PAULA SHULS (+18) (FINALIZADO)

Autor: señorita_morena
Género: + 18
Fecha Creación: 11/06/2013
Fecha Actualización: 07/10/2013
Finalizado: SI
Votos: 10
Comentarios: 39
Visitas: 27069
Capítulos: 28

 

Paula Shuls es una chica tranquila, que dedica la mayor parte de su tiempo a estar sola en su habitación, una chica que no tiene expectativas y que está terminando sus últimos años de instituto.

No se lleva bien con su padre, ni tampoco con su madre ambos doctores de un reconocido hospital de la ciudad, la señora Esme Cullen y Carlisle Cullen.

Paula no tiene hermanos ni tampoco amigos, es algo peculiar ya que desde hace unos años

le están ocurriendo extraños sucesos y sueños paranoicos que no la ayudan.

 

¿Pero que pasaría su su sueño se hiciese realidad...?

 

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Los personajes son de mi auditoría excepto los ya conocidos por la saga Crepúsculo.

Este fik contiene fuertes escenas de sexo sadomasoquista y lenguaje obsceno, quedan avisados.

Les dejo los links de las canciones que inspiraron

este fik les aconsejo que las escuchen mientras leen, es su banda sonora perfecta.

Mirah - Special Death (LYRICS) - YouTube

Carina Round - do you LYRICS - YouTube

 

NO COPIAR NI COLGAR SIN MI PERMISO!.

También les dejo mi blog para que encuentren mis ficks y también los de la saga de la familia Casannova escritos con Valeria Vulturi.

Familia Casannova

 

Espero que lo disfruten un saludo.

 

SEÑORITA_MORENA

 

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Capítulo 4: PENSAMIENTOS

 

Paula estaba tumbada sobre su cama, su madre había elegido un edredón color marrón oscuro a juego con las cortinas, a ella le gustaba ese color. La habitación estaba decorada con un papel liso de color verde oliva y las medias paredes estaba forradas de madera oscura. Del mismo color que la puerta.

 

Debajo de su cama individual había una alfombra muy grande y redonda de color beige que contrastaba con la madera del suelo de color oscura al igual que las paredes.

Había puesto un pequeño escritorio en la parte izquierda de la cama pegado a la pared y una librería a su lado donde estaban sus títulos favoritos, entre ellos las obras de Shakespiare, Poe, Bequer...

Miró la puerta cerrada de su habitación, no había cenado, su madre tampoco. Todo el hambre que tenía se fue... ese chico, su rostro, era guapo, alto y muy varonil... tan distinto a los idiotas que había conocido hasta ahora... tan diferente a todos.

 

Poco a poco se sumió en la inconsciencia y pudo ver de nuevo en sus sueños a ese chico, pero ya no estaba quemado, ya no gritaba de dolor. Estaba a su lado y sostenía su mano, como si de una delicada flor se tratase.

En sus sueños él la miró y unió sus labios a los de ella, no había suelo, no había espacio, ella flotaba con él en el aire, ella cerraba sus ojos y se dejaba llevar con él donde fuese, no importaba.

 

Cuando Paula despertó la ventana de su habitación estaba abierta, aún era de noche pero quedaban pocas horas para entrar en ese infierno de instituto que muy chistosamente llamaban centro de enseñanza, los profesores eran unos cretinos, al igual que también lo eran la gente que vivía para hacer la vida imposible a los demás.

Otra vez estaba lloviendo. Cerró las hojas de su ventana y por un momento, solo por un momento se sintió observada pero no hizo nada.

Se fue derecha al baño de su habitación y allí se pudo cambiar. Un pantalón negro y una camiseta del mismo color, una bufanda grande color vino y su mochila.

Ella fue directamente a la puerta.

 

-Adios mamá adiós papá- no se molestó en mirarlos aún que sabía que los dos estaban desayunando uno frente al otro en la sala principal.

 

 

ҖҖ

 

 

Anna bagó por las sombras durante tanto tiempo y sin sentido, sin saber que era lo que le había pasado verdaderamente. Miraba por la ventana del desván hacia el jardín allí varios niños corrían y jugaban, niños que ella no sabía exactamente de quien eran.

La vida aquí era tan lenta... tan tan lenta y a la vez tan rápida, más que vida, existencia.

Solo cuando pasaba tiempo con la chica viva se sentía de nuevo renovada a peasar de que ella en sus tiempos se relacionaba con la más clase alta de la ciudad y no con gente como esa chica, pero era la única chica del mundo de los vivos que se podía comunicar con ella.

 

Bueno... no era cierto del todo, el chico también podía, el chico con cara de ángel podía hacerlo ya que era mitad y mitad, ya que era de este mundo y del venidero...

 

 

ҖҖ

 

Esme se movió por los pasillos del hospital hoy el día estaba tranquilo, y se encontró con un joven sentado en la sala de espera.

 

-¿Puedo ayudarle?-.

 

El chico negó con la cabeza y sacó un bisturí que le clavó en el cuello, Esme no podía respirar

sentía la navaja cortar sus venas y la sangre chorrear a gorgoritones por su bata blanca...

 

Esme despertó de su sueño en la sala de espera y miró a su alrededor, no había nadie. Que sueño más extraño para ella... pero bueno podría ser una metáfora de como era su vida en este momento.

Una pareja de ancianos apareció en su consulta y enseguida fue a atenderlos.

 

ҖҖ

 

Paula regresaba del instituto, había tenido unos cuantos problemas a la hora de elegir compañeros... y la verdad era que ninguno de ellos le parecía suficientemente bueno para realizar sus trabajos, si era exigente, pero gracias a eso podría ir a una buena universidad lejos de sus padres y poder comenzar una nueva vida ella sola. La soledad es algo que nos ayuda, que da pasos con nosotros y nos puede hacer sentir bien... si se sabe lidiar con ella, la paradoja era que sin soledad no se puede vivir y con ella sientes que la vida no tiene sentido. Para algunos claro, para gente como Paula, si es que existían la soledad era una amiga, una compañera de viaje que caminaba a grandes zancadas a su lado sin quejarse, sinuosa como el viento en una tarde de verano filtrándose por un ventanal grande...

Ella estaba distraída en sus pensamientos cuando se dio cuenta que alguien la estaba mirando. Miró al final de la calle y no había nada, solo coches, el barrio donde ella vivía era un barrio residencial de casas bonitas y acomodadas, de gente de todo tipo...había niños, se podían escuchar al pasar por los jardines venideros y también coches ya que el barrio pillaba un poco alejado de la ciudad y era necesario un coche, y el autobús era algo caótico, claro que ella le gustaba, ese tiempo escuchando música la ayudaba a pensar en sus cosas... que no eran muchas pero si le rondaban la cabeza.

Miró al cielo y un par de gotas de lluvia cayeron en aviso sobre su rostro. Y cuando volvió a mirar al frente ahí estaba... el chico que su padre estaba ayudando con su trastorno disociativo.

Si es cierto que el tema de la psicología siempre le había gustado a Paula, pero al no poder empalizar lo suficiente con una persona, al no gustarle demasiado hablar con la gente se le hacía difícil poder tener esa complicidad que su padre había logrado con algunos pacientes ya que el doctor además de operar y hacer esas cosas que hacen los médicos como escribir mal recetas para dolores de cabeza, era psicólogo y psiquiatra... su padre lo tenía todo para el éxito. La pena era que no podía manejarse ni con su propia familia, tampoco podría hacerlo con su trabajo o eso pensaba ella.

El chico que su padre trataba era alto, por lo menos tres cabezas más que Paula, el chico la miraba apoyado en la puerta de su casa, tenía una mochila negar que descansaba a su lado sobre el felpudo de color ocre que su madre había escogido. Sus manos eran grandes y se notaban las venas que bajaban por ellas, su color de piel era pálido, su pelo estaba recogido en una coleta pero mechones caían a su rostro haciendo que el color claro de sus ojos llegase plenamente a los verdes de Paula.

Sus labios estaban fruncidos en una fina linea y sus ropajes eran negros, como los de Paula, como su color favorito.

Cuando Paula estuvo enfrente de él a penas sin darse cuenta, el chico misterioso le dedicó una sonrisa arrolladora, mostrando sus perfectos dientes blancos, Paula se quedó sin aliento unos instantes y su sangre subió a su rostro ruborizando sus mejilla... no era tan alejada la noche en la que ella había soñado que se besaban un largo tiempo, sin espacio, sin tiempo, solo ellos dos.

 

-¿Tienes cita con mi padre?-.

 

El chico negó y volvió a unir sus labios en una dura linea, su mano se movía despacio hasta que tocó un mechón de cabello rebelde de Paula y lo puso detrás de su oreja.

 

-He pensado que podemos hablar-.

 

-No nos conocemos-.

 

-La gente no nace conociéndose, necesitan hablar para ello-.

 

Paula no dijo nada a tal afirmación solo asintió y abrió la puerta de su casa.

 

-Pasa-.

 

El chico misterioso se agachó para coger su mochila de tela negra y entrar a la casa, sus ojos bailaban y miraba cada rincón de la casa como si nunca la hubiese visto, eso le hizo pensar a Paula si... su cabeza había echo “clic” y ahora en ella sonaba otra canción distinta a la de ayer... pero lo descartó enseguida cuando la miró fijo y largo tiempo y le volvió a sonreír.

 

-¿Pasas las tardes aquí sola?-.

 

-Si- dijo ella y le sonrió de igual manera, como una niña tonta, pero no pudo evitarlo, su sonrisa era contagiosa-.

 

-Después de clases yo también estoy solo en casa, mi padre trabaja mucho...-.

 

-¿Y tu madre?-.

 

-Mi madre murió cuando yo era un niño- el chico misterioso la miró fijo y serio-.

 

Ella pensó por un momento lo tonta que había sido al preguntar eso... pero enseguida reaccionó y dijo un “lo siento” en voz muy baja.

 

-No pasa nada- dijo el chico- era mejor así-.

 

Paula se moría de ganas por preguntarle porque había dicho eso... pero no lo hizo simplemente se quedó callada y fue caminando hacia el salón a la parte derecha de la casa. Él la siguió sus botas negras militares hacía poco ruido a pesar de que el suelo era de madera y crujía a la menor presión.

Ella repitió la misma rutina de todos los días, puso el tocadiscos de sus padres, el disco de vinilo estaba ya puesto y sonaba la voz melódica de Mirah, se sentó a continuación sobre el sofá de cuero que no le gustaba demasiado y abrió una revista sobre música, lo miró y no podía creerlo, estaba parado en el centro de la sala, mirando tras esas mechas de cabello suelo sobre su rostro pálido, metió sus manos en sus bolsillos ella se fijó en el tatuaje que había en su cuello, algo escrito en algún idioma que ella no conocía, pero cuando él la miró ella enseguida volvió a mirar la revista.

 

-¿Este es tu concepto de hablar?- dijo el con su voz suave a la par que un poco ronca-.

 

Cuando de su bolsillo sacó un paquete de L&M blue y un mechero de color rojo se dio cuenta porque su voz sonaba así, lo cierto era que Paula también fumaba, a veces lo hacía, le relajaba el echo de sentir ese calor dentro de ella, le reconfortaba sobre todo cuando llovía.

 

-¿Me das uno?-.

 

El chico pareció sorprenderse un poco pero enseguida se acercó a Paula y le dio uno de sus cigarrillos, ella lo cogió del interior del paquete y no le hizo falta pedir fuego, él con su otra mano le ofreció el fuego de ese mechero Bic de color rojo y aspiró el humo cuando lo encendió, lo exhaló por sus labios y se sintió un poco más relajada.

 

-Puedes sentarte- dijo ella viendo que estaba de pie mirándola-.

 

Paula calló en la cuenta de que no le había preguntado su nombre así que lo hizo justo cuando el chico se sentó a su lado en el sofá.

 

-¿Como te llamas?-.

 

-Mi nombre es Adam- él la miró todo lo fijo que pudo y ella se movió un poco nerviosa-.

 

-¿Puedo ofrecerte algo de comer?-.

 

-No tengo hambre, pero es hora de comer para ti... puedes hacerlo-.

 

Pero tenía miedo de parecerle rara o poco recatada al decirle que ella comía a las tres de la tarde siempre, y que como ella no sabía cocinar su dieta se basaba en comida congelada en el microondas.

 

-¿Que haces a estas horas aquí? Si no tienes cita con mi padre-.

 

Ella dio una calada a su cigarro y no apartó la mirada de Adam que también fumó su cigarrillo y miró al frente encorvando un poco su espalda y apoyando sus codos sobre sus muslos.

 

-Me pareciste interesante, no se, como yo, y quería verte-.

¿Como él... que quería decir como él?”. Ella lo miró y acercó a ellos una pequeña taza de decoración donde ella acostumbraba a echar las cenizas y después lavar ese cacharrito para no levantar sospechas.

 

-No se a que te refieres Adam-.

 

Cuando ella pronunció su nombre se fijó en que él cerró los ojos un instante y luego la miró a la par que echaba ese humo sinuoso por entre sus labios.

 

-No eres una niña tonta... no eres como las demás chicas que conozco, pensé que podríamos ser amigos, aún que debemos llevarlo en secreto, a tu padre no le gustará que su hija adolescente se relacione con alguien que no está del todo cuerdo...-.

 

-Pero... tu estás bien ¿no?, con medicación...-.

 

-He recaído porque dejé de ir a terapia, no me gustaba esa terapeuta... y dejé de tomar las pastillas así que ellos volvieron a mi cabeza y me hicieron hacer algo que no quise-.

 

-¿Como...?-.

 

-Pero dejemos de hablar de alguien como yo, no mere ce la pena- él la miró fijo y sus ojos se clavaron en ella otra vez dejándola sin aliento- háblame de ti-.

 

-Yo... no se que decir, ya sabes, voy al instituto, vengo aquí, estoy sola o con...- ella se detuvo iba a decir Anna pero se detuvo a tiempo-.

 

-¿Con... tienes novio?- Adam arrugó su perfecta frente lisa y sus cejas se juntaron-.

 

-No... no lo tengo-.

 

-¿Lo has tenido?-.

 

Paula se sonrojó y de nuevo negó, fumó su cigarro y lo apagó, no quería más nicotina por ahora... Él siguió los movimientos de ella y volvió a mirarla a los ojos.

 

-¿Tu tienes novia?- dijo ella-.

 

Él negó y se encogió de hombros.

 

-No me interesa... por ahora-.

 

 

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Capítulo 3: RECORDANDO Capítulo 5: INTERÉS

 
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