Tormento

Autor: andreaa
Género: General
Fecha Creación: 15/11/2009
Fecha Actualización: 22/11/2009
Finalizado: SI
Votos: 8
Comentarios: 41
Visitas: 35891
Capítulos: 30

De un día para otro todo cambia, la persona que creías que iba a estar a tu lado siempre, desaparece sin mas y incluso tu familia se vuelve un extraño para ti.

Nadie es capaz de darte ni una mínima parte de lo que necesitas, solo quieres escapar, pero no puedes.

Entonces, ¿que haces?

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Capítulo 21: pequeñas confesiones de amor

Los segundos se me hicieron eternos mientras esperaba alguna clase de señal. Entonces un fuerte rugido seguido de un golpe tremendamente escandaloso hizo que los pelos se me pusieran de punta.

 

Decidí no esperar. Fuese quien fuese el causante de aquel golpe iba a poder conmigo con facilidad pero no podía quedarme ahí parada, ni correr, por que si habían venido a por mi, me tendrían sin necesidad de hacer daño a nadie.

 

Alec. No sabia si había sido el causante o el golpeado pero ya que no recibía ninguna señal, ni ningún aviso, decidí entrar.

 

La habitación estaba rota, deshecha. El cabezal de la cama partido en dos. Del colchón salía una especie de espuma blanca ya que este había sido rasgado de arriba abajo. Las cortinas quedaron hechas jirones, los cajones tirados por el suelo y la ropa esparcida cubriendo toda la habitación.

 

Busqué a Alec desesperadamente pero no lo encontré. Mi corazón, ya acelerado por naturaleza, se aceleraba más a causa del ansia de encontrarlo. Necesitaba verlo, sentirlo, que sonriera y me dijera que todo estaba bien.

 

Las puertas de cristal estaban rotas, todas, de arriba abajo y las minúsculas partículas de cristal. La diferencia era que el cristal roto estaba esparcido por el suelo de la terraza, eso quería decir que las puertas habían sido rotas para salir, no para entrar.

 

Salí temerosa de lo que me podía encontrar. Quizás nada, quizás todo.

 

Cuando al fin puse el pie en la terraza Alec me observó desde el suelo. Estaba recargado en la pared, con los ojos entrecerrados. Débil.

 

Me acerqué lo más rápido que pude a él pero antes miré al bosque que se extendía delante de mi. Vi desaparecer entre los árboles la cola de un lobo. Un lobo cuyo pelaje no reconocí. Pelo completamente blanco.

 

-          ¿Cómo estás?

-          Como se te ocurre subir. ¿Y si no se hubiera id… - le callé con un abrazo.

 

Ayudé a que se levantara y bajamos al salón. Segundos después llegaron mis padres.

 

Ellos se acercaron corriendo a mi, me examinaron de arriba abajo en busca de algún rasguño o herida. Pero no encontraron nada.

 

Después llegó Carlisle, mi abuelo, y examinó a Alec. Estaba muy débil pero se iba a recuperar en cuanto comiera un poco.

Así que Alec salió con mi padre y mis tíos a “comer” y nos quedamos en casa las chicas y mi abuelo ya que decidieron que se bastaban los Quileutes para vigilar esa noche.

 

Tenía sueño, y mas que eso necesitaba dormir y soñar con las horas que había pasado con Jake.

 

Fui a mi habitación ya que no me acordaba del estado en el que se encontraba.

 

-          No puedo dormir aquí – dije muy bajito.

-          Duerme conmigo – dijo mi madre.

-          Mama… tu no duermes.

-          Lo se – y mi madre me sonrió.

 

Me cogió de la mano y nos dirigimos a su habitación. Me tumbé en la cama a su lado. Ella por encima de la manta para no helarme de frío. Me encantaba sentir su presencia, en realidad la de toda mi familia, pero ella era especial y ahora lo sentina mas que nunca. Mis padres siempre me habían hablado de lo difícil de su relación, aun que omitiendo algunos detalles de los que me entere mas tarde, y ahora que mi amor con Jake se veía frustrado de varias maneras sentía esa complicidad con mi madre que no había sentido nunca.

 

-          ¿Qué viste? – me preguntó mi madre. Me pareció extraña esa pregunta ya que mi padre seguramente lo había visto todo en mi mente.

-          En realidad poca cosa. Oímos un ruido, Alec subió. Estaba esperando a que me dijera algo y de pronto se oyó un golpe tremendo y decidí entrar. – la cara de mi madre cambió en ese momento.

-          ¿Cómo que decidiste entrar? ¿Estás loca?

-          ¿quieres saber que vi o no mama?

-          Si, solo que si te llega a pasa algo amor…

 

Yo la abracé a pesar del frío que transmitía su cuerpo. Me sentía tan segura en sus brazos que me era casi imposible separarme de ella. Había sido una madre espectacular a pesar de que había criado una hija poco convencional. Me deshice lentamente del abrazo por que los dientes empezaban a castañearme.

 

-          Bueno, cuando subí vi mi cuarto destrozado y los cristales rotos hacia fuera. Pensé que eso quería decir que los habían roto para salir, así que salí. – mi madre puso de nuevo expresión de enfado y angustia, pero no le di tiempo a decir nada y empecé a hablar de nuevo – Fuera encontré a Alec débil y cuando mire hacia el bosque vi la cola de un lobo, o a mi me pareció eso. Pero el pelaje no era de nadie de La Push. Era completamente blanco.

 

Esperé a que ella dijera lo que llevaba rondando por mi mente desde ese momento, pero no dijo nada, simplemente me mantuvo la mirada.

 

-          Creo que fue Meg, la “novia” de Jacob. Es a la única que no he visto convertida, mamá, la única cuyo pelaje desconozco.

 

Mi madre negó con la cabeza. ¿Cómo podía estar tan segura de eso? Era un razonamiento totalmente lógico. ¿Quién iba a ser sino? A todos los Quileutes los había visto entrar en fase mas de una vez. Conocía a la perfección el color de sus cabellos. El único que desconocía era el suyo. La única opción posible, pero mi madre parecía tan segura de que estaba equivocada.

 

-          ¿Cómo lo sabes? – grite exasperada ya que ella no me ofrecía ningún tipo de información.

-          Por que cuando tu padre vio en la mente de Alec al lobo pensó lo mismo, por que él tampoco reconoció el pelaje. Así que también busco en la mente de Jacob y vio que él no sabia nada.

-          ¿Y que si  no sabía nada? No se lo contó, normal.

-          Recuerda que los lobos cuando están en fase pueden comunicarse mentalmente. Jake se habría dado cuenta de donde estaba y de lo que iba a hacer.

 

En ese punto mi madre tenia razón pero algo se nos escapaba. Tenia la sensación de que la solución estaba mas cerca de lo que nosotros creíamos.

 

-          En realidad quería que fuera ella – acepté en un susurro

 

Mi madre sonrió en la oscuridad.

 

-          Lo se mi amor. Se que lo estas pasando mal y no deseo otra cosa que poder ayudarte, pero no puedo.

-          Lo se mamá.

 

Ella acarició mi cabello de forma maternal, como lo hacía siempre.

 

-          ¿Sabes donde me ha llevado Jake esta tarde? – dije emocionada, me moría de ganas de contarle a alguien lo que había pasado, que me había sentido como nunca, que amaba a esa hombre y que deseaba mas que nada en este mundo que el me amara de la misma manera. Que se me rompía el corazón en mil pedazos al verlo con otra, que lo necesitaba en cada segundo. Y lo mas importante, que ese había sido el mejor día de mi vida.

-          Cuéntamelo – dijo mi madre.

 

Y se lo conté. Sin omitir ningún detalle. Le conté lo del prado y lo del almacén. Las bromas, las risas, los besos… Todo.

 

-          Le amas ¿Verdad? – preguntó mi madre cuado por fin deje de hablar.

 

Me sonrojé en la oscura habitación y asentí. A pesar de la poca luz estaba segura de que mi madre había entendido mi respuesta.

-          Él a ti también.

-          Lo se.

-          Se que no es, ni será fácil, pero si de verdad se quieren tendrán que soportar muchísimas cosas. Si vuestros destinos están unidos, aun que sea duro, triunfará el amor.

-          Lo hará. No permitiré que el destino nos mande otra cosa que no sea estar juntos, mamá.

 

Dicho esto cerré los ojos y dormí toda la noche

 

A la mañana siguiente no desperté junto a mi madre. En cambio otro cuerpo se encontraba en su lugar. Él me miraba sonriendo, yo le sonreí.

 

-          Buenos días pequeña – susurró.

-          Buenos días – dije mientras besaba su mejilla

 

Me ayudo a levantarme y me acompaño a desayunar. Como de costumbre él solo miraba. Me encantaba desayunar con Alec.

Capítulo 20: sin un final feliz Capítulo 22: ¿dudas?

 
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