Los cuatro nos concentramos agudizando el oído y contribuyendo a silencio. De pronto Meg rompió ese silencio tan sobrenatural
- Cuidado – gritó desesperada antes de que algo cayera encima de nosotros.
Una figura humana, inidentificable a causa de la oscuridad, cayó a mi lado y a su vez ocho figuras mas.
Estaba tan asustada que me quedé totalmente inmóvil. No distinguía quienes eran ellos ni donde estaban Jake, Alec y Meg.
Intenté escapar. Empecé a gatear pero cuando aún no me había alejado ni medio metro alguien me levantó del suelo en un mero movimiento. Me levantó como si pesara lo mismo que una pluma, entonces comprendí que clase de criaturas poseían esa fuerza sobrehumana, vampiros.
Me levantó y me abrazó. Solo pude distinguir su perfil, pero me bastó para identificarlo.
- ¿Papa? – pregunté extrañada, cada vez las cosas tenían menos sentido
- Agárrate – fue lo único que contesto.
Me agarré y él me cargo sobre sus espaldas y a una gran velocidad nos dirigimos a casa.
Cuando llegamos vi llegar detrás de nosotros al resto de mi familia y comprendí que el resto de los intrusos que habían aparecido en el bosque eran ellos.
Llegaron todos, incluidos Alec, Jake y Meg. La preocupación estaba dibujada en cada uno de los rostros que me rodeaba.
Nos sentamos en el salón y decidí que era hora de conocer lo que estaba pasando.
Pero Jake se me adelantó.
- ¿Qué ocurre? ¿Yo creí que vosotros…? ¿Y mi familia…? – estaba tan nervioso que no era capaz de terminar ninguna pregunta. Meg puso una mano sobre su hombro para tranquilizarlo. Eso me puso de muy mal humor.
Carlisle carraspeó y tomó la palabra.
- Alguien nos está acechando. Edward pudo leer sus pensamientos y viene con la intención de acabar con los Cullen, y con los Quileute. Sabemos que está buscando ayuda y pensamos que atacarían hoy. Al no estar seguros de cuantos eran los atacantes decidimos que lo mejor era marcharse de la casa y avisamos a tu gente – dijo mirando a Jake – fuimos a buscar a Nessie y bueno, os encontramos en el bosque.
- ¿saben ya cuantos son? – preguntó Meg
- No – esta vez contestó mi padre – aquí solo percibimos un efluvio que no corresponde a ninguno de nosotros.
- ¿Quién quiere hacernos daño papa? – pregunté realmente asustada.
- No lo se cariño – contestó mi padre.
- Nadie va a hacerte daño a ti – añadió Alec mirándome directa e insistentemente a los ojos.
Entonces vi la expresión de Jake y a pesar de la tensión de la situación me encantaba ver que el también él se ponía celoso. Le sonreí.
- Y ¿Qué hacemos ahora? – preguntó el tío Emmet.
Entonces Jake y mi padre se pusieron en pie. Era hora de llevar a cabo la estrategia.
Empezó hablando mi padre.
- Está bien. Les diremos a los Quileutes que vuelvan a sus casas – empezó mi padre
- Y entre vosotros y nosotros haremos guardias en los dos perímetros – continuo Jake.
- De acuerdo. – combino mi padre.
Todos se pusieron en marcha. Yo no sabia que tenia que hacer.
- ¿Mama? – pregunté desde el sofá.
- Cariño, vete a dormir – contestó mi madre dándome un beso en la mejilla y desapareciendo del salón.
Todos estaban ocupados en sus guardias y sus quehaceres en cambio yo estaba sentada en el sofá mirando y se suponía que debía irme a dormir. Lo único que había heredado de mi padre era el oído, y no entendía de que me servia eso sin la fuerza, el olfato o la velocidad. Por otra parte podía alimentarme solo de sangre pero yo había decidido alimentarme como los humanos, ya que podía sobrevivir perfectamente a base de comida normal, pero estaba ya cansada de sentirme torpe. Estaba cansada de ser la chica a la que todos tenían que defender, no queria que nadie me defendiera, quería defenderme yo sola.
En ese momento caí en la cuenta de lo que necesitaba. Necesitaba que me convirtieran en un ser mas de mi familia, que me convirtieran el vampiro.
Al escuchar mis pensamientos mi padre acudió rápidamente a mi lado y sin decir nada, me miró a los ojos y con eso me lo dijo todo. Yo sabía lo que él pensaba de las almas de los vampiros y tenia claro que, si tenia que esperar alguna repuesta por su parte, seria un no.
Ese no era el momento mas adecuado para discutir así que me encerré en mi habitación.
Concentré mis pensamientos en el hecho de que alguien quería destruir a mi familia y a mis amigos. Era extraño que si el intruso conocía los dones de mis familiares se hubiera acercado sin mas, solo, dando demasiada información.
Los ojos se cerraban lentamente, los párpados me pesaban y sentía que de un momento a otro iba a caer en el oscuro mar de los sueños.
Me encontraba en una oscura habitación rodeada de pinturas en las que se representaba siempre el mismo castillo, visto desde diferentes ángulos. Mientras yo me acercaba a una de las pinturas la puerta de esa extraña habitación se abría haciendo un chirriante ruido y antes de que me diera tiempo a darme la vuelta un extraño hombre estaba a mi lado posando su mano en mi hombre. Él era alto y hermoso, pero su hermosura era malvada, sus dientes afilados y sus ojos con la mirada rabiosa daban autentico terror. Acercaba su rostro al mío lentamente y el terror me mantenía paralizada frente a tan extraño adversario, entonces, cuando estaba a punto de acabar conmigo, alguien golpeó la puerta de mi habitación.
Salí de mi extraña ensoñación de golpe. El visitante seguía golpeando la puerta sin parar. Me estaba poniendo de los nervios.
- Adelante – grité
Pero nadie entró, en cambio seguían aporreando la puerta. Me levanté y me dirigí a la entrada de mi habitación y cuando abrí la puerta, allí estaba ella, a la que tanto odiaba, con una sonrisa de superioridad grabada en su rostro y esperándome.
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