A ver, reflexionemos. ¿Quién podía ser ese chico?
Tiene que ser alguien que actualmente o antiguamente, pero no demasiado, que supiera donde vivo, y que me conociera también, porque sabe mi nombre…
¿De qué puedo conocerle? Lo que pude ver aquella noche de él, es que tenia unos ojos de color marrón oro, claros, destellantes que miraban con ternura, que me sacaba una cabeza de alto, más o menos e iba muy bien trajeado.
Su cabello…su cabello era corto, pero no llegué a verle el color… Una de las posibles personas que más me suena… podría ser… sí… podría ser Edward. Pero ahora que pienso… Edward… ¿Edward no murió cuando nosotros íbamos a 2ndo de la ESO? Entonces no me cuadra…
¿Cómo podría ser él, si no estaba entre nosotros…?
Cuando estaba muriendo, se lo encontraron estirado, con la cara pálida, y una picadura a la altura de la yugular, de dos colmillos y llegaron a la conclusión de que le picó una pitón mientras hacía senderismo por el campo que hay a cinco manzanas…
Bueno, cuando lo vuelva a ver, le invitaré a un café en la cafetería que hace esquina al final de la calle.
Estaba atardeciendo y entraba una luz rosada por la ventana del comedor.
Yo estaba tumbada en el sofá viendo la televisión, con una manta de lana remendada a mano por mi mamá, Renné, a la que quería mucho y habia cuidado de mí siempre. Mientras veía en la televisión, una serie llamada “Saturday Madness”, escuché un ruido que se originó en mi habitación.
Subí rápidamente las escaleras que llevaban al piso de arriba, para ver que ocurría, si cayó algún estante o algo por el estilo. Y al abrir la puerta me lo encontré, enfrente del balcón, el balcón, efectivamente abierto, por donde él había entrado, supuestamente, contemplando el horizonte mientras el aire le acariciaba el rostro y hacia que su melena danzara, al movimiento de la brisa invernal.
Él me dijo sin darse la vuelta: -Hola Bella. No os asustéis. Soy yo otra vez, el sujeto que vino a visitar la otra noche, aquel que casi os besa.Si os digo la verdad, me arrepentí de haberme llevado ese beso conmigo, tendría que haberlo compartido y gozado con un encanto como vos. ¿Sabéis que vuestra habitación tiene muy buen olor?
-¿Qué haces aquí? Sigues siendo desconocido, ¿Recuerdas? Y a demás, no mereces que te escuche cuando tú no diste respuesta a mis preguntas. Tendría que echarte a puntapiés de mi cuarto. - No me reconocéis ¿verdad? Soy Edward e íbamos juntos al colegio. ¿Os acordáis? Yo os explico y espero responder a vuestras preguntas. La noche del 11 de noviembre de 1970, ahora hará 3 o 4 años, no fallecí del todo, Bella. Dijeron que mi muerte fue provocada por la picadura de una pitón y por una parte es verdad, pero por otra es diferente y no la puedo explicar. Ya te la explicaré más adelante. Bella, en esos tiempos os amaba y no os podía quitar de mi mente, lo cual llegué a la conclusión de encontraros y dejar mi corazón en vuestras manos para que comprendierais mi pasión que sentía hacia vos. Aproveché, no para buscaros, sino para encontraros, ya que todos pensaban que fallecí. También me arriesgaba a que vos no me creyerais pero por lo que puedo observar, os he convencido. ¿Es así? Me dejó boquiabierta y con los ojos como platos.
Lo primero que pensé, fue que estaba loco, pero a lo largo que iba contando, me fue convenciendo poco a poco hasta lograr que le creyera cada palabra que salía de sus labios. Me tenía como hipnotizada.Su voz era, como la música celestial que animaba a que las serpientes salieran de su cesto y bailaran para él.
-En fin, Bella, ya expliqué toda la historia sobre mí. En este momento,¿ ya me consideras conocido? Ahora vos tendréis que un poco sobre la vuestra para conocernos del todo, amiga mía. Ahora tengo que marcharme, me esperan en casa. - ¿Y cuando quieres que nos volvamos a ver? - Siempre nos vemos, mi adorada Bella. Vos sois la luz que me ilumina todos los atardeceres, sobre todo si estoy cerca de vos, que es siempre.
Recordad, miréis donde miréis, yo estaré cerca vos, como si fuera el sonido del viento que os acompaña cada tarde. Desapareció de mi cuarto y yo seguía petrificada en el mismo sitio donde me dejó, con una caricia se despidió, dejando su pañuelo rojo como prueba de su corta estancia en mi habitación
|