Cuando Paula se despertó pensó en su fuero interno que quizás todo era un maldito sueño, pero no, no lo era y lo sentía en toda ella... se lavó las manos y la sangre seca en ellas se fue. Al salir no vio ni a su padre ni a su madre, seguramente se habían ido al trabajo y no le habían dicho nada pensando que ella debía descansar.

Bajó al salón y una vez allí ella se sentó en el sofá de cuero y pensó que llevaba muchos días sin ir a clase, miró el reloj que colgaba en la sala, de madera oscura a juego con la tarima de la misma y era pronto, quizás un golpe de realidad, la devolvería al mundo de los vivos, quizás allí podría pensar, con gente normal que podía hacer con su vida, estaba perdida.

Así que se vistió y se puso unos jeans desgastados, unas botas altas planas y una camiseta, se abrigó bien y salió con su mochila, pero no estaba preparada para la imagen que tenía a menos de cinco pasos... Adam, parecía abatido... grandes ojeras marcaban sus ojos claros, llevaba una camiseta de manga larga negra y unos pantalones del mismo color, sus botas militares y aún que parecía haber pasado una temporada en la cárcel Paula sintió lo que siempre había sentido por él.

¿Debía pedirle explicaciones, tendría que preguntarle porque vendió su alma a un espíritu de esta casa... para salvar a su hermana la loca?.

-Paula... ¿podemos hablar?-.

Lo más inteligente en ese momento hubiese sido que Paula le hubiese dicho que no... que iba a clase y que tenía que dejarle pero ella asintió, la curiosidad pudo más que ella, entró en su casa nuevamente y él la siguió, se sentó en el sofá e intentó tocarla, pero ella se alejó un poco.

-¿Que te ha dicho tu padre de mi?-.

Vaya, así que su padre también entraba en el juego...

-Mi padre no me ha dicho nada-.

-¿Entonces que te pasa conmigo?-.

-Te contaré algo que nadie sabe... algo de mi... que quiero que mantengas en secreto-.

La expresión de Adam se marcó mucho más y asintió en silencio contrayendo sus labios en una dura línea y enfatizando sus ojos claros hacia ella.

-Yo veo espíritus... desde hace... un tiempo veo espíritus, y no estoy loca créeme- Paula le miró y Adam seguía quieto, inexpresivo, mirándola fijamente- lo mio no es como lo tuyo que con medicación se va, sinceramente creo que soy un bicho raro... anoche estuve hablando con tu hermano Emmett. Él vino a mi para contarme lo que hiciese-.

Los ojos de Adam se cerraron al escuchar esas últimas palabras de la boca de Paula y respiró hondo antes de apoyar sus codos en sus rodillas y sus manos en su rostro tapándolo.

-Mierda Paula... no quería que te enterases así...-.

Lo sorprendente de esto es que él debía asustarse, Paula sonrió internamente, sabía por alguna razón que Adam la entendería pero seguía seria mirándole, callada, esperando alguna explicación por haber matado a su hermano.

-Emmett no era una buena persona, nos tuvimos que mudar aquí por él... ya que en el otro estado donde vivíamos violó a una chica, él y sus amigos. Las drogas lo tenían trastornado y temía que le volviese a pasar algo... tuve que vender mi alma a la mujer que él y sus amigos, violaron y torturaron hasta la muerte, como un signo devoto, un cargo de conciencia aún que yo en parte no tuve nada que ver-.

-¿En parte?-.

-Si... en parte... yo sabía lo que estaba pasando porque desde muy niño tengo sueños premonitorios, así que se puede decir que te entiendo, pero esos sueños se secaron la noche que maté a mi hermano. Yo no dije nada... no avisé a nadie, y sabía lo que estaba pasando, temía que si le contaba a la policía lo que pasaría me tomasen por un asesino o un... violador y yo te juro Paula que nunca quise eso... mierda... no quiero que tengas que ver con nada de esto...- Adam la miró fijamente, estaba completamente serio como ella- vendí mi alma a esa mujer... y a cambio de vivir ella me dividió en tres... yo... y dos personalidades más, que ahora, gracias a tu padre he logrado dejar en la estacada...-.

-¿Como se llamaba la chica?- dijo Paula a media voz-.

-Anna... Anna Steeled-.

Ella asintió y lo entendió todo, Anna... el fantasma que había conocido en esta casa, la que fue su amiga hace un tiempo... la misma Anna la había engañado.

Paula cerró los ojos.

-La conozco-.

-Ella estuvo enamorada de mi hermano... nos siguió hasta esta casa y aquí se quedó, atrapó el alma de mi hermano en el sótano, lo hizo como castigo, mi hermana también podía ver espíritus... pero ella no lo aceptaba, ni ella ni mi padre, la metió en un psiquiátrico y poco a poco... fue perdiendo la cordura, mi hermano Aro era el único que no merecía morir... pero ella lo mató por venganza hacia mi padre ya que mi padre sabía lo que mi hermano hacía pero intentaba mantenerlo callado...-.

-¿Porque no me has contado esto antes?-.

-No nos conocemos desde hace mucho Paula, no quería asustarte ¿como contarle a la chica que te gusta que ver muertos en sueños y que asesinaste a tu hermano por una buena razón?, salvé la vida de mi hermana, pero a que precio...-.

Paula respiró hondo y sintió que las palmas de las manos le picaban, quería el contacto de Adam ahora que todo estaba explicado.

-¿Y la policía?-.

-La policía es secundaria a todo esto, no encontraron pruebas, pensaron que era un ajuste de cuentas, o encontraron el arma homicida... y yo quedé suelto-.

Ella cerró los ojos e intentó relajarse y notó como el peso de Adam en el sofá se iba acercando hasta que finalmente el rostro de Adam tocó las piernas de ella, Paula abrió los ojos y tocó las hebras de cabello de Adam, él la abrazó en respuesta y hundió su nariz en el vientre de ella, subiendo su rastro hasta sus senos y luego mirándola a la cara fijamente.

-Te quiero-.

Asintió mirándole fijamente y le besó, independientemente de sus razones, si todo lo que le había contado era cierto, lo cual creía, Adam solo era un títere en una obra dirigida por su familia, el beso de Adam se enfatizó cada vez más dándole rienda suelta a su imaginación, el vello de Paula se erizó por todo su cuerpo y las cálidas manos de él tomaron el control tumbándola sobre el sofá.

Los ojos de Paula se cerraron, era toda sensaciones en ese momento y las manos de su Adam fueron bajo su camiseta acariciándola con deliberada lentitud, los dientes de Adam tomaron sus labios y tiraron de ellos, despacio, ella abrió sus ojos y lo vio sobre ella mirándola con devoción, le acarició el cabello con su mano derecha y le besó la comisura derecha de su boca. Él sonrió de una manera triste.

Ella quitó la camiseta que él llevaba por encima de su cabeza y lo contempló, le gustaba la piel de él, era tan suave, le besó el hombro incorporándose un poco pero él volvió a tomar el control e hizo que volviese a tumbarse. Quitó los pantalones y las botas de Paula, tiró de su camiseta quitándola también. Desabrochó su sujetador de la parte frontal y lo quitó con ayuda de ella.

Adam apoyó sus rodillas entre las piernas de ella en el sofá y bajó su ropa interior, besó sus pechos lentamente, chupándolos, lamiéndolos.

Paula cerró los ojos y gimió por sus caricias hasta que notó sus dedos bajar por su torso y jugar con ella, lentamente los introdujo moviéndolos despacio, fuera y dentro de ella haciéndola llegar a esa cima de placer que solo él le había mostrado y cuando su cuerpo se sensibilizó por el orgasmo, Adam la miró con una sonrisa resplandeciente y sus mejillas encendidas de un cálido color rosado, bajó su boca por su vientre, introdujo su lengua en el ombligo de ella y poco a poco deslizó su lengua sobre su pubis por la parte alta y abrió sus piernas gentilmente, la miró pidiéndole permiso, pero ella ahora mismo estaba muy lejos, acarició su cabello en señal de aprobación y levantó la cadera abriendo sus piernas un poco más.

La boca de Adam era caliente y experta al igual que su lengua introduciéndose en ella lenta y tortuosamente, primero rápido luego más lento, luego rápido, en una carrera al clímax donde llegó finalmente temblando y gimiendo su nombre con los ojos cerrados.

La excitación de Adam era evidente pero no hizo nada, absolutamente nada, cuando ella se corrió la abrazó y atrajo a su cuerpo, besó su cuello y su hombro, los dedos de Paula se metieron bajo sus pantalones.

-Tranquila Paula... yo puedo esperar- dijo con la voz mortalmente ronca- no te separes de mi, sin ti solo hay oscuridad-.

Ella cerró los ojos y le abrazó todo lo fuerte que pudo, besó sus labios sintiendo su propio sabor en ellos. Se tumbó sobre el cuerpo desnudo de Paula y la siguió abrazando.

Paula se sentía exhausta así que elevó un suspiro y abrazada a él poco a poco se quedó dormida.