Lo impensado, lo que nunca me imagine, lo que jamás debía pasar, lo que tanto temía ocurrió esta noche, perdí tiempo precioso analizando ese maldito episodio que cambio mi existencia, mi hermano, mi propia familia tratando de separarme de la razón de vivir. Era terrible solo pensarlo, como alejar de mí este sentimiento, este dolor, esta angustia era inaguantable.
La sensación al respirar la disfrutaba, pues su olor invadía mi ser por completo. Su tacto suave, delicado, llenaba mi piel de su calor.
Me estaba muriendo por dentro, roge porque el tiempo retrocediera, por no haberla obligado a ir a mi casa, si solo me hubiera concentrado en hacer lo que ella quería esto no hubiera pasado y no tendría que hacer después, lo que no quería, pero no había vuelta, era la única opción que me quedaba, ya había intentado ignorarla el pasado año y no lo conseguí, había intentado quedarme cerca de ella y vivir su vida humana, la vida misma me lo refregaba en la cara, que eso no se podía era un peligro, yo mismo también era un peligro, lo que quedaba lo mejor para Bella era que yo saliera de su mundo, pero ¿Sería capaz de alejarme de ella y no volver nunca mas?, ¿Seria capaz de romperle el corazón?, no podía imaginarlo, sin duda la tarea mas difícil era convencerla de que ya no la quería, pero ¿Cómo? Después de todo lo que hemos vivido, de todos los momentos felices, todo el amor que le había jurado, todo el amor que sabía que sentía por mí, de eso jamás tendría dudas, su amor era sagrado para mí.
De pronto sentí su cuerpo estremecer, acomodo su cabeza en mi pecho y su largo cabello me envolvió, ella era feliz así, realmente yo era un verdadero monstruo ¿Cómo me iba a atrever quitarle también la felicidad? De donde sacaría la fuerza para hacer lo correcto.
Acaricie su rostro con solo la yema de mi dedo índice y dibuje las líneas de su cara, ya no lo iba a poder tocar mas dentro de poco tiempo, no iba a poder ver mas sus hermosos ojos de color chocolate, no disfrutaría mas de su aliento, del color de su piel, de su aroma, de su sangre, ella era mi droga, como poder rehabilitarme, sin no existe un centro de rehabilitación para vampiros dependientes del amor de una frágil humana, la humana con el mejor olor, mas hermosa en todos los sentidos para mí, ya me sentía miserable.
Ya eran pasadas las dos de la madrugada, el tiempo igual era un gran enemigo, se atrevía a pasar tan lento antes encontrarla, y demasiado rápido cuando que el destino me unió a su camino. Destino que me iba a alejar para siempre de ella, lo único que le podía agradecer era enseñarme lo que era el amor, el significado de esa palabra y todas esas emociones que conllevan la palabra, confianza, paciencia, compromiso, celos, respeto, pasión, tristeza, felicidad, melancolía, locura, tolerancia, fuego, fidelidad, amargura, morbo, sinceridad, compañía, libertad, seducción, esperanza, dolor, sacrificio.
Como me iba a ser capaz, de decir no te amo. Cuando me desgarraba, por dentro solo pensarlo.
El contacto de mi piel hizo que su mano se enfriara, la acomodé dentro de la manta, ella volvió su cabeza quedando sobre la almohada, aproveche para salir de su cama e hincarme junto a ella, desde la ventana pude ver la luna brillar e iluminar su pequeña habitación, me concentre en ver como el brillo lunar le iluminaba la cara.
Ella era mi vida. Ella era mi alma ¿Como iba a poder vivir sin ella?
Tenia que intentar explicar:
- Bella…- Comencé susurrándole- Mi amor por ti no va a acabar jamás, nunca te olvidaré, serás por siempre el único amor de mi existencia, me hiciste el hombre mas feliz del mundo con darme tu amor, amor que no merezco - Tome su otra mano, la que no tenia daño – Gracias por eso. Te amo tanto, no se si lo puedas imaginar. Perdóname por lo que voy hacer, pero tú te mereces a alguien mejor que yo, alguien que te haga feliz, alguien con el que tu vida no corra peligro, alguien que te pueda dar lo que yo nunca podré- su semblante inconciente estaba tranquilo era como si me mirara atentamente – Amor no tengo mas opción que marcharme lejos de ti. -
Acerque mi cabeza a sus labios, los roce y sentí su dulce aliento.
- Tu llenaste mi vida, le diste un sentido, iluminaste mi camino, Se que no lo vas a entender al principio, por favor no me odies amor mío, solo eso te pido.- Le bese tiernamente ambas mejillas – Su respirar se aceleró. Yo me aleje, en su rostro se formo una leve sonrisa.- Te amo, descansa – Le dije.
Podría haber estado un siglo tan solo viéndola dormir, me senté en a su lado. Volví a tomar su mano. Y me quede un buen rato así.
Tenía que encontrar la capacidad, solo debía ser lo bastante fuerte para que la herida que yo le iba a causar fuera minima. Ella tenía que retomar su vida. Yo sabía perfectamente que ella no me iba a dejar marchar si no le metía.
De pronto entre abrió los labios y suspiro profundamente.
Estas eran mis últimas horas con ella, su pulso se aceleró, ya no estaba tranquila.
- Edward, no te vayas…perdóname. Susurró casi llorando.
Perdonarla ¿Porque?, ella era la que tenía que perdonarme algún día. Se sentía terriblemente culpable por todo lo sucedido, como si fuera ella el autor del crimen y no la victima.
- Te quiero.- Le dije a modo de respuesta.
Parecía que el efecto de las pastillas empezaba a pasar. Ya eran casi las cinco, tenia que liberarla, de mí, de mi amor, de mi familia, de mi mundo, ella no debía sufrir, solo yo era el condenado, no, ella no, ella no, de eso me tenia que asegurar.
Me acerque poco a poco a su boca y le besé suave. Y mi nariz recorrió su rostro y su cabello, oliendo su aroma a Fresias. Tenia que ser fuerte por su bien, por nada más. Empezaba a aclarar mire por la ventana, ya no estaba la luna, empezaba una un nuevo día.
Ya no tenia excusa debía irme y pronto, sino le seguiría haciendo daño. Sabía también que mi familia me apoyaría. Familia a le que pronto le pediría marcharnos de Forks.
Su sueño, esta sereno, presentí que iba a despertarse pronto. Era hora de marchar, podía sentir a su padre levantarse, pronto subiría para ver si su hija se encontraba bien, estaba un poco molesto por la cara con la que había llegado Bella ayer y por el brazo vendado.
Le miré por última vez, no quería que me encuentrara allí cuando despertará, pues sabría solo al verme que algo iba mal.
- Te amo – Le sentí decir mientras medio giraba su cuerpo en la cama.
Una flecha atravesó mi helado corazón, el dolor era insoportable. Me levante lentamente, bese y le devolví su mano, abrí la ventana y salí por su ventana sin volver la vista atrás.
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