Mi Princesa Gitana (+18)

Autor: aliceancuhal
Género: Romance
Fecha Creación: 02/08/2013
Fecha Actualización: 13/12/2013
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 67
Visitas: 26319
Capítulos: 21

California del siglo XIX.

Alice es una gitana a la que han cogido presa y es vendida a un burdel. Jasper Whitlock, el soltero más codiciado de la ciudad. Al encontrarse el la comprara y la convertirá en su esclava. ¿Pasara algo más entre ellos?

Edward Whitlock casado con su joven esposa Isabella, estan esperando un hijo. ¿Todo ira como tenian planeado o el futuro les deparara otra cosa?

Rosalie Hale, despues de ser violada es repudiada por su familia y empieza a trabajar en el negocio "más antiguo" conocido. Emmett será su salvacion... o su perdicion.

 

Todos los personajes son de Stephenie Meyer, excepto alguno que he sacado yo.

 

Mi twitter: @Angy_sp07

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Capítulo 19: Asesinato y Descubrimiento

Bueno chicas ya solo quedan este y otro capítulo + el epílogo. Me da mucha pena que esto este llegando ya a su fin. 

Espero que disfruteis del capi. Dejad vuestros comentarios y votos ;)

 


Aro entro a su casa pasado el funeral y se encerró en su despacho. Empezó a beber de un baso de brandy y al poco tiempo dos soldados dejaron al sargento García ante él.

El hombre regordete aparentaba estar asustado y no era para menos. Llevaba desde el día anterior en el calabozo.

-García, García, García… -empezó a hablar Aro con signos visibles de embriaguez –Yo… te consideraba mi amigo, y tú me traicionaste aliándote con el cabrón de Withlock y la zorra de mi esposa.

-Pero señor…

-¡A callar! –Grito ante el intento de interrumpir –Debes fingir que mi mujer está muerta y mientras tanto vas a ir con ella dónde estabas y me vas a avisar cuando este de parto. Cuando haya parido quiero que me traigas al bebe y ya veré lo que hago con los dos.

-Como mi comandante…

-No te he dado permiso para hablar y ahora lárgate tengo asuntos pendientes con alguien.

Y sin decir nada mas García se fue de nuevo a los calabozos muerto de miedo claramente. ¿Qué más podía hacer?

Al entrar de nuevo vio como su señora estaba tumbada en el suelo de la celda intentando dormir, se quito la chaqueta y se la echo por encima para que no sintiese el frio de los húmedos calabozos.

-Pst… Pst… -Escucho García, pero no quiso hacer caso hasta que de nuevo oyó lo mismo –Pst…Pst...

-¿Quién anda ahí? –Fue su brillante respuesta a los ruiditos.

-Soy yo sargento, soy María. Trabajaba en el burdel, llevo aquí meses. –García se sorprendió al descubrir de quien se trataba.

-Pero mujer, ¿todavía esta viva? Yo ya te había dado por muerta cuando mi Comandante ya no te nombraba.

-No, llevo aquí abajo todo este tiempo. En qué momento quise aliarme con esa serpiente venenosa, ¿pero cómo iba a sospechar del mismísimo comandante Vulturi?

-Nunca debes confiar en nadie muchacha y menos del que más bueno parece. Debes tener cuidado con…

La frase de García quedo silenciada tras un pequeño gemido de Alice que después se transformo en una mueca de dolor y acabo retorciéndose por ese mismo dolor.

-Mi señora, mi señora ¿qué le pasa? –Siguió García.

-Me duele, me duele mucho. Y créame son contracciones. Tenía que ser tan oportuno como su padre.

 -Mi señora tiene que intentar hacer el menor ruido posible, yo voy a ayudarla, pero no puede hacer mucho ruido. Debemos escapar de aquí cuanto antes y conseguir que dé a luz fuera de este horrible lugar. Mi Comandante dijo que le avisase cuando estuviese de parto, pero a saber que les podía hacer a los dos.

-No… ni muerta, no dejes que Aro le toque. Júramelo García, júramelo.

-Se lo juro mi señora, pero ahora tengo que ayudarle. ¿Pero qué puedo hacer?

-No lo sé García tu eres el que se ha pasado la vida en estos calabozos, tiene que haber alguna salida por alguna parte.

-García tiene que tener usted las llaves de mi celda. –Se escuchó la voz de María –Sargento por favor ayúdeme yo sé por dónde podemos escapar todos, pero lo primero tome esto y póngaselo por encima a ella.

García fue a recoger un chal marrón que le entregaba María por entre las rejas de la celda.

-Ahora por favor ábrame la celda se lo suplico–Continuo María rogándole. García dudo y observo a su señora y Alice asintió indicándole que la sacase de allí. –Bien, hace relativamente poco vi como cargaban por aquí algunos sacos.

Empezó a explicar María después de que García la sacase. Por último señalo una puerta.

-Bien –siguió –García ayúdele a levantarse. Tenemos que ser muy cuidadosos, yo iré primero por si hubiese alguien vigilando.

García ayudo a Alice y se preguntaba como la mujer sabia de esa salida que ni él la había conocido nunca. Aunque pensándolo bien si había escuchado a algún soldado hablar de una puerta en las prisiones.

-Vamos mi señora seguro que todo va a salir genial. –La animó García.

Alice cogió toda su fuerza de voluntad y se incorporó hasta ponerse de pies con la ayuda de García.

Avanzaron unos pocos metros y esperaron a que María les diese alguna señal para continuar.

-Vamos daros prisa no hay nadie pero esto no tardará en llenarse de soldados –dijo María.

García se apresuro con Alice a subir los pequeños y peligrosos peldaños hasta llegar la puerta, allí fue María quien la ayudo a sostenerse hasta que termino de subir García.

-Debes adentrarnos al bosque antes de que mi Comandante se dé cuenta. Si lo logramos será mucho más difícil poder encontrarnos. –Hablo García poniéndose en el papel del Sargento que era.

Empezaron a caminar, pero a Alice cada vez le costaba más andar. Las contracciones eran cada menos tiempo y sabía que en poco tiempo rompería aguas.

-García –lo llamo con un hilo de voz –vete al burdel y pídele ayuda a Carmen no puedo andar en este estado. –Cuando termino de hablar noto como sus piernas se humedecían y el Sargento se fue todo lo deprisa que pudo.

Jasper escucho ruidos en la habitación de su esposa y decidió entrar. Llevaba un horrible día, había llegado a casa del funeral de Alice y de su hijo y se había encerrado en la sala donde sabía que su padre guardaba todos los licores. De ahí no había salido hasta ahora.

Abrió despacio la puerta y lo que se encontró allí no le sorprendió, de algún modo le parecía lógico ya que habían hecho tantos planes contra él y Alice juntos.

Mari Ángeles estaba sentada encima del tocador, con todos los artilugios desparramados por el suelo, los pelos pelirrojos sueltos y enmarañados y la falda de su enagua estaba levantada hasta sus caderas. Frente a ella se encontraba Aro, el que se suponía que estaba realmente abatido por el fallecimiento de su esposa.

Ambos se besaban fervientemente los labios mientras Aro la empujaba contra el espejo del tocador. No había que ser un genio para saber lo que estaba pasando allí. Jasper decidió no estarse quieto y carraspeo, pero esos dos no se dieron cuenta así que lo volvió a repetir con más fuerza todavía.

Al escuchar a Jasper ambos pararon bruscamente y se giraron hacia el sonido que los había interrumpido. Mari Ángeles que ya tenía la piel blanca de por sí, palideció aun mas. Intento separar a Aro de ella sin el menor resultado.

-Jasper, esto tiene

-¿Una explicación? Ja. No me importa lo más mínimo que estéis juntos, por mi genial. Lo que me importa de verdad es que no nos habéis dejado ser felices, ni a ella ni a mí.

Sabiendo muy bien a quien se refería Mari Ángeles entro en estado de furia y de un fuerte empujón logro liberarse de Aro. Bajo del tocador y las faldas de la enagua se deslizaron de nuevo a su posición correcta. Avanzo unos pasos dirigiéndose hacia Jasper.

-Como no tenia que aparecer esa zorra por aquí. Primero me eres infiel con ella, después me entero de que te casaste conmigo por despecho de que ella se había casado con él y por último resulta que es mi media hermana bastarda. Pues que sepas que lo planeamos todo y que perdí la virginidad con Aro.

-Y que sepas que el hijo que ella esperaba era mío y que no me pilla nada de lo que dices por sorpresa. –finalizo Jasper la discusión dejando a la pelirroja con la boca abierta.

-No puede ser. ¿Estaba embarazada de él y tú no me lo habías dicho? –fue lo último que pudo escuchar Jasper según se iba del lugar.

Se dirigió al burdel. Cuando  llego vio una nota.

“Cerrado por motivos personales”

No tenía que ser un experto para saber cuáles eran esos motivos personales. Sabía muy bien que Carmen le había cogido un gran cariño a Alice desde que ella había llegado al burdel traída por García.

No había estado mucho tiempo en California, pero habían pasado tantas cosas juntos en los momentos que compartieron que cualquier cosa le recordaba a ella.

Finalmente llamo a la puerta y espero a que una de las chicas abriera. Después de unos segundos volvió a golpear la puerta y detrás de ella apareció Jessica totalmente de negro. Entro adentro y pudo ver que las demás chicas también iban del mismo color que la anterior.

Se dirigió hacia la habitación de Carmen donde sabia que estaría y abrió la puerta. Efectivamente allí estaba llorando en silencio le acompañaba Rosalie cosa que le sorprendió ya que debería estar con su esposo. Claro que Jasper no se había enterado todavía de la noticia ya que esas últimas semanas había estado en su propia burbuja de felicidad.

-Rose porque no vas a la cantina a por una botella de vino –le dijo Carmen a la rubia.

Rosalie asintió y los dejo solos.

-No me puedo creer que todo esto haya pasado Jasper, era una niña. –y rompió a llorar estrepitosamente.

Rosalie estaba llegando a la cantina por la puerta trasera como de costumbre cuando le pareció escuchar la voz de su hermana y de otro hombre. Se escondió en el callejón y trato de aproximarse todo lo que pudo hacia ella.

-¿Qué más quieres estúpido? –hablaba ella.

-No te conviene insultarme rubita. Quiero más dinero el juego me está dejando seco…

-¿Y a mí que mi importa? Ya no tiene nada que ver conmigo.

-Claro que tiene que ver o si no puede que se me escape algo de lo que paso con Emmett y a él no le va a gustar nada cuando se entere de lo que hiciste.

Cuando Rosalie escucho el nombre de su todavía esposo puso más atención de la que ya tenía puesta.

-Está bien toma, es todo lo que llevo encima –dijo Inés a regañadientes.

-Gracias preciosa…

Rosalie espero a que el hombre se fuese. Había reconocido la voz de ese hombre, era el amigo que se había llevado a Emmett la noche que le fue infiel.

Cuando estuvo segura de que no había nadie mas y vio que su hermana se estaba hiendo saco un cuchillo que siempre llevaba en la bota se lo puso desde atrás en la garganta.

-Bien hermanita, me he cansado de tus jueguecitos de niña caprichosa. Ahora mismo me vas a contar que paso esa noche y de que estaba hablando ese hombre habla o… -apretó más contra la piel de su garganta el cuchillo.

-Rosie, tranquila peque. Suéltame y te lo contare todo. –dijo con la voz estrangulada.

-Te conozco demasiado. Habla. –le volvió a presionar Rosalie.

-Está bien, pero afloja un poco no puedo hablar bien. –Rosalie accedió a su petición, pero no mucho –El día de antes le dije a Darío que se lo llevase al burdel de copas y así lo emborrachase hasta asegurarse que al día siguiente no recordaría nada. Sabía que este imbécil tenía problemas con el dinero y no me sería difícil sobornarle. Cuando logro su cometido lo llevo a una posada que habíamos acordado. Alrededor de las cuatro de la madrugada salí de casa y fue hasta el lugar indicado. Me quite toda la ropa y me metí con él en la habitación. Darío se había ocupado de quitarle la ropa a Emmett.

Rosalie no daba crédito a lo que estaba escuchando de la boca de su hermana. Jamás habría pensado que alguien de su propia sangre pudiese querer hacerle tanto daño.

<<Cuando Emmett despertó se encontró con esa estampa y lógicamente –continuo Inés –Escuche cuando se fue corriendo y juro que casi se le podía oír el palpitar del corazón. ¿Pero sabes que te digo hermanita? Que no me arrepiento de lo que hice. Lo volvería a hacer si fuese necesario. Tú siempre fuiste la favorita de papá y mamá, yo siempre estuve a la sombra de ellos. Benjamín solo quería estar contigo. Tú eras la hija prodiga. Por eso tampoco me arrepiento del trabajo que le mande a King, sabía que nuestros padres te repudiarían y no sabes cuánto lo disfrute. >>

Del impacto de sus últimas palabras dejo caer el cuchillo al suelo, momento que aprovecho Inés para cogerlo y sin ningún miramiento clavárselo en el estomago para después sacarlo y que se desangrase.

Inés huyo y dejo a Rosalie allí tirada en medio del callejón. Con las últimas energías que le quedaban pudo articular unas palabras de auxilio. Escucho como alguien la llamaba, pero no pudo distinguir quien ya que sus sentidos se deterioraban y finalmente acabo viendo todo negro.

María y Alice estaban solas en medio del bosque, escondidas entre unos arbustos. Las contracciones eran cada 6 minutos pero demasiado intensas. Las dos estaban rogando que no tardase mucho en llegar García con la ayuda.

-Em… -Alice levanto la vista, que hasta ahora estaba fija en sus pies, hacia María cuando hablo –Siento todo lo que ha pasado. No debí dejarme convencer por Aro, ya ves a lo que nos ha llevado a todos.

-Tranquila. Yo… no te… guardo rencores. –Articulo Alice con dificultad –Tienes que prometerme que si las cosas se Aro nos llega a encontrar te vayas. Tú serás su primer objetivo. A mi querrá torturarme.

-Yo no puedo hacer eso. Quiero arreglar mi  error…

-Tu error ya está arreglado. Ahora júramelo.

-Está bien. Lo juro.

García llegaba sofocado al burdel y llamo fuertemente. Jessica le abrió sorprendida de verle con esas fachas. Subió a toda prisa unas escaleras y cuando llego al “salón” principal se chocho contra una silla.

Carmen alertada por el ruido salió a toda prisa con Jasper pisando sus talones. Carmen le miro fijamente y rápidamente fue a servirle un vaso de agua que García vacio en menos de diez segundos.

-La señora Alice se ha puesto de parto. Tenemos que ayudarle. EL funeral, todo ha sido una farsa rápido o se va a morir.

Carmen le miro escéptica, intercambio una mirada con Jasper y seguidamente acerco su nariz al Sargento oliendo su cuello y camisa.

-No va borracho. –Afirmo Carmen.

-Por supuesto que no voy borracho –se indigno García. –Vamos no podemos perder tiempo.

Y los tres se fueron justo en el momento en que Esme y Sounya salían de la habitación de la Reina.

-¿Pero qué pasa? –dijo Esme.

-Lo que predije ayer niña. –Esme la miro interrogadoramente –Han encontrado a la Princesa, el futuro Duque vendrá y tu no mires así y no te pongas nerviosa que en tu estado es malo.

-¿Qué estado? –pregunto desesperada ya Esme.

-¿No te has dado cuenta todavía? De verdad como está la comunidad gitana últimamente. Me voy a hacer un ungüento que me acaba de llegar una visión.

Y dejando ahí a Esme realmente extrañada se fue la vieja Sounya riéndose por lo bajinis.

 

Aro volvía a casa después de la acalorada y corta discusión que habían tenido Jasper y Mari Ángeles más la discusión que había tenido luego él mismo con la pelirroja.

Decidió ir a dar una vuelta para ver a su esposa y a García. Tenía ganas de verla saber si estaba sufriendo.

Ya había decidido lo que haría con Alice cuando se pusiese de parto. Mandaría matar a García para que no pudiese meterse en medio, mientras tanto dejaría que Alice diese a luz sola, así el bebe moriría seguramente y con un poco de suerte ella también así se libraría de dos problemas al mismo tiempo.

Con una gélida sonrisa amarga se dirigía hacia las mazmorras cuando se encontró con la sorpresa de que no había nadie. Ni si quiera la puta de María.

Subió como alma que lleva el diablo escaleras arriba.

-¡QUIERO A TODO EL MUNDO PRESENTE AQUÍ AHORA MISMO! –grito con el rostro rojo de furia.

En menos de dos segundos todos los empleados y soldados de la casa estaban allí presente y en formación.

-¡¿QUIÉN COÑO HA SACADO A LOS TRES PRISIONEROS DE AHÍ?! –dijo señalando la puerta.

Todos los presentes guardaron silencio mirándose unos a otros observando a ver quien salía como culpable.

-Muy bien, así que no ha sido nadie. Vale, vale, vale. –Dijo con una calma que no sentía –supongamos que se han escapado. Quiero a todo el mundo buscando posibles escapes que hayan podido tener. ¡YA!

Todo el mundo se fue corriendo por todos lados intentando buscar alguna salida secreta o algo. Pasados unos minutos uno de los soldados se presento ante él.

-Mi comandante pido permiso para hablar. –Dijo el solidado cuadrándose de hombros.

-Concedido, hable.

-La puerta de los sacos… estaba…abierta –dijo el hombre con temor. Aro respiro hondo.

-Muy bien. ¿Y… a quien le tocaba vigilar esa puerta? –pregunto mirándole a los ojos fijamente. El muchacho trago en seco.

-A…. a… a mi Mí comandante. –tartamudeo el soldado.

-¿Y por qué no estabas vigilando si se puede saber?

-Por… porque. Vera, Mí Comandante, una de las sirvientas, bueno… usted ya conoce las necesidades de un hombre y bueno…

-Ah, claro ahora todo tiene explicación. Mira muchacho te voy a dar un consejo –dijo mientras empezaba jugar con una daga –Nunca descuides tu trabajo por una mujer. Porque tu trabajo puedes conservarlo seas guapo o feo, pero a una mujer no. Así que ahora puedes ir detrás de esa sirvienta con este aspecto.

Y le rajo con la daga la mejilla izquierda. Fue un corte limpio pero profundo del que manaba mucha sangre y el soldado cayó al suelo desplomándose bajo la horrorizada mirada de la sirvienta que le había distraído.

Aro se fue hacia la puerta de los sacos y observo las direcciones que podían haber tomado. Si habían salido con García seguramente habrían ido por el bosque.

“Muy bien García, sabía que eras un buen sargento. Lástima que elegiste el bando equivocado” –pensó Aro.

Se adentró en el bosque procurando no hacer ruido. A medida que iba profundizando en el follaje de hierbas altas, árboles, arbustos y de más, empezó a escuchar susurros de dos mujeres. A la primera la reconoció enseguida. Tenía un timbre de voz muy poco común, por lo que supo que era María a la segunda hasta que no le escucho el acento gitano no pudo decir al cien por cien que fuese Alice.

Se fue acercando sigilosamente cual felino acecha a su presa y finamente prácticamente salto encima de las dos mujeres. María empezó a gritar y Alice solo dijo una cosa.

-Corre, María corre. –y eso hizo por la dirección por la que había llegado Aro.

-Eso zorra vete como la puta que eres. Bueno, bueno Alice. Por lo que veo alguien ha sido igual de oportuno que nuestro Jasper eee… Tranquila mi pequeña florecilla, esto va a acabar muy rápido.

Apunto directamente a la frente de Alice y ella cerró los ojos esperando a que apretase el gatillo pero de repente escucho un ruido sordo y los abrió rápidamente.

María y Aro estaban peleándose. María intentaba quitarle el arma a Aro, pero no lo conseguía.

-¿Qué pasa rata asquerosa? ¿Te sorprende no ser el único sigiloso? –Gritaba María.

-Maldita puta, no sabes lo que te voy a hacer pasar.

No les dio tiempo de seguir discutiendo un disparo sordo se oyó. Alice no sabía quién de los dos lo había recibido porque ambos se mantenían estáticos de pie. Las contracciones no le dejaban pensar con claridad ya eran cada cuatro minutos y cada vez peores.

La duda de Alice se resolvió unos segundos después cuando el cuerpo de María cayó encima del pasto.

-Lo he intentado, perdóname y dile a él que me perdone. Lucha. –Dijo María mientras de su boca salían borbotones de sangre hasta que al final su cuerpo se quedo inerte.

Las lágrimas corrían por el rostro de Alice por el dolor y la tristeza.

-Por fin solos Alice. –Y volvió a apuntar de la misma manera que le había apuntado antes.

 

Capítulo 18: Muerte Inesperada¿? Capítulo 20: Final feliz (ya solo queda el epílogo)

 
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