Me Alegro de que FUeras tu... (+18)

Autor: Danisabel
Género: + 18
Fecha Creación: 22/09/2010
Fecha Actualización: 23/09/2010
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 17
Visitas: 43984
Capítulos: 30

Rosalie Hale debe engendrar un heredero, o se verá sometida a la peligrosa furia sin límites de su hermanastro, Royce King II,  quien sufre la pérdida de su mal habida riqueza. Y el magnífico Emmett MacCarty es la perfecta elección para concebir a su hijo aunque para ello haya que encarcelar y violar al elegante caballero... Mientras tanto, Rosalie, prometiéndose a sí misma resistir, es traicionada por la terrible virilidad de Warrick, y este queda a su vez embrujado por la voluptuosa belleza de la dama. Así, mientras él planea una venganza adecuada, esperando ansiosamente el tiempo en que su captora llegue a ser su cautiva... empezará a sufrir el terrible tormento y el exquisito éxtasis de esta pasión.

Venganzas, drama, complicidad, amistad, pasión y amor....

Esta es una adaptación de la novela romantica Esclava del deseo escrita por Johanna Lindsey....

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Capítulo 23: PEQUEÑA ARPÍA

-Mujer, ¿por qué me esperas aquí, y no donde tienes que estar?

-Me escapé -replicó audazmente Rosalie

-¿De veras?

El escepticismo de esa respuesta, así como la sonrisa de Emmett, dijo a Rosalie que él no le creía.  Perfecto.  Ella conseguiría que Emmett revelase más cosas si él creía que la joven inventaba historias para divertirlo, por supuesto, si Rosalie se ocupaba de omitir las palabras fundamentales que solían irritarlo

De modo que Rosalie se encogió de hombros, y suspiró. -Realmente, no soy tan noble que asuma la culpa cuando no soy responsable de nada.  Tuve que irme, pues de lo contrario habría pasado la noche en tu mazmorra.

-Ah -dijo él, como si eso lo explicase todo-.  Temías un lugar que, según tus propias palabras, "te pareció de veras muy cómodo".

-¿El tenía que recordar lo que Rosalie había dicho a lady Isabella?

-No habría opinado lo mismo esta vez -replicó Rosalie con acritud, y después se apresuró a volver a un tono indiferente-.  Y te digo la verdad, no habría regresado, excepto que me descubrió el noble más canallesco que concibió la idea de utilizarme para entrar en tu fortaleza, pues vino aquí con el propósito de capturar la plaza.

Cuando esta información no determinó que Emmett frunciese siquiera el entrecejo, ella se molestó y decidió acentuar todavía más la apariencia de despreocupación.

-Y con respecto a eso, tal vez te convenga entrar y prepararte para un ataque.  Por otra parte, es posible que yo haya inducido, con unas pocas verdades muy sencillas, a dispersarse al ejército que estaba esperando en esos bosques, de lo cual no tengo certeza.  Pero expliqué a uno de los caballeros que yo estaba segura de que el señor a quien él y sus amigos estaban obedeciendo no tenía derecho a exigirles ese servicio, por todo lo cual ellos debían regresar con su verdadero amo.  Me temo que pinté un cuadro bastante sombrío de tu persona, ante la posibilidad de que el temor fuese eficaz donde la lógica fracasa.

 

-Acepto de buena gana todos los adornos que se agreguen a mi reputación.

-Sin duda -murmuró ella.

Emmett le dirigió una sonrisa.

-Y ahora, dime cómo conseguiste huir.

-No fue fácil -se apresuró a decir Rosalie, y él se echó a reír, siempre suponiendo que las respuestas de Rosalie estaban destinadas a divertirlo.

 

-Si yo creyese que fue fácil -replicó Emmett, hablando con cierta indiferencia-, te devolvería yo mismo a la mazmorra, para tenerte segura, aunque iría a visitarte... a menudo.

La probabilidad de que él no estuviese bromeando frustró el intento de Rosalie de "divertirlo".

-Volviste a tiempo para salvar a tu castillo, así como a tu familia; yo lo habría intentado, pero nada garantizaba que tus hombres me hubieran creído cuando yo les dijese que el "mensajero del rey" que acaba de alejarse no era en absoluto un representante del rey, y que él se proponía abrir las puertas a su propio ejército entrada la noche.  Si tú hubieses regresado más tarde, tal vez a él lo habrían capturado si alguien me creía; pero si no me creían, habrías encontrado que tus hermanas eran utilizadas como rehenes, y que lo que ese hombre reclamaba era tu vida,

La cara de Emmett ya no expresaba regocijo incluso antes de que ella terminase de hablar; más aún, su expresión era totalmente sombría.

-¿Por qué creo que ya no estás bromeando?

-Porque no bromeo, ni lo hice antes.  Emmett todo es cierto.  Encontrarás pruebas de la presencia de ese ejército en los bosques que se extienden hacia el este, o incluso hallarás al ejército mismo, si no se acercan para bloquearte durante la noche. ¿El señor canallesco?  El... es mi hermanastro.  El vino aquí porque quiere vengarse de ti... por la destrucción de Kirkburough.  Tú comprendes la venganza, ¿verdad?

Sin contestar, Emmett se inclinó y la montó sobre su caballo.  Las manos de Emmett que la sostenían con fuerza, se hundieron profundamente en el cuerpo de Rosalie, y lo mismo sucedió con la conclusión a la cual él llegó.

-¿Y tú le habrías ayudado?

-¡Yo lo habría traicionado!

-¿Quieres que crea eso? -preguntó Emmett con voz áspera-. ¿A tu propio hermano?

-No es mi auténtico hermano, y lo desprecio tanto que lo mataría; lo mataré si se me ofrece la oportunidad.

-Entonces, déjame que yo lo haga por ti -propuso Emmett con expresión razonable, aunque su tono era escalofriante-.  Dime dónde puedo encontrarlo.

¿Era hora de decir la verdad entera?  No, él estaba tan irritado en ese momento que no podría escucharla.

Ella meneó la cabeza en un gesto de negación.

-Me has arrebatado más que lo suficiente. ¿Ahora también deseas quitarme la venganza?  Creo que no lo permitiré.

El frunció el entrecejo ante esa respuesta.  Incluso sacudió a Rosalie.  Pero de todos modos ella no estaba dispuesta a suministrar la información que él requería.  Finalmente, él emitió un ronco rezongo y la soltó. Ella tuvo que aferrarse al cuerpo del caballero para conservar el equilibrio.  Aquí, el puente levadizo descendió, y la joven comprendió que ella ya no tenía mucho tiempo para decirle el resto, y que él pronto lo escucharía de labios de otros, pero en perjuicio de Rosalie.

-Mi señor, no preguntaste por qué habría ido a parar a tu mazmorra.

-¿Tienes que hacer más confesiones?

Ella se estremeció ante ese tono burlón y cruel.

-No es una confesión, sino la verdad según yo la conozco.  Ayer debía ser acusada de robar un artículo muy valioso a una de las damas del castillo.  Lo encontrarían en tu dormitorio, y eso demostraría mi culpa.  El asunto ofrecería la excusa para "interrogarme" acerca de otros supuestos robos.  Existía la esperanza de que no quedaría mucho de mí para tentarte cuando regresaras y que el sufrimiento provocado por el interrogatorio determinaría que yo perdiese a mi hijo.  Yo no estaba dispuesta a sufrir eso siendo inocente de la acusación.  De modo que salí del castillo antes de que formulasen los cargos.

-Y si eres culpable, estás realizando esta confesión para aliviar tu culpa.

-Excepto que no soy culpable.  Esme escuchó el plan y me advirtió.  Puedes preguntárselo...

-¿Crees que no sé que ella mentiría por ti?  Espero que puedas usar mejores argumentos para demostrar tu inocencia.

-Ahora comprendes por qué tuve que marcharme -dijo Rosalie amargamente-.  Mi único argumento es lo que acabo de decirte.  Tú tendrás que encargarte de descubrir la verdad demostrando que mi acusadora es una mentirosa; de lo contrario, tendrás que castigarme con la severidad que el delito exige.

Rosalie sintió que él endurecía el cuerpo al oír estas palabras.

-Maldita seas, mujer, ¿qué hiciste para provocar tanta enemistad en esa persona?

Rosalie se decidió.  La pregunta sugería que él le creía... o quería creerle.

 

-No hice nada –se limitó a decir- y ella no se propone herirme, es a ti a quien quiere lastimar. Y si yo desaparecía, quizás ella no me acusara, o siquiera hablase del robo.  De nada le habría servido.  Pero ahora que he regresado, tal vez aún decida seguir con su plan, para obligarte a castigarme.

Se habían detenido frente a la torre del castillo.  Llevaban allí cierto tiempo, y alrededor todo era actividad: hombres que desmontaban, caballos llevados a los establos, escuderos y palafreneros moviéndose de un lado para el otro.  De pronto, Rosalie preguntó:

-Emmett, ¿por qué regresaste tan pronto?

-No, mujer, no cambiarás el tema.  Tú me dirás quién es la dama que desea herirme a través de tu persona, y me lo dirás ahora.

Ella desmontó antes de que Emmett pudiese detenerla, pero se volvió para mirarlo en los ojos.

-No me preguntes eso.  Si cambia de idea, y decide no hacer nada, se redime y no debe castigársela por lo que pensó hacer en el calor del enojo.  Si no cambia de idea, lo sabrás muy pronto.

El entrecejo de Emmett era más sombrío que nunca, y ahora podía vérselo fácilmente con

tantas antorchas que iluminaban el recinto, mientras el cielo se iluminaba con los rayos y

resonaba con los truenos.  Un escalofrío recorrió la espalda de Rosalie, pues él parecía el demonio mismo, sentado allí y juzgándola... y después, habló también como la encarnación misma del demonio.

-Yo decidiré qué es lo que merece un castigo-le advirtió-, de modo que no creas que puedes negarte a revelar la verdad, como te negaste a decirme el nombre de tu hermano.

Tendré una respuesta o...

-Si te atreves a amenazarme después de lo que he soportado -lo interrumpió ella con verdadera furia- juro que perderé el escaso alimento que hoy tomé, comida de los soldados y bastante rancia... y vomitaré todo sobre tu pie!... Sería más conveniente para ti que te prepararas en vista del próximo bloqueo; por si acaso ¿eso no es más importante que una prisionera sin valor que ahora no irá a ninguna parte, gracias a su condenado hermano?  Después, tendrás tiempo sobrado, no lo dudo, de ocuparte de mi fuga, mi robo... ¡y mi audacia!

Ella se dio la vuelta y lo dejó allí, demasiado irritado para preocuparse si lo había encolerizado excesivamente con su discurso, de modo que no vio la tímida sonrisa que se dibujó en los labios de Emmett, ni oyó la risa que siguió.  Pero sus hombres percibieron todo esto, y más de uno se preguntó qué le parecía tan divertido a Emmett mientras impartía órdenes para aprestar las defensas del castillo.

 

El ruido que venía del Gran Salón indicaba que la gente del castillo aún estaba cenando.  Rosalie alcanzó a oírlo mientras subía la escalera que llevaba al salón, de modo que aminoró el paso.  Su humor se enfrió también al recordar lo que se disponía a afrontar.

Había pensado ir directamente a la cocina para compensar la escasa cantidad de alimento ingerido durante el día, pero ahora cambió de idea.  Pero no podía ir a ningún sitio que no la obligase a atravesar esa sala.  Entonces, ¿regresaría afuera?  No, las primeras gotas de la tormenta que había amenazado durante tanto tiempo habían comenzado a caer en el momento mismo en que ella ingresaba en la torre.  Rosalie había conseguido evitar la lluvia todo el día.  No pensaba volver al aire libre para recibirla ahora.

Emmett la encontró sentada sobre los peldaños, en el lugar de más densa sombra proyectada por la luz de las antorchas sobre ambos extremos de la escalera.  Hizo un gesto para alejar a los que lo habían acompañado, hasta que él quedó solo con Rosalie.  La joven no quería mirarlo, aunque él sabía que Rosalie tenía conciencia de que allí estaba el señor del castillo.  Pero no parecía dispuesta a explicar por qué se encontraba allí.

 

Finalmente, Emmett tuvo que preguntar:

-¿Qué haces aquí?  Había creído que desearías reemplazar esa comida rancia que llevas en el vientre con algo más tentador preparado por Master Blouct, algo que probablemente no querrás vomitar,

Tampoco ahora ella lo miró, y se encogió de hombros. -Yo habría pensado lo mismo, pero para llegar a la cocina debo atravesar el salón.

     -¿Entonces?

-Entonces yo... desearía que estés conmigo si tengo que afrontar una acusación.

Rosalie no pudo imaginar por qué esa afirmación indujo a Emmett a abrazarla y besarla, pero eso fue lo que él hizo.  El estaba empapado, pero eso no importó a Rosalie.  Se aferró a él, y advirtió la falta de pasión en ese beso, y dio la bienvenida a lo que en cambio tenía: calidez, sobriedad, fuerza... y ternura, Ella casi lanzó una exclamación al recibir algo como eso después de lo que había afrontado.

 

Cuando él la dejó, su mano todavía le acarició la mejilla, y su sonrisa lo agregó calidez a sus ojos.

-Ven -dijo Emmett amablemente, y la ayudó a subir la escalera pasándole un brazo alrededor de la cintura-  No te culparé de nuevo si sientes la necesidad de vaciar tu vientre... ¿o se trata del niño?

-No... por lo menos, no lo creo.

-Entonces, ve a comer -dijo Emmett empujándola hacia la escalera que llevaba a la cocina.

 -¿Y tú?

-Estoy seguro de que por esta vez puedo prescindir de tu ayuda, aunque cuando hayas terminado puedes traerme una botella de mí vino nuevo y ordenar que nos preparen un baño.

El uso de la expresión "nos preparen" no fue un error, y Rosalie continuaba sonrojándose cuando entró en la cocina, unos instantes más tarde, Una vez que estuvo allí, todo le pareció normal.  El trabajo no se detuvo cuando la vieron.  Nadie llamó a los guardias.  Pero Mary Blouet la vio, y la atacó como un caballo de guerra lanzado a la carga.

 

-Debería castigarte con una vara, muchacha -fueron sus primeras palabras cuando llegó Rosalie a la despensa, lejos de la curiosidad del resto-. ¿Dónde demonios estabas?  Revisaron todo el castillo.  Incluso enviaron patrullas.

-Ah, ¿ayer sucedió algo que debiera preocuparme?

-De modo que por eso te ocultaste -replicó Mary, con el entrecejo fruncido-.  Pero ya hacía horas que te habías escondido.  En realidad, te busqué toda la tarde, pero... bien, no dije a nadie que faltabas.  Merecías un descanso, porque lord Emmett te obligó a trabajar muy duro.  Y después, cuando lady Melisant armó tanto escándalo con las perlas desaparecidas... bien, no me extrañó que no abandonaras tu escondite.

De modo que Melisant había comenzado a ejecutar su plan.  No había sabido que Rosalie no estaba en el castillo, porque Mary la había protegido.  La situación merecía un comentario risueño, pero Rosalie había sentido una punzada de frío cuando Mary le confirmó que había tenido razones reales que justificaban su actitud.

-¿Encontraron las perlas?

-Sí, en el dormitorio de lord Emmett.  Eso es extraño.  El guardia Thomas dijo que lady Melisant parecía saber perfectamente dónde estaban esas perlas, como si ella misma las hubiera puesto allí.  Pero afirma que tú fuiste quien las llevó, pues su hermana dice que te vio frente al dormitorio de las dos, poco antes de que fuese hora de cambiarse para cenan

Rosalie contuvo una exclamación.

 -¿Cuándo?

-Antes de cenar-replicó Mary-.  Fue entonces cuando no pudieron hallar las perlas, y sin embargo afirman que las vieron apenas una hora antes.

-¿Es decir que la última vez que las vieron fue bien entrada la tarde? -preguntó Rosalie excitada.

-Sí, eso mismo dicen.

Rosalie se echó a reír.  Casi abrazó a Mary Blouet; y después, el sentimiento de alivio la dominó, y en efecto abrazó a la mujer.

-Bien, bien -rezongó Mary, aunque en realidad no sentía desagrado-. ¿Por qué fue eso?

-Porque me permitiste pasar un día de descanso y no lo dijiste a nadie, y eso me permitirá demostrar que soy inocente de la acusación de Melisant.

-No veo cómo, pero me alegra mucho saberlo, pues los guardias todavía están buscándote.  Es extraordinario que hayas llegado hasta aquí sin que te detengan.

-Tal vez teniendo a mi 1ado a Emmett, 1os guardias creyeron que ahora él se ocupará del asunto.

-¿Ya volvió?

-Sí. -Rosalie sonrió-.  Y me ordenó que comiese, de modo que será mejor que lo haga.  Por Dios, creo que recuperé el apetito.  También necesito pedir un baño y una botella de vino de Tures.

 

-Pues bien, come.  Yo me ocuparé del baño y el vino. -Gracias, señora...

-Mary-dijo la mujer mayor, sonriendo-.  Sí, creo que ahora puedes llamarme Mary.

 

Cuando Rosalie entró en la sala, no mucho después, acunaba una botella de vino en sus brazos, como si hubiese sido un niño.  Su paso no era en absoluto vacilante, y cuando llegó a donde estaba Emmett, en sus labios se dibujaba una sonrisa.

El no parecía muy complacido consigo mismo.  Había escuchado las acusaciones.  Realmente, Melisant ni siquiera había esperado que él se acercara a la mesa, y lo había seguido hasta su dormitorio para ofrecerle una versión completa de los hechos, mientras su hermano se cambiaba la túnica húmeda y se secaba los cabellos.

 

Ahora, la mujer de los cabellos de lino parecía dispuesta a contar un secreto muy agradable.  El así lo esperaba, porque la acusación contra ella era muy grave.

Emmett se había acercado al fuego, y sobre la mesa del señor ya no había comida.  Melisant

ocupaba una de las sillas, Alice estaba a su lado sentada en un taburete.  Emmett indicó a Rosalie con un gesto que ocupase la otra silla.

Melisant contuvo una exclamación al ver esto, pero no dijo palabra.  Su hermano había estado mirándola con gesto severo desde el momento mismo en que ella había acusado de robo a Rosalie.  Eso le complacía.  Abrigaba la esperanza de que estuviese enfurecido, Habría preferido que él regresara y descubriese que la mujer estaba golpeada y ya no era deseable; pero quizás él mismo se encargase de mutilarla después de pronunciar su veredicto.  En todo caso, no volvería a recibirla en su casa después de declararla culpable.  'Por lo menos, Melisant había conseguido eso.

-Mi hermana -comenzó a decir Emmett con expresión de disgusto y dirigiéndose a Rosalie- ha formulado una grave acusación contra ti. ¿Qué dices ante la acusación de que robaste un collar de perlas?

-¿Ella dijo cuándo desapareció?

-¿Cuándo, Melisant?

-Poco antes de la cena-dijo

-Pregúntale, mi señor, cómo está segura de eso -propuso Rosalie

-¿Cómo, Melisant?

Melisant apenas pudo evitar un gesto de desagrado.  No atinaba a comprender qué importancia tenía ese detalle. Alguien se había apoderado del collar, y este había aparecido en el dormitorio de Emmett. Seguramente esta mujer no sugeriría que él se había apoderado de la joya.

-Al final de la tarde la vi por última vez y decidí que lo usaría durante la cena.  Apenas una hora más tarde desapareció, y ella -apuntó con el dedo a Rosalie- fue vista en ese momento frente a mi dormitorio Alice la vio.

Rosalie sonrió a Emmett.

-Te dije, mi señor-preguntó corno de pasada-, a qué hora escapé ayer?

-¡Escapaste! -exclamó Melisant-. ¿Quiere decir que no estuviste oculta en el castillo desde ayer?

-No, mi señora.  No podía depender de un familiar escondite para lo que habías planeado contra mí.

Las mejillas de Melisant se tiñeron de rojo antes de que sus ojos resplandecieran de malicia.

-¿Reconoces que huiste? ¿Sabes cuál es el castigo que se aplica a un siervo fugado?

-Sí, lady Melisant, Tengo mis propias tierras, mis propios siervos, y presenciaba la actuación del tribunal de mi padre con bastante frecuencia antes de que muriese.  Debería saber a qué atenerme...

-¡Mentirosa! -zumbó Melisant-.  Hermano, ¿piensas tolerar que mienta de ese modo?

-Dudo de que ella mienta -replicó Emmett-.  Yo la convertí en sierva, no su cuna.  Pero nos apartamos del asunto, Rosalie, ¿a qué hora saliste de aquí?

-A mediodía.

-¡De nuevo mientes -Melisant esta vez gritó-. ¿Cómo es posible que escuches ... ?

-No digas una palabra más, Melisant -advirtió Emmett en un tono helado.

-Esa hora, la de mi partida, puede verificarse, mi señor -propuso Rosalie-, La señora Blouet te dirá que me buscó, pero no pudo verme en toda la tarde.  Y el guardia de la puerta trasera puede decirte exactamente a qué hora Esme lo indujo a conversar con ella, de modo que yo saliera sin ser vista.  Abrigo la esperanza de que no lo reprenderás por su descuido, pues si él se hubiese mostrado más diligente, tú me habrías hallado, no a las puertas del castillo, sino en tu mazmorra; por lo menos, habrías encontrado lo que quedaba de mí- concluyó dirigiendo a Melisant una mirada de franco desprecio.

-¿Qué dices, Melisant? -preguntó Emmett.

-Miente -dijo desdeñosamente-.  Que vengan los que según ella dice confirmarán sus mentiras, Que lo digan en mi cara.

-¿Crees que podrás intimidarlos para que callen? -replicó Emmett en los labios la sonrisa que Rosalie odiaba- No lo creo.  Pero contéstame esto, Si ella robó tus perlas, ¿por qué no las llevó con ella cuando se fugó?

-¿Cómo puedo saber de qué modo piensa una prostituta?

Este comentario determinó que Emmett frunciese horriblemente el entrecejo.  Melisant lo miró serena, demasiado irritada para tener miedo.  Pero cuando Emmett clavó los ojos en Alice, su hermana menor se echó a llorar.

-¡Ella me obligó a decirlo! -gimió frenéticamente Alice-.  Yo no quería, pero ella me abofeteó y dijo que ella diría que yo robé su collar si no acusaba a tu amante. ¡Lo siento tanto hermano!  Yo no deseaba heriría, pero Melisant estaba tan enojada contigo...

-Sí, conmigo -gruñó en voz baja Emmett-.  Todo esto fue hecho para mí.  Bien, lo que hiciste, Melisant será para tu beneficio, y hace rato que lo vienes buscando.

-Perdóname hermano – gimoteaba Alice, Rose comprendió porque Esme decía que Alice era diferente a su hermana, se le rompía el corazón verla en ese estado- Perdóname también Rosalie, sé que hice muy mal, pero también estaba enfadada contigo – dijo mirando a Emmett

 

Rosalie pudo ver algo que jamás había esperado, los ojos de Emmett demostraban ternura hacia su hermana menor, hizo un gesto de dolor cuando ella le dijo eso, y dijo – Porque deberias estar molesta conmigo Alice, ¿que pude haberte hecho? – Melisant bufó, sabía que Alice era la favorita y eso la llenaba mas de cólera

-Tu no permitiste que Sir Jasper me cortejara – dijo bajando la mirada- y Melisant me a dicho que escuchó hablar acerca de que tiene pensado cortejar a lady María, y yo no lo soporto Emmett enserio lo quiero – Alice subió su mirada para ver la expresión de su hermano, estaba jugando su futuro de cuento de hadas, el futuro que tanto sueña y espera, y lo miró como lo hacía cuando era niña y quería su atención. Emmett sintió derretirse, era el dragón rojo pero Alice era una de sus pequeñas debilidades, su pobre hermanita no había conocido nunca a sus padres, no sabía que era la felicidad y él tenia en sus manos el poder para dársela

-Alice.. Jasper no haría tal cosa – dijo Emmett muy seguro de su amigo, él mismo le había demostrado que su negativa no le había gustado – Es solo que tu eres tan pequeña, que..

-Pero ella no habla de casarse Emmett – interrumpió Rosalie, le parecía ridículo que no dejara a Alice poder enamorarse de alguien tan bueno como sir Jasper, ella no había olvidado que la había ayudado cuando fue capturada. Emmett miró fijamente a Rosalie, indicándole que era mejor que cerrara la boca

-Eso es lo que e estado tratando de hacerle entender Lady Rosalie- dijo Alice – pero es tan terco

-Ya basta!!!! – dijo Emmett furioso levantándose de su asiento, Melisant sintió como se aceleraba su corazón cuando él puso su mirada en ella- Tu ve a tu habitación mañana arreglaremos tu castigo por la falsa que montaste, espero que después actúes mas inteligentemente Melisant. Y tu – dijo ahora mirando a Alice – ve a tu habitación también, no son horas para que andes llorando como una magdalena por todo el castillo, mañana hablaré con Jasper

Alice se levanto dando pequeños salticos y fue a abrazar a su hermano, éste se quedó quieto esperando a que ella terminara su gesto de amor y gratitud al que él no estaba acostumbrado.

Capítulo 22: CON LAS MANOS ATADAS Capítulo 24: CAPITULO 24

 
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