Arriesgándome

Autor: AxiisDaniiela
Género: General
Fecha Creación: 29/03/2010
Fecha Actualización: 01/04/2010
Finalizado: SI
Votos: 11
Comentarios: 47
Visitas: 77825
Capítulos: 36

Amar es arriesgarse a que no te quieran. Esperar es arriesgarse a sentir dolor. Intentar es arriesgarse a fracasar. Pero hay que arriesgarse. Porque lo más peligroso en esta vida es no arriesgar nada…

Espero que disfruten de mi segundo Fic!....

Espero sus comentarios y sus votos :)

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Capítulo 27: Capítulo 27

-¿Y cómo sabes que “es lo tuyo”?- le pregunté al príncipe mientras bailábamos.

-Sencillo… solo tengo que ver hasta lo que es invisible- dijo regalándome una sonrisa tierna… No era como la típica sonrisa torcida de Edward, pero estaba muy cerca de serlo… “TENGO QUE VER SUS OJOS” me repetía mentalmente, más bien me golpeaba mentalmente… Esos ojos me dirían la verdad.

-¿Y cómo ves lo invisible?- le pregunté sonriéndole muy cerca de sus labios, pero intentando ver sus ojos… ¿¡PORQUE RAYOS ESTABA TAN OSCURO?!.

-Lo invisible no se ve con los ojos, se ve con el corazón- dijo el príncipe antes de besar mi mejilla y girarse un poco… Estaba ocultando su rostro, lo sabía. Lo que no sabía era porqué lo hacía.

-¿y que ves con tu corazón?- le pregunté. La conversación estaba dando vuelas y más vueltas, pero no me importaba, me sentía muy bien en los brazos de éste príncipe.

-Veo a la chica más linda que he visto en mi vida- dijo y… ¡SONRIÓ TORCIDO!

-¿Cómo sabes que soy linda, si tengo puesto un antifaz?- le pregunté… hoy tenía preguntas para todo, pero era esa sonrisa torcida la que me tenía hipnotizada.

-Tienes muchas preguntas esta noche, pero te contestaré esa… luego es mi turno de hacer preguntas- dijo sonriendome. -Sé que eres linda, porque te he visto antes… Isabella- susurró en mi oído y mi mundo dio como doscientas vueltas en ese momento. Lo juro, nunca me habían temblado tanto las piernas como cuando el príncipe dijo mi nombre de aquella manera… lo dijo con cariño, con ternura… pero sobre todo, lo dijo con amor.

-Ehhh… gracias- dije separándome del príncipe mientras me sonrojaba.

-¿Te sonrojaste, verdad?- preguntó divertido el príncipe.

-Ehhh… no- dije a la defensiva, no le iba a dar el gusto.

-Si te sonrojaste, con esta oscuridad puedo ver tus hermosas mejillas sonrojadas, puedo ver tu hermosa figura con ese vestido, puedo ver tus hermosos ojos chocolates… y sobre todo puedo ver tus hermosos labios- dijo mientras me volvía a tomar en sus brazos y se colocaba a la altura de mi rostro.- Eres perfecta Isabella- dijo el príncipe. Traté de hacer que subiera la vista para ver sus ojos, pero rápidamente se dio cuenta de lo que quería hacer y giró su rostro a otra dirección.

-¿Porqué no me dejas ver tus ojos?- pregunté viendo al piso.

-Es que… no sé qué esperas ver en ellos- susurró el príncipe.

No quería presionar las cosas, pero necesitaba saber la verdad… Si el príncipe era Edward, ¿Por qué no me decía que era él, que estaba esperando?

-Solo… solo quería saber algo, pero ya no importa- dije derrotada mientras caminaba en dirección contraria al príncipe, pero un cálido contacto muy familiar me tomó por la mano haciéndome  girar hasta quedar de nuevo en los brazos del príncipe.

-Lo siento mucho Be… Isabella, pero todavía no es la hora- dijo el príncipe mientras besaba dulcemente mi frente y se iba caminando en dirección a la puerta.

-NO TE VAYAS- grité con todo lo que pude, pero la música estaba tan alta, que creo que no me escuchó.

Sentí como mi mundo seguía girando, el príncipe, Edward, todo estaba mezclado en mi cabeza. No solo sentía como alguien me vigilaba desde ayer, lo cual volvía a suceder en este momento, sentía la mirada de alguien en mi rostro, pero no identificaba de donde venía; sino que ahora estaba totalmente confundida con el comportamiento del príncipe… ¿Quién en su sano juicio no deja que alguien vea sus ojos? ¿No se supone que en las normas del buen hablante y el buen oyente hay una norma que dice que hay que ver a los ojos de la persona que habla?... Muchas interrogantes, ninguna respuesta… Esta fiesta sin dudas iba a ser mucho más estresante de lo que había pensado.

Decidí ir a la cocina por un poco de agua. Cuando entré una peluca amarilla comenzó a dar brincos a mi lado.

-¿Quién era? ¿Cómo se llama? ¿Te besó?- preguntó Alice más emocionada de lo normal.

-Era el príncipe, no se su nombre y no me besó- dije con desgana mientras apoyaba mi frente contra la puerta de la nevera.

-¿De verdad no pasó nada?- preguntó Jasper a mi lado.

-¿Porqué tanto interés en que pase algo con el príncipe? ¿Acaso ustedes saben quién es?- pregunté girándome a verlos a ambos.

-Ehhh… NO- dijeron ambos al mismo tiempo.

-Si saben… ¿Y saben que es lo peor?- les pregunté mientras trataba de no verlos, pues sentía las lágrimas en mis ojos.

-¿Qué pasa Bella?- preguntaron

-Que me siento extraña, confundida y sobre todas las cosas, dolida… no entiendo que se traen ustedes entre manos con el tal príncipe ese, pero yo no quiero volver a llorar- dije encarándolos a ambos.

-Pero Be…- intentaron decir, pero ya mi paciencia se había agotado

-PERO BELLA NADA- grité desesperada. –YA HE AGUANTADO BASTANTE SUS MIRADAS SOSPECHOSAS, SUS COMENTARIOS INNENTENDIBLES Y MUCHAS COSAS MÁS- dije casi sin respirar- YA NO AGUANTO- terminé y me giré para intentar salir de la cocina, pero me tapaban la puerta Rose y Emmett con sus bocas abiertas.

-Pequeña…- intentó decir Emmett.

-PERMISO- grité y ambos se quitaron. Estoy segura que esta no fue la mejor actitud que pude tomar ante esta situación, pero llega un momento en que hasta la persona más paciente se molesta y pierde la cabeza…

Salí de la cocina y todo el mundo bailaba y hablaba animadamente, me volví a sentir observada. Esta vez me dediqué a buscar de donde procedía ese sentimiento… Eran varios puntos. El primero venía de la cocina, desde donde me observaban cinco pares de ojos que se mostraban cautelosos y hasta tristes, no les di importancia, estaba molesta y siempre que me molestaba me ponía extremadamente cabeza dura.

El otro punto eran Carlisle y Esme, ellos seguramente si habían escuchado mis gritos histéricos en la cocina y me miraban con una disculpa pintada en los ojos. No me podía molestar con ellos, aunque ellos también formaran parte del plan de esconderme las cosas.

El tercer punto era el que más añoraba ver. Esta vez me sentí muy afortunada y agradecía al cielo por mi ataque de histeria… El príncipe estaba al pie de las escaleras y por obra y gracia del señor un rayo de luz se reflejaba directamente en su rostro… Ese rostro perfectamente cincelado, esa nariz perfecta y… DIOS MÍO, EL PRINCIPE ES EDWARD. Esos ojos verde esmeralda nunca me mentirían, no importaba que estuviera del otro lado del salón, lo sabía, mi cuerpo me lo había dicho todo este tiempo y no me había equivocado… ¡Edward estaba aquí, disfrazado como mi perfecta media naranja!.

No supe en qué momento mi boca se abrió de sorpresa y sentí como las lágrimas salían solas de mis ojos… Lloraba por dos cosas. La primera era que estaba feliz de poder ver de nuevo a Edward, mi príncipe, mi media naranja. La segunda era un poco menos agradable, todos me habían ocultado que Edward estaba en el maldito pueblo de Forks desde quién sabe cuando y él mismo me había engañado diciéndome que no podía volver para navidades… “¡PORQUÉ NO SE QUEDÓ EN HARVARD!”  Gritaba una voz histérica en mi cabeza, pero había otra que solamente me gritaba que fuera y lo besara con todas las ganas locas que me comían desde hacía tres meses.

Decidí ir por lo sano, salir de la casa de los Cullen por la puerta de la cocina. De nuevo pasé frente a cinco pares de ojos tristes.

-Bella, lo siento tanto- dijo Rose intentando acercarse a mí pero levanté las manos para que no lo hiciera.

-No quiero explicaciones por ahora, lo que necesito es pensar, permiso- dije saliendo por la puerta trasera mientras tiraba mi antifaz blanco al suelo.

Caminé hasta uno de los columpios que estaban en la línea del bosque que hacía de cerca para la casa y me senté ahí. Todo se veía realmente animado, pero yo ya no disfrutaba de la fiesta.

Una vez afuera y con el aire fresco sentí como me desestresaba rápidamente. Ahora podía pensar con más claridad.

“Seguramente esperaban que fuera una sorpresa. Seguro que todo este tiempo pensaron que sería una buena idea que Edward me sorprendiera en esta fiesta, y por último, lo hacen porque están completamente locos y… me quieren” pensé mientras me columpiaba en el árbol. Esta escena era muy relajante, a pesar del bullicio de la casa, el paisaje de la casa estaba reflejado por la luz de la luna, la cual se colaba por la copa de los árboles e iluminaba mi columpio y me iluminaba a mi también. El contraste de la luz con mi piel la hacía brillar de una manera sutil… “crema con escarcha” pensé mientras sonreía al recordar a Alice peleando conmigo para que me quedara quieta y ella pudiera ponerme la crema.

Estuve un rato columpiándome en silencio, recordando la historia de estos columpios en el patio de los Cullen… Alice había dicho que de pequeños siempre habían querido tener su propio parque, por lo que hicieron que Carlisle les construyera este mini parque… donde solo había columpios.

Sonreí al imaginarme a Rose, Jasper, Emmett, Alice y Edward más pequeños, jugando todos juntos en ellos.

Dejé de mecerme y me dispuse a ver de nuevo hacia la casa. Por la puerta por la que yo había salido, venía caminando alguien, pero estaba muy lejos de mi vista y sólo veía una mancha moviéndose en mi dirección. Quería estar un rato más sola, pero sabía que ya tenía bastante tiempo aquí afuera… quizás una hora o un poquito menos.

La persona estuvo frente a mí en unos cuantos segundos. Era él, el príncipe, era Edward.

-Isabella- dijo con voz ronca… Todavía estaba en su plan de “príncipe que conoce a la cenicienta, pero ella no lo conoce”- Te he estado buscando- terminó y se arrodilló frente al columpio

-Tú fuiste el que salió corriendo- dije seca.

-Yo… lo siento, tenía que averiguar una cosa- dijo en tono triste.

-No tienes porqué disculparte, de todas formas no nos conocemos, ¿o si?- dije levantando una ceja. Obviamente sabía que era Edward, pero él no me quería decir todavía que era él.

-Creo que te conozco más que cualquier persona en este lugar… Bella- dijo ya con su voz normal, finalmente Edward estaba dejando a un lado su papel de príncipe, aunque todavía no me dejaba ver sus ojos.

-No me digas- dije tratando de sonar desinteresada.- ¿También sabes utilizar Google?- dije fingiendo sorpresa.

-No seas tonta- dijo y vi cómo una sonrisa se apoderaba de sus labios- Aunque si, también se utilizar Google- terminó riendo, no era la típica risa de Edward, pero estaba muy cerca de lograrlo. En estos minutos, las paredes de rabia que habían crecido a mi alrededor se habían caído, solo con el sonido de la risa de este chico.

-¿Qué haces aquí?- dije después de unos segundos de silencio.

-Te dije que estoy cuidando lo que es mío… Isabella, tú eres mía- dijo con ternura mi nombre… dijo todo con ternura.

-¿Cómo estás tan seguro de eso? ¿No se te ha ocurrido que tal vez me gusta alguien que está en Harvard, por ejemplo?- dije segura. A ver cómo iba a hacer Edward con eso.

-No creo que eso sea problema- dijo sonriendo.

-¿En serio?- pregunté.

-Pelearía por ti contra dragones si fuera necesario- dijo acercándose a mi rostro- ¿Me dejarías que te cantara algo?- preguntó sonriendo

-Rescatas damiselas, haces escapes a toda velocidad y… ¿cantas?- pregunté divertida.

-¿Me dejas?- volvió a preguntar.

-Adelante- dije acomodándome en el columpio. Sabía que Edward tenía cualidades musicales porque Emmett me lo había comentado hace algún tiempo, pero nunca pensé que lo escucharía cantar disfrazado de príncipe…

 

“Tú me enseñaste cómo respirar de nuevo

Tú me enseñaste a pensar antes de actuar

Sólo se trata de ver hasta lo invisible

Y descubrir que en esta vida hay algo más

Y donde quiera que yo esté, tú vas a estar

Y como un ángel cuidarás de mí

Cuando me pierda y deje de reír

Y como el viento que me cuenta

Que el invierno está por venir

Y este mundo que gira de nuevo

Aunque me sienta al revés

Como un ave que no para el vuelo

Sé que no voy a caer

Y sé que voy a verte de nuevo, lo sé

Para decirte cuánto te quiero, lo sabes

Y como un ángel cuidarás de mí

Cuando me pierda y deje de reír

Y como un ángel cuidarás de mí”

 

Cantó Edward con la voz más hermosa que alguna vez había escuchado en mi vida... Era perfecto.

-Bella...- me llamó Edward- Tu eres mi princesa- terminó viendome directamente a los ojos.

Ya no había nada aparte de nosotros, solamente veía los ojos de Edward y me daban unas ganas locas de besarlo...

Capítulo 26: Capítulo 26 Capítulo 28: Capítulo 28

 
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