Me Alegro de que FUeras tu... (+18)

Autor: Danisabel
Género: + 18
Fecha Creación: 22/09/2010
Fecha Actualización: 23/09/2010
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 17
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Capítulos: 30

Rosalie Hale debe engendrar un heredero, o se verá sometida a la peligrosa furia sin límites de su hermanastro, Royce King II,  quien sufre la pérdida de su mal habida riqueza. Y el magnífico Emmett MacCarty es la perfecta elección para concebir a su hijo aunque para ello haya que encarcelar y violar al elegante caballero... Mientras tanto, Rosalie, prometiéndose a sí misma resistir, es traicionada por la terrible virilidad de Warrick, y este queda a su vez embrujado por la voluptuosa belleza de la dama. Así, mientras él planea una venganza adecuada, esperando ansiosamente el tiempo en que su captora llegue a ser su cautiva... empezará a sufrir el terrible tormento y el exquisito éxtasis de esta pasión.

Venganzas, drama, complicidad, amistad, pasión y amor....

Esta es una adaptación de la novela romantica Esclava del deseo escrita por Johanna Lindsey....

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Capítulo 26: LO QUE REALMENTE SOY

Emmett por centésima vez se lamentó de haber cedido a sus propias necesidades y de haber ordenado que trajesen a Rosalie.  Verla no mejoraba las cosas.  Había sido agradable, muy agradable, pero su anhelo ahora era peor, pues deseaba estar con ella más que nunca y había compartido con ella sólo dos días.

 

Pero la breve visita lo decidió a llevar adelante el sitio más agresivamente. Trazó planes para comenzar a abrir un túnel si el ataque de la mañana fallaba, aunque en sus filas no tenía mineros que se ocuparan de supervisar este último recurso.

Esa noche Emmett estaba impartiendo una orden cuando Carlisle fue a buscarlo

-Emmett, esto te parecerá muy divertido -dijo, mientras se acercaba a una mujer muy asustada y mojada-.  Afirma que ella y su acompañante han provocado la enfermedad de la mitad de la guarnición del castillo.  Lo hizo con el propósito de que esta noche pudiéramos ocupar el lugar, con muy poco esfuerzo.

-¿Es así? -El tono de Emmett fue tan seco como el de Carlisle- Y cuando vayamos a recoger el fruto de esta ayuda inesperada pero bienvenida, con seguridad perderé la mitad de mi ejército en la trampa. -Su voz se había convertido en un rugido ronco y continuó en ese tono-¿Creen que soy un estúpido, y que caeré en una trampa tan vulgar? ¡Y usar una mujer!  Arráncale la verdad, no me importa cómo.

La mujer se echó a llorar al oír esto.

-¡No, por favor!  Es cierto lo que afirmo.  Mi señora no siente afecto por el nuevo amo, y en efecto despreciaba a su padre.  Este castillo ha sido una cárcel para nosotros. ¡Sólo deseamos marchamos!

-Mujer, encontraste el modo de salir -observó Carlisle-.  También tu señora. ¿Por qué no te alejaste de una vez, en lugar de inventar .. ?

-Porque necesito una escolta para llegar a mis propiedades, si deseo volver allí sana y salva -dijo Anne mientras la acercaban a Carlisle y a Emmett-.  Pensé ayudarte para conseguir lo que deseas, que parece ser este castillo, a cambio de esa escolta.

-¡Mi señora, debiste esperar! -gimió la criada-.  No hubieras debido...

-¡Calla, Helvise! -exclamó la dama-.  No tuve paciencia para esperar cuando esa puerta estaba sin vigilancia.  Y que nos crean o no, prefiero estar aquí y no allí.

Estaba tan empapada como su servidora porque había cruzado el foso sin la ayuda de un puente, pero mantenía una actitud majestuosa a pesar del guardia, que continuaba sujetándole con fuerza el brazo.  Emmett la miraba divertido, porque parecía conocida, aunque jamás la había visto.

-¿De modo, señora, que debemos creerte sólo porque tú lo dices? -preguntó Emmett con escepticismo.

Entonces Carlisle preguntó:

-¿Quién eres, señora?

-Anne Lilian  Hale.

Emmett rezongó.

-Hale, ahora d'King.

-No, no reconozco como mío ese nombre, pues el sacerdote no escuchó que yo consintiera en ese matrimonio a la fuerza. Fue una farsa que me ha retenido prisionera aquí durante tres años.

-Pero, si tenías los medios para ayudarnos a terminar con tu encierro, ¿por qué esperaste tanto? -preguntó Emmett-  Señora, no llegamos ayer.  Hace treinta y tres días que estamos acampados aquí.

Que Emmett contase los días para conocer la cifra exacta provocó una sonrisa de Carlisle al recordar la razón por las que contaba los días en que extrañaba a Esme

-Carlisle ¿tienes inconvenientes en que continúe? En realidad, creo que lady Anne debería secarse antes de continuar...

-No hay tiempo para eso -le interrumpió Anne-.  El malestar que afectó a muchos miembros de la guarnición no persistirá después que vacíen el vientre. Nos hemos limitado a agregar carne en mal estado a la cena, y todavía no la consumieron.

-Aún no dijiste por qué ahora haces esto -dijo Emmett

-Si eres el señor MacCarty... -La dama esperó que él lo confirmase, y Emmett lo hizo en un breve gesto.  Después, ella explicó- Me dijeron cosas terribles de ti, de modo que yo rogué que no tuvieses éxito aquí.  Pero cuando vi que tenías a mi hija en tu campamento, y que al parecer ella estaba bien y sana, comprendí que me habían mentido.

-¿Tu hija? -rezongó Emmett-.  Señora, ¿crees tener una hija en mi campamento?  Bien, puedes ir a verla, pero es dudoso que mis hombres acepten renunciar a ella si quieres llevártela.

Lo que él estaba implicando provocó el furioso sonrojo de la dama.

-Mi hija no es una de tus campamenteras.  Ignoro cómo se liberó de las garras de Royce y en cambio cayó en las tuyas, pues él no mencionó que la había perdido.  Más aún, lo complació relatar que ella había hecho todo lo que Royce...

-Entonces, ¿d'King está en el castillo? -la interrumpió Emmett con impaciencia.

Ella meneó la cabeza, provocando la áspera maldición de Emmett, y la amable pregunta de Carlisle

-¿Escapó?

-No.  Vino aquí dominado por la más terrible cólera.  Yo pensé que sin duda había perdido otro castillo y por eso estaba de tan mal humor.  Pero permaneció aquí menos de una semana, y de hecho se marchó con tu llegada.

Eso provocó otra horrible maldición de Emmett.

-¿Sabes adónde fue?

-A la corte.  Sus recursos están agotados, y no puede continuar la guerra contigo si no recibe ayuda del Rey. Pero eso lo intentó antes y no es probable que ahora tenga mejores resultados que entonces, pues los d'King no han estado en la lista de favoritos del rey .Realmente, al rescatar a mi hija de las manos de Royce, le has arrebatado las propiedades que le restaban.  Si le quitas d'King, lo único que Royce retendrá es una pequeña fortaleza en...

-Señora, tu hija no está aquí -la interrumpió Emmett, exasperado-. ¿Crees que no habría aprovechado la presencia de la única heredera de Lord Hale si la hubiese tenido en mi poder?  Como tú dices, el control de su persona eliminaría uno de los últimos recursos de d'King.

-Ignoro por qué insistes... -comenzó a decir Anne, y frunció el entrecejo- ¿Es posible que no sepas quién es?

-¡Por Dios, ya escuché bastante de todo esto! -explotó Emmett- Carlisle, ocúpate de ella.

-Lo haré complacido -dijo y empezó a reírse-.  Pero antes de que te alejes enfurecido, ¿por qué no le pides el nombre de su hija? ¿O todavía no viste a quién se parece tanto esta dama?

Emmett miró a su amigo, y después a la mujer.  Y entonces pareció que se le inmovilizaba el cuerpo.  No maldijo de nuevo cuando vio por qué creía conocida a la mujer, pero su voz tenía un acento frío cuando volvió a hablar.

-Bien, lady Anne, ¿cuál es el nombre de tu hija?

Ahora ella no estaba muy segura de que deseara contestarle.  Nunca había visto a nadie cambiar de apariencia tan bruscamente y adoptar la máscara cruel que ahora exhibía.  Retrocedió un paso, Carlisle le pasó un brazo sobre los hombros, y eso la reconfortó, pero aún así

-Quizás estoy equivocada..

-No, no estabas equivocada, ¡pero yo sí estuve errado, al creer que podía confiar en esa bruja mentirosa!

-¿Por qué está tan irritado? -Preguntó Anne a Carlisle mientras Emmett se alejaba- Estamos hablando de Rosalie, ¿verdad?

-Sí, y también acertaste al pensar que ella no le dijo quién era.

-Si no se lo dijo, sin duda tuvo buenos motivos para actuar así.

-Dudo de que mi amigo piense lo mismo –replicó Carlisle, pero cuando vio la expresión ansiosa de Anne le asoguro- El no le hará daño.  Y creo que Intentara calmar su cólera entrando ahora mismo en el castillo, sin importarlo 1a posibilidad de que lo espere una trampa.

-Pero yo no lo mentí.  La puerta trasera está abierta y sin vigilancia.

-En ese caso, ven conmigo, Te llevaré a mi tienda, donde puedes esperar hasta que, esto haya concluido. Ahora cuénteme algo, ¿conoce usted a Esme?....

 

 

Rosalie vio acercarse a los dos guardias, en actitud tan decidida que supo a qué atenerse.  Antes de que ellos abrieran la boca, ella ya sabía.  No necesitaban decírselo, pero lo hicieron,

 

-Señora, tenemos un mensaje de lord Emmett, en adelante, tendrás que alojarte en la mazmorra.

Sabia que dirían exactamente eso; pero aun así palideció intensamente cuando lo vio confirmado.

-El dijo... ¿cuánto tiempo?

-En adelante -repitieron los hombres.

Lo cual, por supuesto, significaba indefinidamente... o para siempre.

-¿Dijo cuál era el motivo?

Una pregunta estúpida, ¿Por qué se torturaba ella misma?

Ella había sabido que eso era lo que sucedería si Emmett de cubría que Royce d'King era el hermanastro de la propia Rosalie, Ella hubiera podido cobrar valor y decírselo cuando se le ofreció la oportunidad.  Es cierto que habría afrontado la cólera de Emmett, pero se le habría dado la oportunidad de intentar algo para calmarlo, o por lo menos de decirle por qué habla guardado silencio.  Ahora, él había llegado a la peor conclusión posible, y no deseaba tener ninguna relación con ella, quería la venganza... no, no se trataba de eso.  Esto era rabia pura, y definitiva.

Los guardias se habían limitado a menear la cabeza ante la pregunta de Rosalie, y después le ordenaron que los acompañase.  Ella obedeció. ¿Qué alternativa tenía?  Por lo menos había estado sola en el gran salón cuando fueron a buscarla. Bella no estaba allí para protestar, y tampoco Esme.  Rosalie habría tenido que esforzarse mucho para evitar que se enredasen en una discusión con los dos guardias. Sí, ella sabía que Emmett le haría eso, pero en lo más profundo de su ser no había creído que eso fuera posible.

 

 

Cuando el carcelero a quien ella temía apareció con la sonrisa sensual en los labios, gozoso porque de nuevo tenía en su poder a Rosalie, esta le volvió la espalda, porque sintió que la náusea la invadía.  No era el hijo el que provocaba esa reacción.  Era la opresión que sentía en el pecho.  Y ahora deseaba que las lágrimas fluyeran, pero no aparecieron.

Cuando John Giffard llegó menos de una hora más tarde, para decirle que esta vez había tenido que golpear al otro para lograr que se marchase, Rosalie le formuló una sola pregunta:

-¿Estás aquí por pedido de Emmett?

-No, mi señora.  Se difundió de prisa la noticia de que te traían de nuevo aquí.  Vine con la mayor rapidez posible.

En ese momento ella lloró.  Ignoraba por qué la última vez la habían asignado a John.  Nunca lo había preguntado.  Pero que no hubiesen hecho lo mismo esa vez se explicaba por sí mismo.  A Emmett no le importaba lo que le sucediera ahora, mientras ella estuviese encerrada y él no tuviese que volver a verla.

Un rato después oyó una discusión en la sala de guardia.  Reconoció la voz de Esme. Cuando retornó el silencio, Rosalie comprendió que John se había impuesto, y también supo cuál había sido la causa probable de la discusión.  No se permitía a Esme que la viese, y John no se atrevía a desobedecer a su señor.

Pasaron dos horas más, Y volvió John a abrir la puerta.

-Señora, cambió de idea.  Sabía que lo haría, pero... debo encerrarte en su habitación y no aquí, con un guardia en la puerta.

-¿Qué sucederá si prefiero quedarme aquí? -quiso saber ella.

-No lo dirás en serio.

-Sí, lo digo en serio.

John suspiró.

-El guardia tiene sus órdenes.  Te arrastrará fuera de aquí si no vas por propia voluntad.

-En ese caso, caminaré.

-Anímate...

-No, John -le interrumpió ella-.  Mi corazón está muerto, pues ya no me duele.

Dios santo, ¿por qué eso no podía ser cierto?  Rogó que se le entumecieran los sentimientos, pero al parecer no podía lograrlo.  De todos modos, nadie lo sabría, ni John, y sobre todo ni  Emmett.

El cambio de cárcel no le aportó ninguna esperanza.  Seguramente Emmett había recordado que ella estaba embarazada.  Era evidente que lo había olvidado en su primer acceso de cólera, y lo había irritado todavía más el hecho mismo de recordar que estaba obligado a hacer concesiones a Rosalie aunque sólo fuera para proteger al niño.  Rosalie ni por un momento pensó que él podía tener otros motivos para ordenar que la trasladasen a la prisión más cómoda.

No le permitían ver a nadie, excepto al guardia, que le entregaba la comida todos los días.  Cada vez que había intentado hablarle, ella había recibido gruñidos o murmullos como respuesta, de modo que ya no lo intentaba.  Ciertamente, habría preferido permanecer en la mazmorra con John.

Se sentaba a menudo en el hueco de la ventana, y desde allí podía contemplar el patio.  No había mucha actividad allí abajo, pero era mejor ver eso que nada.  También cosía mucho, pues ya llevaba tres meses de embarazo; camisolas suaves para Bella y nada en absoluto para Emmett.  Lo que había confeccionado para Emmett, ahora lo había destruido para preparar minúsculas túnicas con destino al niño.

Si Emmett había conocido la verdad acerca de la identidad de Rosalie, ello significaba que se había apoderado del castillo. ¿Royce estaba allí? ¿Lo habían capturado muerto? ¿Su madre estaba bien? ¿Se hallaba en libertad? ¿En una nueva cárcel como consecuencia de la furia de Emmett?

Contaba los días.  Por cada uno que pasaba perforaba un orificio profundo con su cuchillito en uno de los postes de la  cama.  Había sido una hermosa cama, bien trabajada.  Ahora tenía veinticinco agujeros feos que ella admiraba, Antes de que pudiese agregar el vigésimo sexto, Emmett regresó, Rosalie no recibió ninguna advertencia, Apareció allí, entrando en la habitación, deteniéndose frente al hueco de la ventana, donde ella estaba sentada, los pies apoyados en el asiento del frente, las manos en el vientre, más abultado pero aún no redondeado.  Ella habla estado tratando de determinar si el movimiento que sentía era el niño o una indigestión. Echó una ojeada a Emmett, y llegó a la conclusión de que era indigestión.

-De modo que el poderoso guerrero regresa -dijo ella, sin preocuparse si a él le agradaba o no el tono de voz-. ¿Mataste a Royce?

-Todavía no lo encontré, y no porque no lo buscase durante estas semanas

-Entonces, ¿por qué vuelves aquí?  Pues no tenías prisa por regresar, ¿verdad?  Enviaste tus órdenes.  Eso fue suficiente.

-¡Por Dios, te atreves...!

El se interrumpió cuando ella desvió los ojos y miró por la ventana, ignorándolo intencionadamente.  No se la veía atemorizada ni arrepentida.  Su expresión era la seguridad misma.  El no había esperado eso, pero por otra parte no había pensado mucho en el asunto, pues había intentado expulsaría de su mente para concentrar la atención sólo en la búsqueda de d'King.

Pero ahora se dijo que no le agradaba el tono de resentimiento de Rosalie.  Y la cólera que había sentido esa noche en la conversación con la madre de Rosalie, ahora comenzaba a reavivarse.

 

Emmett se sentó en el banco que estaba enfrente, para mirar a Rowena,

-Un comportamiento tan inocente para ocultar tanto en. gaño -comentó Fríamente,

Ella lo miró con el entrecejo enarcado, y preguntó con voz serena,

-¿Cuándo te engañé? ¿En Kirkburough, cuando no sabía quién eras? ¿En Kirkburough, cuando llegaste con tu ejército para matar a mi hermanastro, sin saber quién era realmente? Pero yo creí que estabas allí porque venías a buscar a Royce d´King, tu enemigo jurado, de modo que debía decírtelo entonces, cuando estaba segura de que me matarías también a mí, si sabías que él era mi hermanastro. O tal vez debí revelártelo cuando me retiraste de tu mazmorra la primera vez para explicarme cuál sería tu venganza, Emmett, ¿debía decírtelo entonces, para agravar lo que ya habías planeado para mí?

-¡Sabías que yo no te mataría!

-No, ¡en ese momento no lo sabía!

Se miraron hostiles, Rosalie ahora no se mostraba serena. En sus ojos había veinticinco días de cólera reprimida.  Los de, Emmett tenían una mirada helada.

-¿Qué excusa me ofreces por el silencio que mantuviste después, cuando escapaste, y d'King te devolvió? ¿Te envió de regreso con el fin de que me espiases?

-Estoy segura de que me lo habría pedido si hubiese pensado en ello. Pero hasta que llegaste, él creyó que había triunfado, y que tendría los medios necesarios para doblegarte.  Cuando en efecto llegaste, no tuvo tiempo de pensar en otra cosa que no fuese la fuga, Pero no te dije entonces que él era d'King por la misma razón que no te lo dije cuando me llamaste a su castillo.  No deseaba afrontar de nuevo tu cólera... o esto.

Movió la mano para indicar la habitación.

 

 

-¿Debo creer en eso, cuando es más probable que tú y d'King colaboren en este engaño?  Te dejó en Kirkburough con el fin de que yo te encontrase -dijo Emmett con voz dura-. ¿Debía dejarme seducir por ti y revelarte todos mis planes?

-El supuso que concertarías un acuerdo conmigo.  Pero me dejó a mí porque el pánico lo dominó.  Tú te acercabas con quinientos hombres, y él tenía sólo un puñado.  Se proponía regresar con el ejército de Aro que había sido enviado para arrebatarte Tures.  Quizás abrigó la esperanza de que yo te distrajera el tiempo necesario de modo que él pudiese escapar.  Y es más probable aún que pensara que yo lo retrasaría si me obligaba a acompañarlo.  No sé si tuvo otras cosas en su mente ese día, además del temor y la rabia.  Pero sé que no tenía el propósito de dejarme contigo más tiempo que lo que él necesitara para retomar.  Y en efecto retomó.  Cuando me encontró ese día en los bosques, me dijo que creía que me habías dado muerte.

Emmett rezongó:

-Mujer, lo dices con mucha inteligencia, pero no te creo una palabra.

-¿Piensas que me importa lo que tú crees?  Hace un mes me habría preocupado, pero ahora no.

-Mujer, tus circunstancias dependen de lo que yo crea -le recordó Emmett.

-Mis circunstancias no pueden ser peores.

-¿Eso crees? -replicó Emmett en tono amenazador- Tal vez deba castigarte como corresponde, y no limitarme a reducir tu libertad.

Estas últimas palabras determinaron que ella se incorporase bruscamente en un acceso de cólera.

-Adelante, ¡maldito seas! ¡Hazlo!  No por eso te despreciaré más que ahora.

-Siéntate -rezongó él con voz ronca.

Pero Rosalie rehusó sentarse al lado de Emmett.  Rodeó el fuego para acercarse a la otra ventana y ocupó allí un asiento, la espalda rígida medio vuelta hacia la habitación.  Miró sin ver por la ventana, tan irritada que las manos le temblaban sobre el regazo.  Lo odiaba, lo despreciaba.  Deseaba que él... Lo odiaba.

 

Oyó que él se acercaba por detrás y obstruía el paso para llegar al hueco de la otra ventana, de modo que Rosalie no podía salir de allí sin apartar a Emmett.  Lo cual no estaba al alcance de sus fuerzas; de modo que ella se irritó también ante ese hecho.

-Mujer, no has explicado tu conducta.  Realmente, no creo que jamás vuelva a creer en tus palabras.  Lo que hiciste estuvo a un paso de la traición.  Si me hubieses dicho que d'king era el que se había acercado a mi castillo, lo habría capturado a pesar de la oscuridad de la noche.  Si me hubieses dicho que eras Rosalie de Tures, yo podría haberme apoderado antes de tus propiedades restantes, y de ese modo...

-¿Antes? -le interrumpió ella con voz agria-.  Y no creerás que ahora te ayudaré a conseguirlas, ¿verdad?  No te ayudaría aunque tú...

-¡Cállate! -exclamó él- Tu resentimiento está fuera de lugar, mujer.  No podía dejarte en libertad de mantener comunicación con ese hijo del demonio, y no dudo de que él consiguiera infiltrar a alguien para llevar tus mensajes.  Ahora necesito interrogar a mi propia gente, para eliminar a los que no estaban aquí antes de tu llegada, sean o no inocentes.  Y agradece que no te deje en la mazmorra.

-¿Qué agradezca esta tumba, donde no he tenido con quien hablar desde que me encerraron?  Sí, te estoy muy agradecida -dijo con acento burlón.

Después, se hizo el silencio.  Ella no se volvió para comprobar si demostraba  arrepentimiento, si por lo menos había comprendido a qué pena la sentenciaba al ordenar su confinamiento.  Impulsado por las cóleras él la había condenado sin juicio, sin preguntarle siquiera si era culpable.  Ese dolor infernal que ella había creído que se suavizaría, ahora era más y más agudo, y le oprimía el pecho y le apretaba la garganta.

Finalmente, oyó que él suspiraba.

-Regresarás a tus obligaciones, las que se te asignaron al principio.  Pero no dudes de que te vigilaran.  Y jamás volverán a confiar en ti.

-¿Cuándo confiaron en mí? -preguntó ella con una voz tenue y agria, sintiendo que el dolor casi la sofocaba.

-Mujer, cuando compartiste mi cama, confié en que no me traicionarías.

-Y no te traicioné, Lo que hice se denomina defensa propia.

-¿La apariencia de que me deseabas?

Ella habría deseado decir: "Sí, también eso", pero no deseaba lastimarlo como él la lastimaba.

-No, mi silencio, Pero no necesitas temer que mi conducta impropia del pasado volverá a molestarle, Lo que sentí por ti ya no existe en mi pecho.

-¡Maldita seas, Rosalie, no conseguirás que mis actos me pesen!  Sucede que tú...

-Acaba con tus recriminaciones.  No deseo oír de ti nada más, excepto... dime qué hiciste con mi madre.

El guardó silencio tanto tiempo que Rosalie no pensó que le contestaría, Quizá era tan cruel que deseaba dejarle la duda.  No, eso no era posible.

-La entregué al cuidado de mi amigo, Carlisle Cullen.  Ella me ayudó a ocupar el castillo de d'King.  Por lo cual lo debo gratitud.  También ayudó a ocupar tus propiedades restantes, lo que tú debiste hacer.  Los hombres de d'King fueron eliminados con escaso derramamiento de sangre.  El ya no controla lo que es tuyo. Y Esme está saliendo en este momento al encuentro con ella Carlisle me lo pidió

Rosalie no le agradeció eso, ahora él controlaba todo lo que pertenecía a Rosalie, además de su propia persona, Y no era probable que jamás renunciara a eso.

En voz baja, sin mirarlo, agobiada por el sentimiento de la desesperación, ella dijo:

-El día que tú entraste triunfal en Kitkburogh, yo había pensado ofrecerte mi fidelidad, a pesar de los relatos horribles que había escuchado acerca de tu persona, si demostrabas que eras un poco menos despreciable que Royce.,, pero no fue así.  Me enviaste directamente a tu mazmorra.  No debe extrañar que jamás deseara revelarte mi propia identidad,

El salió antes de que las lágrimas traicionaran a Rosalie.

Capítulo 25: CREO QUE TE EXTRAÑO Capítulo 27: NO SABIA QUE TAN EQUIVOCADO ESTABA

 
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