Mi Princesa Gitana (+18)

Autor: aliceancuhal
Género: Romance
Fecha Creación: 02/08/2013
Fecha Actualización: 13/12/2013
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 67
Visitas: 26319
Capítulos: 21

California del siglo XIX.

Alice es una gitana a la que han cogido presa y es vendida a un burdel. Jasper Whitlock, el soltero más codiciado de la ciudad. Al encontrarse el la comprara y la convertirá en su esclava. ¿Pasara algo más entre ellos?

Edward Whitlock casado con su joven esposa Isabella, estan esperando un hijo. ¿Todo ira como tenian planeado o el futuro les deparara otra cosa?

Rosalie Hale, despues de ser violada es repudiada por su familia y empieza a trabajar en el negocio "más antiguo" conocido. Emmett será su salvacion... o su perdicion.

 

Todos los personajes son de Stephenie Meyer, excepto alguno que he sacado yo.

 

Mi twitter: @Angy_sp07

Imágenes del fic

TRAILER

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 18: Muerte Inesperada¿?

Hola chicas ya he vuelto otra vez. Siento mucho la tardanza en actualizar pero en el otro capítulo ya dije mis razones.

Bien lo primero que quiero decir es que muchas gracias a todas por vuestro apoyo, lo segundo que me alegra mucho que comenteis, sois geniales.

Y por último y no menos importante y lo que más pena me da es que solo quedan dos capítulos más y el epílogo. Me da mucha pena que se acabe ya mi primer long-fic propio de época.

Bueno chias no os entretengo más os dejo con este capitulo. Empieza la cuentra atras.

Besos de vuestra fan nº 1

Angy




 

 

Isabella llegaba de nuevo a California. Iba rumbo de su casa en la villa de Forks. Había pasado tanto tiempo… y en todo ese tiempo ella no había dejado de pensar en su Edward. Habían exagerado mucho las cosas. Tal vez ella también quería ponerle celoso, muy celoso y lo que había conseguido no era lo mejor de todo.

Cuando la carreta paro frente a la mansión le extraño ver todas las luces apagadas. Era pronto, por lo que al menos debería haber alguna vela encendida. Su ceño se frunció suavemente. Espero a que le abriesen la puerta de la carreta y le pusieran las escalerillas y cogió a su bebé abrazándolo contra su pecho y bajo los peldaños.

Golpeo con el puño fuertemente la puerta y casi se muere del susto cuando Alberto, su mayordomo, le abrió. Llevaba tan solo una vela que iluminaba su rostro tétricamente. Él la miro algo sorprendido, pero no hizo ningún comentario.

El hombre giro sobre sus talones y la luz de la luna hizo que le brillase la calva. Ella le siguió algo asustada. Fue todo el pasillo recto por lo que supo que se dirigían al comedor formal.

A medida que andaban Bella se quedaba más asustada. ¿Dónde estaban sus muebles? ¿Y los criados? Por fuera la casa estaba igual, pero por dentro parecía estar en ruinas.

Alberto empujo las puerta de cristal que accedían a su destino y si antes había estado asustada ahora estaba completamente horrorizada.

La luz de la vela que llevaba el viejo mayordomo ilumino hacia la mesa. Sentado en una silla estaba Edward al lado de una silla, reposaba su cabeza en la mesa. Agarrando su vestido y más fuertemente a su hijo se acerco corriendo hacia él.

-Edward, Edward por Dios ¿Qué te pasa? ¿Qué ha pasado aquí? –Edward levanto la vista desorientado.

-¿Bella? Oh Bella, mi Bella. Perdóname he sido un estúpido. –Se abrazo a ella poniendo sus brazos alrededor de sus piernas y su cabeza la posó sobre su vientre.

-Edward tranquilo mi amor, no te tengo que perdonar nada. Solo dime que ha pasado aquí. –Dijo mientras le acariciaba el pelo intentando tranquilizarlo.

-Cuando te fuiste… fui al burdel. Aposte mucho y gane. A la noche siguiente fui más confiado todavía y aposte lo que había ganado más otra gran parte del dinero. Lo perdí. Y hasta esta noche he intentado recuperar lo perdido, pero he acabado endeudado. Perdóname por favor no me vuelvas a dejar.

Bella estaba con los ojos desorbitados sin saber que decirle a Edward. Había sido todo culpa de ellos por ser tan testarudos. Ahora todo su mundo se estaba desquebrajando.

-Edward deberías haber acudido a tus padres. O haberme mandado una carta. –Se sentó en una silla lo más cerca que pudo de él.

-No quería que vieseis esto así, o que tú te asustases más de la cuenta y no quisieses volver nunca más y yo pensaba que lo podía recuperar… pero se me ha ido de las manos…

-Ven aquí mi amor. Vamos afuera a por el carro y vayamos a la casa de tus padres.

Ambos se levantaron con Anthony todavía en los brazos de Bella. Cuando iban a echar a andar ella se lo entrego a Edward que lo cogió con extrema delicadeza y lo sostuvo contra su pecho. Salieron de la casa y se metieron en el carruaje que había llevado a Isabella hasta su antiguo hogar.

Llegaron a casa de los señores Whitlock pasados unos treinta minutos de camino en silencio mientras Edward admiraba a su hijo y de reojo a su esposa. Bajaron del carruaje y esperaron a que abrirse Lidia, la que fue su nana y el ama de llaves ahora. La mujer los miro sorprendida al verlos juntos a Edward en esas fachas.

-Pasen señores, sus señores padres están con su hermano y con su cuñada en el salón del té leyendo y haciendo un poco de costura. –Ambos asintieron y siguieron el camino hasta el salón.

Entraron en el saloncito sin ni siquiera llamar y Catalina empezó a sonreír cuando vio a Edward, a Bella y al niño juntos, pero cuando vio a su hijo más detenidamente se desmayo.

-¡Edward! –Exclamo Jasper tan sorprendido como todos -¿Qué te ha pasado alma de Dios?

Cogió a su hermano por el hombro y Mari Ángeles hizo una mueca de asco. Jasper se lo llevo hasta el despacho de su padre. Hizo que se sentase y que le contase toda la historia de nuevo.

-Bien –dijo cuando este finalizo su historia – ¿Le debes algo a alguien?

-No.

-Bueno pues entonces vete a tu antigua habitación con tu mujer y tu hijo. Mandare que te preparen un baño apestas a alcohol. –Dijo en tono de broma Jasper aunque no fuese ninguna.

Todas las personas de la capital californiana acudían a la iglesia vestidos de negro. La noticia había llegado a los oídos de la gente hacia ahora a penas dieciocho horas. Todo el mundo estaba conmocionado.

La mujer del comandante Aro Vulturi en una expedición a caballo que tenia totalmente prohibida había caído del caballo. Trágicamente su cuello se había partido dejándola sin vida. A ella y al bebe del que estaba embarazada.

De esto se enteraron alrededor de las nueve y media de la noche. Cuando el soldado Montero daba la noticia de la viudez de su comandante. Según este mismo había afirmado el Sargento García le haría compañía a Aro hasta que el se recuperase de esta horrible perdida.

 Uno a uno fueron entraron a la iglesia. En el altar se podía ver el féretro cerrado. Aro en el primer banco junto al gran Señor Cullen, al lado de este su hija Leticia junto a Jasper y Mari Ángeles que miraba la escena con una mueca de tristeza realmente fingida.

Jasper miraba el ataúd sin poder creer que ahí dentro estaban la única mujer a la que amaba y amaría por el resto de su vida todavía con su hijo muerto también en el vientre. Se había enterado gracias a que Lidia, su ama de llaves, había llevado la noticia justo después de que su hermano se instalase en la casa Whitlock otra vez.

Estuvo durante tres horas intentando asumir que no era una broma de mal gusto, pero cuando empezó a oír desde su despacho los murmullos de la servidumbre y de la gente supo que todo era real y no una maldita pesadilla.

Estuvo bebiendo hasta pasadas las cuatro de la madrugada, pero finalmente tuvo que darse un baño de agua helada y dormir para poder estar ahí en ese momento.

Jasper no era consciente de lo que pasaba a su alrededor solo podía pensar en que unas horas antes había estado con Alice hablando buscando posibles nombres para su hijo o su hija y ahora mismo no tenia nada.

En una esquina de la iglesia cuatro mujeres lloraban. De una de ella jamás se lo hubiese esperado nadie. Las que más desconsoladamente lloraban y en silencio eran Esme y la que había sido como la abuela de Alice durante toda su vida. Luego estaba Rosalie quien de vez en cuando se le escapaba algún gimoteo mientras su cara estaba inundada de lágrimas.

Había dejado a los mellizos en casa de Emmett con una mujer mayor, ella había sido la nodriza de Emmett.

 Y la última mujer que lloraba era a la que apodaba “la mujer de hierro” ya que nunca la habían visto llorar ni mostrar si quiera un deje de tristeza. Esa era Carmen quien no encontraba el consuelo en ninguna parte sabiendo que esa criaturita había muerto no de esa forma, de eso estaba segura. Alice jamás habría puesto en peligro a su bebé.

El sacerdote comenzó la misa y todo el mundo dejo de hablar y gimotear. Llegó el turno en el que Aro tuvo que hablar. Con una fingida cara de dolor se subió al altar.

-Lo primero que quiero decir –comenzó –es que agradezco mucho a todo el mundo el que haya acudido aquí en este horrible momento para mi. No solo he perdido a mi esposa sino también a mi hijo. –Miro de reojo a Jasper –Llevábamos poco tiempo casados y lo único que puedo decir es que fueron los mejores meses de mi vida. Ella me trajo felicidad me hizo madurar como persona. Y… -fingió un teatral sollozó –solo sé que la echare tremendamente de menos.

Seguidamente bajo de nuevo y se fue a su sitio. Nadie se esperaba que el mismísimo Carlisle Cullen fuese a subir para decir unas palabras, pero ninguna de las personas presente dijo nada.

-Ejem… Buenos días. Lo que tengo que decir es algo importante, sé que no debería de dar esta noticia en un momento como este, pero ya no podía callarlo y en cualquier momento iba a decirlo.

Según Carlisle hablaba el rostro de Esme fue perdiendo color. Rosalie que  la vio se quedo petrificada incapaz de creer que el que ahora era un duque era el padre de su fallecida amiga.

-Hace tiempo, antes de casarme –prosiguió Carlisle –conocí un maravillosa y bella mujer. Era gitana y me enamore de ella. Tuvimos una relación, pero tuvo que ser cortada porque me fui y debía casarme. Yo sabía que había tenido una hija, pero ha sido ahora cuando he vuelto cuando he sabido que esa hija era Alice. Y las únicas palabras que tengo que decir es que un padre nunca debería sobrevivir a un hijo. –Finalizo haciendo que todos los presentes lazaran una exclamación de sorpresa y comenzasen los cuchicheos.

Leticia que llevaba todo el rato incomoda luchando por respirar, ya que Candela, su doncella, le había apretado demasiado el corsé ese día, no pudo aguantar en cuanto todo el mundo empezó a hablar. La cabeza le empezó a dar vueltas intentando asimilar la bomba de destrucción masiva que acababa de lanzar su padre y prácticamente se olvido de respirar desmayándose.

La cara de Mari Ángeles era todo un poema cuando su padre acabo de hablar. Esa loca niñata estúpida era… era… su hermana.

“No. Esa bruja no puede llevar la misma sangre que yo y mi hermana” –Pensó.

Y fue justo cuando miro a su hermana que esta se empezaba a desmayar.

-¡¡¡Leticia!!! –el grito de la pelirroja se escucho por toda la iglesia haciendo que todo el mundo se girase en su dirección intentando averiguar que pasaba.

Como no podía ser menos Alexander que no había vuelto a hablar con Leticia desde la pasada noche, en la que ella misma le despacho ya que había descubierto las razones de su interés hacia ella, estaba en la parte de arriba de la iglesia observando todo con mucha atención desde el balcón.

Estaba ido en sus pensamientos hasta que oyó el grito con el nombre de ella. Rápidamente desvió la mirada hacia abajo y vio como Leticia caía al suelo.

Bajo corriendo las escaleras en forma de caracol que había y llego a base de empujones justo hasta el lugar. Estaba demasiado pálida y notaba como sus pechos estaban más apretados que de costumbre.

-Apártense por favor soy medico. –Mintió, claro que con esas fachas de señorito refinado que llevaba cualquiera le creería.

Saco una navaja del bolsillo, que siempre llevaba por si las moscas, y le rasgo el vestido desde el escote hasta un poco más debajo del vientre, lo siguiente en ser rasgado fue el corsé haciendo que ella se liberase un poco más. Por último le hizo el boca a boca para que llegase aire a sus pulmones.

Después de un rato de maniobras Leticia despertó cogiendo de forma exagerada bocanada de aire. Lo primero que vio fue su rostro y empezó a sonreír, pero esa sonrisa se borro en cuanto pudo pensar con seriedad y se intento alejar rápidamente de él, pero no obtuvo resultado.

Él la agarro contra su pecho sin que se notase mucho.

-Señorita Cullen no haga esfuerzos muy grandes. Debe mantener reposo ha sufrido un shock tras la tremenda noticia.

-Déjeme doctor se cuidarme muy bien solita. –Se levanto del suelo logrando esta vez zafarse de Alexander.

-Leti… -Empezó a gritar la pelirroja pero ella ya se había ido de la iglesia.

 

Capítulo 17: Acontecimientos inesperados Capítulo 19: Asesinato y Descubrimiento

 
15014277 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 11065 usuarios