Destino

Autor: Ainely
Género: Romance
Fecha Creación: 29/01/2011
Fecha Actualización: 18/06/2011
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 13
Visitas: 47173
Capítulos: 22

 

FINALIZADO!!

 

En el pasado se enamoraron, pero no declararon su amor. Ahora, cinco años más tarde el destino los vuelve a unir.

Pero cuando hay niños de por medio, las cosas no son tan faciles.

¿Serán capaces de aprovechar la nueva oportunidad que les ha dado el destino?

 

De este fic existe secuela y es : Lo que significas para mí.

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Capítulo 22: Adiós

22. Adiós.

 

Bella POV

 

Estábamos recogiendo nuestras cosas y haciendo las maletas para marcharnos de  la casa donde habíamos sido tan felices. Edward sabía que pasaba algo, que Seth no estaba bien, pero él tenía la ilusión y la esperanza que todo se acabaría solucionando.

 

En estos momentos Sophie estaba en la escuela y Edward en el trabajo. Tenía planeado esperar a que llegasen a casa para poder despedirme aunque sabía que eso me provocaría mucho más dolor. Pero por aliviar el dolor de mi pequeño, prefería que mi vida resultase ser desgraciada y eso es lo que iba a provocar con esta partida. Pero lo que realmente no esperaba era la forma en la que acabaría despidiéndome de mi único amor y de mi pequeña. Cuando conseguí bajar las maletas y las bolsas al coche, me di cuenta que en los asientos traseros del coche, Seth ya se encontraba listo para irnos, incluso se había atado el cinturón. La emoción que reflejaba la cara de mi niño, provocó que mi corazón se contrajese.

 

-Como que ya estas subido? – le pregunté cuando asomé la cabeza por la ventanilla que se encontraba abierta -  si hasta la noche no nos iremos – le recordé extrañada, porque anteriormente ya le había explicado cuando nos marcharíamos.

 

-Porque no nos podemos ir ahora? – preguntó mientras aparecía una pequeña arruguita en su pequeño entrecejo.

 

-Primero nos tenemos que despedir – le expliqué. Pero mi idea no le gustó y empezó a llorar y patalear.

 

-No quiero volver a verlos. Los dos son malos! Me quiero ir ya mami. – justo cuando acababa de suplicarme que nos fuéramos, los nervios le provocaron una crisis asmática. En ese momento estaba realmente asustada. Una vez que conseguí tranquilizarlo, se quedó dormidito entre mis brazos. Aproveché ese momento para iniciar mi despedida. Ya que no podría hacerlo en persona, prefería decirles adiós de una forma que no resultase tan fría como una carta. Pero no sabía cómo hacerlo, hasta que vi la cámara y se me ocurrió una fantástica idea.

 

-Después de dos horas, en las cuales me había despedido y había arreglado todas las cosas me encontraba en una floristería.

 

-Hola señorita, que desea? – me preguntó una mujer mayor con una amplia sonrisa en su rostro.

 

-Queremos un ramo de flores – dije.

 

-Las flores más bonitas de todo el mundo! – dijo mi pequeño dando saltitos a mi lado.

 

-Porque no me ayudas a buscarlas pequeño – le dijo la mujer. Él me miró sonriente y siguió a la anciana. Al principio pensé que le entristecería lo que tenía planeado hacer antes de marcharnos. Pero su reacción me sorprendió gratamente, él se encontraba tan ansioso como yo de despedirnos de él.

 

-Mami, te gustan? – me preguntó sacándome de mis propios pensamientos. Cuando lo miré me di cuenta que en sus manitas tenía un bonito ramo de rosas blancas.

 

-Son perfectas, seguro que le encantaran. – le comente mientras le pagaba a la ancianita las flores. Pero cuando íbamos a salir de la tienda una mano me agarró el brazo.

 

-Espero que tengan una vida muy feliz y siento lo que le sucedió a  su marido – me dijo con los ojos brillantes, seguro que mi príncipe le había explicado para quien eran las flores.

 

-Muchas gracias. Intentaremos ser lo más felices que podamos. – dije, ero antes de salir del lugar me giré y le di un gran abrazo a la mujer – Gracias – le susurré en el oído. Una vocecita nos hizo separarnos.

 

-Venga mama, papi nos está esperando – me apresuro Seth arrastrándome hasta el coche. El camino hacia el cementerio fue sumido en un cómodo silencio, en el que los dos íbamos sumidos en nuestros pensamientos y en nuestras ideas hacia el futuro.

 

Después de unos quince minutos aproximadamente, llegamos a nuestro destino. Andamos cogidos de la mano buscando el lugar en el que descansaba una de las personas a las que más amábamos en nuestra vida y que desgraciadamente ya no estaba a nuestro lado. Al fin llegamos  y el primero en romper el silencio que nos rodeaba fue Seth. Quien soltó mi mano y se sentó junto a la lápida de su padre, la cual acaricio con su pequeña manita.

 

-Hola papi. Te echo mucho de menos, todos los días me acuerdo de ti, de tu risa y de todas las veces que me abrazabas y me decías lo mucho que me querías. – con sus palabras sentí como mi corazón se oprimía por la tristeza. Por mucho que intenté contener las lágrimas, cuando vi las suyas correr por sus mejillas, un interruptor en mi interior se encendió y las lágrimas se desprendieron de mis ojos. Después de unos segundos donde en la inmensidad del silencio que nos rodeaba tan solo se escuchaban nuestros sollozos. Cuando me agaché y nos abrazamos él siguió hablando. – ¿Sabes qué? Nos vamos a ir a vivir a otro lugar. ¿Te acuerdas de la casita de la abuelita en Port Ángeles? Pues nos vamos a ir a vivir allí, se que está un poco lejos. Pero te prometemos que vendremos a verte muchas veces y que sobretodo jamás de los jamases te olvidaré. Siempre serás mi papi, al que siempre amaré y extrañaré – dijo.

 

-Mami, ¿nos podemos quedar un ratito más con él? – me preguntó después de llevar una hora acariciando la tumba de Jacob y delinear las letras del nombre con sus pequeños deditos.

 

-Claro – mientras Seth le explicaba todo lo que había pasado en su vida desde que él se marchó, yo me entretuve a limpiar el lugar que se encontraba con plantas que ensuciaban el lugar donde mi amigo descansaba. Mientras hacía mi cometido empecé a hablar con mi amigo, pero lo hacía a través de mis pensamientos ya que no deseaba que Seth se diese cuenta del inmenso dolor que me provocaba la partida. Cuando los últimos rayos de luz desaparecieron, para darle paso a la noche, decidí que ya era hora de irnos.

 

El camino hacia la casa que fue de mi abuela y que ahora era mía debido a que la había heredado, estaba bastante lejos. Si hubiésemos hecho el viaje en avión en unas dos horas dos horas habríamos llegado, pero como nuestra partida fue una decisión tan apresurada y de último momento no me había dado tiempo para poder comprar unos billetes. La noche pasó tranquila, y la oscuridad de la noche dio paso a los primeros rayos de luz que provocaron que después de casi once horas durmiendo mi pequeño despertase.

 

-Buenos días amor – le dije mientras le guiñaba el ojo por el espejo retrovisor.

 

-Hola mami – dijo restregándose los ojitos para intentar quitarse el sueño de encima. – ¿Ya hemos llegado? – Yo negué con la cabeza – Es que tengo mucha hambre mamita – me dijo.

 

-Pues en cuanto vea un supermercado entramos y te compro algo para desayunar, ya que si ahora paramos para desayunar los dos no llegaremos a nuestra nueva casita hasta la hora de la merienda. Así que tendrás que desayunar en el coche pequeñín – le expliqué. – Me parece que hoy es tu día de suerte – le dije cuando un supermercado apareció delante de nuestras narices. Cuando entramos mi pequeño estaba tan ansioso que no sabía que elegir.

 

-Venga Seth, elige algo – le dije cansada de pasearme por los pasillos. Pero hubo un mostrador que captó mi atención. En ese momento, palidecí, mientras cogía la caja de compresas y hacía un cálculo mental, para saber cuándo me tendría que haber venido el periodo. Pero la caja se resbaló de mis manos cuando me di cuenta que tenía un retraso de tres meses.

 

-Mama que es lo que pasa? – me preguntó Seth quien me miraba asustado con una bolsa de pequeñas madalenas de chocolate en las manos.

 

-Ya has cogido lo que quieres comer? – le pregunté con la sorpresa gobernando mi cuerpo.

 

-Sí, ya nos podemos ir a la casita donde a partir de ahora viviremos nosotros dos solitos – dijo mi hijo emocionado una vez entramos en el coche.

 

-Dos no, seremos tres – dije para mí misma, mientras nos encaminábamos hacia nuestro nuevo hogar.

 

 

 

 

Chicas siento haber tardado tanto. Pero debéis entender que este capítulo no es fácil de escribir. Simplemente quiero despedirme de vosotras, ya que este es el último capítulo de la historia. Sé que ha acabado bastante mal. Pero os prometo una secuela, lo que no os puedo decir es cuando empezaré a escribirla. Pero os prometo que esto no acabará tan mal. Un beso. Espero sus reviews.

Capítulo 21: Algo va mal con Seth

 
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