Ya habían pasado tres meses y Edward y yo llevábamos cuatro de noviazgo, al tercer mes Edward me pidió que me mudara con él, cosa que no dude, por lo que ahora me encontraba viviendo en su departamento, nuestra relación iba de lo mejor y las peleas que tuvimos fueron de lo más leves y no duraron más de unas horas, las vacaciones habían empezado y se acercaba la época de las fiestas, pasaría navidad y año nuevo con los Cullen y mis padres también estaban invitados aunque solamente se quedarían para navidad porque año nuevo lo pasarían en un crucero y nosotros iríamos a una casa de verano de los Cullen donde pensamos quedarnos al menos dos semanas, la casa quedaba en California, pero según Edward había piscina aparte de las playas que visitaríamos, cuando me dijeron que podríamos meternos al mar y broncearnos yo les mire con una cara de “¿están locos?” Pero luego Edward me recordó que en California hacía mucho más calor que aquí y que el sol siempre estaba presente aunque estemos en invierno por lo cual accedí de inmediato.
Me encontraba profundamente dormida y envuelta con las mantas ya que el clima estaba sumamente frio pero luego sentí una suave presión sobre cada centímetro de mi rostro, quise abrir los ojos pero estos no me respondían por lo que decidí dejarlos cerrados, seguí sintiendo esa presión sobre mi piel pero no era para nada desagradable.
-Despierta mi vida-susurro Edward en mi oído y yo me estremecí, me gire y me acurruque sobre su pecho a la vez que envolvía su cintura con mi pierna y suspiraba satisfecha-Bella, despierta amor.
-Hum-fue el único sonido que pude emitir.
-Hoy es un día especial y no voy a permitir que lo desperdicies durmiendo-me explico Edward acariciando mi mejilla. ¿Día especial? ¿Qué fecha era hoy? Doce. Doce de diciembre ¡Hoy cumplíamos cinco meses!
Abrí los ojos de golpe al recordar la fecha importante y me alce sobre mi codo a la vez que con el otro acercaba su rostro hacía mí y le besaba dulcemente.
-Feliz cinco meses-susurre entre sus labios y el curvo la comisura de su labio en una sonrisa.
-Feliz cinco meses mi amor-y atrapo mi labio con los suyos.
Edward preparo un desayuno de lo más delicioso que lo acabe con mucho gusto y luego me dijo que me bañara y me cambiara, que tenía una sorpresa, yo obedecí y me entre a bañar para luego colocarme unos jeans con una camiseta. Edward también se bañó y cambio mientras yo me entretenía mirando caricaturas, es que los especiales navideños eran mi debilidad.
-Eres una infantil-se burló Edward mientras se acercaba y se recostaba en el sillón colocando su cabeza en mis piernas.
-Pero tan solo mira ¡Es de lo más tierno! Adoro los especiales de navidad-me defendí y él se echó a reír.
-Yo te adoro a ti- me miro dulcificado y no pude evitar inclinarme y besarle.
-¿Por qué nunca secas tu cabello cuando te bañas? Siempre mojas la almohada de la cama y ahora mi pantalón-me queje acariciando su pelo color bronce.
-Es que si lo seco me queda más rebelde de lo que ya es, además yo sé que a ti te gusta-me explico con una sonrisa traviesa y yo puse los ojos en blanco.
-Shh, quiero ver el especial-le recordé.
-Y yo quiero verte a ti-me espeto estirándose para besar mi mandíbula.
-Y pues mírame, pero en silencio-le dije.
-Si así lo quieres…-Edward abrió los ojos ampliamente y empezó a mirarme fijamente, lo cual me empezó a incomodar.
-Ya basta-le dije tapando sus ojos con mi palma.
-Vos quisiste que te viera-me recordó inocentemente, yo quite la mano de sus ojos y lo mire enfadada.
-¿Qué acaso no puedo ver ni la televisión tranquila?-pregunte irritada y el me beso rápidamente.
-No, porque nos debemos ir, así que levántate, apaga la tele y sígueme-Edward se incorporó y yo hice lo que me dijo.
-¿A dónde me vas a llevar?-pregunte mientras bajábamos por el ascensor.
-Ya lo veras, te va a encantar-entrelazo su mano con la mía.
Subimos al auto y Edward condujo hasta llegar a la ruta donde ya llevábamos más de quince minutos.
-¿Cuánto falta?-pregunte ansiosa y con una nota de desesperación en la voz.
-Unos diez minutos-contesto.
Tal como dijo Edward alrededor de unos diez minutos aparco el auto en medio de la nada y se bajó para abrirme la puerta.
-Aquí hay que entrar por este sendero pero lo debemos hacer a pie-me informo y yo le mire con las cejas levantadas.
-¿A pie?-pregunte temerosa, ya que mi poca falta de equilibrio era la historia de mi vida, seguramente no llegaríamos ni a mitad del camino y yo ya me encontraría en el suelo.
-Tranquila, yo te ayudare-me sonrío para infringirme valor pero para evitar malas situaciones me aferre a su mano.
Seguimos el camino y nos adentramos en los bosques que allí había, me tropecé varias veces pero Edward me aferraba antes de terminar en el suelo, el tiraba de mi para apresurar el paso pero yo apenas estaba en pie.
-Creo que no tengo opción si es que no queremos llegar mañana-le mire confusa pero entonces Edward me estiro de los brazos con fuerza y me coloco en su espalda sin hacer el mucha voltereta, yo me aferre a su cuello y mis piernas se enroscaron en torno a su cintura entonces comenzó a andar a un paso normal y más rápido que al que íbamos.
-Me siento mal por dejar que me cargues-masculle.
-Tranquila, eres demasiado liviana además ya casi llegamos-me informo.
Yo recosté mi mentón sobre su hombro y pasados unos minutos Edward llamo mi atención por lo que me incorpore y observe que llegábamos a un prado repleto de flores silvestres de un color violeta que emanaban un olor exquisito, Edward me deposito en el suelo y yo quede observando maravillada el paisaje que veían mis ojos, los rayos del sol hacían que el pasto reflejara su rocío y las flores se balanceaban a causa del viento, mire a Edward que me observaba con una sonrisa seguramente debido a mi reacción de asombro.
-¿Qué te parece?-pregunto aun sonriendo.
-Es…Es maravilloso-logre decir.
Edward tomo mi mano y me condujo hacía el centro del prado donde se sentó y yo frente a él, tomo mi rostro entre sus manos y nuestras frentes se tocaron.
-Feliz cinco meses-susurro.
-Feliz cinco meses-repetí entrecerrando los ojos y pasando mis brazos alrededor de su cuello y el alrededor mi cintura para después darnos unos de los besos más dulces, lento y concienzudo.
-Tengo algo para ti-murmuro apartando sus labios de los míos.
-Pero no es justo, yo no te compre nada-reproche besándolo de nuevo.
-Tu presencia aquí es más que suficiente, deja que te lo muestre.
-¿Lo tienes aquí?-pregunte y el asintió buscando en el bolsillo de su abrigo para después sacar una cajita de color rojo y al abrirla pude apreciar un precioso collar de plata y en el dije en forma de corazón había tallado, en oro, las iniciales E y B en una perfecta letra cursiva. Una lágrima se deslizo por mi mejilla y Edward rápidamente me la limpio. Yo tome el collar delicadamente y me lo pase por el cuello, pero Edward lo termino de colocar, luego me tomo las manos y me miró fijamente.
-Es un pequeño recordatorio mío, para que sepas que mi corazón es tuyo, que te amo más que a nada en la vida y que quiero estar contigo para siempre-murmuro y yo solamente desbordaba lágrimas.
-Gracias, es perfecto y…te amo-le confesé aferrándome a él y besándolo con una necesidad incontrolable, él se recostó sobre el césped y yo sobre el sin dejar de besarnos entonces en ese momento lo supe, en ese momento me di cuenta de que lo amaba con locura y pasión y que lo quería más que a nada en el mundo y que podría dar todo por él, en ese momento me di cuenta que mi vida le pertenecía y que él era mi pareja y la persona con quien quería para pasar todos los años de mi vida, me di cuenta que Edward era para mí.
Chicas!!! les dejo este capítulo aunque les digo que necesito los comentarios para saber que les parece el fic, desde ya les agradezco por leerlo y me haría MUY feliz saber su opinion.
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