Sueños entrelazados

Autor: Petizamoon
Género: + 18
Fecha Creación: 14/12/2011
Fecha Actualización: 01/03/2012
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 5
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Capítulos: 10

¿Qué pasaría si el chico desconocido de tus sueños es el hermano mellizo de tu mejor, mejor amiga?

aparece de la nada en mi cabeza, con su impresionante hermosura, haciendome perder el conocimiento momentaneamente junto con mi poder de razonamiento y conviccion.

Esto de enamorarse de la persona menos...  ¡¿Qué?! ¡No! ¡Yo no me enamoro! ¡Jamas en la vida!

Diablos, esto si que es frustante.

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Capítulo 3: Conociendo al desconocido SEGUNDA PARTE


¿Qué quiso decir con que aún no es el momento? – me pregunté incansablemente. Incluso pensé seriamente en pedirle una explicación, pero me contuve.
Me di cuenta de que estaba sola en la cocina, mirando la pared como si hubiera algo importante en ella, asi que decidí volver con los demás.
Volví a mi puesto junto a Alice.
No podía dejar de pensar y analizar aquella frase. ¿Es que ese chico creía que podría resolver algo como eso? Mi cabeza iba a explotar. ¿Cómo, una persona que no conoces más que su nombre, puede causar tantos estragos en tu interior?
-¿Quieres algo para tomar? – preguntó Alice, sacándome de mis pensamientos.
-Sí, claro. Yo iré  por un refresco. – contesté, encaminándome nuevamente a la cocina.
-Yo te acompaño. – se ofreció Edward. – de todos modos debo aprender los lugares en los que se guarda la loza en esta casa, además de que también estoy sediento.
“¡Maldición!” – pensé.
-Claro, por qué no. – dije a regañadientes.

Abrí la nevera, saqué una lata de soda y me dirigí a apoyarme sobre el mesón mientras el rebuscaba algo en la nevera.
Lo miré fijamente, intrigada. Él sintió que mi mirada lo perseguía y me miró extrañado.
-¿Qué ocurre? – preguntó con preocupación.
-Nada, solo estoy pensando.
-¿En qué? – se notaba interesado.
-En “aun no es el momento”. – dije, frunciendo el ceño.
-Oh, eso. ¿Qué tiene? – preguntó como si nada con una sonrisa divertida en el rostro.
-¿Qué, tiene? – lo miré incrédula. – ¿Por qué no me haces el gran favor de decirme qué diablos significa?
-Ya lo verás. – tomó el último sorbo a su bebida y tiró la lata al basurero.
-¿Cómo? ¿Por qué no me dices? No te cuesta nada… – dije, frustrada.
-No seas impaciente, solo espera. – salió olímpicamente de la habitación.
Genial. – pensé.
Ahora estaba más confundida de lo que había quedado antes.
¿Qué quiere de mí? – me pregunté ya fastidiada por completo.
Ya no aguantaba más asi que cuando volví con los demás, le pedí a Alice que me llevara a casa.
-¿Qué te paso? – preguntó al ver mi expresión.
-Nada, es solo que ya es tarde. – mentí, pero era lo único que funcionaría para convences a Alice. – además mañana debemos ir a estudiar y bueno, tu sabes que no me gusta parecer un zombi.
-Está bien. – se mofó. – vamos al carro.

Cuando nos subimos al auto, Alice intentó darle contacto pero no funcionó.
Mi día no puede ser peor. – pensé, cuando sentí unos nudillos golpear la ventanilla del copiloto.
Era Edward quien pidió a mi amiga que bajara el vidrio.
-¿Qué les pasó? – preguntó un poco preocupado.
-Esta chatarra no enciende. – se quejó Alice.
-¿Quién irá a dejar a Bella? – preguntó con una sonrisa que intentó disimular.
-No se preocupen por mí. – dije rápidamente, sabiendo perfectamente a donde quería llegar. – puedo llamar a un taxi o incluso a Charlie, que de seguro ya llegó a casa.
-Yo te puedo llevar. – se ofreció él.
¡Lo sabía!
-¡No! – casi grité. – quiero decir… no gracias, no quiero ser una molestia.
-Amiga, quizás Charlie está descansando. – odié a mi querida amiga Alice en ese momento. – además no confío en los taxistas.
-Entonces te llevo. – dijo Edward, decidido a no recibir un no como respuesta. – y tú hermanita, ve a dormir, mañana debes ir a estudiar.
-Es temprano aun. Ella te dará las indicaciones. – dijo ya saliendo del auto.
Edward abrió la puerta del copiloto y me ofreció la mano para ayudarme a salir.

Esto va de mal en peor. – pensé, convencida de que algo mucho peor sucedería. Quizás si tenía un poco de suerte, un automóvil me atropellaría de camino a casa.
Estaba completamente segura de que el destino tenía algo en contra mío.

Del garaje, sacó un bello Volvo color plateado.
Se bajó y se dirigió a abrirme la puerta.
-Sube. – me pidió, con amabilidad.
-Qué caballero. – sonreí.
Me guiño un ojo.
Subí sin titubear y partimos. Destino: mi casa.
-Bueno, dame las indicaciones.

Al pasar los minutos, el silencio se hizo más incómodo. Yo no sería quien comenzaría una conversación.
-Asi que… ¿tienes novio? – dijo, en forma de pregunta, creo.
-Sí, es el mejor novio que pueda tener. – contesté, con una sonrisa no muy convincente.
-Se nota lo enamorada que estás. -  su tonito sarcástico estaba hartándome. Lo fulminé con la mirada. - ¿Cuánto tiempo llevan?
-Siete meses. – contesté involuntariamente. – pero estos últimos dos, hemos estado un poco distanciados.
¿Qué me pasaba?
-¿Pero lo amas? – preguntó, de pronto, muy interesado.
-No, pero lo quiero mucho. – no necesitaba pensarlo. Era cierto, no podía mentir sobre algo tan importante.

Llegamos a mi calle.
-Ya llegamos. – dije algo demasiado obvio cuando se estacionó fuera de mi casa.
-Lo sé. Qué casa tan linda. – dijo mientras se bajaba del auto para abrirme la puerta.
Si seguía haciendo eso, terminaría por acostumbrarme.
Al bajar del auto, me despedí con cortesía, pero él rápidamente me tomó del brazo y me aprisionó entre el auto y él.
De nuevo no. – pensé.
Me miró fijamente. Era la misma mirada que tenía el extraño de mis sueños.
-¿Qué haces? – pregunté, casi sin aire. Era difícil poder estar conectada a mi cabeza y a mi cuerpo al mismo tiempo cuando estaba tan cerca.
-No me lo niegues, yo te he visto en algún lugar. – insistió con seriedad.
-Te lo juro. Nunca te había visto. – mentí.
Bueno, en realidad no mentí, considerando que las únicas veces en que lo había visto había sido en mis sueños y eso no contaba.
Empezó a acercar su rostro peligrosamente. Me tensé por completo y lo obligué a detenerse.
-¿Qué vas a hacer?
-Lo que debí haber hecho en la cocina. – contestó con una sonrisa seductora.
-¿Qué cosa? ¡No entiendo! – dije, ya lo suficientemente frustrada.
-Voy a responder a tu pregunta. – lo miré con sospecha. – Solo te daré la respuesta. – Puso sus labios sobre los míos, rozándolos tenuemente. – Ahora es el momento.
Agarró mi rostro entre sus manos y fundió nuestros labios en un apasionado beso que respondí al instante. No me pude contener, mis brazos, inquietos se dirigieron a la zona de su cuello y lo atrajeron más hacia mí mientras sentía cómo su lengua jugueteaba con la mía hasta que Mike pasó por mi cabeza, lo que hizo que lo apartara con brusquedad.
-¿Qué paso? – preguntó, asustado ante mi reacción.
-No puedo hacer esto. Tengo novio. – cuando lo dije en voz alta, no estaba muy segura de que me importaba realmente.
Mis labios me pedías más de sus besos. Mi cuerpo necesitaba sentirlo cerca.
-No me interesa. – negó con la cabeza.
Me agarró por la cintura y me atrajo hacia él. Agradecí enormemente su contacto.
Me mordí el labio inferior, un poco excitada ante su brusco agarre. Me besó nuevamente, dejando mi mente en blanco.
Nuestras lenguas se movían cadenciosamente. Jamás alguien me había besado así, tan apasionadamente, como si el mundo se fuera a acabar y lo único que podía salvar nuestras vidas era el amor que había en la unión de nuestros labios.
Sé que suena estúpido, pero lo sentí asi.
No sé que me pasaba, lo necesitaba. Necesitaba de sus besos, sus caricias, su cercanía, su mirada sobre la mía, todo. ¿Cómo era eso posible? Lo quería para mí. Nunca en mi vida había reaccionado de esa manera. Ni siquiera Mike había logrado que lo necesitara con tanta urgencia.
Edward era especial. ¡¿Cómo un extraño pudo descubrir el interruptor que hacía reaccionar a todo mi ser?! No, Edward no era un extraño. Yo a él lo conocía. Era parte de mí. En mis sueños el me hace estremecer, tanto como en la realidad.
De pronto, cortó el beso para mirarme mientras acariciaba mi mejilla con ternura.
Aproveché el momento para volver a mí.
-¿Por qué?
-¿Por qué, que? – preguntó confundido.
-¿Por qué me besas? ¿Por qué yo? ¿Qué hice?
-No lo sé, pero me encantan tus besos.
-me sonrojé, pero me controlé y volví a ponerme seria.
-No mientas. Dime la verdad. ¿Qué te propones? – le exigí.
-Aún no lo sé. Estoy confundido. – parecía decir la verdad.
-¿Acaso esto es un juego para ti? ¿Venir y besar a una desconocida que, por cierto, está comprometida? – mi enojo iba en aumento.
-¿Y si es asi? – lo dijo como si fuera la cosa más normal del mundo. - ¿Quieres jugar?
Lo miré con incredulidad y luego me di cuenta de que no era una broma pesada.
Mi sangre se calentó.
-¡Eres la peor persona que he conocido! – grité furiosa.
Tenía la intención de plantarle una bofetada en su rostro, pero fue mas rápido que yo y logró detener mi mano, mirándome demasiado contento para mi gusto.
Negó con la cabeza y se acercó a besarme nuevamente.
-Quizás sea la peor persona que hayas conocido, pero no puedes resistirme a mis encantos. Te tengo vuelta loca. Admítelo.
-No seas arrogante.
Tenía razón. Nadie me había logrado poner mi mundo de cabeza hasta ahora y mucho menos con un simple beso.
-Bueno, creo que mejor me voy. – dijo mientras me soltaba y se dirigía a sentarse tras el volante. Lo miré con el ceño fruncido, maldiciendo cada uno de sus movimientos. Bajó la ventanilla del copiloto. – por cierto, fue un verdadero placer conocerte Isabella Swan.
Encendió el auto y se marchó.
Me quedé ahí, observando cómo su coche se perdía de vista, perdida en mis pensamientos.
¡¿Cómo podía gustarme alguien tan canalla como él?!
Un momento. ¡Bella, por favor no digas que te gusta ese tipo!
Luego de unos minutos de pensar, pelear internamente conmigo misma y darme unos golpes mentalmente, entré a la casa.
Llamé a Charlie, pero no contestó.

Capítulo 2: Conociendo al desconocido PRIMERA PARTE Capítulo 4: SU PRIMER DÍA, MI INFIERNO PERSONAL

 
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