Emmett apartó los ojos de su comida fría cuando se abrió la tienda. Sonrió lentamente al ver quién entraba.
-Condenación, Carlisle, ¿qué haces aquí? Y no me digas que sencillamente pasabas cerca.
-Vine con tus provisiones desde Fulkhurst. Tal vez desees dejar esos manjares poco agradables, y esperar la llegada de un poco de carne fresca. Conté una docena de cerdos, de los cuales ahora están sacrificando uno.
-No lo hemos pasado tan mal -replicó Emmett- La aldea tuvo un verano próspero antes de nuestra llegada, y yo me aseguré de que ninguno de los animales fuese llevado al castillo, aunque permití que todos los aldeanos se refugiasen aquí.
Carlisle sonrió ante esa estrategia.
-Más bocas para alimentar, pero menos alimento para suministrarles. Generalmente, los sitiadores no tienen tanta suerte.
Emmett se encogió de hombros.
-Tuve suerte de sorprenderlos con una guardia de avanzada. Pero ahora que ya recogieron la cosecha, era probable que el castillo estuviese bien provisto. Ha pasado un mes, pero dudo de que ni siquiera estén comenzando a racionar.
-Bien, Edward te manda algunas catapultas que pueden serte útiles.
-¿Realmente?
-Así como una buena cantidad de piedras para disparar con las catapultas. Pero veo que trajiste de Tures la tuya. En realidad, debí haberte traído piedras grandes y no pedruscos.
Emmett sonrió.
-Lo habría apreciado, pues la mayoría de mis proyectiles están en el fondo del maldito pozo. Y no me sirvieron de mucho. Bien, ahora, dime qué estás haciendo aquí. Esta no es tu guerra.
A su vez Carlisle se encogió de hombros.
-Como ya recogí mi propia cosecha, siento un aburrimiento profundo. Has convertido a tus vecinos en personas tan respetuosas de la ley, gracias a tus prontas represalias ante la más mínima infracción, que en nuestro condado ya no sucede nada que sea sugestivo. Y después de la muerte de Eleonor, ya no tengo una esposa que me atienda en casa. Tuve que elegir entre realizar incursiones más allá de la frontera, ir a la Norte -cosa que detesto- o venir a ofrecerte mi excelente consejo y a cuidarte durante una quincena o cosa así, o por lo menos mi compañía. Fui hasta tu fortaleza, Esme me dijo que habías partido hace un mes, después me encontré con Edward y vine a traer su encargo personalmente
-Te doy la bienvenida, aunque es probable que te aburras aquí tanto como en tu casa
-Emmett, tu compañía nunca es aburrida, porque es muy fácil provocarte. -Carlisle sonrió-. Pero, ¿eso significa que te propones permanecer quieto, aferrado a tus posiciones?
-No acostumbro ser un sitiador pasivo. Tenemos al enemigo siempre atareado y alerta.
-Pero ¿has arrinconado esta vez a ese lobo esquivo, o consiguió escapar?
-La semana pasada todavía estaba diciendo a mis mensajeros que se fuesen al infierno, aunque él mismo no aparece en las murallas, para complacer a mis arqueros. De todos modos, la primera semana que estuvimos aquí estalló un incendio. No sé si algún soldado valeroso descendió por las murallas del castillo para provocar dificultades, o si fue descuido en mi propio campo; pero en la conmoción que siguió un regimiento entero pudo haber escapado descendiendo por los muros o saliendo por la puerta del fondo, que está disimulada con tanto cuidado que aún tenemos que localizarla. También existe la posibilidad de que d'King no esté allí y que su segundo conteste en su nombre. No me agradaría en absoluto que así fuese.
-No será la primera vez que crees tenerlo y él consigue escapar.
-Sí, pero si hace lo mismo esta vez juro que destruiré el castillo piedra por piedra y dispersaré los restos.
-Bien, eso sería realmente un despilfarro. Si tú no lo quieres, ¿por qué no lo entregas a los Malduit como dote de Melisant? Que ellos se preocupen tratando de evitar que d'King lo recupere -si no deseas hacer tú mismo el esfuerzo.
Emmett sonrió ante la idea. Era una especie de venganza sutil, y al mismo tiempo tenía ramificaciones divertidas, sobre todo después que lord Reinard había tratado de engañarlo con una prometida mal dispuesta, e incluso había aprovechado su propio intento, En realidad, él y d'King se merecían mutuamente .
-¿Estás seguro de que no desearías que Bella lleve como dote el castillo... para aliviar el hastío del cual te quejas? -se burló Emmett.
Carlisle pareció horrorizado.
-¡Por Dios, no te muestres tan generoso con nosotros! Algunas tierras o un molino estarán muy bien para Edward. Después de todo, es el estudioso de nuestra familia.
Emmett sonrió ante estas verdades a medias. Sí, Richard era un verdadero estudioso pero su padre no se quedaba atrás, él no era el único medico de esa familia
-Será mejor que capture a d'King, antes de darle un destino -reconoció Emmett
-Poca duda cabe de que lo conseguirás, en vista de la magnitud del ejército que tienes aquí. Los cien hombres que traje conmigo...
-Pero no son necesarios -dijo Carlisle-, ¿Dónde conseguiste tantos hombres?
-Los caballeros sin tierras abundan en los tiempos que corren, Los que se acercan a mí no desean dedicarse al pillaje ni a las maniobras políticas en la Corte. Mis guerras son sencillas y francas, mi ejército no tiene que lidiar con la indecisión o con el exceso de señores que se traicionan mutuamente para alcanzar la supremacía. Es el caso de los hombres que prefieren la lucha a la paz..,
-Pero esta será tu última campaña, ¿verdad? ¿Qué harás con un ejército tan numeroso cuando estés en paz?
Emmett se encogió de hombros.
-Conservaré por lo menos la mitad, Tengo propiedades suficientes para sostener a estos hombres. Quizá sugiera al resto que entre en el servicio del joven Henry. Hay rumores de que intentará ocupar el trono otra vez,
Carlisle sonrió.
-Entonces ' ¿ya no te mantendrás neutral en política?
-Combatí por este Rey sólo cuando me convino, pagué tributo cuando no fue así, e incluso me opuse a él cuando uno de sus fieles partidarios mereció mi enemistad. Pero vería con agrado el ascenso de un rey que de nuevo nos traiga la paz, de modo que en mi ancianidad no tenga que preocuparme de mantenerla yo mismo. Creo que quizá podamos llegar a eso.
Pero eso quedaba librado a la discusión futura. Carlisle abordó un tema de interés más inmediato para él.
-Deseaba traer conmigo a Edward, pero no pude apartarlo de su prometida. Emmett, no podrías creer cómo esa joven se ha transformado. Casi quise decir a mi hijo que tú habías cambiado de idea y habías decidido ofrecerme a mí la mano de tu hija. Pero estoy seguro de que si yo sugiero tal cosa, él me retará a duelo. Está más enamorado que nunca, y ella padece de lo mismo, eso fue lo que me dijo Esme, nunca la había visto tan feliz
-Pero, ¿y los modales de la muchacha? -preguntó Emmett-. ¿Viste algún progreso?
-Tu pequeña dama convertida en sierva ha hecho maravillas en tan poco tiempo. Confeccionó un nuevo guardarropa para Bella con ayuda de Alice, Esme me contó que eso no fue de su agrado, al parecer Alice se emocionó un poco mas de la cuenta, y también le enseñó todos los aspectos de la administración del castillo y las obligaciones conyugales. Realmente, jamás dirías que Bella se crió en la aldea. Es graciosa, habla con dulzura, y...
-¡Suficiente, Carlisle! Edward puede tenerla.
-En ese caso, de buena gana la aceptaré como nuera y no como esposa.
Emmett rezongó:
-Jamás dudé de eso. -Después, preguntó como al descuido-: ¿Y qué dices de la tutora de Bella? ¿Cómo se las arregla?
-Ah, ahora recuerdo que durante este último mes no la has visto, ¿verdad?
Emmett no necesitaba que se lo recordasen. Deseaba volver a su casa. Por primera vez desde su adolescencia, tenía un motivo para volver a su hogar, y se sintió frustrado por la imposibilidad de satisfacer ese deseo.
-¿Qué tal las prostitutas del campamento? -le preguntó Carlisle- ¿Vale la pena probarlas?
-No lo sé -gruñó Emmett-. Y no contestaste a mi pregunta. ¿Rosalie está bien? ¿Come lo suficiente? Bella no la fatiga demasiado, ¿verdad?
Carlisle sonrió.
-No, prospera ahora que tú no estás allí para intimidarla. Acentúa la elegancia y la belleza de tu salón. Tus criados la respetan. Bella y Alice la adoran, la pequeña prefiere la compañía de Rosalie a la de su propia tutora. Esme me dijo que todo había mejorado desde que enviaron a Melisant a residir con sus futuros parientes políticos. Creo que también por eso tienes que agradecer a tu pequeña Rosalie.
-Quizá la traiga aquí -dijo secamente Emmett-. Podrá ocupar ella sola el castillo de d´King, sin mi ayuda.
-¿La he elogiado demasiado?
-Un poco... y por nada... Ya he decidido quién será la nueva esposa. -La expresión de Carlisle palideció varios segundos antes de que el caballero explotara.
-¡No es posible! ¡No digas tal cosa! Emmett, yo hubiera jurado que sentías cierto aprecio por lady Rosalie. Esa joven no tiene posesiones, ni familia. ¿Tú no tienes tanto que ahora las cosas del corazón pueden ocupar el primer lugar en tu consideración? ¿Quién es la otra dama? ¿Qué te atrae que es tan importante que estás dispuesto a arriesgar la unión con otra Isabella?
Emmett se encogió de hombros.
-Ella afirma tener algunas propiedades, pero por obstinación se niega a decir dónde están.
-Ella no quiere hablar. ¿No te dice ... ? -Carlisle enarcó el entrecejo-. ¿Te estás burlando de mí?
Emmett sonrió.
-Sí, esa mujercita me ha seducido, tal como tú lo pensaste. Y puesto que ya se adueñó de mi castillo, bien puedo convertirla en la verdadera señora del lugar. Pero ahora cuéntame algo, ¿porque hablas tanto de Esme?.....
Rosalie se echó a reír cuando Bella arrugó la nariz, porque olió la grasa rancia que estaba hirviendo.
-¿Es necesario que yo sepa todos los detalles de cada cosa? ¿Incluso de la fabricación de velas?
-Podrás considerarte afortunada si tienes quien fabrique las velas, Si no es así, contratarás a uno por un precio que pagará tu marido, o quizá consigas enseñar la tarea a uno de tus criados, Si tu fabricante de jabón sólo sabe el modo de preparar jabón de lejía, nunca volverás a gozar de la dulce fragancia del jabón qué prefieras, porque los comerciantes lo cobran demasiado caro, ¿O podrás fabricar tu propio jabón?
Bella se sonrojó, como solfa hacer cuando había formulado una pregunta tonta.
-Ojalá Edward aprecie lo que hago por él.
-Apreciará que dirijan sin complicaciones su propia casa, No necesita saber acerca del fuego de la cocina, la vaca que se soltó en el patio, y el comerciante que trató de cobrarte demasiado por la pimienta, y a quién arrojaste de tu casa. Edward verá el té servido y los huevos preparados de prisa y puestos sobre su mesa, te sonreirá y te hablará de su propia jornada, que es nada comparada con la tuya. Así, fanfarroneará frente a sus amigos y dirá que tiene la esposa más extraordinaria de la tierra. Una mujer que nunca se queja, nunca le trae problemas acerca de los cuales él nada sabe, y que rara vez lo obliga a gastar.
Bella emitió una risita,
-¿Ella realmente necesita ser una auténtica santa?
-Por cierto que no -replicó Rosalie mientras se apartaba con Bella del desagradable olor de la grasa hirviente-, Si yo aún afrontase la desgracia de ser la esposa de ese viejo repugnante que era Aro, quizás hubiera comprado la pimienta demasiado cara, y le habría rellenado con ella el pescado. Querida, te ofrezco a lo sumo un consejo general, los mismos que me dio mi madre. Ahora, ve a buscar a Edith, Nada me obliga a enseñarte en detalles todo el proceso de la fabricación de velas, y que ya conozco, cuando Edith se puede encargar de eso, Y no vuelvas a preguntarme por qué no es posible limitarse a enseñar el asunto, Se olvida rápidamente lo que uno oye; no pasa lo mismo con lo que uno hace.
Rosalie regresó al salón y a la costura que había dejado junto al fuego. Estaba preparando una túnica roja para Emmett, y el asunto era una tarea larga, pues la fina seda exigía puntadas pequeñas y muy cuidadosas. Hubiera sido mejor trabajar con la luz de dormitorio, pero Rosalie no podía acostumbrarse a tratar como propio ese cuarto, aunque él le había dicho que lo aprovechara, poco antes de partir, pese a que Rosalie dormía allí todas las noches,
Ese día también habían llevado a la cámara de Emmett el baúl con las ropas de Rosalie. El no habla dicho una palabra al respecto, fuera de comentar la belleza de la cazadora real púrpura con ribetes dorados, que ella usaba esa noche. Sólo después que él se marchó Rosalie comprobó que sus obligaciones debían cambiar totalmente al irse el propio Emmett.
Primero, Bella le habló de su propia boda, la que se celebraría sólo si ella alcanzaba a asimilar las obligaciones de una esposa de elevada cuna; pero ahora Bella contaba con la autorización de su hermano para pedir a Rosalie que fuera su maestra en esas tareas. Fue inevitable que Rosalie cometiese una grosera falta de tacto al preguntar quién era el padre de Bella. Durante la primera semana nada más que recordar a Emmett la enfurecía, pues no le había advertido nada. Pero ese mismo día, Mary Blouet le había informado que si ella aceptaba enseñar a Bella, lo que en efecto había hecho, se la excusaría de todas las restantes obligaciones.
Ayudar a Bella era un placer. Rosalie había llegado a simpatizar con la muchacha, y por eso la extrañaría mucho cuando se casara con el joven Edward. Eso sería sólo después del retorno de Emmett, y nadie podía imaginar cuándo llegaría ese momento.
Después, hubo otros cambios. Melisant había sido enviada a vivir con su nueva familia un día después de recibir su castigo, y fue como si todo el castillo respirase un poco más aliviado cuando ella se marchó. Después que Emmett se alejó, la hermana menor realizó tímidos avances, alentados por Rosalie con sir Jasper, enviándoles tímidas cartas hasta donde acampaba junto a Emmett
El cambio de las circunstancias de Rosalie influyó en otros, aunque ella tendía a pensar que el factor más importante era el lugar en que dormía. Ahora, Mary vino para hablarle de sus problemas, y el esposo de Mary reservaba los bocados más tiernos para la joven. Incluso el mayordomo de Emmett la consultaba antes de enviar a John Giffard al poblado más próximo en busca de provisiones. Cuando no estaba realizando diligencias, John comía con ella y con Esme y esta ultima no paraba de hablar de sir Carlisle y su ultima visita. Alice había invitado a Rosalie a cenar a la mesa del señor con ella y lady Roberta -que era la única que aún despreciaba a Rosalie- la joven no estaba dispuesta a aceptar. Tal vez Emmett había decidido facilitarle las cosas antes de partir, pero no había dicho que ya no debía considerársela su sierva. Y una sierva, aunque vistiese las lujosas prendas de una dama, no cenaba a la mesa del señor.
Aunque estaba muy atareada con Bella, ella aún disponía de mucho tiempo para pensar en Emmett. Y comprendía que sus propios sentimientos se descontrolaban cuando la añoranza le provocaba auténtico sufrimiento. Pero ahora que él no la miraba con el deseo ardiente en los ojos, Rosalie perdía la confianza que había adquirido en esos últimos días que había pasado con él. El la había deseado cuando estaba en el castillo. Había realizado concesiones que ella jamás hubiese esperado. Pero después de todo, ella no era nada más que lo que él había decidido que fuera: su servidora, su prisionera. No podía esperar nada más que eso. Ni siquiera podía esperar que cuando él regresara ratificaría sus privilegios, pues el tiempo desdibujaba todos los recuerdos, y quizás él ya había encontrado otra persona que le interesara.
-Señora, tendrás que venir conmigo.
Rosalie miró a sir Thomas, cubierto de polvo a causa del viaje, de pie frente a ella. Había salido del castillo con Emmett, más de un mes antes. Ella miró esperanzada más allá del caballero.
-¿Emmett ha regresado?
-No, señora, continúa frente al castillo
-¿Me llevarás allí?
-A toda prisa.
Ella palideció.
-¿Está herido?
-Ciertamente, no.
-Bien, no necesitas decirlo como si fuese una pregunta estúpida -exclamó Rosalie-. ¿Qué otra cosa puedo pensar cuando dices que debemos darnos prisa?
-Fue la orden de mi señor -explicó sir Thomas- Pero no viajaremos con tanta prisa que termines tan sucia y fatigada como yo ahora cabalgué la noche entera, pero puedo tardar un día y medio en llevarte sana y salva allí. Si ahora te das prisa para recoger unas pocas ropas y lo que necesitas, podemos retomar con paso más pausado.
Rosalie frunció el entrecejo, en un gesto de curiosidad.
-¿Sabes por qué me llama?
-No, señora.
Ella contuvo de pronto una exclamación, y preguntó:
-¿Ha ocupado la fortaleza?
-Todavía está sitiada, aunque es un lugar bastante seguro y podrás estar allí un tiempo.
De modo que la llamada carecía de sentido.
Rosalie había pensado en otra razón que podía inducir a Emmett a llamarla a su presencia, La idea la había atemorizado toda el viaje, pero era muy posible, no probable, Emmett podía haber visto a Royce apostado en las murallas, y haberío identificado. Quizá la llamaba con el fin de que ella afrontase su cólera más sombría, su expresión más cruel. Quizá deseara vengarse otra vez, tal vez incluso usarla contra Royce, torturarla frente a las murallas, ahorcarla. No, no, él no haría tal cosa. Pero entonces recordaba la mazmorra. Recordaba que la había encadenado a la cama bien, en realidad eso no había sido tan desagradable pero ese castigo...
Tenía tanto miedo cuando llegó al campamento, que apenas vio el castillo silencioso que se alzaba en el centro. Fue llevada de inmediato a la tienda que Emmett ocupaba, pero él no estaba allí. Eso no contribuyó a calmar sus nervios inquietos. Ya había llegado. Rosalie deseaba que lo que fuese terminara de una vez.
Pero ella no tuvo tiempo ni siquiera para molestarse porque la mantenían esperando, pues Emmett entró menos de un minuto después. Tampoco tuvo tiempo para juzgar su estado de ánimo, pues apenas la vio él la abrazó. Y no tuvo oportunidad de pronunciar una sola palabra, pues la boca de Emmett cubrió la de Rosalie y le impidió pronunciar las palabras y formular las excusas que antes había concebido.
Durante un momento interminable ella se sintió abrumada por ese sentido de posesión, pues el beso le dijo que ella pertenecía a Emmett y que él deseaba consumirla. Su sentimiento de ansiedad no reapareció de inmediato cuando se le permitió respirar otra vez, y no se impuso a sus sentidos excitados hasta que fue depositada en el jergón de Emmett y lo vio desprenderse del cinturón de la espada, poco antes de inclinarse para caer sobre ella.
-¡Un momento! -exclamó Rosalie, oponiendo las dos manos para mantener apartado a Emmett-. ¿Qué significa eso, Emmett? ¿Por qué me llamaste aquí?
-Porque te extrañaba -replicó él, desafiando la presión que ella ejercía para detenerlo, e inclinándose para decir las palabras contra los labios de la mujer-. Porque sentí que enloquecería si tenía que esperar un día más sin verte.
-¿Eso es todo?
-¿No es suficiente?
El alivio de Rosalie fue tan intenso, que ella a su vez lo besó con más pasión que la que nunca le había demostrado. Las manos de Emmett se cerraron sobre los pechos de Rosalie, reclamándolos. Las manos de Rosalie apretaron las caderas de Emmett, para acercarlas todavía más. Pero era un abrazo poco satisfactorio, estorbado por las ropas, pues él no cesaba de besarla para desnudar a su amada.
Cuando al fin él se quitó la túnica, lo hizo con tanta prisa que ella se echó a reír.
-Continúa destrozando prendas de vestir, y después yo debo repararlas.
-¿Te preocupa?
-No, puedes rasgar también las mías, si así lo deseas. -Le dirigió una sonrisa-. Pero tal vez yo pueda quitármelas en menos tiempo si me lo permites.
-No, me agrada así como estás. No puedes saber cuántas veces te imaginé en esta posición.
Ella deslizó las manos sobre el pecho que él había desnudado para ofrecerle el contacto, y después se inclinó para lamer un pezón.
-¿Con tanta frecuencia como yo imaginé hacer esto?
-Rosalie... no hagas... -dijo él con voz entrecortado y trató de apartarla; pero ella se aferró con fuerza y atacó el otro pezón-. Basta, o gozaré apenas entre en ti.
-Emmett, eso está bien, mientras te complazca. ¿Crees que no me ocuparé de que me atiendas después?
El gimió, desnudó a Rosalie y le deshizo las trenzas, y se lanzó sobre ella Y ella se ocupó de que después él le dispensara el mismo placer.
Ni esa tarde ni esa noche Emmett abandonó su tienda. Por la mañana, cuando Rosalie despertó, le dijeron que sir Thomas esperaba para llevarla de regreso al castillo de Fulkhurst. Se lo dijo Jasper. Ya que de Emmett no había el más mínimo signo.
Rosalie se sintió divertida, y después irritada. ¿La había traído hasta allí sólo para hacer el amor un día? Realmente, no entendía por qué no podía quedarse más tiempo.
Apenas se vistió y salió de la tienda y reclamó que la llevasen a la presencia de Emmett; entretanto, Jasper esperaba para llevarla con sir Thomas.
-Lady Rosalie, tenga por seguro que si Emmett vuelve a verla es probable que la retenga aquí. Pero este no es un lugar apropiado para usted, de modo que debes marcharte. Y porfavor, entréguele esto a Lady Alice como muestra de mi amor por ella, y dígale que la extraño
Rosalie abrió la boca para discutir con Jasper pero la cerró casi enseguida y tomó la pequeña bolsita de terciopelo que él le extendía. Por Dios, ¿cómo podía haber olvidado dónde estaba?
Se volvió para mirar hacia el castillo y la torre que se elevaba sobre sus fortificaciones. Su madre estaba allí, muy cerca, pero inalcanzable... por ahora. Pero pronto Anna se vería liberada del lugar que había sido su cárcel en los últimos tres años. Emmett se encargaría de eso. No saldría de allí hasta que lograse su propósito.
Algunos de los muros externos habían sufrido daños a causa de una catapulta, aunque no tanto que abriese una brecha para entrar. Rosalie sabía dónde estaba la entrada del fondo. Había pasado por allí la primera vez que estuvo en el castillo, donde ella y su madre se vieron separadas. Pero informar de eso a Emmett equivalía a decirle que ella, conocía a Royce; y Rosali8e no podía hacer tal cosa.
Pero, ¿estaba dispuesta a correr el riesgo de continuar allí para ver a su madre apenas forzaran la entrada al castillo? Podía negarse a salir del lugar, Era suficiente que hablase con Emmett, para convencerlo de que le permitiese continuar en el lugar, o por lo menos permanecer cerca.. Pero, ¿cómo podía llegar a su madre sin la presencia de Emmett, que asistiría al encuentro? No podía, y Anne no imaginaría que era necesario fingir que no conocía a Rosalie.
Era mejor marcharse, aunque le parecía irritante saber que no podía hacer nada para ayudar a su madre a escapar de allí, lo mismo que le sucedía a Emmett, por lo menos, sin perjuicio de su propia persona. Y como de ningún modo podía garantizarse que su ayuda sería útil, más valía abstenerse de ofrecerla.
Pero Anna pronto se vería liberada, y Emmett la enviaría a sus propias posesiones, en las que no permitiría ingresar a Royce -aunque era improbable que él se molestase en él lo tonto de entrar allí, cuando ya no necesitaban a Anne, como medio de presión contra Rosalie o por cualquier otro motivo- o bien Emmett enviaría a Anne a Fulkhurst hasta que terminase la guerra. Allí, Rosalie dispondría de una oportunidad más conveniente para advertir a su madre que no debía reconocerla -por lo menos en presencia de Emmett. Y así, todos volverían a reunirse.
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