Tormento

Autor: andreaa
Género: General
Fecha Creación: 15/11/2009
Fecha Actualización: 22/11/2009
Finalizado: SI
Votos: 8
Comentarios: 41
Visitas: 35873
Capítulos: 30

De un día para otro todo cambia, la persona que creías que iba a estar a tu lado siempre, desaparece sin mas y incluso tu familia se vuelve un extraño para ti.

Nadie es capaz de darte ni una mínima parte de lo que necesitas, solo quieres escapar, pero no puedes.

Entonces, ¿que haces?

+ A馻dir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 3: todo en su lugar

La noche transcurrió entre calidos besos, nada mas allá de unas insinuantes caricias. Pero dormir con la cabeza apoyada en el pecho de Jacob me hizo sentir una felicidad absoluta.

 

Su calor corporal traspasaba nuestras ropas, quemándome la piel. A pesar de eso, no me moví, era una escena tan absolutamente perfecta que cualquier mínima manipulación podía echarla a perder.

 

Cerré los ojos de nuevo en la oscuridad de esa noche que había empezado tan bien, perdiéndome en sueños que no podían superar, aun que lo intentaran, la realidad.

 

Los primeros rallos de luz inundaban la habitación a través de la puerta rota. Él despertó primero, un calido beso se posó en mi cabello y sus calidas manos apartaron mi alborotada melena de mi cara dejándome ver esos ojos adormilados, esos enormes ojos que me cautivaban, cada vez más.

 

-          Buenos días pequeña – susurró. Su aliento chocó con la piel de mi cuello haciendo que un hermoso escalofrío paseara de arriba a abajo por mi cuerpo.

-          Buenos días.

 

Nos desperezamos, uno al lado del otro. Parecíamos una pareja de verdad, dejando de lado mis paranoias, parecíamos enamorados. Y no solamente lo parecíamos sino que lo estábamos, estábamos totalmente locos el uno por el otro, nos necesitábamos, nos buscábamos.

 

Bajamos las escaleras de mi casa. Mis ojos se dirigían de lado a lado buscando a mi familia. ¿Qué iban a pensar si me veían despertar con Jake? A pesar de mi exhaustiva búsqueda no encontré a ninguno de los miembros de mi familia. Ni mis padres, ni mis abuelos, ni mis tíos.

 

-          ¿Dónde están?

 

Me lo pregunté a mi misma, sin esperar respuesta. Pero Jake lo sabía. Me miró con esa sonrisa tan pícara que a mi tanto me enloquecía y me abrazo. No entendí nada pero tampoco deshice el abrazo, se estaba demasiado bien acomodada en el pecho del enorme muchacho, me sentía demasiado bien estrechada por esos enormes brazos, demasiado bien cuando su aliento rozaba mi piel.

 

Me soltó sin que la sonrisa que yo tanto amaba desapareciera del todo.

 

-          Les pedí que nos dejaran a solas, tenía que hablar contigo. – En su tono de voz se notaba que estaba contento por haberlo conseguido, orgulloso de su gran proeza.

-          ¿Y mi padre..?

 

No hizo falta que acabara la pregunta, él ya sabía que me refería. Mi padre era extremadamente protector. Y no se fiaba demasiado de Jacob cosa que no ayudaba.

 

-          Bella le convenció.

 

Una ola de celos me inundó cuando de sus labios salió el nombre de mi madre. “Bella” Podría haberla llamado “tu madre“, pero no, la llamó Bella.  Mi cara se transformó, aun que él me asegurara que me quería seguía sintiendo que el amor por mi madre no había desaparecido, y peor aun, sentía que jamás lo haría.

 

-          Bella – repetí en un susurro.

 

Supongo que se dio cuenta de mi reacción ya que me abrazo de nuevo haciendo que la oleada de celos se viera substituida por pasión, amor, locura, dulzura…

 

Nos sentamos en el sofá, era temprano y por la tele solo daban los telediarios. Me levanté y me fui a la cocina, preparé un desayuno completísimo. Sabía bien que Jake era de buen comer.

 

Con el desayuno en un bandeja volví al salón. Lo deje encima de la mesa y me senté a su lado. Usando el viejo truco del bostezo pasó su brazo por mis hombros.

 

-          ¿Cuándo volverán? – pregunte casi susurrando. No estaba segura de que me hubiera oído, pero temía que todo fuera un sueño y temía. sobre todo, despertar.

-          Tranquila, tenemos tiempo.

 

 

Dicho eso me besó como no me había besado nunca. Con furia, con pasión. Sus brazos se enredaban en mi cabello mientras mis manos navegaban sin rumbo perdidas por su espalda. Le sentía tan cerca que me daba miedo. Sentía que podía hacer conmigo cualquier cosa. Que nada era imposible para mi si él me lo pedía. Ahora era suya, sin posibilidad alguna de escapar.

 

Sus manos, cada vez mas apasionadas descendieron desde mi cabellos, por mi espalda. Justo en el momento en que mis manos habían encontrado el camino hacia su espalda por debajo de su ropa un fuerte ruido nos separó de golpe.

 

Mi padre había abierto la puerta de la casa. Habían llegado. En el rostro de mi padre la furia no dejaba paso a ninguna otra emoción. No sabía que le ocurría exactamente pero podía imaginarlo.

 

-          Te dije mil veces que no te metieras en nuestras mentes, papá – le grité, estaba realmente enfadad.

-          No sabes lo que estaba pensando – contraatacó mi padre entre gritos.

 

Segundos después apareció mi madre y puso su mano sobre el hombre de mi padre, para tranquilizarlo. No hizo demasiado efecto por que él se acercaba con mirada amenazante a Jake.

 

Mi madre le susurró algo al oído y mi padre se calmó un poco,

 

-          Aun es una niña – susurró, aun que pude oírle perfectamente.

-          No soy una niña- grité

 

Estaba harta de que me vieran así. Tenía siete años de edad pero mental y físicamente era una muchacha de veinte.

 

Edward se acercó a mi, con ojos tristes, paso su mano entre mi enredado cabello rizado y me susurró

 

-          Si que lo eres.

 

Y se marchó.

 

Las lágrimas acudían a mis ojos a pesar de que intentaba retenerlas en mi interior. Jamás había gritado a mi padre.

 

Mi madre miró con mirada triste a Jake.

 

-          Te dije que estaría escuchando, esa fue su condición

 

Jake le devolvió una mirad arrepentida. Ese jueguito de miradas que compartían ellos dos volvió a atraer los celos. No podía soportarlo, demasiadas emociones en un mismo cuerpo.

 

Di media vuelta y me dirigí a mi habitación. Sentí las miradas de mis dos acompañantes a mis espaldas pero no quería que me vieran llorar.

 

Llegué a mi habitación ninguno de los dos me había seguido. Quizas estaban mejor solos.  

Capítulo 2: un gran momento Capítulo 4: es su obligaci贸n

 
15095829 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 11082 usuarios