Me Alegro de que FUeras tu... (+18)

Autor: Danisabel
Género: + 18
Fecha Creación: 22/09/2010
Fecha Actualización: 23/09/2010
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 17
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Capítulos: 30

Rosalie Hale debe engendrar un heredero, o se verá sometida a la peligrosa furia sin límites de su hermanastro, Royce King II,  quien sufre la pérdida de su mal habida riqueza. Y el magnífico Emmett MacCarty es la perfecta elección para concebir a su hijo aunque para ello haya que encarcelar y violar al elegante caballero... Mientras tanto, Rosalie, prometiéndose a sí misma resistir, es traicionada por la terrible virilidad de Warrick, y este queda a su vez embrujado por la voluptuosa belleza de la dama. Así, mientras él planea una venganza adecuada, esperando ansiosamente el tiempo en que su captora llegue a ser su cautiva... empezará a sufrir el terrible tormento y el exquisito éxtasis de esta pasión.

Venganzas, drama, complicidad, amistad, pasión y amor....

Esta es una adaptación de la novela romantica Esclava del deseo escrita por Johanna Lindsey....

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Capítulo 21: CAPITULO 21

Él se había ido, pero Rosalie no fue devuelta a la mazmorra como había temido, Ni siquiera la hablan obligado a abandonar la cama para cumplir sus obligaciones matutinas, en cambio se le habla permitido despertar sola... en el dormitorio vacío. De todos modos, Emmett se había despedido de ella al amanecer.  Lo recordaba apenas, recordaba que él la había abrazado, apretándola con fuerza contra su pecho revestido por la cota de mallas, y la había besado tiernamente, ¿Tiernamente? Sí, en eso no se equivocaba, pues tenía los labios doloridos todavía, y sin embargo ese beso no había sido doloroso, Pero ella había retornado al sueño casi de inmediato después que él la dejó en la cama, pues el agotamiento de la noche que había pagado con él había sido excesivo, y por eso no demostró interés en la partida de Emmett, o en otra cosa.

Ahora que estaba despierta, pensó en ese beso, tan diferente a todos los que ella había aceptado y dado durante la larga noche.  Los labios hinchados podían demostrar que no había existido mucha ternura en los restantes besos.  Lo cual no le importaba.  Los placeres que ella había recibido superaban de lejos las pequeñas incomodidades que eran su secuela.  Y ahora que lo pensaba también le extrañaba que Emmett se hubiese mostrado tan insaciable. Seguramente no era porque ella hubiera manifestado descaradamente en voz alta lo que haría con el cuerpo masculino, y sin embargo él la había encontrado no mucho después que se separaron en el salón, la tarde de la víspera, y la había arrastrado a su cámara, donde le había demostrado las consecuencias de provocarlo de ese modo,

El había mostrado un deseo tan ardoroso de poseerla que eso sucedió apenas unos momentos después que llega n a la cama. Y fue realmente hacer el amor, pues él dio más de sí mismo que lo que tomó, sin mencionar una sola vez lo que se interponía entre ellos.

 

En determinado momento ambos comprendieron que ansiaban algo diferente del otro, y Emmett fue a despertar al cocinero. Pero era innecesario, pues alguien habla dejado una bandeja de comida en la antecámara, para ellos, además de un baño con todos los elementos necesarios.  Aprovecharon ambas cosas, aunque a esa altura de la situación el apetito estaba tan frío como el agua.  Los dos habían perdido la noción del tiempo...

Pero la noche aún no había concluido, y Rosalie no olvidaba lo que había iniciado esa odisea de complacencia sensual tampoco lo había olvidado Emmett, pero sólo después que él tuvo la certeza de que se necesitaría un milagro para infundir renovada vida a su virilidad, él accedió al pedido original de Rosalie.  Pero el hombre estaba equivocado en el juicio acerca de sus propias posibilidades, pues no pudo permanecer quieto mucho tiempo para beneficio de ella.

Dos veces lo Intentó, y en cada caso, cuando finalmente perdió el control, la poseyó como un salvaje.  Ella había comenzado con el cuello con sus labios, trabajando lentamente y descendiendo hacia los hombros, y después por los brazos musculosos, atravesando e1 pecho, Rosalie habría querido lamer cada centímetro del cuerpo masculino, pero no había llegado mucho más allá del vientre cuando él la arrojó sobre la cama y la penetró profundamente.  Sólo cuando él estuvo casi agotado ella al fin consiguió salirse con la suya, e incluso ahora se sonrojó al recordar su propia audacia y los sonidos de placer que había arrancado a Emmett.

Ahora parecía un sueño, el modo en que habían compartido el acto, tan distinto de lo que él era generalmente.  Ahora ni una sola vez él mostró su faceta cruel.  Y ella se sorprendió, porque recordó con cuánta frecuencia había conseguido que riera.  Había sido una noche que probablemente ella no olvidaría jamás.

Lo que Rosalie no sabía, y no podía definir ahora que él se había marchado, era si su nuevo comportamiento y el modo en que la trataba era una ansiada consecuencia de la seducción que ella ejercía, o se trataba de una actitud a lo sumo provisional.  Él le había dicho que estaría ausente menos de una semana, pero en ese momento ese lapso parecía un período infinitamente prolongado, porque ella deseaba saber si el plan de Esme realmente había sido exitoso.  Por supuesto, incluso si había sido eficaz, esa separación podía frustrar todos los esfuerzos, de modo que ella tuviese que recomenzar otra vez.

Rosalie suspiró mientras se levantaba y vestía.  Sabía que estaba impacientándose precisamente en el momento en que no era realista suponer que ella había domado tan pronto al dragón.  Una noche no cambiaba a un hombre.  Y un menudo recordatorio de la causa por la cual había querido vengarse de ella reavivaría el antiguo fuego.  Pero ella había realizado cierto avance.  Eso era innegable.  Y tampoco podía negar que seducir a Emmett no era tan difícil como ella había creído.  No, se podía decir que era placentero.

Rosalie no advirtió qué tarde era hasta que ingresó al salón y percibió que por los altos ventanales no entraba ninguno de los rayos del sol matutino que eran una presencia usual.  La espaciosa habitación estaba casi desierta, excepto unos pocos criados.  Esme era una de ellos, y se apresuró para interceptar a Rosalie que se dirigía a la cocina.

 

Rosalie se sorprendió y preguntó:

-Ahora que no está, ¿no es peligroso que nos vean conversando?

-Al demonio con él -replicó Esme-.  Lo que he sabido no puede esperar la oportunidad de que hablemos a solas.  Pero, ¿por qué no te angustia su partida?

Rosalie sonrió.

-Mira, está no es la mazmorra.

-No, no me refiero a eso, sino al lugar que lord Emmett se propone visitar. ¿Es posible que no lo sepas?

-¿Que no sepa qué, Esme?  Emmett me dijo únicamente que se ausentaría por poco tiempo, y no la razón por la cual debía marcharse. –Rosalie comenzó a fruncir el entrecejo-.  No puede ser para emprender una guerra, en tan breve tiempo.

-No, no es la guerra, pero de todos modos se trata de un combate.  Royce lo ha desafiado, y Emmett va a buscarlo.  Será un encuentro cara a cara.

Rosalie palideció.

-Por Dios, uno de ellos morirá.

Esme parpadeó, sobresaltada porque eso podía ser motivo de preocupación.

-Ciertamente -dijo con acento de impaciencia-.  Pero primero tendrán que verse.

Rosalie apenas la escuchó, pues no podía apartar de la mente la imagen del corpulento Royce, de su habilidad con la espada y del hecho de que Emmett pelearía con limpieza, pero era probable que Royce no hiciera tal cosa.  Sintió náuseas en el vientre al imaginar a Emmett... tendido en el suelo... ensangrentado...

Se acercó con dificultad a la silla que estaba junto al fuego, sin saber que había caminado hacia allí.  La mano fría de Esme se posó sobre la mejilla cálida de Rosalie.

-¿Qué te sucede, preciosa? -preguntó ansiosa la mujer mayor-. ¿Es el niño?

-No quiero que él muera.

-Ah -dijo Esme, Se sentó en un taburete que estaba al lado de Rosalie, y continuó con voz áspera- ¿Y por qué tiene que morir?  Salio de aquí preparado para afrontar una trampa, Ni siquiera es probable que haya combate.. por lo menos entro esos dos según lo que Carlisle me dijo, pero pensé que te preocuparía más que Emmett sepa quién eres realmente.  Cuando mire con atención a Royce, reconocerá en a uno de sus aprehensores en Kirkburough, y establecerá la relación entre las dos cosas. ¿Eso ya no te preocupa?

-No por la misma razón, Ahora sé que no me matará, por lo menos no lo hará por mis propiedades -agregó Rosalie con una sonrisa que era más enfermiza que otra cosa -, Temo su cólera si creo que, lo engañé con mi silencio, que es precisamente lo que hice. Por eso podría enviarme, de regreso a la mazmorra, y como le dices a sir Carlisle simplemente Carlisle? – preguntó contrariada

La sonrisa de Esme fue aún más enfermiza e incomoda

-Eso no importa… antes de lo que te crees, querida te van a llevar a la mazmorra-  Rosalie frunció el entrecejo.

-¿Por qué?

Esme miró primero hacia atrás para estar segura de que se encontraban solas.

-Lady Melisant ha estado protagonizando rabietas desde que se lo informó que debía casarse con un miembro de 1a familia Malduit, Está completamente furiosa con Emmett, y si ese hombre ha enseñado algo a sus hermanas, es la satisfacción de la venganza, Se propone lograr que, su hermano haya lamentado haberla comprometido con un jovencito el quien ella no considera digno de su persona,,. y se propone llegar a eso utilizándote.

Rosalie miró con los ojos muy grandes a Esme.

-¿A mí?  Pero ¿acaso tiene autoridad, ahora que Emmett se ha marchado?

-Algo, no mucha, poro es demasiado astuta para depender de eso, Anoche la oí conspirar con su hermana, y lo que se propone en realidad es inteligente.  Ignora cuál fue tu delito contra Emmett y por qué estás prisionera aquí; nadie lo sabe, pero aunque parezca extraño, se propone afirmar que fuiste apresada por robo, y que Emmett se lo dijo.

 

Rosalie cerró los ojos, porque no deseaba entender.

-Entonces, dirá que le robé algo.

-Sí, y su joya más valiosa, un collar de perlas que Emmett le regaló.  Alice confirmará lo que ella diga, dirá que fuiste la última que estuvo cerca de la habitación antes de que comprobase la desaparición de la joya.  Entonces, Melisant exigirá que revisen la sala de costura, así como el dormitorio de Emmett y mientras esté allí hallará el collar en el supuesto escondrijo, confirmando tu culpabilidad.

-Y ni siquiera tendrá que insistir en que me envíen a la mazmorra.  Lo harán de todos modos, hasta el regreso de Emmett, y es probable que él crea en lo que le cuenten.  Tan a menudo él dijo que yo era una ladronzuela.  Tendrá que castigarme, severamente... quizá con el látigo o...

-No tienes que preocuparse por eso, preciosa.  Tienes que temer lo que haga Melisant con la esperanza de herir a su padre.

Rosalie frunció el entrecejo. -Pero John Giffard...

-No está aquí.  Hay otro carcelero, un hombre que no es tan amable, y que según dicen se complace en abusar de los que caen en sus garras.

Rosalie palideció.

-Sí... ya lo he visto.

-Pero eso no es todo.  Melisant se propone sugerir que te interroguen para descubrir si robaste otras cosas. ¿Sabes cómo interroga este hombre a los detenidos?

-¿Mediante la tortura?

-Sí, espera que tú quedes tan lastimada... y usada que Emmett no quiera verte de nuevo en su cama.  Pero lo que es peor, desea que pierdas al niño que llevas en tu vientre.  De ese modo piensa lastimarlo, porque sabe -como todos- cuánto desea un hijo, aunque sea un bastardo.

-Me siento enferma.

-No te critico -dijo Esme con simpatía.

-No, enferma realmente. -Y Rosalie corrió hacia el retrete.

Esme estaba esperando con un lienzo húmedo cuando ella reapareció.  Rosalie lo aceptó agradecida y preguntó:

-¿Cuánto tiempo pasará hasta que actúe la trampa?

-Hasta que Melisant se prepare para la cena.  Esa será su excusa para reclamar su collar.. y descubrir que falta.  Pero a esa hora tú estarás fuera de aquí.  Ya te preparé el saco con alimentos y ropas, alguna de tus prendas pero también más piezas del atuendo de una criada; tendrás que usar eso para salir de aquí.  Oculté el saco en la bodega, y me disponía a ver que era lo que te retenía tanto tiempo...

-Me dormí...

-Ah, ¿quieres decir que nuestro plan funcionó?

-Tu plan, pero sí, parece que así fue. -Rosalie rió sin alegría-.  No es que ahora eso importe mucho.

-No, este asunto se resolverá cuando regrese Emmett.  Y no necesitas ir muy lejos.  Hay un bosque a una legua al este de aquí, y es tan extenso que allí podría esconderse un ejército completo.  Permanece cerca del límite, y yo le diré a Emmett que vaya a buscarte una vez que lo obligue a comprender por qué era necesario que te marchases.

-Esme, ¿no puedes acompañarme?

-Mi ausencia llamaría la atención demasiado pronto, y eso a su vez daría la alarma en vista de tu propia ausencia; en cambio, si yo permanezco aquí, nadie dirá nada hasta que se formulen las acusaciones.  Tendrás más posibilidades si sales sola, y es necesario que yo esté aquí para asegurar que Emmett conozca la verdad antes de que Melisant presente sus mentiras.

-Olvidas que él no escucha excusas, por lo menos, no las que nosotras podamos ofrecer -dijo Rosalie con voz tenue-.  Si debo marcharme, es mejor que no regrese.  Tures no está muy lejos de aquí.

-¡ Son tres o cuatro días largos a pie! -exclamó Esme.

-Pero mi gente me ayudará, o me ocultará hasta que yo pueda imaginar el modo de rescatar a mi madre, que está en el castillo de King.

-Rosalie, no puedes viajar tan lejos sola y a pie.  Confía en Emmett.  Si le das tiempo te ayudará.  Lo siento así.

Rosalie meneó la cabeza.

-No comparto tu confianza.  Y ahora que lo pienso, no quiero a un hombre que tiene hermanas igual de perversas, y sobre todo no quiero que él tenga nada que ver con la crianza de mi hijo.

-Solo Melisant es perversa, realmente perversa, Alice es un alma tan inocente que deja que su hermana la manipule, además está un poco molesta porque Sir Jasper le pidió a Emmett comenzar a cortejarla y él le dio una negativa. Y recuerda que ninguna de esas muchachas tuvo madres que las guiaran, en cambio tú...

-Esme, ahora no hay tiempo para discutir eso -la interrumpió Rosalie con impaciencia-.  Dime únicamente cómo debo salir de este castillo.

La expresión irritada de Esme reveló que le molestaba dejar inconcluso el tema.

-Hay un solo guardia por la entrada del fondo.  Tú pasarás por allí mientras yo lo distraigo.  Pero si estás decidida a marcharte definitivamente, espera en los bosques un día; no, mejor que sean dos días, hasta que se calme la situación.  Después, me reuniré contigo.

Rosalie la abrazó aliviada. -Gracias -dijo.

-Agradéceme después que me escuches durante todo el camino a Tures, y sepas cuán absurda me parece tu actitud -masculló Esme….

 

Los bosques no eran un refugio propicio para una mujer sola, sobre todo cuando el más leve ruido podía anunciar a un ladrón o un asesino dispuesto a arrojarse sobre ella.  El cielo se había ensombrecido con la amenaza de la lluvia apenas se puso el sol, de modo que no había luna que señalase el paso del tiempo; pero de todos modos el tiempo transcurrió lentamente para Rosalie.  Pasaron varias horas durante las cuales ella intentó dormir y no pudo, el único consuelo fue que no llovió.

El suelo era demasiado duro y no se sentía cómoda, incluso con las prendas de lana que Esme le había suministrado y que formaban una especie de lecho; además, Rosalie tenía frío.  Se había puesto de nuevo sus propias prendas, como un acto de desafío, que se prolongaría a lo sumo hasta la mañana, en que tendría que vestir de nuevo el atuendo de la sierva, por la escasa protección que podía aportarle.  La chaqueta amarilla y el manto escarlata que ella usaba te infundían de nuevo la sensación de que era ella misma, una identidad sacudida por las amenazas del señor MacCarty

Rosalie deseaba tener el valor necesario para esperar su retorno, pero carecía de la certidumbre de Esme en lo que a él se refería.  Quizá no era tan cruel como ella había creído al principio que sería, pero aún era capaz de brutales represalias y juicios despiadados, y Rosalie no dudaba de que si él creía que ella había robado ese condenado collar, el hecho de que compartiese su cama y llevase en el vientre a su hijo no le impediría aplicarle el mismo castigo que habría infligido a cualquier otra persona culpable de ese mismo delito.

Rosalie descubrió que también alimentaba algunos pensamientos de venganza en relación con esa joven dama, que la obligaba a pasar la noche en ese bosque inhospitalario.  Las damas jamás abandonaban sus residencias sin una escolta armada que las acompañara.  A menudo incluso las servidoras recibían un par de acompañantes si se las obligaba a cumplir diligencias fuera del castillo.  Pero ella estaba sola y tenía únicamente la pequeña daga que había encontrado en el saco de Esme como única protección ademas había incluido otra de las chaquetas de buena calidad que Rowena podía vender para comprar una escolta si llegaba a un poblado; pero esa era una palabra decisiva: "si"; y entre tanto podían sucederle muchas cosas desagradables, sobre todo una vez que abandonara el refugio de los bosques.

Cuando pensaba en alguna de esas cosas desagradables, comprobaba que era fácil concebir la esperanza de que Melisant recibiese su justa recompensa por lo que había provocado.  Si Rosalie moría antes de llegar al final de esa desventura, tal vez conseguiría regresar y torturar a Melisant... sí, eso sería una justa recompensa, una venganza eterna.  A Emmett le encantaría la idea.

Ese pensamiento la indujo a sonreír, y en efecto mantuvo esa expresión cuando al fin consiguió dormirse, un rato después, hasta que la joven abrió los ojos a la tenue luz de un alba color lavanda, hombre inclinado sobre ella.

Rosalie se incorporó de prisa, y sintió un dolor en las sienes.  Pero no era un sueño.  Las piernas continuaban junto a ella, y se repitió el sonido de los caballos que la había despertado.  Se volvió y vio otros hombres desmontando cerca, casi una docena, que estarían en pocos instantes al alcance de la mano.

No se detuvo a averiguar quiénes eran.  Después de la noche inquietante, Rowena se dejó dominar por el pánico, aferró la daga que ocultaba en la cintura, y descargó un ataque salvaje sobre las piernas que estaban cerca.  El hombre pegó un alarido, pero uno de sus compañeros interrumpió el grito porque saltó hacia él y le cubrió la boca con la mano. Ella mordió una mano, apartó otra, pero después una tercera la golpeó, y se disponía a castigarla otra vez cuando el brazo fue retenido por uno de los dos restantes.

-Espera, la conozco.

-Qué tontería, hombre. ¿Cómo puedes ... ?

-Por Dios, es nuestra señora.

Lo dijo con mucha certeza, pero Rosalie sintió todavía más asombro. ¿La señora de esos hombres?  Pensó en Tures, pero no reconoció los rostros inclinados sobre ella... y entonces recordó a uno, y gimió para sus adentros.  Incluso lo confirmó un cuarto rostro que se inclinó sobre la joven, y una voz incrédula que ella había creído que jamás volvería a escuchar.

-¿Rosalie?

El no esperaba una respuesta.  Había llegado al lugar mientras agarraban a Rosalie, y cuando el recuerdo de la escena se combinó con la sorpresa, de un empellón obligó a retroceder a uno de los tres hombres que aún estaban junto a la cabeza de la joven.  Y entonces el hermanastro de Rosalie la alzó y la sostuvo tan fuertemente contra su pecho que ella apenas pudo respirar.

-¿Cómo llegaste aquí?

La pregunta se impuso a los pensamientos de Rosalie, que eran una mezcla de miedo agregado a la irritación, Si alguien debía hallarla, ¿por qué debía ser Royce?  Y ella no sabía qué decirle; solamente comprendía que no debía revelarle nada de lo que le había sucedido realmente durante ese mes en que no lo había visto.

Pero podía decirle una cosa, y lo hizo.

-Me tuvieron prisionera en el castillo de MacCarty, pero finalmente pude escapar.

-¿El te apresó?  Yo estaba loco de angustia, y durante todo este tiempo, ¿él te retuvo? -La había apartado un poco mientras la interrogaba, pero ahora la abrazó de nuevo, con un atisbo de pesar sincero que había sentido-.  Creí que estabas muerta.  En Kirkburough no había nadie que me dijera lo que te había hecho el señor MacCarty

Que la preocupación de Royce era sincera determinó que Rosalie se sintiese extraña al considerar cuánto odiaba a ese hombre.

-No me sorprende -contestó Rosalie con cautela-.  El me envió a su mazmorra antes de que los criados de Kirkburough salieran de su escondrijo y presenciaran la escena.

-¡Su mazmorra! -rugió asombrado Royce-.  Sus hombres le susurraron que no hablase tan alto, pero él se limitó a mirarlos hostil, y después volvió los ojos hacia Rosalie.

-Ese hombre seguramente está loco. ¿No le dijiste quién eras?

Ella a su vez lo miró hostil a causa de la estupidez que estaba demostrando.

-¿Piensas que yo debía confesarlo todo, cuando sabes que la intención de ese hombre era destruirte y destruir a toda tu familia?  Ya se había apoderado de algunas de mis propiedades porque tú las retenías. ¿Crees que él no me habría asesinado para arrebatarte el resto con tal facilidad?  De modo que le di e sólo lo que él ya suponía, que yo era la señora de Kirkburough. -Después, Rosalie mintió para confirmar el supuesto inicial de que Emmett había llegado a Kirkburough en busca de Royce-.  Me envió a su mazmorra porque estaba tan furioso en vista de que tú no te encontrabas al alcance de su mano de manera que él pudiese matarte,

Royce en verdad tenía una expresión de culpabilidad, y después la confirmó al decir:

-Lo siento, Rosalie.  No pensé que te dañaría, pues en ese caso no te habría dejado allí; pero esos días no pensaba con claridad.

¿Cuándo él pensaba claramente, o sin que la codicia se impusiera en su mente?  Rosalie preguntó en cambio:

-¿Qué haces aquí, Royce?  No querrás sitiar un castillo tan fuerte como el de Fulkhurst.

-No, no es eso, pero me apoderaré del lugar hacia la noche.

 -¿Cómo?

-Le envié un desafío.  Si no es estúpido, seguramente sospechó una trampa, y habrá llevado consigo a la mayoría. de sus hombres. -Se detuvo y preguntó excitado-: ¿Puedes confirmarlo? ¿Sabes cuántos hombres llevó consigo?

-No lo vi partir -replicó ella, contrariada- y tampoco tuve tiempo para contar cuántos quedaron atrás una vez que él se marchó.

El se mostró decepcionado, y continuó mirándola

-No importa -dijo al fin-, Seguramente se llevó a la mayoría de sus hombres. ¿Por qué habría de dejarlos detrás si, como tú señalaste, Fulkhurst es su castillo más fuerte, y puede mantener a raya a un ejército sólo con un puñado de hombres?

-Entonces, ¿cómo piensas tomarlo?

El volvió la cabeza para sonreír a Rosalie.

-Con un puñado de hombres.

-Ah, por supuesto.  Qué estúpida soy.

Él le sacudió el brazo, para mostrarle que no le agradaba ese tono sarcástico.

-Había proyectado acercarme al anochecer, para pedir alojamiento.

-Te dirán que vayas hacia una aldea cercana -pronosticó Rosalie.

-No, puesto que vengo en nombre de Stephen, con un mensaje sellado que lo demuestra.

-¿Es así?

-¿Qué?

-¿Vienes en nombre del rey?

-Claro que no -replicó Royce impaciente- Pero el mensaje es auténtico.  Tuve la buena suerte de encontrarlo, después que mataron al mensajero.

-¿Tú lo mataste?

El se interrumpió de nuevo para decir ásperamente a Rosalie:

-¿Por qué debes atribuirme los hechos más perversos?

-No es así, sólo te atribuyo lo que sé que eres capaz de hacer -replicó ella.

-¿Qué importa cómo me apoderé del mensaje?  Con él conseguiré entrar en Fulkhurst, o quizá devuelva en cambio una prisionera que ha fugado-agregó perversamente.

Ella deseaba que Royce hiciera precisamente eso.  Así podría advertir a los que estaban dentro del castillo, y no importaba lo que eso le costara, mientras de ese modo lograra frustrar los planes de Royce.

Royce sin duda pensó que había conseguido amedrentaría con su amenaza, pues Rosalie no dijo más hasta que llegaron a los restantes hombres que habían quedado a cargo de los caballos.  Rosalie identificó a varios hombres de Kirkburough caballeros de Aro, hombres que por derecho ahora debían estar sirviendo al hermano de Aro, no a Royce.

 

Rosalie se sintió como paralizada cuando advirtió eso.  Por Dios, ¿ellos sabían a qué atenerse? ¿O estaban siguiendo ciegamente a Royce, en el erróneo supuesto de que él tenía cierto derecho a Kirkburough a través de Rosalie, simplemente porque Aro les había ordenado que luchasen hasta la muerte por la causa de Royce?  Seguramente sabían que Aro estaba muerto, pues Royce decía que él había regresado a Kirkburough después de la destrucción de la fortaleza.  Pero en ese caso, ¿el contrato matrimonial los obligaba?  Sin embargo, ese contrato perdía validez si Aro no llegaba a consumar el matrimonio.  Y eso lo sabían únicamente ella, Royce  Esme y Emmett.  Royce ciertamente no les habría dicho nada.  También era probable que hubiese dado a entender que Rosalie ya había concebido un hijo.

 

ROyce se disponía a descargar un golpe brutal contra Emmett, la captura de su baluarte, y también de sus hermana, y  ella le había aportado los medios necesarios.  Como había podido actuar con tal rapidez, Kirkburouh ya no importaba, y tampoco necesitaba un niño para retenerlo.

Emmett…. se vería destruido.  Lo abrumaría la cólera y Royce podría imponer condiciones para liberar a las hermanas de Emmett, incluso podía exigirle la vida.

Ella tenía que hacer algo.  Tal vez no importase la suerte de Emmett, pero ahora recordó su alegría, su pasión, y ese tierno beso al partir; y maldición, eso le importaba... por lo menos no deseaba verlo morir.  Tampoco quería que Royce ganase esa guerra.

 

Deseaba gritar a los hombres de Aro que no debían estar allí, que el contrato que los había llevado a esa situación ya no era válido.  Pero si hacía tal cosa, Royce la desmayaría a golpes; no dudaba de eso.  Impulsado por la cólera, incluso podía matarla, y en ese caso ella ya no serviría para nada.  Pero ¿qué podía hacer? ¿Advertir al castillo, o convencer a los hombres de Aro, sin que él lo supiera, de que ellos no debían encontrarse allí? 

Rosalie esperó mientras Gilbert la observaba y ella contemplaba a los hombres que aún permanecían en el lugar.

-Entonces, ¿este es tu ejército? -preguntó ella con aire de inocencia- Creí que mi matrimonio te había permitido acumular fuerzas mucho mayores.

A decir verdad, él no podía culparla por esta observación, pese a que no le agradó.

-No seas tonta, Mi ejército está oculto en lo más profundo de estos bosques.  Dos horas después de oscurecer avanzarán hacia el castillo en espera de mi señal que les indique que las puertas están abiertas.

-Es decir, si puedes entrar.  Aún creo que te rechazarán.  Se mostrarán cautelosos en ausencia del señor.  Es probable que él también les haya advertido que vigilen la posibilidad de un engaño, pues tú lo llamaste con tu ardid del reto, y no confía en ti. El señor MacCarty es un hombre astuto.

-¿Tratas de molestarme?

-En efecto. ¿Crees que olvidé lo que me obligaste a hacer?

-¡Calla! -dijo él, arrastrándola a cierta distancia de los soldados, para decirle de nuevo: Si recuerdas tanto, recuerda también que aún tengo en mi poder a tu madre.

Era innecesario decir más.  Rosalie asintió, y en su rostro se dibujó una expresión deprimida. ¿Qué la había inducido a pensar que podía hacer algo para impedir el desastre que Royce quería provocar?  Con ella, en definitiva el siempre se imponía, siempre sabía lo que podía decir para desanimarla, para dejarla absolutamente derrotada.

Capítulo 20: LADY VENGANZA Capítulo 22: CON LAS MANOS ATADAS

 
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