Llegué a mi habitación ninguno de los dos me había seguido. Quizás estaban mejor solos.
Pasaron minutos, tal vez horas. Mientras mis ojos se cerraban presos del sueño alguien entró en mi habitación. Mi madre se acercó a la cama con una bandeja con comida. No estaba segura de cuanto tiempo llevaba ahí tumbada pero mi estomago rugía pidiendo comida a gritos.
Mi madre me acarició dulcemente la mejilla mientras mis ojos se abrían lentamente. Su contacto frío siempre me dejaba un cosquilleo en la piel.
No podía culpar a mi madre, al fin y al cabo ella no tenía la culpa de ser tan hermosa, yo se que ella solo tenía ojos para mi padre pero ella i Jacob se tenían un cariño tan especial que me hacía sentir insignificante.
- Come algo amor- dijo con su voz mas cautivadora
Me incorporé y comí, mientras comía mi madre se quedó a los pies de la cama sentada, observándome. No, no podía culparla, me miraba con tanto amor que me era imposible.
Perdida en mis pensamientos llegué a la conclusión de que toda la culpa era mía. Jake me había dicho que me quería y yo tenía que creerle y dejar de lado los estúpidos celos.
Cuando terminé de comer me duché, me vestí, intenté ponerme lo mas hermosa posible, al fin y al cabo iba a ver a mi amado.
Salí del baño con el vestido azul que la tía Alice me había regalado, con el pelo recogido en una coleta alta y con una sonrisa de oreja a oreja.
Me encaminé al coche, mi padre i el tío Jazz me habían conseguido un carné de identidad falso en el que ponía que tenía 18 años, edad suficiente para conducir.
Me sentía mas hermosa que nunca, también muy segura, sabía lo que iba a hacer y por que iba a hacerlo, por que le quería.
El camino hacia La Push se me hizo eterno, cada vez intentaba avanzar mas deprisa pero la vieja furgoneta de mi madre no me lo permitía.
Por fin, después de unos largos minutos muy desesperantes, llegué a la pequeña casa de Jake. Antes de que saliera del coche él se asomó a la ventana. Salió de su casa a tiempo para ayudarme a bajar de la camioneta por que dada mi escasa estatura era un poco difícil para mi.
Cuando mi mano rozó la suya los recuerdos de esa noche perfecta invadieron mi mente, la hicieron divagar en un mundo mágico de caricias y besos, en un mundo cuyo protagonista era Jacob, mi Jacob.
Paseamos en silencio, uno al lado del otro hasta la playa. Parecía tan serio, tan distante. Quizás se había enfadado de verdad conmigo. ¿Iba a perdonarme?
Cuando llegamos a la playa y nos sentamos en las raíces de un enorme árbol sentí la necesidad de decir lo que tenía que decir, aun que mi seguridad había ido disminuyendo a medida que me acercaba a él.
- Con el amor es suficiente.
Era todo lo que necesitaba que supiera. Que no me importaba lo que podían decir, o a quien hubiera amado antes que a mi, lo único que necesitaba era que él estuviera a mi lado siempre. Pero sus ojos no mostraron el calor que esperaba, después de mis palabras. Todo lo contrario y a pesar de la temperatura que siempre mostraba Jake, sus ojos era tímpanos de hielo oscuro, terroríficos, distantes…
- No siempre es suficiente
- Para nosotros si lo es – mientras las palabras salían por mis labio iba acercando mi mano a si rostro con la intención de acariciarlo.
- No lo es
Se levantó, besó mi frente y se marchó. Vi como se alejaba pero me encontraba tan presa del miedo que no era consciente de lo que estaba pasando.
Él, que había venido a mi habitación en plena noche en busca de una respuesta, para arrancarme los besos y los “te quiero”, el mismo que con sus suaves caricias me hacia sentir una absoluta felicidad. Él, se había cansado de mi, se estaba marchando dejándome sola sin tenerlo como amigo o como algo mas.
Pasaron horas, no fui consciente de cuantas. Solo era consciente que de una enorme luna se iba apoderando del cielo lentamente dejándome sola y a oscuras. Tampoco fui consciente de la lluvia, ni del frío a pesar de que el temblor que este me provocaba hacía castañear mis dientes.
Me sentía débil, quizás por el cansancio, o por el dolor. No tenía fuerzas para llegar a casa ni ganas de que Jasper se diera cuenta de mis sentimientos o de que mi padre leyera mi mente.
Cuando el frío se apoderaba de mi alguien me abrazó cálidamente. Esos brazos musculazos de tez morena, ese torso sin camiseta bajo la lluvia, esa temperatura tan caliente que no podía pertenecer a nadie que no fuera un licántropo. Deseaba que todo eso fuera Jacob, pero el que me abrazaba para mantenerme en calor era Seth.
Ahora que no me sentía tan sola las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos confundiéndose con las gotas de lluvia que se deslizaban por mi cara.
Seth no preguntó, simplemente me alzó y me llevó a mi camioneta. Me sentó en el asiento del copiloto y arrancó. De pronto me di cuenta que me llevaba a mi casa.
- ¡No! – grité, desesperada. Él no me había pedido explicaciones pero mi famita seguro que lo hacía y no tenía ganas de hablar. Aun no.
- ¿ No que ?- preguntó asustado.
- No me lleves a mi casa, por favor.
Me miró a los ojos, después sin decir nada mas volvió a mirar a la carretera.
En el primer logar que vio libre para pararse, paró la furgoneta.
- ¿Dónde quieres que te lleve, Nessie?
- No me llames así – hacía años que nadie me llamaba Nessie, era el apodo que me puso Jake cuando era un bebe, ahora ya no lo era.
- ¿Dónde? – insistió Seth.
- Donde pueda olvidar - contesté.
Entonces Seth me abrazó devolviéndome el calor de nuevo. Se parecía tanto a Jake. Me sentía bien en su abrazo. Poco a poco se separó de mi. Me miró a los ojos. Tenía la mirada triste, ausente. Perecía apenado.
- Sabes lo que pasa ¿verdad? – estaba segura de que él sabía algo, sabía por que Jacob me había dejado, lo sabía.
- No se de que me estás hablando
- Seth, mientes muy mal.
Esperé su respuesta durante unos segundos que se me hicieron eternos. Su mirada se perdía en la lluviosa carretera, estaba esquivando mi mirada.
- Seth – grité
Respiro hondo, me miró, acarició mi cara y después de un largo suspiro dijo:
- Es su obligación.
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