BELLAPOV
Me desperté al lado de Edward, pero no le desperté, debía descansar. Fui a por el termómetro a ver si ya no tenía fiebre.
Estuve unos cinco minutos con él hasta que avisó que había acabado con la revisión. Miré el indicador y ponía 37 y medio. Bueno, era mucho mejor que dos grados más.
Fui a la cama y Edward estaba sentado en ella. Cuando me oyó entrar levantó la vista hacia mí.
-¿Dónde estabas?
-Fui a ponerme el termómetro. Tengo 37 y medio.
-Me alegro, pero debías haberme despertado para ir contigo.
-Te veía cansado, lo siento.
-Bueno, te perdono por estar mejor.-y me regaló una sonrisa burlona.
Yo simplemente le abracé. Lo necesitaba.
-Bueno, entonces, ¿podré ir a trabajar?-su semblante se volvió seria al mencionar mi trabajo.
-¿Quieres seguir yendo allí, Bella? ¿No quieres trabajar conmigo?
-Claro que quiero, pero papá no me dejaría, y ahora me esperará una buena cuando me vea.
-Hoy no tengo trabajo… iré contigo.
-No, si te ve se enfurecerá más.
-Da igual, quiero ir contigo.
-De acuerdo…
Nos vestimos y fuimos en su coche. No hablamos en todo el trayecto. Cuando me bajé del auto, vino hacia mí y me cogió de la cintura.
-¿Estás segura?
-Lo estoy, ¿lo estás tú?
-Por supuesto, vamos.
Entramos y nos dirigimos a la última planta: la oficina de mi padre. Al llegar, la recepcionista nos mandó esperar hasta que mi padre pudiera atendernos. Esperamos veinte minutos y pudimos entrar.
Toqué a la puerta y escuché un ‘adelante’.
-Hola papá.
-Hombre, mira quién se ha dignado a venir a trabajar…
-Papá, he estado enferma, ¿no lo entiendes o qué te pasa?
-No me levantes la voz, y ¿quién es éste?-preguntó mirando a Edward.
-Oh, lo siento, es Edward Cullen, mi…novio.
-¿Novio? Claro, faltas al trabajo para ligar, ¿no?
-No exactamente.-intervino Edward.-Vine hace unas semanas a una reunión y la conocí, empezamos a salir amistosamente y le pedí yo el noviazgo. Ese día empezó a encontrarse mal.
-Nadie te ha pedido que hables, supongo que ella se sabe defender sola ¿no?
-No le ha pedido nadie que hable, pero puede hablar si quiere, para eso es mi novio.-le grité seriamente a mi padre, Edward me estrechó por la cintura.
-¡He dicho que no me levantes la voz! ¡Y yo soy el que dice aquí quién habla y quién no!- dijo levantándose y viniendo hacia mí. Edward se echó atrás y me puso detrás de él.
-Ya está bien, su hija se marchará de aquí a conseguir otro trabajo.
-No, ella no se marcha hasta que yo lo diga.
-¿Y para qué la quiere aquí? ¿Para tratarla como le trata?
-Iros, ahora.
-Nos vamos, pero no volveremos, y menos ella.
-Ya lo veremos.-dijo cuando Edward cerró la puerta. Me arrastró hacia el coche y empezó a conducir como un loco.
-Edward, ¿qué has hecho?
-Solucionarte el problema. No volverás allí a trabajar nunca.
-¿Y de qué viviré? ¿Sabes lo difícil que es conseguir un trabajo aquí?
-Sí, lo sé, por eso vamos a mi oficina a encontrarte un puesto decente y a mi lado.
-Sólo por haber dicho eso no está todo solucionado. No le conoces Edward.
-No sabe donde trabajo, no pasa nada.
-¡Pero sabe donde vivo! ¡Vendrá a buscarme y me llevará arrastras!
-Vivirás conmigo, luego vamos a tu casa a por nuestras cosas.
-Edward…
-Déjalo, hemos llegado.
El edificio era hermoso. No era muy alto, pero aún así era enorme. Edward me llevó a la segunda planta y allí habló con una mujer pidiendo un trabajo para mí con los mismos horarios que Edward y en la oficina de al lado.
-¿Ves, Bella? Ya tienes trabajo, y seguro que te pagarán más aquí.
-Gracias, Edward.
-Te quiero.
La verdad es que me encontraba mucho mejor allí, y con Edward allí no tenía preocupaciones. Pero mi padre... no pararía hasta que fuera otra vez… por las buenas, o por las malas…
|