Italia
Ya habían pasado dos semanas desde que nos enteramos que los chicos eran lobos, ahora si eran “la manada”.
Era otro día del trabajo, estaba en una tienda de ropa de fiesta en las tardes y en la universidad en la mañana. Mañana empezaban mis vacaciones de verano y me iba de viaje a Italia, ya que gané un viaje en un concurso. Tenía un mal presentimiento, pero no le hacía caso. Un viaje era un viaje, necesitaba cambiar de aire.
Dejaría a Jackson, Cynthia y Ashley con Charlie. Bella, Rose y la manada dijeron que se pasarían cada tanto por allí. En el aeropuerto estaban todos. Abracé a Bella y a Rose a la vez.
—Adiós, nenas. Las voy a extrañar —lo solté y corrieron hacia mí mis tres niños —. Chau mis bebes, mamá los va a extrañar demasiado —los solté para abrazar a las chicas —. Adiós, lobitas. Cuando vuelva tenemos que ir todas juntas de compras, en especial Leah que es especialista en romper ropa —. Apenas terminé de decir eso que los chicos me hicieron un abrazo quiebra huesos —chicos... no... puedo... respirar. Yo también los quiero lobos.
—Alice —dijo Jacob —, no lo digas tan fuerte.
—¡Gente, estos chicos son hombres-lobo! —Grité, pero nadie se dio vuelta y, los que lo hicieron, me miraron como si estuviera loca —No pasa nada. —Dije y rodé los ojos a sus caras enojadas. Antes de que pudieran decir nada, se escuchó una voz que decía “Personas del vuelo a Florencia, Italia favor de abordar” —Chau.
Corría hasta el avión y subí. Empecé a escuchar música con mis auriculares y en un segundo me dormí.
Me desperté cuando una azafata me dijo que el avión ya había aterrizado y, sorprendida de haber dormido todo el viaje, agarré mi bolso y bajé. Fui hacia donde estaba el equipaje, busque mis maletas y las agarré. Cuando estaba luchando con ellas, escuché una voz.
—¿Tu eres Alice Swan? —Dijo una voz angelical, como de niño. Me di la vuelta y los vi. La que me había hablado al principio creí que era un niño, pero viéndola más detalladamente supe que no. Con el cabello castaño claro lacio y corto. El cuerpo bajo la capa que traía, que era muy oscura, se adivinaba esbelto. Era hermosa, con labios rojos y carnosos y ojos grandes, de un raro color rojo. Atrás de ella, habían dos hombre. Uno era alto y de espalda fornida, me recordó a Emmett. El otro era más bajo, pero igual de fuerte. Tenían capas que les tapaban la cara y un aura de peligro que te incitaba a huir.
—Cullen, Alice Cullen —en el rostro de la chica hubo una sombra de una mueca al oír el apellido —. ¿Tú eres...
—Jane Volturi. Te llevaremos al hotel.
—No me avisaron de que iban a mandar a alguien.
—Toma —me dijo dándome una tarjeta, era del hotel —, Felix llevará tus valijas en otro auto.
—Claro, te sigo.
—Por supuesto —dijo y empezó a caminar al estacionamiento. Era una noche sin luna. Entró a un auto y yo le seguí. Íbamos solas. Traté de ver por la ventana, pero estaba demasiado oscuro para distinguir algo, no sé como hacía para manejar. Di una mirada a mi acompañante, pero desvié la vista al ver su escalofriante sonrisa.
Paró el coche y se bajó. Abrí la puerta y miré a mi alrededor, estábamos en el medio de la nada.
—Demasiado fácil... —susurró.
—Jane... ¿Qué hacemos aquí? —dije con miedo.
—Lo siento, no es nada personal. Aro cree que tienes un gran potencial.
—¿Quién es A... —empecé a decir, pero saltó sobre mi y entendí lo que era ella, un vampiro. Sentí un dolor punzante en mi cuello.
Eso fue lo último que recuerdo.
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