Emmett no estaba del mejor humor cuando bien entrada la tarde llegó al salón. Y allí vio a Bella, y eso le recordó que aún no se había ocupado del asunto de su educación. Ahora le ordenó que se acercara, mientras él caminaba hacia el fuego. Había solamente dos sillas entre muchos taburetes, reservadas únicamente para él y sus invitados, o para sus hermanas. Ordenó a Bella que ocupase una de ellas mientras él utilizaba la otra; pero eso determinó que ella lo mirase con una expresión de extrañeza, lo cual recordó a Emmett que ella misma no se consideraba un miembro de su familia, del mismo modo que Emmett jamás le había atribuido ese carácter.
Lo que ahora se proponía hacer, no le molestaba demasiado. Los bastardos eran una realidad de la vida, y muy pocos se elevaban demasiado por encima del estigma de su nacimiento, o de la servidumbre de sus respectivas madres, a menos que tuviesen un padre que fuese miembro de la familia real o que no hubiese hermanos legítimos.
Por lo que él sabía, Bella era la única descendiente bastarda de su padre, estuvo con su madre un año antes de que se casara con la madre de Emmett. Aunque la joven ahora debía tener cerca de diecinueve años, él había conocido su existencia sólo durante los últimos años. Quizás hubiera hecho más en su favor de haber pensado más en ella, pero Emmett rara vez había estado en su casa desde que ella había llamado su atención, y también rara vez había pensado en cosas diferentes de la guerra... hasta ahora.
El la miró fijo, y advirtió lo que Carlisle había percibido tan fácilmente: que en efecto ella se le parecía a él, Melisant era mas parecida a la madre de ellos, y Alice era la combinación perfecta de lo mas bonitos rasgos de sus padres. Había fuerza en la cara y la apostura, al igual que Alice y él mismo. Incluso los ojos y los cabellos tenían exactamente el mismo color que los de Melisant café con reflejos rojizos por parte de su padre, Emmett y Alice los tenían negros, y su mirada tenía una calidez que confería cierta belleza a su cara.
El observó también que su mirada directa no inquietaba a la joven. Si él hubiese mirado de ese modo a Alice sin hablarle, la niña al fin se habría echado a llorar. Melisant habría comenzado a formular excusas por lo que recientemente hubiese hecho mal, sin esperar a que su hermano formulase una acusación. Bella permanecía sentada tranquila y a su vez miraba a Emmett, aunque ciertamente no se la veía cómoda. En definitiva, Emmett no había previsto que ella demostraría ese valor. Tal vez, después de todo, ella sería una buena esposa para el Edward.
Emmett no tenía la más mínima intención de abordar suavemente el tema. Sus primeras palabras fueron:
-Carlisle Cullen tiene un hijo que pide tu mano.
-¿Te refieres a Edward?
Emmett asintió.
-¿Estabas enterada de su intención?
-No.
-Pero entiendo que celebraste algunas conversaciones con él, pues de lo contrario no habría pedido específicamente tu mano.
-Me ha buscado siempre que vino aquí con su padre.
-Sin duda, para robarte besos. -Emmett rezongó-: Muchacha, ¿todavía eres virgen?
A ella se le enrojecieron las mejillas, aunque su mirada permaneció unida a la de Emmett, y los labios se le curvaron en las comisuras.
-Aquí ningún hombre ni siquiera me mira.
Emmett sonrió al advertir la contrariedad que ella sentía, -Me complace saberlo. Y Edward sin duda se sentirá todavía más complacido. Pero antes de entregarte a él, tendrás que aprender muchas cosas para no avergonzar a su familia,
Ella lo miro, incrédula.
-¿Dices que ordenarás que me enseñan lo que sabe una prostituta?
El frunció el entrecejo.
-¿He dicho algo que te induzca a pensar eso?
-Dices que él me reclama y que piensas entregarme, Si no soy su amante, ¿qué seré?
Los labios de Emmett esbozaron una mueca de disgusto, pero era contrariedad consigo mismo.
-Imagino que no puedo culparte si piensas así. Pero en realidad serás su esposa, si es posible enseñarte los modales de una dama,
-¿Esposa? -Ella se limitó a modular la palabra pero sin sonido, tan grande era su sorpresa. Pero cuando al fin comprendió con claridad las consecuencias de esa palabra, la cara se iluminó de la alegría, y sus labios dibujaron una sonrisa deslumbrante,. ¿De sir Edward?
-Si... -comenzó a repetir Emmett, pero ella lo interrumpió,
-Mi señor, nada de "si", Aprenderé lo que sea necesario. No lo dudes.
Por primera vez en su vida Emmett se sintió orgulloso de una de sus hermanas, a excepción de Alice que siempre lo hacía reír con sus ocurrencias, algo que creía no le sucedería hasta que tuviese un varón. No dudó de la decisión de Emma. Pero faltaba ver hasta, dónde llegaba su capacidad.
Pero por el bien de la muchacha, deseaba que ella tuviese éxito, En relación con ese propósito, ahora se resistía a impartir a Rosalie la orden de asumir la tarea, Tal vez el comportamiento de Rosalie en ese momento no surgía rencor, pero él lo había hecho muchas cosas y era posible que la joven se mostrase hostil. No lo había hecho nada que, ella no mereciese, pero el modo en que funcionaba la mente de una mujer no merecía confianza, Existía la posibilidad de que ella enseñase mal a Bella, sólo para vengarse de Emmett.
-Lady Roberta podría ser una candidata apropiada -comentó pensativo, pero antes de que pudiese agregar por qué quizá no era aceptable, lo hizo Bella.
-No lo hará -dijo y parte de la alegría desapareció de su cara-. Me desprecia, y.. y no estoy segura de que sepa algo más que la costura. Es lo único que le parece importante,
La risa de Emmett la interrumpió.
-Pueden decirse muchas cosas buenas en favor de una costurera hábil, pero menciono a la dama como la candidata probable sólo porque ya actúa en esa función, y por lo tanto sería ideal, pero también concuerdo en que no querrá enseñarte. Como alternativa, creo que, Rosalie puede ayudarte, en todo esto si se lo pides,
-Pero ella ya tiene tantas obligaciones...
Bella no completó la frase porque ahora él fruncía el entrecejo precisamente porque no había advertido que había sobrecargado a esa mujer, Rosalie nada había dicho, no se había quejado del exceso de trabajo... pero ¿y si le había mentido? ¿Qué sabía Emmett de los criados y de lo que se consideraba una cuota normal de trabajo? El jamás había tenido que dirigir a otras personas, fuera de sus soldados, pero ahora que lo pensaba, incluso la señora Blouet lo había mirado con extrañeza cuando él mencionó todo lo que debía exigírsela a Rosalie. En ese momento él había pensado únicamente en asignarle tareas que según preveía debían provocar resistencia en la joven, porque eran lo que se parecía a las obligaciones de una esposa. Enviarla a la sala de costura habría sido nada más que una idea de último momento, para evitar que creyese que ella estaba, dedicada con exclusividad al servicio del señor.
-Aliviaremos sus restantes obligaciones, de modo que ella tenga tiempo sobrado para dedicarlo a tu persona... si acepta la tarea.
-Yo le agradeceré muchísimo la ayuda, pero ¿no deberías ser tú quien le hable de esta cuestión, y no yo?
Emmett gruñó.
-Bella, ella no querrá hacerme favores, y si yo insisto... baste decir que es más probable que tú consigas más si se lo pides que lo que yo lograré impartiéndole una orden directa. -Pero ahora pensó que su hermana una vez había cuestionado la elección de la instructora, de modo que preguntó-: ¿Sabías que era una dama?
Ahora tocó a Bella el tumo de fruncir el entrecejo ante la observación.
-Pero todavía lo es. Esto es algo que no puedes arrebatarle sólo porque tú... -Se sonrojó y ella misma se corrigió-. Lo siento, mi señor. ¿Nadie debía saberlo? Nos hemos preguntado por qué la tratabas así, pero eso es asunto tuyo.
La censura que se manifestaba en el tono de Bella irritó a Emmett
-Exactamente, es asunto mío, y de nadie más, de modo que no continúes haciéndote preguntas al respecto.
Pero Emmett comprendió antes de haber terminado de hablar que el sentimiento de culpa lo había inducido a responder con tanta actitud. Por Dios, ahora Rosalie incluso conseguía que él se sintiese culpable, cuando a decir verdad se había mostrado más benigno con ella de lo que merecía. Cuando pensaba en lo que podría haberle exigido... ¡La vida misma! No, no debía sentirse culpable por el trato que le dispensaba.
Y precisamente en ese momento Rosalie apareció, viniendo de la cocina, y atrayendo instantáneamente la atención de Emmett con esa camisa roja, la misma que él se prometió que quemaría a la primera oportunidad. Ella también lo vio casi de inmediato, pero se volvió de prisa para regresar por donde había venido, de modo que ahora huía de él, ¿verdad? Sí, quizá creía que era lo más conveniente después de la tontería que había cometido esa mañana con Isabella. Pero ahora que él la había visto, comprendió que ya no podía concentrar la atención en Bella, de modo que la despidió ordenándole que esperase hasta que él tuviese oportunidad de formular el pedido a Rosalie. De ese modo, no necesitaría ordenar que disminuyesen las obligaciones de Rosalie. Se aliviarían durante su propia ausencia. Y cabía suponer que cuando regresara, después de matar a d'King, ella habría creado una rutina de cooperación con Bella, y él se limitaría a permitir que eso continuase.
Apenas Bella se retiró, Rosalie reapareció y caminó hacia Emmett con una jarra de cerveza en una mano y un jarro en la otra. Rosalie conseguía sorprenderlo de nuevo con su disposición a servir al señor del castillo sin que nadie se lo ordenase. ¿O tal vez ella sentía la necesidad de demostrar su arrepentimiento? Sí, probablemente era eso, y tenía mucha razón al adoptar esa actitud. Por Dios, la mujer lo había mordido sin tener en cuenta el modo en que él podía reaccionar. Y no había sido un mordisco sin importancia. El músculo en que ella había hundido los dientes aún le dolía. El admiraba tanta audacia, vaya si la admiraba. Pero ella no debía saberlo. Rosalie... se detuvo bruscamente en mitad del camino hacia el fuego, su atención concentrada en otra cosa. Pero se trataba simplemente de Melisant que ingresaba en el salón seguida por una criada. Pero cuando él miró de nuevo a Rosalie, pareció que la joven se sentía agobiada durante un momento, y después resignada. Y más tarde, incluso esto último se disipó. El miró de nuevo a su hermana, frunciendo el entrecejo, sin poder descubrir qué había llevado a Rosalie a reaccionar de ese modo. Y entonces vio la chaqueta azul que usaba, una prenda demasiado audaz para una muchacha de tan escasos años; y además, una prenda que él no estaba acostumbrado a ver en ella. Tenía un gran escote delante, destinado quizás a exhibir una camisa especial debajo, aunque la prenda que Melisant usaba no llamaba la atención. Sin duda, no hacía juego con la prenda que la cubría.
EMmett estableció la relación, pero deseaba no haberlo hecho. La chaqueta era de Rosalie, y se la había modificado para adaptarla al cuerpo más menudo de la hermana del señor. Pero, ¿dónde estaba el placer que él había creído que sentiría cuando por primera vez decidió regalar las prendas de Rosalie, para pisotear su orgullo y su sentido de dignidad? En cambio, ahora se sentía incómodo por lo que en efecto sentía. El gesto había sido eficaz. Sí, ella se sentía lastimada de ver sus ropas en el cuerpo de otra. Y ahora él sentía ansía de arrancar la prenda del cuerpo de Melisant y devolverla a Rosalie, lo cual, por supuesto, no podía hacer.
Por todos los demonios, no le agradaba que Rosalie provocase en él esos sentimientos. Ahora se sentía más culpable, y era cada vez más irritante que un sentimiento poco usual en él impidiese consumar lo que había sido una venganza perfectamente organizada. Por eso habló con acritud a Rosalie cuando ella estuvo cerca.
-Mujer, estoy completamente desagradado contigo.
Los ojos de Rosalie llamearon un momento antes de que ella contestase con brusquedad.
-Ya lo veo, mi señor, Expresas del modo más elocuente tus sentimientos, como de costumbre.
El frunció todavía más el entrecejo al decir:
-Sin embargo, no tiemblas ante mi.
Ella se encogió de hombros, depositó la cerveza sobre la mesa cerca de Emmett en lugar de ofrecerla, como había sido su intención inicial.
-Tú señalas a menudo que soy muy estúpida.
-O muy astuta,
Ella rió al oír esto,
-Como quieras, mi señor, Soy adaptable.
-Ya veremos cuán adaptable eres cuando comentamos tus transgresiones más recientes durante la mañana, Quizá creíste que olvidaría tu conducta en presencia de lady Isabella. Me mordiste, mujer,
Rosalie realizó un esfuerzo valeroso para disimular su regocijo, pero fracasó,
-¿De veras?
-Sabes muy bien que lo hiciste. También me desobedeciste.
Este comentario tenía un acento más grave, de modo que ella replicó también con más seriedad.
-Y fue bueno que lo hiciera, ¿Deseabas que la dama me encontrase en tu cama? Pero yo me hubiera sentido muy avergonzada,
-Eso no importa...
-Comprendo -le interrumpió ella con un gesto duro, ahora de ningún modo regocijada-. Por lo tanto, supongo que la humillación ya no se utilizará como un medio para castigarme, y tendré que soportarla como una experiencia personal a cada momento,
-No me pongas palabras en...
Ella lo interrumpió de nuevo.
-No, Comprendo perfectamente,
Ella se volvió para alejarse, pero él se apoderó de la larga trenza que pasó frente a su cara, Bajó la mano hasta que ella se vio obligada a inclinarse, y las cabezas de los dos casi se tocaron.
-La indignación está fuera de lugar en un siervo-dijo él, en una suerte de, blanda advertencia- ¿Olvidaste que eres mi sierva?
Ella hizo una pausa antes de contestar en voz baja;
-Mi señor, jamás olvidaría que soy tuya,
Los ojos de zafiro de Rosalie encerraban una promesa tan sensual que eso, unido a sus palabras, determinó que la virilidad de Emmett se inflamase en cabal aprecio de tales palabras, Emmett se preguntó si ella lo hacía a propósito, o si sabía siquiera qué efecto originaba en él. Si hubieran estado solos. Rosalie lo habría descubierto muy rápidamente.
Él le soltó la trenza, pues necesitaba poner distancia entre ellos, no fuera que hiciese el papel del tonto llevándola directamente a su lecho. Pero Rosalie no retrocedió, como lo esperaba, y sus dedos tocaron suavemente el dorso de la mano de Emmett, en lo que era sin duda una caricia,
-Mi señor, ¿puedo pedirte algo?
El endureció el cuerpo, al recordar que, Irina siempre había esperado hasta que él ardía en deseos de poseerla, de modo que, entonces no podía negarle nada. Pero incluso así, dijo ahora;
-Pide.
Ella se inclinó todavía más para murmurar al oído del señor.
-Tu lo has convertido en mi obligación, pero lo que deseo es explorar a voluntad tu cuerpo. Te acostarás conmigo sin cadenas que te aten, y ¿me permitirás tocarte como a mí me agradaría?
Las palabras le fallaron. De todas las cosas que ella podía haberle pedido, incluso su propia libertad, él jamás habría pensado en la posibilidad de que ese algo consistiera en complacer precisamente a su carcelero. En definitiva, él iba a hacer el papel del tonto, porque la deseaba tanto que estaba a un paso de estallar.
El comenzó a ponerse de pie, pero la mano de Rosalie se acercó al hombro de Emmett y ella agregó:
-Mira, no me refería a este momento, sino más tarde, cuando decidas que de nuevo quieres tenerme.
-Mujer, crees que puedes decirme tanto y yo después pueda esperar para...
No estaba intentando llevarte a tu cama -se apresuró a asegurarle ella.
-¿De veras?
Un suave sonrojo tiñó las mejillas de Rosalie.
Había pensado... este atardecer, cuando oscurezca y...
No concluyó la frase.
Emmett, tan dispuesto a zambullirse en ella que apenas podía esperar, comprendió el dilema de Rosalie, aunque deseaba no haber entendido.
-A veces olvido que eras virgen. Ahora mismo yo preferiría que las cosas tuviesen otro aspecto, pero... Vete, mujer, y no quiero que aparezcas ante mí antes de la puesta del sol... pero cuando llegue ese momento será mejor que me esperes en mi dormitorio, sólo que no esperes tu gentileza hasta que yo haya gozado por lo menos una vez, y más probablemente dos. Realmente, no podré darte descanso hasta la mañana.
El leve sonrojo de Rosalie se había convertido en escarlata intenso antes de que él concluyera. Asintió brevemente con la cabeza y se alejó de prisa. Pero la ausencia de Rosalie no calmó el ardor de Emmett y su propia inquietud comenzó a irritarlo. Maldita mujer, ¿qué había en ella que lo llevaba a reaccionar y llegar a tales extremos de emoción?
-Lady Venganza entonces?? – dijo en susurro sarcástico
De la primera furia devoradora que exigía venganza a esta sensualidad irritada que ahora lo dominaba. Y después, estaba ese súbito suavizamiento de su necesidad de venganza total, con el joven Fergant, incluso con el señor d'King, que merecía su venganza desde hacía casi dos años. ¿Había sido algo gradual, o se trataba también de un resultado del efecto profundo que Rosalie producía en él?
Realmente, parecía que ahora ella ocupaba sus pensamientos excluyendo a todo el resto. Y él ni siquiera podía decir que todo sucedía porque también ella merecía su cólera total, pues Emmett ya no pensaba en la venganza cuando recordaba a Rosalie. Incluso el desafío de King ahora le interesaba poco, mientras que un mes antes habría aprovechado sin vacilar la oportunidad de enfrentar cara a cara a su enemigo. Por la mañana saldría para responder al desafío, pero lo veía ahora sobre todo como una molestia.
Y de pronto pensó que en efecto se disponía a salir por la mañana, y que no regresaría durante un buen número de días... y que no la vería durante ese período.
Emmett salió del salón siguiendo la dirección que había tomado Rosalie. Ella tendría más tarde su “algo”; él insistiría en eso. Pero no veía ningún motivo que lo obligase a esperar hasta que se pusiera el sol para obtener lo que deseaba. Tal vez ella necesitaba la oscuridad para mostrarse audaz con Emmett, pero él prefería la luz cuando se hundía en el cuerpo femenino, porque entonces podía observar todos los matices de la expresión de Rosalie en el momento en que ella alcanzaba su propio goce bajo el cuerpo del señor del castillo.
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