Me Alegro de que FUeras tu... (+18)

Autor: Danisabel
Género: + 18
Fecha Creación: 22/09/2010
Fecha Actualización: 23/09/2010
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 17
Visitas: 43984
Capítulos: 30

Rosalie Hale debe engendrar un heredero, o se verá sometida a la peligrosa furia sin límites de su hermanastro, Royce King II,  quien sufre la pérdida de su mal habida riqueza. Y el magnífico Emmett MacCarty es la perfecta elección para concebir a su hijo aunque para ello haya que encarcelar y violar al elegante caballero... Mientras tanto, Rosalie, prometiéndose a sí misma resistir, es traicionada por la terrible virilidad de Warrick, y este queda a su vez embrujado por la voluptuosa belleza de la dama. Así, mientras él planea una venganza adecuada, esperando ansiosamente el tiempo en que su captora llegue a ser su cautiva... empezará a sufrir el terrible tormento y el exquisito éxtasis de esta pasión.

Venganzas, drama, complicidad, amistad, pasión y amor....

Esta es una adaptación de la novela romantica Esclava del deseo escrita por Johanna Lindsey....

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 3: CAMBIO DE PLANES

 

Rosalie despertó un tanto desorientada, pero pasaron apenas unos instantes antes de que supiera exactamente dónde se encontraba. No podía determinar cuándo se había dormido, pero había sido mucho después de la medianoche. Ahora casi podía sentir que se le helaba la sangre mientras el miedo le traspasaba los huesos y la mantenía inmóvil en su cama.

-¿Piensas quedarte acostada hasta que llegue el momento de enfrentarte con el sacerdote?

-¿Esme? -exclamó sorprendida Rosalie, al reconocer la voz de aquella persona por la cual sentía tanto afecto. -Sí, preciosa.

Se incorporó y vio a la criada sentada sobre una silla que no estaba allí cuando había entrado por primera vez en la habitación.

Esme había sido su criada desde hacía mucho tiempo, hasta donde Rosalie podía recordar, y antes había servido a lady Anne. Era una mujer de cuerpo menudo y realmente hermosa, con su cabello color caramelo, su cara en forma de corazón, pero circular, delgada y suave, los unos ojos castaños de expresión cálida su enorme sonrisa le infundía seguridad, tal y como siempre la había recordad. Le habían permitido acompañar a Rosalie durante la reclusión de la joven, tres años antes.

 

 

-¿Cómo llegaste aquí? -preguntó mientras paseaba la mirada por la habitación para ver si había alguien más.

-Cuando fue a buscarte, ayer por la mañana, ordenó que guardaran todas tus cosas y las trajeran aquí. Esos canallas pensaban dejarme atrás, pero yo les hice cambiar de idea. Vi a ese viejo anoche, al llegar. ¿Cómo pudiste aceptar casarte con eso?

Rosalie sintió que las lágrimas comenzaban a agolparse en sus ojos, pero las contuvo. Con todo, el labio inferior aún le temblaba cuando dijo:

-Royce estaba golpeando a mi madre. Dudo de que hubiese suspendido el castigo si yo no aceptaba.

- Oh, mi corderito - exclamó Esme en tono maternal, y se apresuró a abrazarla-. Sabía que era un monstruo, exactamente como su padre. Sus dulces palabras jamás me engañaron, ni siquiera cuando venía a dárselas de hombre galante y buscaba estar cerca de tus faldas.

- Lo odio. En todo esto yo no le intereso en absoluto; sólo le preocupa su propio beneficio.- dijo sin sentirse culpable, Rosalie era de carácter fuerte y decidido, estaba segura que no podía ser mas desdichada en su vida, y sabía que solo había un culpable

-Sí, es cierto. Aquí ya están preparándose para la guerra. Dicen que este castillo estará casi vacío cuando llegue el nuevo día. Tu futuro esposo ha facilitado a todos sus caballeros y casi un millar de soldados al joven Royce, y hay dinero suficiente para contratar a varios miles más.

- ¿Crees que Royce me devolverá jamás mis tierras? Las recuperará, y cuando Aro muera también se apoderará de mí, para casarme otra vez en la próxima ocasión en que se encuentre en apuros, Maldita Belleza!!! – dijo enojada- Si tan solo hubiese sido lo suficientemente horrible como para que el muy desdichado ni se le pasara por su maldita cabeza jamás sacarme del castillo de tures!!-

-De modo que ése es su plan, ¿eh? -preguntó indignada Esme – Y no seas ridícula, tu belleza es una virtud, y recuerda que no importa tanto lo exterior y si no la fuerza que llevas dentro, pero dime mas de los planes del joven Royce, algo podemos hacer

-Eso fue  lo que me confesó. Entretanto, tengo qué quedarme embarazada de modo que las tierras de Aro pasen también a manos de Royce. -Rosalie emitió una risa entrecortada- Esme, ¿un hombre tan viejo aún puede procrear? La doncella emitió un rezongo.

-Eso es lo que querrían creer los hombres, pero es casi imposible. De todos modos, anoche escuché muchas historias acerca del modo en que este señor trató de tener otro hijo para reemplazar a los que murieron en la guerra. Ha tenido cuatro esposas en los últimos tiempos, y eso sin contar las seis que tuvo en su juventud.

-¿Y qué les sucedió a todas esas mujeres? -Las primeras esposas murieron por diferentes causas, pero los criados afirman que la mayoría en circunstancias sospechosas. En cambio, repudió a las últimas. Todas eran doncellas inocentes, pero él dijo lo contrario cuando no le dieron el hijo que deseaba con la rapidez esperada. Querida, eso es todo lo que desea de ti – dijo Esme con recelo

-De modo que si no le doy un hijo, es posible que me repudie dentro de un año. No me extraña que Royce me haya asegurado que no estaría casada mucho tiempo.

-No. Por otra parte, si quieres saber mi opinión, este anciano no durará ni siquiera un año. Hace cinco años que hubiera debido morir. Si aún está vivo, sólo puede ser gracias a un pacto con el diablo.

-Calla -murmuró Rosalie, persignándose, a pesar de que tendía a coincidir con su criada. La propia Rosalie ya había pensado que el viejo señor se parecía a un cadáver.

Esme la miró con el entrecejo fruncido. - ¿Realmente piensas casarte con el viejo Aro? – pregunto dudosa

-Lo preguntas como si tuviera otra alternativa. – le respondío Rosalie suspirando - "Sí, la tienes. Podríamos asesinarlo, se que estas palabras nunca saldrían por mi boca, pero solo quiero tu bienestar y haría lo que fuera por eso

Rosalie arrugó la frente al ver que sus esperanzas renacían en un instante y se esfumaban al siguiente. -¿Crees que no he pensado en eso? Pero si echo a perder de ese modo los planes de Royce, es muy posible que mate a golpes a mi madre, enfurecido por mi actitud. No estoy dispuesta a correr ese riesgo.

-No, por supuesto -convino Esme que amaba a la madre tanto como a la hija y no podía soportar la idea de que cualquiera de ellas sufriese. Pero ella poseía cierto conocimiento de las hierbas y podía impedirlo.

-Si tienes que soportar el matrimonio, habrá que aceptarlo, pero no necesitas entregar tu cuerpo y tu lecho a ese viejo lascivo. Podemos reducirlo a la impotencia... Rosalie desechó la idea antes de que su criada la expresara. -Royce se sentirá satisfecho únicamente si ve sangre en las sábanas.

-No es necesario que sea la tuya.

Ella no había pensado en eso. ¿Significaba que quizá no necesitaría sufrir el contacto con aquellos dedos arrugados y retorcidos, aquel aliento fétido, la repugnancia que le agitaba el alma? Si por lo menos...

-Quizás lord Vulturi esté preparado para descender a la tumba, pero eso no significa que sea estúpido. Si no recuerda haber consumado el matrimonio, ¿no es probable que quiera repetir el intento la mañana siguiente? -Se estremeció ante la idea misma-. Prefiero sufrir este horror en la oscuridad de la noche y no a la luz del día. Esme, no creo que pueda soportar ver que me toca, además de sentirlo.

-Muy bien, querida. En ese caso, te prepararé una bebida. No te dormirás, pero estarás al borde de la inconsciencia. No sabrás lo que sucede a tu alrededor y por lo tanto no te importará lo que ese viejo te haga.

Era mejor… ¿No saber, o simplemente no ver? -¿Cuánto tiempo durará el efecto de tu brebaje? -pregunto con expresión reflexiva.

-Unas pocas horas. Lo suficiente para permitir que él haga lo que tenga que hacer.

-.Y si lo bebe él por error?

-No lo perjudicará. Si aun así puede actuar, lo hará. Simplemente, no lo recordará.

Rosalie gimió, y se recostó sobre la cama. -En ese caso, tendré que soportarlo de nuevo a la mañana siguiente.

-No, ¿por qué tiene que haber un error? Dejaré el brebaje en la cámara nupcial, mezclado con el vino. Servirán el tuyo, preparándolo para que lo bebas, pero no harán lo mismo con él. Limítate a beberlo apenas llegues. No importa quién esté contigo, nadie te reprochará que intentes fortalecerte para lo que debes soportar.

-Sí, así es. Cualquier cosa será mejor que... Rosalie se interrumpió cuando oyó que llamaban a la puerta, pero no era Royce, como ella había temido. Entraron numerosos criados con jarras de agua, una bandeja con pan y queso, y una túnica nupcial de color crema. Le explicaron que lord Vulturi deseaba que la vistiese, si no tenía nada apropiado. Se le dijo también, o mejor dicho escuchó murmurar a las criadas, que las dos últimas esposas también habían usado esa túnica. Mientras una de las criadas la sostenía con el fin de que ella la examinase mejor, Rosalie dijo:

-¿Por qué no? Las otras esposas tuvieron la suerte de escapar de él. Tal vez a mí me corresponda la misma fortuna. Hubo un silencio inquieto durante un momento y Rosalie comprendió que hubiera debido mantener en silencio sus pensamientos. Después de todo, aquellas criadas pertenecían al señor del castillo. Pero ella no había hecho otra cosa que impresionarlas con su franqueza. Pronto oyó una risita nerviosa y después otra, y comprobó que en general las criadas coincidían con ella: todas odiaban al hombre que iba a convertirse en el esposo de Rosalie……

 

El día avanzó, y poco después de la hora sexta, fue unida en matrimonio a lord Aro Vulturi de Kirkburough. No sucedió nada que la salvara. En presencia de testigos, con la bendición humana -ella prefería creer que Dios no había dispensado la suya, pasó del control de un hombre al de otro, a su nuevo marido.

El anciano había dormido durante toda la misa. Se había preparado un festín para pasar el resto del día. Rosalie se sentó al lado de su esposo, observándolo engullir pedazos que devoraba con su boca desdentada. Para favorecerla o por perversidad, pues había observado que ella no comía, el viejo le llenó el dorado plato hasta arriba. Pero ella estaba segura de que si trataba de tragar algo, comenzaría a vomitar.

Royce estaba de muy buen humor. Había ejecutado todo su plan, de modo que nada podía estropearle el día... ni siquiera el silencio de Rosalie cada vez que él le hablaba,  se sentó frente a ella, al otro lado de la mesa, comió con mucho placer, consumió cálices de vino con más placer aún, y se vanaglorió constantemente del modo en que expulsaría de sus tierras a MacCarty, si no podía llegar a matarlo, que era lo que deseaba hacer. Esme había dicho la verdad. Royce ni siquiera permitió que los hombres de Aro participasen plenamente en los festejos; en cambio, los obligó a ir saliendo del castillo en grupos de un centenar cada uno durante todo el día. Los enviaba a su propio castillo, para que se reunieran allí con su ejército, que ya tenía orden de marchar a Tures al romper el día. Royce ni siquiera deseaba esperar hasta tener mas hombres. Deseaba sitiar a MacCarty en Tures antes de que e1 señor de la guerra, como lo habían llamado,  pudiera escapársele.

Rosalie no estaba en absoluto interesada en los comentarios bélicos de su hermanastro. Ahora lo odiaba profundamente, incluso abrigaba la esperanza de que no pudiese arrebatar Tures a MacCarty, y que por el contrario él matara a Royce,  aunque ello significara que ella misma jamás lograra recuperar el castillo. En el fondo de su alma, Rosalie esperaba que los dos se mataran, y cuanto antes mejor.

Cuando llegó el momento de que las damas la llevasen a la cámara nupcial, ella se sentía tan agobiada por el temor que estaba segura de enfermar. Tenía la piel de un color blanco lechoso, como la de su esposo, y los ojos le dolían por el esfuerzo de contener las lágrimas a lo largo de todo el día.

No hubo bromas groseras ni consejos temerarios, como los que solían prodigarse durante las bodas. Rosalie solamente recibió miradas compasivas, y las mujeres la prepararon de prisa y se retiraron sin perder tiempo. Se quedó sólo con una fina enagua (falda blanca usada como ropa interior) . Nadie le había dicho que se la quitase, y ella tampoco deseaba despojarse de esa prenda. Aro veía tan poco que quizá no advirtiese nada, y de ese modo Rosalie quizá podría interponer algo entre su propia piel y la de su esposo.

Apenas quedó sola, se puso la bata y se apresuró a apagar todas las velas, excepto las que estaban encendidas junto a la cama y que podía apagar sin levantarse. Después, caminó hacia la mesa, donde ya estaban la botella de vino y los dos cálices. Solo uno estaba lleno. Vaciló al extender la mano hacia el vino mezclado con el brebaje. El efecto de la pócima duraría sólo unas horas. ¿Y si su marido no venía a buscarla hasta pasadas vanas horas? ¿No era mejor esperar un poco más? Hubiera debido preguntar a Esme cuánto tiempo debía esperar hasta que el brebaje hiciera efecto.

La puerta se abrió bruscamente sin previo aviso. Royce entró sin prisa y sus ojos oscuros se clavaron en la mano que se tendía hacia el cáliz.

-No, deja eso -ordenó secamente, dispuesto a impedir los planes de Rosalie.

Royce traía su propia botella de vino y la depositó sobre la mesa-. Fue una suerte que me llamase la atención tu docilidad- dijo mirándola fijamente

-¿Acaso puedo actuar de otro modo cuando tienes prisionera a mi madre?

Él ignoró las palabras de Rosalie, y con el entrecejo fruncido miró el cáliz de vino. -¿Quisiste envenenarlo? – preguntó curioso y divertido –No – respondió con odio

Se acentuó su gesto de preocupación cuando la miró. -Entonces, ¿envenenarte tú misma?

Ella emitió una risa casi histérica, y deseó tener el valor necesario para dar ese paso. Él la tomó por los hombros y la sacudió. -¡Contesta!-  le grito-

-Si envenenara a alguien, sería a ti -silbó. Toda su furia se vertió en la mirada que le dirigió.

Él pareció desconcertado por un momento, y Rosalie pensó que Royce había temido realmente que ella pudiese hacerse daño a sí misma.

-Exageras la importancia de todo esto. – Dijo después de unos minutos, Rosalie comprendió que se refería al matrimonio-. Cuanto antes te quedes embarazada, antes eliminaré a ese hombre.

-¿Piensas matarlo?- Esa parte del plan no se la había dicho, solo hizo referencia a que el viejo estaba prácticamente en su lecho de muerte . El no contestó, pues había dejado abierta la puerta y los dos alcanzaban a oír al grupo que se aproximaba con el esposo.

-Métete en la cama para esperarlo. -La empujó un poco en esa dirección-. Y compórtate como corresponde a una esposa.

Rosalie se volvió bruscamente.

-Ya que fuiste tú quien planeó este matrimonio, deberías ser también tú quien lo esperase en la cama -murmuró furiosa-. Ve tan poco que quizá no note la diferencia. Royce sonrió.

-Me agrada ver que aún tienes el espíritu que he observado en ti en ciertas ocasiones. Ciertamente, no sería prudente confiar en ti, así que me llevaré estas cosas. "Estas cosas" eran la botella de vino y la copa

Rosalie tuvo que morderse los labios para abstenerse de rogarle que le dejase al menos el cáliz. Con un sollozo ahogado, corrió a la cama, y acababa de cubrirse cuando llegó el esposo, traído por los pocos caballeros que aún no habían salido del castillo. Las risas y las bromas groseras terminaron al ver a Rosalie en la cama, y Royce se encargó de expulsarlos sin muchas ceremonias cuando vio que la miraban con ojos codiciosos. En menos de un minuto, quedó sola con su marido.

 

Estaba preparado para ella. Vestía un camisón negro que hacía que su piel pareciese aún más blanca. El lazo que cerraba el cuello se había aflojado en el camino al dormitorio, y él no se había molestado en ajustarlo; en definitiva, se soltó del todo apenas avanzó el primer paso. Rosalie había cerrado un instante los ojos, pero esa imagen del cuerpo de su marido no la abandonaría fácilmente -las piernas tan delgadas que parecían no tener más que huesos, las costillas salientes, el vientre hundido y aquella cosa minúscula entre las piernas. Ella había oído que la llamaban de muchos modos, nombres que hacían pensar en un arma monstruosa, pero lo que ahora veía no era un arma que le provocase miedo.

Casi se echó a reír, pero al mismo tiempo estaba demasiado cerca de las lágrimas. Comenzó a rezar en silencio, pidiendo fuerza para soportar aquello, pidiendo que terminase de prisa, y no enloquecer una vez que aquel hombre hubiese terminado con ella.

-Bien, ¿dónde estás, preciosa? -preguntó él con picardía-, Soy demasiado viejo para andar persiguiéndote. -Aquí, mi señor – respondió sin ganas

Como él continuaba buscando a la izquierda, Rosalie comprendió que no la había oído, y repitió sus palabras casi gritando. El hombre se acercó a ella, y medio tropezó con los peldaños en su intento de subir a la cama.

-Bien ¿Qué esperas? -preguntó en el mismo tono regañón, de pie en el último peldaño, pero sin hacer el más mínimo esfuerzo para meterse en la cama-. ¿No ves que mi guerrero necesita ayuda para adoptar la posición de firme ante ti? Esposa, ven y Juega con él. – le ordeno, Rosalie, que odiaba que le ordenaran las cosas paso por alto aquella petición, en su mente solo rondaba una pregunta… ¿Aquella cosa tan minúscula era un guerrero? Ella emitió un sonido negativo que él no alcanzó a oír. El anciano sonreía para sí mismo, y en realidad no la miraba, sino que clavaba los ojos más allá de la cama, con una expresión de desconcierto.

-No me parecerá mal si lo besas, preciosa -sugirió, siempre sonriendo.

Rosalie se llevó la mano a la boca como si la idea misma le provocara náuseas, y la bilis le subió a la garganta. Con esfuerzo consiguió rechazarla. Si el anciano hubiera podido ver la expresión de Rosalie, se habría reído. Pero su ceguera era tan grave como la sordera. Entonces a Rosalie le entraron  deseos de matar a Royce por todo lo que le estaba haciendo pasar.

Los ojos del anciano comenzaban a recorrer la cama, pero incluso de pie, allí mismo, no podía encontrar a la joven-. ¿Dónde estás, niña tonta? ¿Tendré que llamar a mi criado John y decirle que te encuentre? Pronto lo conocerás. Si no te quedas embarazada en el plazo de un mes, te entregaré a John para que se encargue del asunto. Soy demasiado viejo para pasar de nuevo por esto. Eres la última y tendré un hijo de ti de un modo o de otro. ¿Qué me dices?

¿Quizás intentaba impresionarla? ¿O ella había oído mal? -Lo que digo, mi señor, es que pareces un hombre desesperado, a menos que... ¿Te entiendo bien? ¿Me entregarás a ese hombre John para que me deje embarazada, si tú no puedes hacerlo?- casi grito

-Si, eso haré. Simpatizo con John. No me importaría decir que su hijo es mío. Mejor eso que entregar todo a mi hermano, un hombre a quien desprecio más que a ningún otro.

-¿Por qué no afirmas que John es tu hijo? – dijo después de darle vueltas al asunto

-No seas estúpida, muchacha. Nadie creería que es de que yo soy el padre de tu hijo. mío. Pero no se dudará

¿Tan seguro estaba? Aquel hombre era peor que lo que ella había pensado. Rosalie era su esposa, y sin embargo se proponía a  preñarla exactamente como hacía con sus vacas y sus cerdas. Si no podía lograrlo él mismo, dejaría el lugar a otro .Santo Dios, ¿tenía que pasar realmente por todo eso? El anciano estaba tan debilitado que ella podía rechazarlo con una sola mano. Pero, ¿qué le sucedería a su madre si adoptaba esa actitud? Y ahora él era su marido. Un marido era todopoderoso. La vida misma de Rosalie dependía ahora del capricho de aquel hombre, pues si él decidía matarla nadie lo obligaría a rendir cuentas.

-¿Acaso hice un mal negocio? -La voz del anciano se elevó al contemplar esa posibilidad-. ¡Ven aquí, esposa, y ayúdame a hacer lo que tengo que hacer, y ahora mismo!

Era una orden directa, y ella no podía andarse con rodeos; pero estaba segura de que se desmayaría si lo tocaba.

-No puedo -dijo, en voz bastante alta para no tener que repetirlo-. Si pretendes tomarme, hazlo. Pero yo no te ayudaré.

La cara del anciano se tino de un rojo tan intenso, que ella tuvo la certeza de que ninguna de las diez esposas anteriores se había atrevido jamás a negarse a cumplir lo que él pedía. ¿Ordenaría que la golpeasen por eso? Era evidente que aquel hombre no tenía fuerza suficiente para castigarla por sí mismo. -Tú... tú...

No dijo nada más. Y pareció que los ojos se le salían de las órbitas. El color se le oscureció todavía más. Vaciló sobre el peldaño, una de las manos apretada con tanta fuerza contra el pecho que Rosalie temió que las costillas cediesen. Estaba a un paso de decir algo conciliador, sólo para calmarlo, pero antes de que pudiese hablar, el anciano cayó hacia atrás, sin producir el más mínimo sonido.

Rosalie se aproximó al borde de la cama para mirar hacia el piso. El viejo no se movía. Estaba allí, sobre la alfombra, su mano todavía apretada contra el pecho, los ojos siempre desorbitados. Parecía que no respiraba. ¿Estaba muerto? ¿Tal vez había tenido un golpe de suerte? Una risa burbujeó en su garganta, pero se convirtió en un blando gemido. ¿Que haría ahora Royce? Lo que había sucedido no era culpa de Ella ¿O sí? Si ella no se hubiese negado... Si en efecto el resultado era culpa suya, tenía una Justificación. ¿Cómo podía ella saber que un breve gesto de desafío iba a matar a aquel hombre?

Pero ¿estaba realmente muerto? Rosalie no quería tocarlo para saberlo. Incluso ahora, la idea del contacto con él le parecía repulsiva. Pero alguien tenía que comprobarlo.

Saltó de la cama y corrió hacia la puerta. Después salió al corredor... y cayó en brazos de Royce.

-Sí, es lo que me temía -dijo él con vivo desagrado-, Te proponías huir. Pero no lo conseguirás. Volverás allí y... -¡Royce, está muerto! -exclamó Rosalie. Las manos de Royce apretaron cruelmente sus brazos  antes de empujarla de regreso al dormitorio. Se acercó al anciano e inclinó la cabeza hacia el pecho de la figura caída. Cuando ROye miró a Rosalie, tenía la expresión sombría a causa de la furia. -¿Cómo lo hiciste?

Ella retrocedió ante la intensidad de la acusación. -No, no lo toqué, y en la habitación sólo había tu vino, que él no bebió. Ni siquiera había entrado en la cama. Se aferró al pecho y cayó.

Royce volvió a mirar al anciano y pareció creer lo que había dicho Rosalie. Cubrió el cuerpo con la túnica negra antes de incorporarse y mirar a la joven. Después de pensar un momento dijo:

-No abandones esta habitación. No permitas que nadie entre -¿Qué harás? – preguntó ella totalmente asustada

-Encontrarte un sustituto adecuado. Ahora es imperativo que te quedes embarazada esta misma noche. Por desgracia, tengo los cabellos de otro color al igual que mis ojos, mis facciones son totalmente distintas si no, lo haría yo mismo.

Los ojos de Rosalie centellearon al comprender lo que significaban estas últimas palabras, y también las primeras.

-No. Yo no lo haría -rezongó él-, si deseas volver a ver viva a tu madre.

Ahora le había dicho claramente lo que ella tan sólo había sospechado, y Rosalie palideció, pues no dudaba de que aquel hombre hablaba en serio. Pero el horror de lo que se proponía hacer... ¡un sustituto! Desesperada, preguntó: -.¿Cómo puedes mantener semejante engaño? Ese hombre está muerto.

-No es necesario que nadie lo sepa hasta que haya pasado bastante tiempo y te hayan visto embarazada. Mientras puedas, permanecerás encerrada en este dormitorio... - ¿Con el cadáver? - jadeó, retrocediendo otro paso.

-No, yo retiraré el cuerpo -dijo Royce impaciente-. Cuando llegue el momento de enterrarlo, encontraré otro cadáver que lo remplace. Sea como fuere, estará enterrado oficialmente antes de que su hermano sepa que ha muerto, y tú seguramente estarás embarazada antes de que el hombre llegue para tratar de reafirmar sus derechos. Pero no le daremos nada. Eso es lo que habría deseado Aro.

Probablemente así era. Pero ¿Justificaba lo que Royce se proponía hacer? Parecía que confiaba tanto en su nuevo plan. ¿Por qué no? También en esta situación él se limitaba a no hacer nada y esperar mientras el cuerpo de Rosalie se veía sacrificado en el altar de la mentira. Y esta vez la vida de su madre realmente dependía de que ella se sometiera.

Capítulo 2: CONOCIENDO A MI PRINCIPE AZUL Capítulo 4: ESTOY EN EL CIELO

 
15223413 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 11144 usuarios