar indicado como para entrar en detalles.
Acaricié su mejilla con ternura, sintiendo su suavidad, grabando mis caricias en su piel.
No pude esperar por mucho más tiempo. La besé. No lo pensé ni un segundo.
Nuestros labios se unieron descontrolados. Introduje mi lengua en su boca, la cual, junto con la de ella se unieron moviéndose y jugando a reconocerse.
Nos separamos, intentando calmar nuestras respiraciones.
 Pasó su mano por entre mi cabello.
-Tú también me gustas. – mi corazón se detuvo. – y mucho.
-Entonces estemos juntos. – le propuse, demasiado seguro en que no me daría una negativa. – Seamos novios.
-No puedo. – bajó nuevamente la mirada.
Me dio calabazas.
-¿Por qué no? – pregunté, herido.
-Por Mike. – respondió, sin atreverse siquiera a mirarme a los ojos. – Lo quiero.
Eso fue como un golpe bajo.
-¿Entonces qué quieres, estar con los dos? – pregunté molesto.
-No, no es eso…
-¿Entonces qué?
-Me gustas pero no podemos estar juntos. Lo siento.
Algo en mi interior se rompió. Cayó en pedazos, haciendo que el dolor fuera insoportable. Algo que no había sentido con anterioridad.
-En ese caso, no hay nada más que decir. – dije, intentando parecer indiferente.
Vi cómo una lágrima rodaba por su mejilla. Eso me hizo trizas.
-Te quiero. – dijo antes de salir corriendo.



Capítulo 4: SU PRIMER DÍA, MI INFIERNO PERSONAL Capítulo 6: Una buena idea, bueno, quizas no tanto...

 
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