Capitulo 3 Odiándote con cada fibra de mi ser.
Bella PoV
Rechace la idea de ir a practicar con Cullen, diciendo que necesitaba ir en busca de la música y pensar un poco en la coreografía. A él no pareció hacerle mucha gracia pero aun así aceptó y me dejo ir. Al subir a mi coche conduje sin mirar atrás en completo silencio, estaba confundida por lo que había pasado con Edward, nunca habíamos estado tan cerca el uno del otro, puesto que nunca nos soportábamos… éramos como polos opuestos. Yo una chica de casa, dedicada a la escuela y el baile de salón, y él… bueno, él era el típico galán que todo instituto debe tener, el que sale con una hoy y con otra mañana, el que no se toma nada ni a nadie en serio. Un engreído. Prepotente, un…. Respire hondo tratando de calmarme para lograr llegar en una pieza hasta mi casa.
Agradecí que mi madre se encontrara en su tienda de instrumentos musicales que había fundado hace varios años con la señora Cullen, papá tampoco estaba así que no hubo quien me preguntara como me había ido. Tome un vaso de limonada y subí a mi habitación cerrando la puerta con seguro tras de mi, si alguien llegaba le quedaría claro que no quería ser molestada mientras trabajaba.
Puse mi bebida en la mesita de noche y cogí una libreta y mi laptop para tirarme sobre la cama. Tenía muchas cosas que hacer y necesitaba montar al menos un cuarto de la coreografía para mañana.
Al abrir mi bandeja de entrada me tope con un correo que habían mandado los organizadores del concurso, diciéndome que Edward Cullen e Isabella Swan estaban formalmente inscritos en el concurso, que era necesaria nuestra presentación dentro de dos semanas en Chicago para la primera etapa eliminatoria que consistiría en un baile de Rock and Roll y otro libre. Suspiré, tendría mucho en que trabajar.
Lo primero que hice fue crear una lista de reproducción de posibles canciones que podríamos usar, también analicé varios videos en la red de otras parejas bailando rock and roll y anote mentalmente los pasos que podríamos usar al principio de la canción. Traté de estar concentrada en todo momento en la pantalla de mi computadora pero de vez en cuando mi mente divagaba hacia aquellos carnosos labios que se habían estampado contra los míos con un infinito grado de posesión, como si besarme hubiese sido su mas grande anhelo.
(...)
El sonido de mi despertador me levanto a la mañana siguiente. Salte de la cama por el susto mis pies se habían quedados enrollados en la sabana y hechos un completo lio, en un impulso de tratar de apagar el despertador que pillaba como loco y tratar de liberar mis pies de su prisión, perdí el poco equilibrio del que soy poseedora y termine estampando mi rostro, junto a todo mi cuerpo, en el suelo haciendo que sonara un golpe seco al caer.
¿Por qué tenia que sucederme eso a mi? ¿Era capaz de hacer una voltereta y un salto en la pista de baile pero no era capaz de liberar mis piernas de una simple sabana?
La puerta se abrió de golpe y escuche la voz preocupada de mi madre.
— ¿Bella, donde estas?
—Aquí —conteste sin levantar mi rostro del suelo.
La escuche acercarse y después me llego el rastro de una risa disimulada.
— ¿Qué haces ahí? —pregunto ayudándome a levantar.
—Decidí bajar de una manera muy original de la cama esta mañana —conteste irónica.
—Pues espero que no lo vuelvas a hacer —murmuro dejando salir la risa contenida.
La mire con cara de pocos amigos y me puse de pie —Genial, ¡Hasta mi madre se burla de mi! —dije levantando los brazos hacia el cielo de modo dramático.
Después del accidente con la cama, me di una ducha rápida y baje a desayunar. Mi padre ya se había ido y mi madre se alistaba para ir a la tienda.
—No llegare temprano hoy, iré a mostrarle la coreografía a Cull… a Edward —dije cuando termine mi desayuno.
— ¿Ya la tienes lista? —pregunto.
—Casi, anoche estuve viendo algunos videos y cogí varias ideas —murmure metiendo la portátil a mi mochila y cogiendo mis libros.
— Y… ¿Cómo te fue con Edward ayer? ¿Podrán sobrevivir sin matarse uno al otro? —preguntó mi madre con una sonrisa asomándose en su rostro.
—Si, mamá…. O al menos eso espero. Es tan… —suspire y negué con la cabeza —tengo que irme, chao.
Llegue a la escuela y como siempre me esperaba mi molesta pero encantadora mejor amiga, le sonreí a distancia y fuimos juntas a clases. Todo era tan monótono en mi vida que por un instante me resulto excitante el hecho de tener algo que hacer después de clases.
El día paso sin pormenores, las clases se fueron lentamente igual que todos los días. En gimnasia comenzamos a jugar baloncesto, esta era la única clase que Alice y yo no compartíamos y estaba feliz de eso… pero por otro lado, también era la única clase que Edward Cullen y yo compartíamos.
—Vamos a formar parejas —ordenó el entrenador.
Las chicas se pusieron de pie prontamente y formaron pareja con sus amigas, con los chicos paso lo mismo. Yo solo me quede de pie observando como iban de aquí a allá, en momentos como ese odiaba que Alice fuera mi única amiga y que no tuviéramos esa clase juntas.
—Swan, ¿Y tu pareja? —preguntó el entrenador al verme de pie entre un grupo de chicas, totalmente desorientada.
—Yo… creo que… no tengo una —contesté, rogando internamente que me dejara fuera de la actividad por considerarme demasiado estúpida como ser el mismo mi pareja.
El entrenador suspiro y paso la mirada entre la fila de chicos, una sonrisa ocupo su rostro y supe que estaba perdida.
—Cullen, ¿Tiene pareja? —El aludido no tuvo tiempo de salir de su estupor, el entrenador agrego rápidamente —Bien, júntese con Swan. Trate de no ser muy brusco con ella.
El profesor pasó una pelota de baloncesto a Cullen y al resto de las parejas antes de empezar a ladrar órdenes. Edward se acerco lentamente hasta donde yo estaba, ¿Tendría que aguantarlo también en gimnasia? ¡La vida estaba definitivamente en mi contra!
— ¿Piensas mover tu trasero hasta aquí o tengo que ir por ti para ponerte en tu lugar? —pregunto botando la pelota en el suelo.
—Se amable, Cullen. Soy una chica —conteste con una sonrisa sardónica moviéndome hasta mi lugar correspondiente.
—Una chica, ¡Claro! —contesto con ironía y me arrojo el balón en mi dirección.
El mismo sabia de mi falta de coordinación en los deportes ¡Me había visto caer y llevarme gente conmigo al tratar de jugar! Por ende sabia que no atraparía la pelota en el aire que venia hacia mi, hice lo primero que se me vino a la mente ¡Apartarme de su trayectoria! Y eso fue lo hice.
— ¿No puedes coger una simple pelota de baloncesto? —gruño enojado mientras iba por ella.
Me mordí la lengua para no contestarle, él me conocía, habíamos compartido gimnasia desde siempre y mi repulsión y poca habilidad en el tema no era un secreto para nadie.
—Esta vez, trata de agarrar la pelota y no le tengas miedo —dijo poniéndose en su lugar de nuevo.
— ¡Yo no le tengo miedo a la pelota! —espeté ceñuda sin apartar la mirada de la pelota.
—Pues eso pareciera —contesto volviéndola a arrojar.
"¡Viene hacia acá, viene hacia acá!" dije en mi fuero interno "Solo debes extender los brazos y coger la pelota, no es nada del otro mundo… esta cerca, solo debo..." al ultimo momento me acobardé y volví a apartarme de la trayectoria de la pelota.
— ¿Acaso eres idiota? —Pregunto viéndome — ¡Solo es una pelota, Swan!
— ¡Yo no puedo con esto! —conteste enfurruñada. Di media vuelta y fui a sentarme a las gradas.
— ¿Qué? ¿Vas a quedarte ahí toda la clase?
— ¡Eso mismo planeo! —conteste cruzando los brazos sobre mi pecho y viendo con aire ausente al resto de clase.
—Recuerda que no solo es tu calificación, ¡No seas egoísta! —contesto cruzando los brazos.
—No creo que te afecte mucho en tu promedio final un seis en gimnasia —dije sin siquiera mirarlo.
Abrió la boca para contestarme pero no emitió ningún sonido. Se limito a soltar un suspiro al ver que no lograría hacerme cambiar de opinión y dio media vuelta alejándose de mí.
—Estúpida zorra de biblioteca —le escuche susurrar mientras se alejaba de mí.
Lo observe boquiabierta, no pensé mucho en lo que hacia. Cogí una de los balones y le apunte, no era buena en tiro al blanco pero mi puntería no era tan pésima como mi habilidad en los deportes. Cerré los ojos y al volverlos a abrir lance el balón directo a su cabeza, un buen golpe en la nuca no lo mataría pero al menos serviría para que supiera que no debía meterse conmigo.
Con lo que no contaba era con que él se volviera en mi dirección cuando el balón ya estaba en el aire, haciendo que el mismo se estampara de lleno en su perfecto rostro.
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