Sueños entrelazados

Autor: Petizamoon
Género: + 18
Fecha Creación: 14/12/2011
Fecha Actualización: 01/03/2012
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 5
Visitas: 12733
Capítulos: 10

¿Qué pasaría si el chico desconocido de tus sueños es el hermano mellizo de tu mejor, mejor amiga?

aparece de la nada en mi cabeza, con su impresionante hermosura, haciendome perder el conocimiento momentaneamente junto con mi poder de razonamiento y conviccion.

Esto de enamorarse de la persona menos...  ¡¿Qué?! ¡No! ¡Yo no me enamoro! ¡Jamas en la vida!

Diablos, esto si que es frustante.

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Capítulo 4: SU PRIMER DÍA, MI INFIERNO PERSONAL


Encendió el auto y se marchó.
Me quedé ahí, observando cómo su coche se perdía de vista, perdida en mis pensamientos.
¡¿Cómo podía gustarme alguien tan canalla como él?!
Un momento. ¡Bella, por favor no digas que te gusta ese tipo!
Luego de unos minutos de pensar, pelear internamente conmigo misma y darme unos golpes mentalmente, entré a la casa.
Llamé a Charlie, pero no contestó.

-Quizás aun este de turno. – dije en voz alta, para llenar un poco el silencio que inundaba la casa.
Fui a tomar una ducha caliente para poder relajar mis músculos después de lo sucedido durante el día, pero no podía. Mientras me duchaba solo podía pensar en el momento en el que Edward me besaba, aun podía sentir la presión y los movimientos de sus labios y lengua sobre la mía. Las imágenes se repetían una y otra vez en mi cabeza. Cuando salí de la ducha, me sequé y me puse el pijama, decidida a dormir a pesar de que aún era un poco temprano.

A la mañana siguiente desperté con el rostro demacrado. No había dormido muy bien gracias a la molesta imagen de Edward.
Me alisté para ir a clases.
Cuando iba saliendo de la casa, un auto color plateado estaba aparcado fuera de mi casa. El volvo y su dueño me estaban esperando junto con Alice y Emmet.
-Genial, este día no puede haber comenzado de una mejor manera. – dije con sarcasmo.
Me subí al auto y saludé a todo el mundo como de costumbre.
-¿Qué pasó con Jasper y Rose? – le pregunté a Alice.
-Llamé anoche a su casa y hablé con Rosalie. Le comenté lo que sucedió con mi auto y dijo que se irían con su padre. – explicó, encogiéndose de hombros. – y como no estaba dispuesta a irme caminando hasta la preparatoria, le pedí a Edward que nos trajera y de paso que te pasáramos a recoger.
-Sí, no tenía ningún problema en hacerlo. – se dirigió hacia mí. – además de que tengo que inscribirme para ser su compañerito de clases. – rió, divertido.

Cuando llegamos, acompañamos a Edward hacia la oficina de la secretaria para que se inscribiera. Le dieron un horario y una hoja con el reglamento que debía aprenderse de memoria si no quería tener problemas.
Me di cuenta de que teníamos un par de clases juntos.
Esto parece ser una broma. – pensé. – mi vida no me puede dar otra mala jugada.
Luego de indicarle en qué dirección quedaba su primera clase, con Alice nos dirigimos a la nuestra.

La mañana pasó lentamente. Pasamos de la clase de castellano hacia la de matemáticas. Nos distrajimos la mayor parte del tiempo hasta que llegó la hora del almuerzo.

Cuando llegamos al comedor, sentí una mirada sobre mí. Busqué a la persona que provocaba esa sensación de escalofrío hasta que finalmente la encontré entre mis amigos.
Edward tenía su mirada fija en mí. Al percatarme de ello, me puse nerviosa al instante.
-¿Bella que pasa? Muévete. – mi amiga me tomó del brazo para obligarme a moverme e ir a la mesa donde estaban los chicos.
Al parecer me había congelado a medio camino.
-Hola chicos. – saludó Alice, efusivamente.
Como de costumbre, le devolvieron el saludo con una seña de mano.
-Hola Bella. – me saludó Edward con demasiada alegría para mi gusto.
Lo fulminé con la mirada y su expresión cambió.
Me sentí mal al verlo con cara de pocos amigos, pero tenía que ser así. No podía hacerle eso a Mike. No podía engañarlo con alguien que acababa de conocer.
-Hola amor. – escuche a mis espaldas.
Di media vuelta. Mike mi sonreía con cariño.
Me agarró por la cintura y me atrajo hacia él para darme un pequeño pero tierno beso en los labios.
Por un instante me sentí incómoda y un sentimiento que no debería haberse depositado tanto en mi cabeza como en mi corazón. Era como si estuviera engañando al extraño de mis sueños.
Mi mirada, mecánicamente se fue en busca de la de Edward.
Nos observaba a Mike a mí con odio. Encima de la mesa, sus manos hecha puños y la cara sonrojada por la rabia.
-Mike, más tarde hablamos. Tengo que hacer algo importante. – dije mientras lo alejaba de mí.
-¿Qué tienes que hacer? Quizás te pueda ayudar. – se ofreció, tomando mi mano y acariciándola tenuemente.
-No te preocupes, solo debo ir a hablar con el profesor de historia. Tengo una duda y debo aclararla, a menos que sepas la respuesta. – dije, sabiendo de inmediato cuál sería su respuesta.
Mike no era exactamente el chico más listo que digamos. Su mundo entero giraba en torno a su físico y los deportes.
-Pregunta. – sonrió, un poco dudoso.
-¿Sabes algo sobre la primera guerra mundial? – pregunté lo primero que se me vino a la cabeza. Ni siquiera estaba del todo segura de que estábamos en esa unidad.
Lo pensó durante unos segundos.
-Creo que no es una muy buena idea que yo te ayude. – contestó, avergonzado. Se acercó para besarme, pero rehuí el rostro para que me diera un beso en la mejilla. Quedó un poco impactado ante mi comportamiento. Se despidió de los demás y se fue a sentar con sus amigos del equipo.
-¿La primera guerra mundial? – preguntó Alice, confundida. - ¿No estábamos estudiando la Revolución francesa?
-Eso… - me golpee mentalmente. – es que estoy un poco perdida. - expliqué, sin mucha convicción. – Bueno, será mejor que vaya a aclarar el tema antes de que se me olvide. – dije, sacando una manzana para el camino.
Alice me miró con sospecha.
-Claro, ¿Quieres que te acompañe? – preguntó con los ojos entrecerrados.
-No te preocupes, estaré bien.

Salí rápidamente de aquel lugar. Debía hacerles creer a todos, incluyendo a Mike y Edward mi pobre mentira.
Fui al baño, en busca de ayuda.
Me mojé la cara, intentado aclarar las ideas..
¿Por qué actué de esa forma con Mike?  – me pregunté.
Sentí girar la perilla de la puerta asi que me escondí rápidamente en uno de los baños. No quería ver a nadie.
Tanya, la chica más popular de la preparatoria, entró seguida por sus secuaces. Kate e Irina.
-¿Has visto al chico nuevo? Es todo un bombón. – dijo Tanya acaloradamente.
-Sí, definitivamente estaría bien como tu novio. – la apoyó Irina. – Creo que se llama Edward.
Algo muy parecido a la ira recorrió todo mi cuerpo.  Cómo deseaba lanzarme encima de ellas y arrancarles sus cabezas huecas con mis propias manos.
¿Cómo podían estar hablando de mí Edward y más encima decir que sería el novio perfecto para esa prostituta?
Me enfurecí tanto que salí precipitadamente del baño. No me parecía una buena idea seguir escuchando la conversación de las descerebradas esas.
Justo cuando salí demasiado enojada como para percatarme de quién andaba por los pasillos, alguien me agarró del brazo.
-¡¿Qué diablos?!
Al darme vuelta para ver quién era, me lleve una sorpresa.
Hizo una señal con el dedo para que me mantuviera en silencio.
Tiró de mi brazo y me obligó a seguirlo hasta el cuarto de aseo.
-Qué lindo lugar para charlar. – miré para todos lados en busca de su rostro. No podía ver nada.
-¡SHH! Nos pueden escuchar.
Encendió la luz.
-No me chites. No soy una vaca. – dije, molesta.
Apresuradamente se acercó, depositando su dedo índice sobre mis labios en señal de silencio.
En su rostro se formó una sonrisa traviesa.
-Nos descubrirán si sigues haciendo ruido. – dijo, en un susurro apenas audible, mirándome a los ojos.
Asentí, rendida.
Se separó de mí, girando nuevamente para percatarse de que no hubiera nadie a la vista.
Recordé el sueño que había tenido hacia exactamente dos días atrás, cuando le había preguntado incansablemente quién era y qué me había hecho.
-¿Qué quieres de mí? – pregunté, perdiendo la cabeza ante su belleza.
-Todo. Me tienes vuelto loco. – respondió, al parecer un poco desesperado.
Sentí cómo aumentaba mi temperatura.
-Ya hablamos de esto…

Capítulo 3: Conociendo al desconocido SEGUNDA PARTE Capítulo 5: Rechazo poco común

 
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