BELLA POV.
No, no podía coordinar las palabras de Edward, estaba en un completo shock. Jane había vuelto y con las intenciones que tuvo siempre, las de arrebatarme a mi hijo, esto era demasiado ¿Por qué demonios acepte llevar a este bebe en mi interior? Oh, sí, porque lo amaba más que a mi vida y porque desde que supe que vendría no tuve otra opción. Era una total egoísta y lo sabía, concebir a nuestro hijo, ilusionarnos, encariñarnos y amarlo más que a nada para que después nos lo arrebaten sin poder siquiera luchar y solo imaginar a esa maldita con sus brazos alrededor de mi pequeño…me sentía débil y como una completa idiota lo único que podía hacer era soltar lagrimas que hacían de esto todavía más doloroso. Maldigo el día en que a mi padre se le ocurrió meterse con esta gente, maldigo a todas esas personas que solo están aquí para hacer daño y yo estoy en su lista. Al menos si es que llegaran a llevarse a mi hijo que le cuiden y le den el amor que yo no pude darle, que lo protejan y que siempre le enseñen las cosas buenas de la vida, que sea amable y una gran persona, lo único que deseaba es que fuera feliz aunque esas malditas personas lo tengan.
Sentí un extraño olor y me acorde de los canelones, los saque rápidamente del horno y los deje sobre la mesada de la cocina, limpie las lágrimas y nos serví a ambos dos canelones, Edward seguía en la misma posición en la que quedo cuando me contó lo sucedido esta mañana, todo era un completo silencio, ninguno de los dos hablaba y yo solo me limite a colocar la mesa.
-¿Vas a comer?-pregunte a Edward viendo que no reaccionaba.
-Sí, déjame ayudarte-tomo los platos con la comida y los llevo a la mesa.
Ambos nos sentamos y comenzamos a comer en silencio.
-Mañana iré con Alice a comprar las cosas para él bebe, ella quiere que sea un color beige o algo así ¿está bien?-me preguntó.
-Sí, será perfecto. Sabes, hoy recibí un enorme oso por parte de mis padres-le dije dedicándole una sonrisa.
Asintió y siguió comiendo hasta que ambos acabamos y ya que ninguno decía nada me levante y lleve los dos platos al lavatorio, comencé a lavarlos entonces sentí los brazos de Edward a mi alrededor, me recomponía al instante con solamente su contacto.
-Perdóname-susurro en mi oído.
Deje los platos y me di vuelta enfrentando su mirada.
-No tienes por qué pedir disculpas, Edward, sé que esto es difícil y que toda esta situación sobrepasa los límites pero tenemos que ser fuertes, por nuestro hijo y por nosotros también. Prométeme que lucharemos por él, que daremos todo para no dejar que se lo lleven, prométemelo-le pedí tomando sus manos.
-Lo prometo, haremos todo lo posible para que esté con nosotros.
Entonces me envolvió fuertemente con sus brazos y yo me aferre a su cuerpo con fuerza, luego se inclinó y levanto mi blusa para besar cientos de veces mi panza. Y como todas las veces que Edward me tocaba sentí al bebe removerse.
-Edward se mueve-le informe entusiasta.
Tome su mano y la coloque en mi vientre donde en un segundo sentí una fuerte patada y al parecer Edward también ya que sonrío.
-¿Sentiste eso?-pregunto maravillado.
-Lo siento todos los días-le conteste algo emocionada.
-Ya quiero verte bebito hermoso, tú mamá y yo te amamos un montón y estamos esperando a que nazcas y estés con nosotros-murmuro Edward a la panza.
Entonces empecé a sentir patadas más fuertes de lo normal donde Edward descansaba su mano por lo que el acaricio suavemente y entonces ya no se movió.
-Me reconoce-dijo absorto.
-Claro que sí, por supuesto que te reconoce, eres su padre-le acaricie el rostro.
Él se incorporó y me rozo con sus dedos suavemente la mejilla mientras que con la otra mano acariciaba mi vientre.
-No sabes cómo los amo. Son mi vida entera-murmuro.
Me sentía tan sensible y emocionada por sus palabras que lo tome por el cuello y comencé a besarlo dulcemente.
-Yo también te amo-susurre contra sus labios.
-¿Ya pensaste en algún nombre?-pregunto cuando nos separamos.
-Algo tengo en mente-murmure.
-¿Si es niño?-preguntó.
-No lo sé ¿Robert? ¿Anthony? ¿Edward?-pregunte y el frunció el ceño.
-Robert, no me parece, Edward, no y Anthony, me parece bien, que tenga mi segundo nombre-respondió.
-Anthony Cullen. Me gusta. ¿Y si es niña?-pregunte.
-Una hermosa princesa, le podemos poner Elizabeth, como mi abuela.
-Yo estaba pensando en un nombre algo más...
-… ¿Cuál?-pregunto.
-Hace unos días estaba pensando en combinar los nombres de nuestras madres Reneé y Esme y se me ocurrió…Renesmee.
-¿Renesmee?-frunció el ceño.
-¿No te gusta?
-Es precioso y único, me gusta Renesmee Cullen-sonrío con devoción.
-Entonces ese será si es niña-sonreí.
-Yo sé que quieres un varón-dijo acariciando mi mejilla.
-Y yo sé que quieres una niña, será “la nena de papi”-le dije y él se rió ante mi comentario.
-Sin dudas, aunque lo que quiero es que sea sano y feliz-dijo apretándome más a su cuerpo tocando su frente con la mía.
-Yo también deseo lo mismo-acerque mis labios a los suyos y le bese pasionalmente, con Edward estábamos aprovechando los últimos días que nos quedaban ya que luego no podríamos hacer el amor y eso iba a ser bastante frustrante ya que teníamos una vida sexual bastante activa, por lo que aprovechábamos al máximo las noches y cada momento intimo que teníamos. Edward me sentó sobre la encimera de la cocina, con cuidado y comenzó a descender de mis labios hacía mi cuello mientras yo gemía en su oído tras la sensación que me provocaban sus caricias, comencé a desabotonar su camisa apreciando su perfecto pecho y deleitándome de lo que veía, él se deshizo de mi remera y mi corpiño llevando su boca hacía mis pechos yo solo disfrutaba y acariciaba su abdomen. Luego su boca bajo hacía mi abultado vientre donde lo beso un montón de veces para después deshacerse de mi pantalón y mi ropa interior al igual que yo con la de él. Edward acariciaba y besaba cada centímetro de mi cuerpo y yo no me quedaba atrás, sin dudas me volvía loca.
-Edward…te necesito-murmure como pude viendo que ya era urgente.
-Mi Bella, todo por vos-susurro en mi oído.
Entonces entro en mí y ambos exclamamos de placer comenzando con el vaivén de caderas que tanto disfrutábamos para después terminar exhausta abrazándome a su cuerpo.
-Te amo-musite.
-Yo también mi amor.
Ambos nos vestimos y decidimos ver alguna película para pasar la tarde pero yo no aguante y me quede dormida en los brazos de Edward, esto del embarazo era agotador, tenía sueño y hambre siempre. Me despertó un olor peculiar por lo que me estire y al abrir los ojos me di cuenta que me encontraba en el sillón con unas mantas y que era de noche por lo que frote mis ojos y me incorpore dirigiéndome a la cocina que era de dónde provenía ese olor y me encontré con Edward sirviendo un riquísimo pollo con papas, se veía tan rico y yo con tanta hambre… que el solo verlo se me hizo agua la boca.
-Ya despertaste dormilona-dijo Edward sonriendo.
-Sí, me da sueño a cada rato. Y ese pollo se ve sabroso-dije admirando la comida.
-Oh, lo siento amor pero solo cocine para mí, pero sobro media tarta de anoche-musito sentándose en la mesa.
Yo le mire con los ojos como platos, mi cara debió haber sido un poema, estaba tan acostumbrada a que Edward cumpliera con mis antojos y me de comida pero ahora me encontraba aquí de pie, con una gran panza, observándolo aturdida como estaba a punto de comerse un exquisito pollo. El me miro divertido y soltó una fuerte carcajada.
-¿Enserio crees que dejaría a mi esposa embarazada sin cenar?-pregunto acercándose a mí.
-¿Lo harías?
-No amor, allí está tu plato-dijo señalando un pollo con papas alrededor.
-Hum, gracias estaba con hambre-le di un suave beso y me acerque a recoger mi plato e ir a sentarme a la mesa con él.
Hablamos sobre cosas triviales y acerca de que tenía que comprar mañana específicamente con Alice, como la cuna, chupetes, pañales, muebles y demás cosas. Me daba pena no poder ir a comprar esas cosas para mi bebe pero sabía que me exponía demasiado por lo que deje que mi cuñada se encargue de todo, sabía que elegiría bien. Una vez que terminamos de cenar comencé a bostezar ¿Cómo es que tenía sueño si recién acababa de levantarme? Pero así era, me sentía cansada a cada rato.
-Creo que es hora de dormir-dijo Edward dulcemente acompañándome hacía nuestra habitación.
-Creo que si-dije bostezando de nuevo.
Me coloque una camisola para estar cómoda, ya que dormir con esta panza era algo dificultoso. Edward se cambió quedándose en bóxer y me abrió la cama donde me acosté y el a mi lado, él bebe como todas las noches empezó a removerse y esta vez estaba más inquieto, cuando al fin lograba estar cómoda y a punto de dormir se movía y me obligaba a cambiar de posición, Edward dormía profundamente y yo removiéndome en la cama. Al fin logre estar bien posicionada y el sueño fue venciéndome poco a poco pero entonces una punzada de dolor me atravesó el estómago y me senté de golpe siseando por el dolor.
-¡Ay!-grite entrecerrando los ojos.
Edward se despertó abruptamente y cuando me vio no dudo en poner manos sobre mí.
-Bella ¿Qué te duele? ¿Estás bien?-pregunto sin saber qué hacer, yo solo le mire respirando hondo.
-Sí, está bien solo que me dio una punzada, dios mío, esta tan inquieto que no me deja dormir, me siento cansada, fea y gorda, de seguro que te voy a parecer horrible y me vas a dejar-murmure soltando lágrimas, estaba sensible y era por las hormonas mi pobre Edward me atrajo a su cuerpo y me abrazo.
-No mi amor, nunca me vas a parecer fea, eres hermosa y estas así porque llevas a un ser precioso dentro tuyo, nunca te voy a dejar vida mía-susurro acunándome con sus brazos.
Pasado unos minutos, al fin, gracias a la ayuda de Edward y sus manos tranquilizadoras pudo hacer que él bebe se tranquilice, ahora me encontraba acurrucada junto a él a punto de dormir pero sentía hambre, como siempre a la noche, por lo que desperté a mi Edward que ya estaba dormido.
-Edward…-sisee moviendo su hombro pero solo se quejó.
-Edward, tengo hambre-volví a insistir pero al ver que no obtenía respuesta le grité-¡Edward!-él abrió los ojos de golpe.
-¿Qué sucede cariño?-pregunto con voz pastosa.
-Edward, tengo un antojo-dije cruzándome de brazos.
-Mmm…Agg… ¿Qué quieres cielo?-pregunto cerrando sus ojos.
-Quiero unas donas, de canela, chocolate, vainilla, fresa y rellenas-le ordene imaginándome a las deliciosas donas.
-¿Qué? ¿Y dónde quieres que consiga donas a las dos de la madrugada?-pregunto ahora si mirándome fijamente.
-Y yo que sé, busca una tienda en Seattle donde esté abierto las 24 horas. Edward tu hijo quiere donas, por favor-le pedí implementando la excusa de que su hijo quería, eso siempre funciona.
-Uh, está bien Bella iré por tus donas-dijo incorporándose y cambiándose de ropa.
-Gracias mi amor, ven dame un beso o me haces sentir culpable-él se acercó y beso levemente mis labios para después salir de la habitación rumbo a la cochera.
Y Ahora aquí sola a las dos de la madrugada, con hambre, esperando a que vuelva Edward con mis donas. Me propuse ver la tele mientras esperaba a que regresara, ya que el sueño se me fue, acaricie mi vientre y me quede mirando una película hasta que sentí el ruido del auto y la puerta abrirse y cerrarse entonces tenía a Edward en la habitación con una bolsa.
-Aquí están tus donas-dijo dejando sobre la cama la bolsa y luego se quitó la ropa para volver a acotarse en la cama.
-Gracias cariño-le dije una vez que lo tuve acostado a mi lado.
-De nada mi reina-contesto dándome un beso y luego a mi panza para después ir cerrando sus ojos poco a poco.
Yo me quede con mis donas a las cuales devoré terminando de ver la película y me propuse tratar de dormir un rato, aleje la caja de donas y me acurruque dándole la espalda a mi esposo, sentí su respiración profunda, tranquila y después sus brazos cernirse a mi alrededor pegándome a su cuerpo y así suspire satisfecha dejándome llevar a la inconciencia.
Chicas, no subí capítulos porque estaba ocupada pero ya estoy algo libre estos días. Les quería decir que gracias por sus comentarios, votos y visitas, la verdad me motivan bastante para seguir con la historia que poco a poco llega a su fin. Sigan comentando, besos.
|