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Alice continuo leyendo después de que Edward callara a Emmett con un almohadazo y Esme regañada a los dos por comportarse como brutos barbajanes.
Tal vez podría utilizar eso a mi favor si tuviera el aspecto que se espera de una chica de Phoenix, pero físicamente no encajaba en modo alguno. Debería ser alta, rubia, de tez bronceada, una jugadora de voleibol o quizás una animadora, todas esas cosas propias de quienes viven en el Valle del Sol.
--- Tú no necesitas nada de eso, ya eres perfecta así --- dijo Edward sonriéndole a su novia, la cual estaba toda sonrojada.
Por el contario, mi piel era blanca como el marfil, a pesar de las muchas horas de sol de Arizona, sin tener siquiera la excusa de unos ojos azules o un pelo rojo. Siempre he sido delgada, pero más bien flacucha y, desde luego, no una atleta. Me faltaba la coordinación suficiente para participar deportes sin hacer el ridículo o dañar a alguien, a mí misma o a cualquiera que estuviera demasiado cerca.
--- Lo sabemos --- dijeron todos asiéndola sonrojar
Después de colocar mi ropa en el viejo tocador de madera de pino, me lleve el neceser al cuarto de baño para asearme tras de un día de viaje. Contemple mi rostro en el espejo mientras me cepillaba el pelo enredado y húmedo. Tal vez de debiera a la luz, pero ya tenía un aspecto más cetrino y menos saludable. Puede que tenga una piel bonita, pero es muy cálida, casi traslucida, por lo que su apariencia depende del color del lugar y en Forks no había color alguno.
Mientras me enfrentaba a mi pálida imagen en el espejo, tuve que admitir que me engañaba a mí misma. Jamás encajaría y no solo por mis creencias físicas. Si no me había hecho un huequito en una escuela de tres mil alumnos, ¿Qué posibilidades iba a tener aquí?
No sintonizaba bien con la gente de mi edad.
--- No me digas --- dijo Emmett ganándose un zape por parte de Edward.
--- Ya déjala en paz --- dijo molesto.
Bueno, no sintonizaba bien con la gente. Punto.
--- Bella no seas tan pesimista --- dijo Esme con cariño y ella asintió en su dirección.
--- Lo siento Esme.
Ni siquiera mi madre, la persona con quien mantenía mayor proximidad, estaba en armonía conmigo; no íbamos por el mismo carril. A veces me preguntaba si veía las cosas igual que el resto del mundo. Tal vez la cabeza no me funcionaba como es debido.
--- Eso lo pensé desde que te conocí --- dijo Edward riéndose y ella lo fulmino con la mirada --- velo por este lado, me gustas tal y como eres.
Ante esto ella no pudo hacer nada más, que sonrojarse lo más que pudo.
Pero la causa no importaba, solo contaba el efecto. Y mañana no sería más que el comienzo.
Aquella noche no dormí bien, ni siquiera cuando deje de llorar. El siseo constante de la lluvia y el viento sobre el techo no aminoraba jamás, hasta convertirse en el ruido de fondo. Me tape la cabeza con una vieja y descolorida colcha y luego añadí la almohada, pero no conseguí conciliar el sueño antes de medianoche, cuando al fin la lluvia se convirtió en un fino sirimiri.
A la mañana siguiente lo único que veía a través de la ventana era una densa niebla y sentí que la claustrofobia se apoderaba de mí. Aquí nunca se podía ver el cielo, parecía una jaula.
--- Enserio, pues si no te gusta regresa a tu ciudad --- dijo Leah con desdén y se ganó una mirada de reproche de los de la manada --- solo digo lo que pienso.
--- Pues guarda tus comentarios --- dijo Emily molesta --- que dañas a mucha gente sin saberlo.
El desayuno con Charlie se desarrolló en silencio. Me deseo suerte en la escuela y le di las gracias, aun sabiendo que sus esperanzas eran vanas. La buena suerte solía esquivarme. Charlie marcho primero, directo a la comisaria, que era su esposa y su familia. Examine la cocina después de que se fuera, todavía sentada en una de las tres sillas, ninguna de ellas a juego, junto a la vieja mesa cuadrada de roble. La cocina era pequeña, con paneles oscuros en las paredes, armarios amarillo chillón y un suelo de linóleo blanco. Nada había cambiado. Hace dieciocho años, mi madre había pintado los armarios con la esperanza de introducir un poco de luz solar en la casa. Había una hilera de fotos encima del pequeño hogar del cuarto de estar, que colindaba con la cocina y era del tamaño de una caja de zapatos. La primera foto era de la boda de Charlie con mi madre en Las Vegas y luego la que nos tomó a los tres una amable enfermera del hospital donde nací, seguida por una sucesión de mis fotografías escolares hasta el año pasado. Verlas me resultaba muy embarazoso. Tenía que convencer a Charlie de que las pusiera en otro sitio, al menos mientras yo viviera aquí.
Era imposible permanecer en esa casa y no darse cuenta de que Charlie no se había repuesto de la marcha de mi madre. Eso me hizo sentir incomoda.
--- A quien no --- dijo Sam pensativo y se cayó a mirar a Leah.
Pensaba en cómo hacerle para que lo olvidara, para que viera a otra persona como lo había visto a él y que volviera hacer la persona linda y tierna que era cuando la conoció.
No quería llegar demasiado pronto al instituto, pero no podía permanecer en la casa más tiempo, por lo que me puse el anorak, tan grueso que recordaba a uno de esos trajes empleados en caso de peligro biológico.
--- Pobre de mí --- dijo Alice con desgracia en su voz --- mi futura hermana con esa cosa horrorosa.
, y me encamine hacia la llovizna. Aun chispeaba, pero no los bastante para que me calara mientras buscaba la llave de la casa, que siempre estaba escondida debajo del alero que había junto a la puerta, y cerrara. El ruido de mis botas de agua nuevas resultaba enervante. Añoraba el crujido habitual de la grava al andar. No pude detenerme a admirar de nuevo el vehículo, como deseaba, y me apresure a escapar de la húmeda neblina que se arremolinaba sobre mi cabeza y se agarraba al pelo por debajo de la capucha.
Dentro del monovolumen estaba cómoda y a cubierto. Era obvio que Charlie o Billy debían de haberlo limpiado, pero la tapicería marrón aun olía tenuemente a tabaco, gasolina y menta. El coche arranco a la primera, con gran alivio por mi parte, aunque en medio de un gran estruendo, y luego hizo mucho ruido mientras avanzaba al ralentí. Bueno, un monovolumen tan antiguo debería tener algún defecto. La anticuada radio funcionaba, un añadido que no me esperaba.
Fue fácil localizar el instituta pese a no haber estado entes. El edificio se hallaba, como casi todo lo demás en el pueblo, junto a la carretera. No resultaba obvio que fuera una escuela, solo me detuve gracias al cartel que indicaba que se trataba del instituto de Forks. Se parecía a un conjunto de esas casas de intercambio en época de vacaciones construidas con ladrillos de color granate. Había tantos árboles y arbustos que a primera vista no podía verlo en su totalidad ¿Dónde estaba el ambiente del instituto?, me pregunte con nostalgia ¿Dónde estaban las alambradas y los detectores de metales?
--- Sería divertido ir a una preparatoria así --- dijo Emmett mirando a Carlisle --- podemos poner unos en la de Frock
--- Claro Emmett --- dijo en forma de sarcasmo Carlisle.
Aparque frente al primer edificio, encima de cuya entrada había un cartelito que rezaba Oficina principal. No vi otros coches aparcado allí, por lo que estuve segura de que estaba en zona prohibida, pero decidí que iba a pedir indicaciones en lugar de dar vueltas bajo la lluvia como una tonta. De mala gana Salí de la cabina calentita del monovolumen y recorrí un sendero de piedra flanqueado por setos oscuros. Respire hondo antes de abrir la puerta.
En el interior había más luz y se estaba más caliente de lo que esperaba. La oficina era pequeña: una salita de espera con sillas plegables acolchadas, una vasta alfombra con motas anaranjadas, noticias y premios pegados sin orden ni concierto en las paredes y un gran reloj que hacia tictac de forma ostensible. Las plantas crecían por doquier en sus macetas de plástico, por si no hubiera suficiente vegetación afuera.
--- Hay Bella, lo hacen para alegrar el ambiente --- dijo Esme con paciencia y esta le sonrió.
Un mostrador alargado dividía la habitación en dos, con cestas metálicas llenas de papeles sobre la encimera y anuncios de colores chillones pegados en el frontal. Detrás del mostrador había tres escritorios. Una pelirroja regordeta con gafas se sentaba en uno de ellos. Llevaba una camiseta de color purpura que, de inmediato, me hizo sentir que yo iba demasiado elegante.
La mujer pelirroja alzó la vista.
-¿te puedo ayudar en algo?
-soy Isabella Swan-le informe y de inmediato advertí en su mirada un atisbo de reconocimiento. Me esperaban. Sin duda había sido el centro de los cotilleos. La hija de la caprichosa ex mujer del jefe de policía por fin regresaba a casa.
--- Bueno más bien era, la hija del jefe Swan viene a vivir al pueblo --- dijo Alice en un susurro --- y los chicos se preguntaban si eras linda.
--- Más que linda --- respondieron Edward y Jacob
--- Me estoy poniendo celosa de mi mamá --- dijo Nessie entre dientes y Nahuel se rio de eso.
-por supuesto-dijo
Rebusco entre los documentos precariamente apilados hasta encontrar lo que buscara.
-precisamente aquí tengo el horario de tus clases y un plano de la escuela.
--- No quería utilizarlo – dijo ella pensativa.
Trajo varias cuartillas al mostrador para enseñármelas. Repasó todas mis clases y marcó el camino más idóneo para cada una en el plano; luego, me entregó el comprobante de asistencia para que lo firmara cada profesor y se lo devolviera al finalizar las clases. Me dedicó una sonrisa y, al igual que Charlie, me dijo que esperaba que me gustara Forks. Le devolví la sonrisa más convincente posible.
Los demás estudiantes comenzaban a llegar cuando regresé al monovolumen. Los seguí, me uní a la cola de coches y conduje hasta el otro lado de la escuela. Supuso un alivio comprobar que casi todos los vehículos tenían aún más años que el mío, ninguno era ostentoso. En Phoenix, vivía en uno de los pocos barrios pobres del distrito Paradise Valley.
Era habitual ver un Mercedes nuevo o un Porsche en el aparcamiento de los estudiantes.
--- Lo más ostentoso es un Volvo --- dijo Emmett mirando a Edward --- ¿Cómo reaccionarían los estudiantes si se enteraran de quiénes somos?
--- Ni idea --- dijo --- pero me encantaría amenazar a Mike.
--- Eso sería divertido --- dijo Jacob recordándose quien era y lo idiota.
--- Podemos hacer algo --- dijo Nessie mordiéndose los labios --- digo, Nahuel puede traerlo y borrarle los pensamientos.
--- Claro, él me debe una por Lu --- dijo Nahuel con rabia.
--- ¿Te quiso bajar a tu novia? --- pregunto Sam mirándolo con curiosidad.
--- No, su hijo, pero es lo mismo --- dijo este con los puños cerrado --- ahora vuelvo.
Un rato más tarde regreso Nahuel con Mike, que lo miraba con miedo y con otras tres personas más, una de ellas era Jessica y las otras dos eran Ángela y Ben con cara de asombro.
Todos miraron a los Cullen y a los lobos con asombro, pero no hicieron preguntas y ce sentaron, los dos primeros con miedo y los otros dos relajado, pero sin hacer preguntas. Alice se le quedo mirando a Nahuel, pero él solo se encogió de hombros.
--- Continúa Alice, saben lo que estamos leyendo y en donde vamos --- dijo él y ella asintió sin decir nada.
Entregué el comprobante al profesor, un hombre alto y calvo al que la placa que descansaba sobre su escritorio lo identificaba como Sr. Masón. Se quedó mirándome embobado al ver mi nombre, pero no me dedicó ninguna palabra de aliento, y yo, por supuesto, me puse colorada como un tomate. Pero al menos me envió a un pupitre vacío al fondo de la clase sin presentarme al resto de los compañeros. A éstos les resultaba difícil mirarme al estar sentada en la última fila, pero se las arreglaron para conseguirlo. Mantuve la vista clavada en la lista de lecturas que me había entregado el profesor. Era bastante básica: Bronté, Shakespeare, Chaucer, Faulkner. Los había leído a todos, lo cual era cómodo... y aburrido.
--- Ni que lo digas --- dijeron los Cullen con aburrimiento y hasta Nessie y Nahuel.
--- Tontos sabelotodo --- dijo Mike en un murmullo, sin saber cómo se dejó convencer, así, le dijeron que ahí iba a estar Bella.
Me pregunté si mi madre me enviaría la carpeta con los antiguos trabajos de clase o si creería que la estaba engañando. Recreé nuestra discusión mientras el profesor continuaba con su perorata. Cuando sonó el zumbido casi nasal del timbre, un chico flacucho, con acné y pelo grasiento, se ladeó desde un pupitre al otro lado del pasillo para hablar conmigo.
--- Hay, Eric como siempre tratando de llamar la atención --- dijo Jessica fastidiada.
--- Aguas, no te vayas a morder la lengua víbora --- dijo Alice con una mueca que daba miedo.
--- Alice --- dijeron Rose, Bella y Esme y esta se encogió de hombros, para continuar leyendo.
—Tú eres Isabella Swan, ¿verdad?
Parecía demasiado amable, el típico miembro de un club de ajedrez.
—Bella —le corregí. En un radio de tres sillas, todos se volvieron para mirarme.
--- Guau eso te encanto --- dijo Nessie riéndose y esta rodeo los ojos.
--- Nunca me gusta que me digan Isabella --- dijo ella.
--- De perdido no cargas un nombre como el mío --- dijo por lo bajo y solo Edward la escucho --- pero más bien me refería a la atención que te ponían los chismosos.
--- Oh --- dijo ella mirándola y después a Alice para que continuara.
— ¿Dónde tienes la siguiente clase? —preguntó. Tuve que comprobarlo con el programa que tenía en la mochila.
—Eh... Historia, con Jefferson, en el edificio seis.
Mirase donde mirase, había ojos curiosos por doquier.
—Voy al edificio cuatro, podría mostrarte el camino —demasiado amable, sin duda
-Me llamo Eric —añadió.
--- No, nunca me espere que fuera él --- dijo Emmett en broma y todos se rieron a excepción de Jessica que seguía enojada por lo que Alice le dijo.
Sonreí con timidez.
—Gracias.
Recogimos nuestros abrigos y nos adentramos en la lluvia, que caía con más fuerza. Hubiera jurado que varias personas nos seguían lo bastante cerca para escuchar a hurtadillas.
Esperaba no estar volviéndome paranoica.
--- No, todo el mundo quería saber lo que decías --- dijo Emmett sonriendo con burla --- en especial Edward que al no saber lo que pen….
--- ¡EMMETT! --- gritaron todos para mirar a los humanos.
—Bueno, es muy distinto de Phoenix, ¿eh? —preguntó.
—Mucho.
—Allí no llueve a menudo, ¿verdad?
—Tres o cuatro veces al año.
—Vaya, no me lo puedo ni imaginar.
--- jajaja --- rieron todos por la ocurrencia de él, sin saber cómo es que un simple humano no se imaginaba al sol
--- Suena como si nunca hubiesen visto el sol --- dijo Alice a la cara de confusión de Ángela
—Hace mucho sol —le expliqué.
—No se te ve muy bronceada.
—Es la sangre albina de mi madre.
Me miró con aprensión. Suspiré. No parecía que las nubes y el sentido del humor encajaran demasiado bien. Después de estar varios meses aquí, habría olvidado cómo emplear el sarcasmo.
--- Créeme, con Emmett nunca olvidaras el humor el sarcasmo --- dijo Edward mirando a su hermano favorito
--- Ni la falta de entusiasmo --- dijo este sonriendo con ganas
Pasamos junto a la cafetería de camino hacia los edificios de la zona sur, cerca del gimnasio. Eric me acompañó hasta la puerta, aunque la podía identificar perfectamente.
—En fin, suerte —dijo cuándo rocé el picaporte—. Tal vez coincidamos en alguna otra clase.
--- Lo desea --- dijeron todos a la vez y Edward gruño por lo bajo
Parecía esperanzado. Le dediqué una sonrisa que no comprometía a nada y entré. El resto de la mañana transcurrió de forma similar. Mi profesor de Trigonometría, el señor Varner, a quien habría odiado de todos modos por la asignatura que enseñaba, fue el único que me obligó a permanecer delante de toda la clase para presentarme a mis compañeros. Balbuceé, me sonrojé y tropecé con mis propias botas al volver a mi pupitre.
Después de dos clases, empecé a reconocer varias caras en cada asignatura. Siempre había alguien con más coraje que los demás que se presentaba y me preguntaba si me gustaba Forks. Procuré actuar con diplomacia, pero por lo general mentí mucho. Al menos, no necesité el plano. Una chica se sentó a mi lado tanto en clase de Trigonometría como de español, y me acompañó a la cafetería para almorzar. Era muy pequeña, varios centímetros por debajo de mi uno sesenta, pero casi alcanzaba mi estatura gracias a su oscura melena de rizos alborotados. No me acordaba de su nombre, por lo que me limité a sonreír mientras parloteaba sobre los profesores y las clases. Tampoco intenté comprenderlo todo.
--- Ni lo intentes Bella --- dijo Ángela sonriéndole con timidez --- solo asiente y está de acuerdo con ella y la aras feliz
--- Lo sé --- dijo Bella sonriéndole a una de sus mejores amigas. Jessica gruño.
Nos sentamos al final de una larga mesa con varias de sus amigas a quienes me presentó. Se me olvidaron los nombres de todas en cuanto los pronunció. Parecían orgullosas por tener el coraje de hablar conmigo. El chico de la clase de Lengua y Literatura, Eric, me saludó desde el otro lado de la sala.
Y allí estaba, sentada en el comedor, intentando entablar conversación con siete desconocidas llenas de curiosidad, cuando los vi por primera vez.
--- Que pronto una se aria muy amiga mía --- dijo mirando a Ángela, la cual le devolvió la sonrisa.
Se sentaban en un rincón de la cafetería, en la otra punta de donde yo me encontraba. Eran cinco. No conversaban ni comían pese a que todos tenían delante una bandeja de comida. No me miraban de forma estúpida como casi todos los demás
--- Es que teníamos mejores cosas estúpidas que hacer Bellita --- dijo Emmett causando risas por todos lados.
--- No, lo que pasa y quiero creer es que mis hijos fueron bien educados para no meterse en la vida de otras gentes --- dijo Esme mirando a los cinco, los cuales se encogieron de hombros --- más les vale que no la hayan hecho sentir mal.
--- No, mamá --- dijeron todos a coro, sorprendiendo a las personas que estaban en la sala.
, por lo que no había peligro: podía estudiarlos sin temor a encontrarme con un par de ojos excesivamente interesados.
--- Bella, les digo a ellos y tú haces lo contrario --- dijo regañándola cariñosamente y los Cullen se pusieron a reír, excepto claro los padres.
--- Lo siento Esme --- dijo ella encogiéndose de hombros.
No se parecían lo más mínimo a ningún otro estudiante. De los tres chicos, uno era fuerte, tan musculoso que parecía un verdadero levantador de pesas, y de pelo oscuro y rizado.
--- Que sexi --- dijo Rose mirando a su esposo y este le sonrió con arrogancia.
Otro, más alto y delgado, era igualmente musculoso y tenía el cabello del color de la miel.
---Más guapo imposible --- dijo Alice mirando a su esposo y este negó divertido.
El último era desgarbado, menos corpulento, y llevaba despeinado el pelo castaño dorado.
--- Tan perfecto y guapo --- dijo Bella al igual que las otras dos y Edward la abrazo sonriendo.
--- No sé ustedes pero creo que tenemos a los compañeros más guapos del mundo --- dijo Alice y las dos asintieron de acuerdo con ella
Tenía un aspecto más juvenil que los otros dos, que podrían estar en la universidad o incluso ser profesores aquí en vez de estudiantes.
Las chicas eran dos polos opuestos. La más alta era escultural. Tenía una figura preciosa, del tipo que se ve en la portada del número dedicado a trajes de baño de la revista Sports Illustrated, y con el que todas las chicas pierden buena parte de su autoestima sólo por estar cerca. Su pelo rubio caía en cascada hasta la mitad de la espalda.
--- Claro mi bebe es una muñeca sexi y ruda --- dijo Emmett mirándola con anhelo y deseo
--- Emmett, deja de sentir esas cochinadas --- dijo Jasper molesto y este solo sonrió con malicia.
La chica baja tenía aspecto de duendecillo de facciones finas, un fideo. Su pelo corto era rebelde, con cada punta señalando en una dirección, y de un negro intenso.
--- Igual de hermosa, que como la vi la primera vez --- dijo este mirando a su esposa, la cual le sonreía con agrado.
Aun así, todos se parecían muchísimo. Eran blancos como la cal, los estudiantes más pálidos de cuantos vivían en aquel pueblo sin sol. Más pálidos que yo, que soy albina. Todos tenían ojos muy oscuros, a pesar de la diferente gama de colores de los cabellos, y ojeras malvas, similares al morado de los hematomas.
---Hay, eso es por lo que somos --- dijo Emmett dando dudas a los humanos y miradas de reproche de su familia.
Era como si todos padecieran de insomnio o se estuvieran recuperando de una rotura de nariz, aunque sus narices, al igual que el resto de sus facciones, eran rectas, perfectas, simétricas. Pero nada de eso era el motivo por el que no conseguía apartar la mirada. Continué mirándolos porque sus rostros, tan diferentes y tan similares al mismo tiempo, eran de una belleza inhumana y devastadora.
Eran rostros como nunca esperas ver, excepto tal vez en las páginas retocadas de una revista de moda. O pintadas por un artista antiguo, como el semblante de un ángel. Resultaba difícil decidir quién era más bello, tal vez la chica rubia perfecta o el joven de pelo castaño dorado.
--- Fue amor a primera vista --- dijo Bella mirando a Edward, quien le sonrió con agrado
--- Hay por favor --- dijo Jessica molesta --- eso no existe.
--- Si tú supieras --- dijeron los lobos y Nessie.
Los cinco desviaban la mirada los unos de los otros, también del resto de los estudiantes y de cualquier cosa hasta donde pude colegir. La chica más pequeña se levantó con la bandeja —el refresco sin abrir, la manzana sin morder— y se alejó con un trote grácil, veloz, propio de un corcel desbocado. Asombrada por sus pasos de ágil bailarina, la contemplé vaciar su bandeja y deslizarse por la puerta trasera a una velocidad superior a lo que habría considerado posible. Miré rápidamente a los otros, que permanecían sentados, inmóviles.
— ¿Quiénes son ésos?—pregunté a la chica de la clase de Español, cuyo nombre se me había olvidado.
--- Es divertido que se te olviden los nombres --- dijo Emmett riéndose a carcajadas limpias.
--- Si verdad Emma --- dijo esta y todos se rieron menos él que no entendió.
Y de repente, mientras ella alzaba los ojos para ver a quiénes me refería, aunque probablemente ya lo supiera por la entonación de mi voz, el más delgado y de aspecto más juvenil, la miró. Durante una fracción de segundo se fijó en mi vecina, y después sus ojos oscuros se posaron sobre los míos. Él desvió la mirada rápidamente, aún más deprisa que yo, ruborizada de vergüenza. Su rostro no denotaba interés alguno en esa mirada furtiva, era como si mi compañera hubiera pronunciado su nombre y él, pese a haber decidido no reaccionar previamente, hubiera levantado los ojos en una involuntaria respuesta.
--- Y lo que pensaba no era nada agradable --- le murmuro Edward a Bella la cual lo miro esperando --- no, eso no es importante ahora.
Avergonzada, la chica que estaba a mi lado se rio tontamente y fijó la vista en la mesa, igual que yo.
—Son Edward y Emmett Cullen, y Rosalie y Jasper Hale. La que se acaba de marchar se llama Alice Cullen; todos viven con el doctor Cullen y su esposa —me respondió con un hilo de voz.
Miré de soslayo al chico guapo, que ahora contemplaba su bandeja mientras desmigajaba una rosquilla con sus largos y níveos dedos. Movía la boca muy deprisa, sin abrir apenas sus labios perfectos. Los otros tres continuaron con la mirada perdida, y, aun así, creí que hablaba en voz baja con ellos.
--- Sí, nos estábamos divirtiendo de los rumores Cullen --- dijo Emmett sonriéndole a Bella y esta le devolvió la sonrisa.
--- Niños, es descortés espiar --- dijo Esme volviendo a regañarlos.
--- Para nuestra defensa --- dijo Emmett y Esme levanto una ceja --- ¡EDWARD ENPEZO!
--- Gracias por el apoyo hermano --- dijo este al ver el dedo de Emmett apuntándolo.
¡Qué nombres tan raros y anticuados!, pensé. Era la clase de nombres que tenían nuestros abuelos, pero tal vez estuvieran de moda aquí, quizá fueran los nombres propios de un pueblo pequeño. Entonces recordé que mi vecina se llamaba Jessica
--- Un nombre tan normal como la calle de la esquina --- dijo Nessie en tono burlón.
--- Tu quien te crees niñata --- dijo está mirándola con rabia.
--- Nuestra hermana menor, la cual defendemos --- dijo Emmett apretando sus puños en frente de ella.
Nadie lo contradijo, primero era por la satisfacción de ver a Jessica asustarse y ponerse detrás de Mike y la segunda era porque Nessie dijo que pertenecía a la familia en un futuro y a no saber cómo estaban involucrados con ella, todos pensaban que era otra adoptada por Carlisle y Esme. Pero se preguntaban que era, por que un vampiro al cien se veía que no.
, un nombre perfectamente normal. Había dos chicas con ese nombre en mi clase de Historia en Phoenix.
—Son... guapos.
--- Gracias --- dijeron todos los Cullen a la vez. Asiendo que Esme y Carlisle los miraran divertidos.
Me costó encontrar un término mesurado.
— ¡Ya te digo! —Jessica asintió mientras soltaba otra risita tonta—. Pero están juntos. Me refiero a Emmett y Rosalie, y a Jasper y Alice, y viven juntos.
--- ¿Eso que tiene que ver? --- pregunto Jared mirando a ella con una ceja levantada --- no son familia.
--- Es raro --- dijo moviendo los ojos de forma frustrante, odiaba cada minuto que estaba ahí.
Su voz resonó con toda la conmoción y reprobación de un pueblo pequeño, pero, para ser sincera, he de confesar que aquello daría pie a grandes cotilleos incluso en Phoenix.
— ¿Quiénes son los Cullen? —pregunté—. No parecen parientes...
—Claro que no. El doctor Cullen es muy joven, tendrá entre veinte y muchos y treinta y pocos. Todos son adoptados. Los Hale, los rubios, son hermanos gemelos, y los Cullen son su familia de acogida.
—Parecen un poco mayores para estar con una familia de acogida
--- Hay Bellita, es que queremos tanto a Esme y Carlisle que no nos quedemos despegar de ellos nunca --- dijo Emmett mirando a sus padres, los cuales le sonreían.
--- Un día tendrán que irse --- dijo Ángela mirando a Emmett --- para formar su propia familia.
--- Cuando dice nunca es nunca, créemelo --- dijo Alice mirándola con una sonrisa y está todavía quedo más confusa --- más adelante se dirá porque.
—Ahora sí, Jasper y Rosalie tienen dieciocho años, pero han vivido con la señora Cullen desde los ocho. Es su tía o algo parecido.
—Es muy generoso por parte de los Cullen cuidar de todos esos niños siendo tan jóvenes.
—Supongo que sí —admitió Jessica muy a su pesar. Me dio la impresión de que, por algún motivo, el médico y su mujer no le caían bien. Por las miradas que lanzaba en dirección a sus hijos adoptivos, supuse que eran celos
--- Todo el mundo debe tenernos celos --- dijo Rose con autosuficiencia y la mayoría la miro con incredulidad --- nosotros tenemos a los mejores padres.
--- Discrepo en eso --- dijo la mayoría de los presentes.
Esme y Carlisle miraron a todos sus hijos, quienes habían fruncido el señor porque estaban de acuerdo con Rose y aun cuando estaban algo molesta Esme por la arrogancia de su hija estaba complacida de saber cuánto la querían sus hijos.
, luego, como si con eso disminuyera la bondad del matrimonio, agregó—: Aunque tengo entendido que la señora Cullen no puede tener hijos.
--- Hey, no insultes a Esme --- dijo Emmett molesto --- tú no tienes derecho a juzgarla.
--- Sí Jessica --- dijo Bella mirando a ella con enojo --- no tenías derecho a decirle nada y si para ese entonces ya la hubiera conocido, creme que te hubiera cerrado la boca.
--- No puedes andar insultando a alguien de nuestra familia y salirte sin rasguño --- dijo Rosalie enfada-
--- Mas te vale que te disculpes, porque si no te la veraz conmigo--- dijo Alice observándola con odio
--- ¿Qué esperas? --- preguntaron Edward, Jasper y Nessie con verdadera molestia.
--- Lo siento señora Cullen --- dijo con la cabeza baja algo asustada por la mirada de odio de los hijos de Esme.
--- No tengas cuidado --- dijo ella mirando a todos con verdadera gratitud y amor.
Mientras manteníamos esta conversación, dirigía miradas furtivas una y otra vez hacia donde se sentaba aquella extraña familia. Continuaban mirando las paredes y no habían probado bocado.
— ¿Siempre han vivido en Forks? —pregunté. De ser así, seguro que los habría visto en alguna de mis visitas durante las vacaciones de verano.
—No —dijo con una voz que daba a entender que tenía que ser obvio, incluso para una recién llegada como yo—. Se mudaron aquí hace dos años, vinieron desde algún lugar de Alaska.
Experimenté una punzada de compasión y alivio. Compasión porque, a pesar de su belleza, eran extranjeros y resultaba evidente que no se les admitía. Alivio por no ser la única recién llegada y, desde luego, no la más interesante.
Uno de los Cullen, el más joven, levantó la vista mientras yo los estudiaba y nuestras miradas se encontraron, en esta ocasión con una manifiesta curiosidad.
--- Ja, Edward cae por primera vez ante los encantos de Bella --- dijo Emmett riéndose.
--- De echo sí, estaba curioso por no encontrar sus pensamientos --- dijo Edward mirando a Bella con una sonrisa.
--- Espera ¿Cómo que sus pensamientos? --- pregunto Ben curioso viendo al que podía decirse era su amigo.
--- Yo, puedo leer la mente de las personas, excepto la de Bella --- dijo este bajando la cabeza.
--- Haber pruébalo pensare un número y me dirás cual --- dijo este y Edward asintió.
“A la mierda, no pensare ningún número, esto está de locos” pensó mirando a Edward y este suspiro.
--- No pensaste en ningún número --- dijo para sorpresa de Ben --- y me mandaste a la mierda.
--- Oh, bueno eso está bien --- dijo este más relajado y miro a Alice para que continuara.
Cuando desvié los ojos, me pareció que en los suyos brillaba una expectación insatisfecha.
--- Ah, eso era porque la mente de Jessica era tan artificial y no podía leer la tuya --- dijo este con frustración y la mayoría hasta Ángela y Ben se rieron.
— ¿Quién es el chico de pelo cobrizo? —pregunté.
Lo miré de refilón. Seguía observándome, pero no con la boca abierta, a diferencia del resto de los estudiantes. Su rostro reflejó una ligera contrariedad. Volví a desviar la vista.
—Se llama Edward. Es guapísimo, por supuesto, pero no pierdas el tiempo con él. No sale con nadie. Quizá ninguna de las chicas del instituto le parece lo bastante guapa —dijo con desdén, en una muestra clara de despecho.
Me pregunté cuándo la habría rechazado.
Todo el mundo (bueno los Cullen) se rieron al acordarse de las veces que tenían que soportar a Jessica detrás de ellos.
--- ¡Escóndanme hay viene! --- dijo Emmett en tono dramático y Edward le aventó un cojín.
--- Idiota --- dijo y Esme fulmino a sus hijos
Me mordí el labio para ocultar una sonrisa. Entonces lo miré de nuevo. Había vuelto el rostro, pero me pareció ver estirada la piel de sus mejillas, como si también estuviera sonriendo.
Los cuatro abandonaron la mesa al mismo tiempo, escasos minutos después. Todos se movían con mucha elegancia, incluso el forzudo. Me desconcertó verlos. El que respondía al nombre de Edward no me miró de nuevo.
Permanecí en la mesa con Jessica y sus amigas más tiempo del que me hubiera quedado de haber estado sola. No quería llegar tarde a mis clases el primer día. Una de mis nuevas amigas, que tuvo la consideración de recordarme que se llamaba Ángela, tenía, como yo, clase de segundo de Biología a la hora siguiente. Nos dirigimos juntas al aula en silencio. También era tímida.
--- Por eso nos llevamos bien --- dijeron las dos al mismo tiempo.
--- Sí, Daniel es muy lindo --- dijo Nessie al recordar al hijo de ella y Ben y Jacob sintió una punzada en su pecho, como nadie dijo nada Alice no continuo.
Nada más entrar en clase, Ángela fue a sentarse a una mesa con dos sillas y un tablero de laboratorio con la parte superior de color negro, exactamente igual a las de Phoenix. Ya compartía la mesa con otro estudiante. De hecho, todas las mesas estaban ocupadas, salvo una. Reconocí a Edward Cullen, que estaba sentado cerca del pasillo central junto a la única silla vacante, por lo poco común de su cabello.
--- Mi cabello no es poco común --- dijo Edward observándolo.
--- Sí lo es --- dijeron sus hermanos y Bella, pero ellos con burla y ella de forma coqueta.
Lo miré de forma furtiva mientras avanzaba por el pasillo para presentarme al profesor y que éste me firmara el comprobante de asistencia. Entonces, justo cuando yo pasaba, se puso rígido en la silla. Volvió a mirarme fijamente y nuestras miradas se encontraron. La expresión de su rostro era de lo más extraña, hostil, airada.
--- Hijo --- dijo Carlisle mirándolo con pena --- debió de ser muy difícil.
--- No tienes ni idea --- dijo este observando a su novia quien le tomo la mano para calmarlo.
Pasmada, aparté la vista y me sonrojé otra vez. Tropecé con un libro que había en el suelo y me tuve que aferrar al borde de una mesa. La chica que se sentaba allí soltó una risita.
Me había dado cuenta de que tenía los ojos negros, negros como carbón.
El señor Banner me firmó el comprobante y me entregó un libro, ahorrándose toda esa tontería de la presentación. Supe que íbamos a caernos bien. Por supuesto, no le quedaba otro remedio que mandarme a la única silla vacante en el centro del aula. Mantuve la mirada fija en el suelo mientras iba a sentarme junto a él, ya que la hostilidad de su mirada aún me tenía aturdida.
No alcé la vista cuando deposité el libro sobre la mesa y me senté, pero lo vi cambiar de postura al mirar de reojo. Se inclinó en la dirección opuesta, sentándose al borde de la silla. Apartó el rostro como si algo apestara.
--- No apestaba --- dijo él oliendo el pelo de Bella con una mueca en su rostro --- solo pensé en diez formas de sacarla de la habitación.
--- Estoy orgulloso de ti Edward, eres más valiente y fuerte de lo que reconoces --- dijo Carlisle con una sonrisa a su hijo prodigio.
--- Sí hermanito yo no me hubiera resistido tanto --- dijeron Emmett y Jasper, pero Jasper continúo diciendo --- y todavía más tenerla así de cerca ahora.
--- Mente versus cuerpo --- dijo Bella en un murmullo recordando una vieja conversación y Edward le sonrió.
Olí mi pelo con disimulo. Olía a fresas, el aroma de mi champú favorito. Me pareció un aroma bastante inocente.
--- Para nada era un aroma inocente --- dijo Edward y Bella asintió de acuerdo con él.
Dejé caer mi pelo sobre el hombro derecho para crear una pantalla oscura entre nosotros e intenté prestar atención al profesor.
Por desgracia, la clase versó sobre la anatomía celular, un tema que ya había estudiado.
--- No te quejes, no eres la única --- dijeron los Cullen que cruzaban el instituto y la mayoría (los que conocían su secreto) se rieron de eso y los otros quedaron confundidos.
De todos modos, tomé apuntes con cuidado, sin apartar la vista del cuaderno.
No me podía controlar y de vez en cuando echaba un vistazo través del pelo al extraño chico que tenía a mi lado. Éste no relajó aquella postura envarada —sentado al borde de la silla, lo más lejos posible de mí— durante toda la clase. La mano izquierda, crispada en un puño, descansaba sobre el muslo. Se había arremangado la camisa hasta los codos. Debajo de su piel clara podía verle el antebrazo, sorprendentemente duro y musculoso. No era de complexión tan liviana como parecía al lado del más fornido de sus hermanos.
La lección parecía prolongarse mucho más que las otras. ¿Se debía a que las clases estaban a punto de acabar o porque estaba esperando a que abriera el puño que cerraba con tanta fuerza? No lo abrió. Continuó sentado, tan inmóvil que parecía no respirar.
¿Qué le pasaba? ¿Se comportaba de esa forma habitualmente? Cuestioné mi opinión sobre la acritud de Jessica durante el almuerzo. Quizá no era tan resentida como había pensado.
--- No, si es resentida --- dijo Alice y varios rieron de eso.
No podía tener nada que ver conmigo. No me conocía de nada.
Me atreví a mirarle a hurtadillas una vez más y lo lamenté. Me estaba mirando otra vez con esos ojos negros suyos llenos de repugnancia. Mientras me apartaba de él, cruzó por mi mente una frase: «Si las miradas matasen...».
El timbre sonó en ese momento. Yo di un salto al oírlo y Edward Cullen abandonó su asiento. Se levantó con garbo de espaldas a mí —era mucho más alto de lo que pensaba— y cruzó la puerta del aula antes de que nadie se hubiera levantado de su silla.
--- Tenía que salir de ahí antes de cometer una locura --- dijo mirando a los lobos que pensaban en lo que le pasaba a la sanguijuela esa.
Me quedé petrificada en la silla, contemplando con la mirada perdida cómo se iba. Era realmente mezquino. No había derecho. Empecé a recoger los bártulos muy despacio mientras intentaba reprimir la ira que me embargaba, con miedo a que se me llenaran los ojos de lágrimas. Solía llorar cuando me enfadaba, una costumbre humillante.
—Eres Isabella Swan, ¿no? —me preguntó una voz masculina.
--- ¿Cuánto que es Mike?--- pregunto Jasper mirando a Emmett.
--- No, Jasper, no es bueno apostar --- dijo mirando la mirada amenazadora de Esme que le mandaba, pero en un susurro que ni la misma Esme escucho dijo --- treinta.
---Estoy de acuerdo contigo --- dijo Jasper y Edward rodeo los ojos.
Al alzar la vista me encontré con un chico guapo, de rostro aniñado y el pelo rubio en punta cuidadosamente arreglado con gel.
--- Idiota --- dijo Edward y Jacob lo fulmino también con la mirada.
Me dirigió una sonrisa amable. Obviamente, no parecía creer que yo oliera mal.
—Bella —le corregí, con una sonrisa.
—Me llamo Mike.
--- Paga --- dijo Jasper en un murmullo y este le pago.
Cuando sintió que su celular vibraba y al abrirlo miro un mensaje de Edward, levanto la cara y puso mirada de desconcierto, mientras este miraba para otro lado.
El mensaje decía: Quiero un veinte por ciento de todo lo que le ganes a Emmett en las apuestas de los libros, a cambio prometo ayudarte.
Jasper asintió molesto, dejando en claro que él y Edward tenían un trato y vio a Alice para que no dijera nada.
—Hola, Mike.
— ¿Necesitas que te ayude a encontrar la siguiente clase?
—Voy al gimnasio, y creo que lo puedo encontrar.
—Es también mi siguiente clase.
Parecía emocionado, aunque no era una gran coincidencia en una escuela tan pequeña. Fuimos juntos. Hablaba por los codos e hizo el gasto de casi toda la conversación, lo cual fue un alivio. Había vivido en California hasta los diez años, por eso entendía cómo me sentía ante la ausencia del sol. Resultó ser la persona más agradable que había conocido aquel día.
Pero cuando íbamos a entrar al gimnasio me preguntó:
—Oye, ¿le clavaste un lápiz a Edward Cullen, o qué? Jamás lo había visto comportarse de ese modo.
--- Así o menos discreto --- dijeron las mujeres y este se sonrojo de la vergüenza.
Tierra, trágame, pensé. Al menos no era la única persona que lo había notado y, al parecer, aquél no era el comportamiento habitual de Edward Cullen. Decidí hacerme la tonta.
— ¿Te refieres al chico que se sentaba a mi lado en Biología? pregunté sin malicia.
—Sí —respondió—. Tenía cara de dolor o algo parecido.
—No lo sé —le respondí—. No he hablado con él.
—Es un tipo raro —Mike se demoró a mi lado en lugar de dirigirse al vestuario—. Si hubiera tenido la suerte de sentarme a tu lado, yo sí hubiera hablado contigo.
Le sonreí antes de cruzar la puerta del vestuario de las chicas. Era amable y estaba claramente interesado, pero eso no bastó para disminuir mi enfado.
El entrenador Clapp, el profesor de Educación física, me consiguió un uniforme, pero no me obligó a vestirlo para la clase de aquel día. En Phoenix, sólo teníamos que asistir dos años a Educación física. Aquí era una asignatura obligatoria los cuatro años. Forks era mi infierno personal en la tierra en el más literal de los sentidos.
Contemplé los cuatro partidillos de voleibol que se jugaban de forma simultánea. Me dieron náuseas al verlos y recordar los muchos golpes que había dado, y recibido, cuando jugaba al voleibol.
--- Esme pienso cambiar mi clase a la última --- dijo Emmett con mirada maliciosa.
--- No Esme, no lo permitas --- dijo Bella con pánico en su voz.
--- Ni lo sueñes jovencito --- dijo para pensar un rato --- Emmett, tú ya te graduaste.
--- Así verdad --- dijo ocasionando las risas en la sala.
Al fin sonó la campana que indicaba el final de las clases. Me dirigí lentamente a la oficina para entregar el comprobante con las firmas. Había dejado de llover, pero el viento era más frío y soplaba con fuerza. Me envolví con mis propios brazos para protegerme.
Estuve a punto de dar media vuelta e irme cuando entré en la cálida oficina.
Edward Cullen se encontraba de pie, enfrente del escritorio.
--- Que mala suerte --- dijeron sus hermanos mirando a la pareja.
--- Bueno no pasa nada --- dijo Edward mirando a Bella --- ya paso.
--- Hijo enserio, estoy orgulloso de ti --- padre e hijo se sonrieron con ánimos.
Lo reconocí de nuevo por el desgreñado pelo castaño dorado. Al parecer, no me había oído entrar. Me apoyé contra la pared del fondo, a la espera de que la recepcionista pudiera atenderme. Estaba discutiendo con ella con voz profunda y agradable. Intentaba cambiar la clase de Biología de la sexta hora a otra hora, a cualquier otra.
--- Al final valió la pena --- dijo Edward sonriéndole a Bella.
--- Sí, te amo Edward --- dijo está poniendo su cabeza en el hombro de él.
--- Eres mi vida --- dijo en un murmullo el cual Nessie fue la única en escucharlo y sonrió ante el intercambio de sus padres.
No me podía creer que eso fuera por mi culpa. Debía de ser otra cosa, algo que había sucedido antes de que yo entrara en el laboratorio de Biología. La causa de su aspecto contrariado debía de ser otro lío totalmente diferente. Era imposible que aquel desconocido sintiera una aversión tan intensa y repentina hacia mí.
La puerta se abrió de nuevo y una súbita corriente de viento helado hizo susurrar los papeles que había sobre la mesa y me alborotó los cabellos sobre la cara. La recién llegada se limitó a andar hasta el escritorio, depositó una nota sobre el cesto de papeles y salió, pero Edward Cullen se envaró y se giró—su agraciado rostro parecía ridículo— para traspasarme con sus penetrantes ojos llenos de odio. Durante un instante sentí un estremecimiento de verdadero pánico, hasta se me erizó el vello de los brazos. La mirada no duró más de un segundo, pero me heló la sangre en las venas más que el gélido viento. Se giró hacia la recepcionista y rápidamente dijo con voz aterciopelada:
—Bueno, no importa. Ya veo que es imposible. Muchas gracias por su ayuda.
Giró sobre sí mismo sin mirarme y desapareció por la puerta.
Me dirigí con timidez hacia el escritorio —por una vez con el rostro lívido en lugar de colorado— y le entregué el comprobante de asistencia con todas las firmas.
— ¿Cómo te ha ido el primer día, cielo? —me preguntó de forma maternal.
—Bien —mentí con voz débil.
No pareció muy convencida.
--- No lo estaba en absoluto--- dijo Bella mirando a todo el mundo y la mayoría se rio de eso.
--- Este es el final del capítulo primero --- dijo Alice sonriendo y mirando a Bella con diversión --- fue interesante.
--- Bueno ¿Quién lee? --- pregunto Rosalie mirando a todo el mundo.
--- Dame eso --- dijo Jasper a su esposa --- leer el que sigue.
Bueno con esto termino los tres capitulos que me piden y espero como dije en el segundo me comente y me digan que tal les gusta y si lo continuo, saben que yo hago lo que me pidan ustedes sobre la historia un abrazo y un beso de su amiga BEA-BELL
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