-Escúchame tienes que convencer a Emmett de que se vaya al burdel a celebrar el nacimiento de sus hijos. ¿Me has entendido?
El hombre de mediana edad asintió y la mujer de rubia cabellera sonrio triunfante. Su hermanita se la haría pagar.
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-Muy bien Alexander, de momento nuestro plan va a la perfeccion. Claro mientras te sigas acostando con la hija pequeña de Carlisle Cullen no sospechará nada.
Algo en las entrañas del chico se revolvió al escuchar las palabras de su capitán. Si, era cierto lo que decía, pero lo hacia de esa manera que conseguía hacerte sentir tan culpable y llegaba a parecer algo terriblemente maligno.
Sin saber como, su mente voló a la noche pasada que había compartido nuevamente con Leticia. Le restultaba extremadamente excitante la inocencia de la chica. Le gustaba como se sonrojaba violentamente cada vez que le proponía algo realmente pervertido para hacer. Pero lo que más le gustaba es que a pesar de toda su vergüenza, ella lo hacía porque sabia que el quería hacerlo.
Ahora mismo se sentía peor que antes.
“Idiota vas a conseguir mucho dinero” –Se reprendió mentalmente.
-Por cierto… ¿Es guapa la chica? –Preguntó Beltrán, su capitán.
-He visto mejores la verdad –Mintio sin saber muy bien porque. –Creo que me voy a ir a dormir.
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Mari Ángeles estaba sentada frente al escritorio de Aro Vulturi, esperando a que este llegase.
Algo en el comportamiento de su esposo no era normal. Llevaban meses sin hacer el amor. Él se excusaba con cosas tontas como hacia dos meses, cuando ella se había ido realmente indignada de la habitación de Jasper.
Debía pregutnarle a Aro si había visto a alguien cercano a Jasper o incluso a él mismo cerca de allí. O tal vez la gitana pulgosa esa había salido sin compañía en algún momento.
-Buenos días querida. –Sintió como los dedos callosos y calientes de Aro retiraban el pelo de su cuello y sus labios dejaban un beso realmente húmedo justo ahí.
Ella sonrió con una mueca imperceptible por el comandante de asco. Comparado con Jasper este hombre no tenía nada que hacer realmente.
-Hola Aro. No he venido hasta aquí para eso. Necesito saber si alguien cercano a Jasper o la gitana que tienes por esposa le ha llevado algún tipo de información a Jasper.
-Nunca permitiría que algo así pasase por mi casa. Mi casa esta muy bien vigilada por mis hombres y todos y cada uno de ellos me informan de lo que pasa. –Dijo mientras se sentaba frente a la pelirroja.
-Mi esposo esta teniendo un comportamiento extraño para conmigo y pensé que tal vez había sido…
-Ese no es mi problema, arréglatelas tu solita. Si no sabes como seducir a tu esposo estoy seguro de que muy pronto querrá obtener un divorcio.
Sin más se levanto del asiento dejando a la mujer sorprendida y trementdamente enfadada.
Aro ya se dirigía a su habitación cuando vió, por una de las ventanas que daban al jardín, a Alice hablándole a su gran abultado vientre.
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Alice estaba contenta. Jasper y ella habían hecho el amor un par de veces desde que se habían reencontrado. Con extremo cuidado por parte de ambos para no causar ningún problema al embarazo ni al bebe.
Él le había contado cosas que García le había contado. Como el porque Mari Ángeles, su esposa, había tenido un interés tan repentino por él. El plan era que Aro y Mari Ángeles tenían y otras cosas sin importancia.
Tambien se había enterado de que Rosalie había tenido mellizos, pero Aro no le había dejado ir a visitarla.
Ella ya estaba apunto de dar a luz, pero todavía faltaban unas cinco semana según Victoria. Victoria era una mujer mayor, que es sus tiempos jóvenes seguramente había sido pelirroja por algunos destellos de las cejas. Aro la había contratado como matrona para ayudarla con el embarazo.
Alice vio como Aro iba a entrar por la puerta pero una mano le hizo girarse y este se volvió de inmediato dentro de la casa nuevamente.
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Emmett estaba en un sin vivir. Llevaba tres meses ocultándole algo a Rosalie sin saber como explicárselo. Todo fue tan rápido y confuso…
*Flashback*
A las dos noches siguientes de que naciesen sus mellizos apareció Darío. Era un amigo suyo de toda la vida en quien confiaría su vida si hacía falta.
Le había dicho que se fuese con él a tomar una copa para delebrar el nacimiento de los pequeños. Emmett miró a Rosalie pidiéndole permiso con la mirada a lo que Rosalie sonriendo le animó a irse con el otro hombre.
Recorddaba haber ido al burdel cuando Darío le había dicho que se irían a la cantina, pero Emmett no dijo nada. Tambien se acordaba de Carmen sirviéndoles tragos hasta perder la consciencia. Podía acordarse de las risas y lo que hablaba algún hombre sobre los hijos.
Despues de eso nada más. Solamente despertarse y ver a su lado el cuerpo de una mujer que no era Rosalie. La mujer tenia una melena rubia y estaba desnuda.
Se asustó bastante pensando que había sido algunas de las chicas del burdel. Pero desehecho esa idea tan rápido como vino. Lo primero porque no era una de las habitaciones del burdel y segundo Carmen jamás le permitiría hacerle eso a Rose.
Su sorpresa fue cuando descubrió que la mujer con la que había pasado la noche no era otra que Inés Hale, la hermana de Rosalie.
Se había vestido todo lo deprisa que pudo con un dolor terrible de cabeza. Llegó a casa lo antes que pudo algo desorientado.
En cuanto entro por la puerta se quito de nuevo toda la ropa y mando a su fiel mayordomo que la quemase y después se dio un baño de agua helada intentando lavar así la culpa que le recorría todo el cuerpo también.
Cuando hubo acabado se fue a su dormitorio y se sintió aun peor cuando Rosalie lo abrazó después de que Emmett se hubiese metido a la cama con ella.
Su pobre Rose…
“Llegaste muy tarde anoche” Le había dicho en el desayuno.
*Fin del Flashback*
Esa mañana no sabía porque pero se sentía realmente mal. Todo el rato se le venia a la mente ese día. No podía dejar de pensar como sería la reacción de Rose cuando se enterase. Seguramente se iria a su habitación llorando por lo desgraciada que era y Emmett no podría soportar eso.
Miro a su derecha y vio con tristeza como Rose casia patuquitos de lana rosa y azul para sus mellizos que ahora estaban dormidos.
-Mis Señores la Señorita… -Empezó a anunciar la ama de llaves de la casa.
-Ya me conocen –Le corto otra voz.
Por la puerta entro Ines con un vestido rojo escarlata haciendo que los nervios de Emmett se elevasen más de lo que ya estaban.
-¿Qué haces aquí? –Pregunto tan directa como era Rosalie.
-¿Es que no puedo venir a visitar a mis sobrinos?
-Tú no eres nada de mis hijos. Así que te puedes ir por donde has venido Ines.
-Soy más de lo que tu te piensas hermanita… ¿O no es así Emm? –Dijo con tono indignado.
Y se largo dejando a Rosalie totalmente confusa.
-Emmet, ¿se puede saber por que te ha llamado así y a que se refiere?
-Yo… -Rosalie en ese momento supo que algo gordo se le venía encima.
Emmett comenzó a contarle toda la historia que le había estado ocultando. Cuando finalizo Rosalie no tenia en el rostro ningún tipo de expresión que revelase lo que estaba pensando. Él estaba esperando a que empezase a llorar, pero eso no sucedió.
El estiro sus manos para tocar las de ella pero Rosalie se levanto abrutamente como si le diese asco.
-No. Me. Toques. –siseó. –Podras ver a tus hijos siempre que quieres. Estaran en el mismo lugar donde me encontraste. Mañana mismo esperaré a que traigas las ojas del divorcio solicitado. Así, podras casarta con mi hermana. Un verdadera señorita y no con una puta.
-No te puede ir Rose por favor tu no era una… -Pero lo dejo con la palabra en la boca.
Una hora después el seguía en la misma posición con la misma expresión y su mirada en un punto fijo e invisible sin saber que hacer.
Su madre había ido, le había gritado, había llorado y se había marchado desconsolada a sus aposentos. Pero él no había hecho ni el mas minimo movimiento intentando asimilar lo que acababa de pasar.
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