
Capitulo 5: Recuerdos, segunda parte
Pov. Bella
No tenía ni idea de qué diablos estaba pasando, ni de qué me había perdido. ¿Edward llevando a Gaby a jugar al parque y haciéndose cargo de ella? Necesitaba salir de aquella habitación. Cuando nos miramos, hubo un momento de conexión entre los dos, como en los viejos tiempos, pero luego llamó esa maldita mujer y… por si me quedaba alguna duda, el comportamiento que tuvo con ella me lo dijo todo.
Lo primero que hice después de atender la emergencia que me había sacado de la habitación, fue ir en busca de Emily y avisarle de que los niños no estarían en la guardería sino en el parque jugando y que el padre de Gaby los llevaría. Al decirle esto, me miró con una expresión en su cara entre interrogante y alegre, pero como buen agente no me dijo nada. Se limitó a asentir y a decir que estaría pendiente. Una vez solucionado, me fui a ver a Sean. Qué mal me tenía este caso. Había momentos, cuando salvaba vidas y daba buenas noticias en los que me gustaba mi profesión, pero había otros como en este caso que…Estuve con él un buen rato, animándole a él y a la familia. El servicio de Oncología ya se había hecho cargo y al día siguiente empezarían con las sesiones de quimio.
Seguí revisando a los demás pacientes víctimas de una intoxicación en un restaurante de comida rápida. A media mañana me sentía muy ansiosa y fui en busca de Alice, la única persona capaz de calmarme, sí, es increíble lo sé, pero me calmaba. Bueno no era la única, la otra… ojalá estuviera pronto disponible, pero de momento… no lo estaba.
—Alice —dije llamándola cuando la encontré por los pasillos.
—¿Siiiiiii? –preguntó mi amiga
—¿Qué tal crees que ha ido?
—Yo creo que muy bien Bella, al principio no parecía saber de lo que estábamos hablando, pero después algo debió hacer clic en su cabeza porque lo comprendió todo y a juzgar por la cara, no sé, yo creo que está debatiéndose entre hablar contigo o no.
—Bella —dijo Jasper, que de repente apareció por detrás dándonos un susto de muerte— se comprensiva, es una decisión muy difícil para él, se siente mal, ha hecho cosas de las que no está orgulloso y tiene mucho miedo, eso se le ve a la legua. Está aterrorizado de perderte.
—Sabes Jasper —dijo Alice —deberías dejar la ambulancia y aceptar esa plaza de psiquiatría, se te da fenomenal.
—Opino lo mismo —añadí yo.
—Pero volviendo al tema –siguió Alice —Jasper tiene razón Bella, tienes que tener paciencia, el empujoncito ya se lo hemos dado, ahora a ver que hace.
—Dentro de un rato llamamos a Rose, más que nada para que no se note mucho, ¿de acuerdo?—dije mirando a mi amiga con cara de perrito abandonado, gesto que había aprendido de ella.
—Vale –contestó mi amiga
—Me llaman de nuevo al busca –dijo Jasper–, os veo luego chicas y… paciencia Bella.
—Por cierto, ¿has visto como te miraba? –preguntó Alice cuando nos quedamos solas.
—¿Y cómo me miraba, Alice?
—Te miraba con adoración, con ternura, con amor, Bella ¿No te has dado cuenta?
—Por si no lo has notado, evitaba mirarle a la cara Alice, yo no sé mentir y a él menos. Antes bastaba una sola mirada para decírselo todo sin hablar, de hecho he sentido un par de veces la conexión, no quiero que descubra que lo sé todo, si se entera saldrá corriendo avergonzado. Y, hasta que entre en razón, será peor.
—Aunque si te digo la verdad —proseguí—, yo también he notado sus miradas y también como hablaba con Tanya, se ve que la odia. Tal vez tú no te hayas dado cuenta Alice, pero yo le conozco y a pesar de todos estos años sin vernos, lo sé, por su forma de hablarle y la cara que ha puesto al ver que era ella la que llamaba al móvil. Y también he notado la animadversión con que saludaba a Jacob y Jasper, casi podría asegurar que estaba celoso.
—Todos nos hemos dado cuenta Bella. ¿Por qué no llamamos a Rose? A ver que dice —dijo Alice marcando el número de Rose.
Después de hablar con ella y quedar en la cafetería para la hora de comer, intenté olvidarme un poco del tema sin éxito ninguno, así que a la media hora ya estaba de nuevo dándole la lata a Alice para que llamara de nuevo a mi cuñada y amiga. Después de hablar con Rose por teléfono, otra vez, y quedar de nuevo con ella en la cafetería, nos dirigimos hacia allí. Rosalie, llegó pasados unos minutos y se sentó junto a nosotras
—Uf ¡Que nerviosa me ha puesto! —dijo nada más sentarse—. He aprovechado que ya se fue con los niños para venir.
—¿Qué ha pasado cuando nos hemos marchado? —pregunté ansiosa.
—Bueno, le he dado otro empujón más gordo diciéndole que como siga así lo único que va a conseguir es perderte del todo. Que tú no quieres volver porque no soportas estar viéndole con otra a todas horas y menos con esa zorra. Tus padres han aportado cada uno su propio granito de arena, Renée le ha comentado esa conversación que mantuvisteis en la que tu le dijiste que no pensabas regresar para estar todo el día aguantando sus arrumacos con Tanya.
—La verdad, es que nunca fue así. ¿Porque le cuesta tanto tomar una decisión? —pregunté yo preocupada.
Sabía de sobra el cacao mental que debía tener en la cabeza y en cierto modo lo entendía, a pesar de lo enfadada que estaba con él por no haber contado conmigo y lo irritada, dolida, furiosa, celosa y rabiosa que me sentía al saber que estaba acostándose con esa zorra por obligación , para protegernos. Pero tenía que obligarlo a enfrentarse al problema, no podía llegar y decirle, tranquilo lo sé todo. No, las cosas no podían ser así. Me había hecho mucho daño y nos había abandonado como a perros tanto a mi hija como a mí. Había una razón de peso, lo sé, pero…, las cosas se tenían que haber hecho de otra manera, empezando con que tenía que habérmelo dicho y contar conmigo para tomar cualquier decisión. Una parte de mí, quería perdonarlo sin más, pero otra me lo impedía. Antes él se tenía que comprometer a ciertas cosas, realmente se tenía que ganar mi perdón, pero no sólo con palabras, sino también con hechos.
—Porque tiene miedo por vosotras Bella —contestó Rosalie, sacándome de mis pensamientos— pero bueno, por lo menos se lo ha planteando y… ha tomado una decisión. Hace un mes ni siquiera quería oír hablar del asunto y ahora se ha decidido a enfrentarlo.
—Espero que no se lo piense mejor y se eche para atrás – dije yo súper ansiosa.
—Sino habrá que seguir pinchándolo –contestó Rose de nuevo—Bella, está al límite y veros ha sido como una especie de detonante. Aunque me esté mal decirlo, el accidente de tu madre ha sido muy conveniente. Estoy segura de que nuestro plan inicial no hubiera funcionado tan bien. Y además, ¿qué ha pasado con Gaby? No se despega de él y no sabes lo emocionado que esta al ver que su hija lo conoce y lo quiere. Y lo ilusionada que Gaby estaba con que su padre la llevara a conocer a sus amigos. Sobre todo a esos dos...
—O sea, que ha sido ella la lianta de ese asunto. ¡Cómo no!–exclamé sarcástica—, ¿por qué no me extraña?, ya sabes como es mi hija, nada más verle se tiró a sus brazos y le llamó papá.
—Me parece genial lo que has hecho Bella, decirle a tu hija la verdad —dijo Rose—. Sabes que siempre te lo he dicho y creo que eso hoy ha sido un punto de inflexión. Me ha dicho que te quiere aún más si cabe por eso.
—Los dos se lo merecen Rose. Una hija no debe crecer sin saber quién es su padre y a un padre nadie tiene derecho a quitarle a su hija, y menos una zorra caprichosa y demente —agregué en una especie de susurro.
—Bueno, pues que sepas que eso fue la gota que colmó el vaso —apostilló Rose
—¡Otra vez!—exclamé oyendo sonar de nuevo el busca—,que pesadito está hoy. Me tengo que ir hasta luego.
Pasé el resto de la mañana de arriba para abajo. Mientras trabajaba no hacía más que darle vueltas en la cabeza a todas las situaciones que me habían llevado a donde estaba en estos momentos. A punto de volver a Forks y de recuperar lo que era mío. Porque sí, yo ya había tomado la decisión de ir a Forks, la tomé aquella noche en la que cenando con Marco y Didyme, me convencieron entre todos de hablar con Rose. La misma noche en la que Rose me contó toda la verdad. Pero eso no quería decir que le hubiera perdonado. Esa decisión que, en su día era firme, aunque dependía de lo que pasase en Forks el que regresara o no a Jacksonville, ahora no lo era tanto, dependía de lo que habláramos y del compromiso al que él estuviera dispuesto a llegar. También dependía de mi capacidad para poder perdonarle, porque no lo había hecho aún y me resultaba difícil hacerlo.
Mientras rellenaba los papeles de ingreso de un paciente, mi mente voló hacia el día en que me llamó por teléfono para decirme que me dejaba
Flashback (Cinco años atrás)
Llevaba varios días mosqueada, Edward me había dicho que se iba a venir un tiempo conmigo a Jacksonville para apoyarme en el problema que me había surgido. Estaba ilusionadísima por ello, pero cada vez que me llamaba me daba largas y la última vez se mostró distante y frío. Preocupada llamé a mi madre y a Rose y la reacción de ambas por teléfono me asustó todavía más. Así que decidí posponer la entrega de mi carta de dimisión, pedir el fin de semana y viajar a Forks para ver por mi misma que sucedía. Cuando estaba haciendo la maleta, el teléfono sonó
—Bella es para ti, es Edward —me dijo Alice que estaba conmigo en ese momento y menos mal. Mi corazón empezó a latir a mil por hora.
—Edward, mi amor, ¿cómo estás?, ¿qué pasa? —le pregunté ansiosa.
—Bien, esto… yo…verás Isabella, hum –su tono de voz me causó mucha preocupación. Además él nunca me llamaba Isabella —tengo que hablar contigo.
—¿Qué pasa Edward? —le pregunté muy preocupada y temiendo lo que pudiera decir.
—Bueno, verás —empezó y mi corazón dejó de latir en ese mismo instante—el caso es que he conocido a alguien. Bueno, en realidad digamos que la he conocido mejor y nos hemos enamorado. Yo te he querido mucho Bella, pero con ella me he dado cuenta que lo que sentía por ti, no era amor. Con ella sí que he conocido el auténtico amor. Siento hacerte daño pero es así. Te ruego que me firmes los papeles de divorcio, que en breve te llegarán, porque no puedo esperar más tiempo para casarme con Tanya, el verdadero amor de mi vida.
No podía ser cierto, no podía ser verdad lo que estaba oyendo… ¿Tanya?… ¿El amor de su vida? ¿Qué estaba pasando? Si hace tan solo unos pocos días hablaba de venirse conmigo. Con las pocas fuerzas que me quedaban pregunté:
—Edward, ¿cómo que ya no me quieres? ,¿qué pasa con nosotros y nuestra hija?—le seguí interrogando desesperada y pensando que era una pesadilla, fruto del estrés, de la que pronto me iba a despertar.
—Lo que oyes Isabella, ya no te quiero —me confirmó —nunca te he querido y en cuanto a nuestra hija… no quiero saber nada de ella, sólo quiero olvidarme de todo cuanto antes e iniciar una nueva vida junto a Tanya.
No pude seguir escuchando más, tiré el teléfono lejos de mí como si me hubiera dado un calambrazo y empecé a llorar como nunca había llorado, menos mal que tenia a Alice en casa que me atendió. Después de estabilizarme un poco cogió a mi hija en brazos y me llevó a urgencias con un colapso nervioso tremendo.
Días después recibí los famosos papeles de divorcio. Ni una nota, explicando, ni un lo siento, nada. Sin poder creérmelo, pues apenas unos días antes habíamos estado hablando de que se vendría conmigo, los firmé. Firmé totalmente destrozada aquellos papeles que me separaban para siempre de él y junto a ellos, le mandé en un sobre el maravilloso anillo y la alianza de su madre que una vez había puesto en mi dedo y una pequeña nota que decía: dáselo a quien de verdad ames. Porque, aunque me hubiese roto en mil pedazos y los hubiera tirado a la basura, yo seguía y siempre seguiría amándole y por supuesto quería que fuera feliz. Por lo menos uno de los dos iba a serlo, pues yo estaba rota y malherida y no creía que nadie nunca pudiera curarme.
Fin del flashback
Mientras firmaba el siguiente parte de ingreso, mi mente viajó hacia delante, al momento justo en que Carlisle me había ofrecido esa plaza.
Nuevo flashback (tres meses antes)
—Bella —me llamó Sue, una de las enfermeras del turno de noche.
—Sí —le contesté—, que no sea otra urgencia por favor —rogué mentalmente.
—El jefe me ha dicho que te busque y te diga que subas a su despacho, que quiere hablar contigo –me informó Sue siempre tan profesional.
—Gracias Sue, ya voy — ¿Qué querrá este hombre ahora? , me preguntaba encaminándome con paso rápido hacia el despacho de Carlisle, director del servicio de Urgencias desde hacía tres años, padre de mi amiga Alice y al mismo tiempo mi maestro, mi amigo y mentor. Cuando llegué a la puerta llamé y la voz de Carlisle se oyó desde dentro.
—Pasa.
—Hola, buenos días —saludé entrando a su despacho.
—Buenos días Bella, pasa y siéntate por favor.
—Tú dirás —le dije expectante.
—El motivo de mi llamada es que quería hablar contigo sobre un posible traslado que creó te beneficiara. Veamos, tengo aquí una solicitud tuya hecha hace años para poder ocupar una vacante en el hospital de Forks cuando la hubiera –me informó soltándolo todo de golpe y como si no estuviera enterado de nada.
—Sí, pero eso fue hace tiempo Carlisle, sabes lo que pasa ahora…
—Bueno, el caso es que es ahora precisamente cuando se produce esa vacante – dijo impasible a lo que yo le estaba diciendo —el antiguo hospital se ha quedado pequeño para albergar a tanta gente, pues como tú sabes Forks ha crecido considerablemente en este tiempo. El caso es que está siendo ampliado y hay vacantes libres. Una de ellas es para ti, si la sigues queriendo. Mi consejo es que la aceptes pues es una muy buena oportunidad ya que el director de ese hospital, que por cierto voy a ser yo ¿no te lo había dicho? , solo quiere a los mejores y tu trabajo estos últimos años ha sido impecable. Irías allí como Jefa del servicio de Urgencias.
—Pero ¡¿Cómo es posible que hayas pensado en mí, precisamente tu Carlisle?! Cuando… cuando sabes… además por mucho que me recomiendes que nunca podré volver, ya sabes que hay alguien detrás impidiéndolo.
—Créeme Bella, eso podría ser antes, pero ahora nos tienes a mí y a Marco de tu lado. Además el hospital necesita personal, sobre todo en el área de urgencias y cuando se han puesto a revisar tu currículum y han visto que era intachable, han estado de acuerdo conmigo en que serías una excelente directora de esa área. Además también ha contado el hecho de que hace tiempo ya solicitabas esa plaza.
—Sí, sabes que lo hacía, por aquel entonces eras mi supervisor y el de Alice —le dije compungida.
—Y te lo dije entonces, te lo digo ahora y siempre te lo diré, nunca entendí porque no te dieron ese traslado –me dijo por enésima vez—. Siempre pensé que había algo raro en todo eso y después de lo que te pasó con... Bella, deberías volver y enfrentar la verdad, yo pienso como Alice. Algo extraño hay en todo esto para que un chico como Edward te dejara así con lo mucho que te amaba. Sabes que yo fui testigo muchas veces de vuestras llamadas telefónicas, alguna que otra vez escuché sin querer lo que te decía y de la noche a la mañana… Bella hay algo raro, y mi hija piensa igual
—Pues estáis equivocados Carlisle, yo sé lo que oí – respondí con terquedad. La verdad es que a la primera que le parecía raro era a mí. Lo que más me hacía dudar fue esa promesa de venir a verme para estar conmigo hasta que se solucionase lo de mi traslado o despido y también el hecho de que me llamase Isabella. Pero sé lo que oí, no soy sorda.
—A veces no debemos fiarnos de las apariencias Bella. En cualquier caso tienes tiempo de pensártelo, el hospital nuevo está en fase de construcción, pero pienso que es tu oportunidad, profesional y personal. Y además, no tendrías que marcharte sola, ya te he dicho que hay varias plazas vacantes y seguro que mi hija, si sus padres y su mejor amiga se van a Forks, ella querrá venir también.
—Pero Alice tiene su marido aquí, yo…no sé —dije intuyendo que el hospital de Forks tendría dos nuevos médicos, como poco.
—Créame doctora Swan —dijo con sorna—, o poco conozco a la doctora Whitlock, o ella misma se ofrecerá a ir tras Vd. Si algunas veces he llegado a pensar si no erais gemelas y a ti te secuestraron al nacer. Prométeme pensártelo Bella —dijo otra vez de forma paternal—, no me quiero marchar y dejar aquí a mi mejor directora de urgencias, a mi mejor alumna, a mi segunda hija… Y seguro que Esme se pondría muy triste si os deja atrás ya sabes lo que os quiere.
Esme, la esposa de Carlisle y madre de Alice, siempre tan maternal y adorable.
—Está bien Carlisle, pero no te prometo nada —dije convencida de que no iba a volver, pasase lo que pasase
—Esa es mi chica —dijo Carlisle sabiendo a su vez que tendría que seguir insistiendo para convencerme.
Caminé nerviosamente a través de los pasillos y con el corazón latiéndome a mil por hora. ¿Volver de nuevo a Forks? Bueno, le pasaría por la cara a más de uno mi triunfo. Pero, ¿volver y no poder estar con él? No te rayes Bella, él tiene su casa, a su amada y bellísima esposa y tu…solo tienes soledad.
—Pues yo creo que deberías aceptar y por supuesto yo me voy contigo, ya sabes que eres como mi hermana, y la familia permanece unida. Además mis padres también se van. Es una gran oportunidad para ti Bella, no la desaproveches, yo estaré a tu lado como siempre lo estuve —decía Alice, sin apenas respirar ni hacer pausa entre frase y frase y, claro , sin dejarme meter a mi ni una sola palabra entre medias aunque esta fuera de canto. Llevaba dos días persiguiéndome por todo el hospital dándome la murga.
—Alice no puedes estar toda la vida cuidando de mí. Y además, ¿qué hay de Jasper? Él no puede dejar su trabajo así como así —le dije en un intento de convencerla, pero sabía que era inútil.
—Bella eres como mi hermana —siguió diciendo tercamente.
—Muy bien Alice, pero repito ¿qué pasa con Jasper?
—Estoy segura de que Jasper no pondrá ninguna objeción a pedir su traslado –contestó muy segura de sí misma—. Total que más le da estar aquí que en Forks. Mira a lo mejor hasta le viene bien y dejar de tener que estar todo el día en la calle. A ver si se decide a solicitar una plaza en psiquiatría.
—Tu idea es buena, pero ahora tendrás que contar con que Jasper quiera – le dije alzando una ceja ante la seguridad de mi amiga.
—Querrá Bella, querrá. Ya sabes lo que Jasper siente por ti, no te dejaría sola y menos… bueno ya sabes —dijo de nuevo con esa seguridad que había tenido durante toda la discusión.
— Alice yo no sé… —contesté muy convencida de que ni ella ni nadie me haría volver a un sitio donde el hombre del que estaba locamente enamorada, se paseaba por ahí besuqueándose con su nueva esposa.
—Acepta Bella, vuelve a Forks y…. puede que así encuentres la respuesta a esas preguntas que evitas hacerte, creo que ya es hora de que averigües que pasó —me cortó Alice en lo que iba a decir.
—¿Y qué tengo que averiguar Alice? —le dije desafiante—, él no me quiere, me dejó y se casó con la mujer que verdaderamente quería. Fin de la historia.
—Ya te he dicho mil veces, que no me lo creo —contraatacó Alice tercamente—, algo pasó Bella, algo que le hizo actuar así. Edward te adoraba, besaba el suelo por donde pisabais Gaby y tú, y ¿de repente te dice que no te quiere?, vamos Bella…
—No sé Alice, me lo tendré que pensar —contesté intentando zafarme de la situación.
—Yo creo que no hay nada que pensar, nos vamos a Forks y punto—sentenció empleando ese tono autoritario que la caracterizaba cuando tenía problemas en conseguir algo.
—Que segura estás de que tú también tendrás una plaza —bromeé para aligerar el ambiente.
—Carlisle me llamó también y me ofreció otra de las plazas, y ya la acepté —anunció como quien anuncia que se va de vacaciones.
—Y que te hace pensar que yo la voy a aceptar para haber hecho eso tan precipitadamente, además sin ni siquiera decírselo a Jasper —le pregunté alzando ahora las dos cejas.
— Él también lo sabe y ha solicitado su traslado –me informó. Menudo complot, pero esta vez no podrían conmigo.
—A lo mejor no se lo dan —le dije tozuda.
—Tonterías, siendo su jefe tan amigo de Carlisle, además ese hospital necesita gente y si no le conceden el traslado como médico del 911, pues Carlisle le ofrece otra plaza y listo —dijo dando saltitos mientras hablaba.
—Viva el nepotismo ilustrado, Alice –dije con sorna—, además, te repito, ¿qué te hace pensar que con todas estas maniobras yo voy a aceptar?
—Nunca apuestes contra mi Bella, parece mentira que no lo sepas —dijo con ese tono misteriosos que empleaba cuando quería dar a entender que adivinaba el futuro.
—No sé Alice, me lo tendré que pensar.
—Bueno Bella, se me acabo la paciencia, aceptas sí o sí –dijo autoritaria y furiosa.
—Alice, no me presiones por favor.
—Rose, tus padres y los niños vienen de vacaciones dentro de tres meses así que… entre las tres—dijo mirándose la uñas.
—Por Dios, eres un verdadero diablillo. ¿Lo sabías?
—Sí y además, esta noche en la cena que tenemos con Marco y Didyme pienso sacar el tema —anunció triunfante.
—Alice, ¿no te vas a rendir?— le pregunté con cierto tono de cansancio en mi voz.
—No
Y dicho esto se alejó, según ella, a atender un paciente que acaba de entrar por la puerta, pero yo estaba en la misma puerta que ella y no vi ninguno, así que me sonó como una retirada discreta.
Era inútil seguir luchando con ella. Se había propuesto que yo tendría que regresar a Forks para aclarar y entender porque Edward me había hecho esto y estaba decidida a que volviera .No hay que olvidar que estábamos hablando de un duende perverso, entrometido y manipulador, sé que nada podrá detenerla, pero yo… no deseaba aceptar, no quería sufrir más y, sobre todo, no quería hacer sufrir a Gaby.
Pero la idea de Alice no era mala. Ir y enfrentar de una vez los demonios de mi pasado, volver a mis raíces, a mi hogar, con mi familia o lo que quedaba de ella, pero mi hogar al fin y al cabo. No sé. Tal vez esta noche en la cena. Marco era muy buen consejero no en vano tenía el puesto que tenia y Didyme era buena y compresiva, me recordaba a mi madre, en realidad, tanto Esme como ella habían sido como unas madres para mí. Hablaría con ellos, por hacerlo nada iba a perder.
Marco, jefe del FBI, su esposa Didyme, su hija Kate, Garrett, el marido de ésta y su ahijado Jasper, se habían incorporado a nuestra pequeña familia, hacía un tiempo, desde que al Jefe, de vacaciones en Jacksonville, le dio un infarto y fue atendido por nosotras.
Fin del Flashback
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