Esa noche se hizo larga, esta vez si había luna, era una luna lejana, su brillo era tenue, pero aún así mis ojos no podían apartarse de ella, me recordaba tanto a mi Bella, ella era eso para mi la brillantez y la belleza de mi existencia que ahora se había apagado para siempre.
El frío que sentía era inmenso pero esto pronto terminaría.
Estaba impaciente, ya no podía soportarlo más, lo único que quería era desaparecer.
Me paseaba por las calles para matar la espera, ya quedaba poco me decía a cada momento.
No amanecía todavía.
Pensé en mi familia solo quisiera que algún día pudieran perdonarme. Mi madre seria la más afectada, pero sabía que terminaría entendiéndome, mi padre se desilusionaría y mis hermanos me extrañarían, confiaba en que Alice les detuviera, solo esperaba que no vinieran por mí, yo sabía que era una posibilidad pero para mí no había vuelta atrás.
En el mejor de los casos pronto estaría con Bella.
Camine lento observando los altos muros que protegían la cuidad, las construcciones antiguas, las casas, recorriendo los pasajes, era una bella cuidad después de todo.
Ya casi era la hora. Me dirigí a la mansión, mi muerte se acercaba.
Me sorprendió pero esta vez solo estaban presentes Marco, Aro y Cayo, quienes me esperaban en silencio.
Los demás estaban en la habitación contigua por orden de Aro, Jane era la más furiosa se sentía desplazada por mi presencia.
Aro fue quien lo rompió.
- Bien Edward, haz cambiado de parecer.
- No, sigo firme en mi decisión.
- De veras saber que hemos discutido y examinado cada opción lo hemos sometido a votación.
- Y que han decidido- Pregunte expectante.
Esta vez quien hablo fue Marco.
-Hemos considerado todos los puntos y hemos coincidido en no admitir tu petición por respeto a Carlisle. Sabemos que has venido sin pensarlo detenidamente.
-También consideramos que tienes un magnifico don, Edward- Dijo Cayo interrumpiendo a Marco.
-Te gustaría unirte a nosotros. Pregunto Aro.
-Unirme a ustedes- Repetí- Yo solo quiero desaparecer de esta mundo acaso no lo comprenden.
-Sabemos que tu dolor es intenso pero pasara. Te ofrecemos una nueva vida, no tendrías porque cambiar tus hábitos de caza, lo podemos aceptar y tendrías todos los privilegios, haremos cosas asombrosas, serias el miembro mas estimado y valorado de nuestra familia, a nosotros nos complacería muchísimo que aceptaras. – Dijo Aro imaginando fascinado las posibilidades al tenerme entre sus filas.
- No podría unirme a vosotros jamás, ya saben que no estoy dispuesto a continuar con mi existencia, ese es mi objetivo, lo haré por las buenas o por las malas.- Dije casi gritando.
- No es necesario que te disgustes de ese modo pero no haremos lo que nos pides- Dijo Marco.
- Eso lo veremos- Amenace.
- Ya hemos decidido- Dijo Cayo
- Es nuestra decisión- Dijo Aro- Nos apena que no te nos unas, sigo pensando lo mismo.
Estaba furioso, Lograr mi objetivo, era más difícil de lo que pensaba.
- Ya no tengo nada más que hacer aquí.
- Serás bienvenido si decides volver – Dijo Aro en forma de despedida mientras yo me retiraba.
Cuando estuve afuera, había mucha gente en las calles, sería fácil desquitarme con cualquiera que se cruzara por mi camino, el solo hecho de cazar ahora bastaría para provocarlos. Si lo haré.
Estaba a la espera, el primero que pase a mi lado, la imagen de mi padre avergonzado por mí actuar me detuvo, el no merecía aquella vergüenza, ningún miembro de mi familia, ni Bella. Me frene a centímetros de la victima que había escogido.
No quería causar daño a nadie así que me limite a tomar el camino más sencillo que solo me destruiría a mí. Caminare por las calles a pleno sol cuando tenga gran audiencia para que no haya dudas ante mi aparición. Esperare al mediodía.
Me dispuse a pasar mis últimas horas dentro de la Torre del Reloj, era el lugar mas transitado, todos pasarían por ahí y estaba justo en frente de la plaza Mayor.
Me sentí como Romeo en el momento previo a encontrar a Julieta en la cámara mortuoria.
- Te veré pronto mi amor, espérame.
En las calles la gente empezaba festejar, era ridículo verlos con capas y disfraces, queriendo parecer monstruos reales de los cuales deberían alejarse.
El sol poco a poco empezaba a acercarse acabando con las sombras.
Comencé a prepararme para mi última aparición deje mi pecho al descubierto, solo tendría que dar unos pasos, hacia mi final. Me coloque a pasos de un callejón y me quede inmóvil.
Ya casi era la hora. Solo queda esperar al sol.
Según mi padre esto sería rápido, ellos actuaban así siempre, y no sentiría casi nada de dolor, yo no tenía miedo, después de todo el dolor y el sufrimiento que ya había sentido que importaba un poco más.
El primer doblar de campana resonó.
Cerré mis ojos. Mis últimos momentos
En mi cabeza solo había espacio para ella, una ultima sonrisa se dibujo en mi rostro, su imagen divina, se paseaba dentro de mi, regalándome su sonrisa, sus expresiones, sus miradas, recorrí nuestra historia tal como había hecho ante Aro. Estaba agradecido de tener aquellos recuerdos, nadie me los podía arrebatar.
El reloj seguía sonando. Estaba consiente de que Félix y Dimitri estaban cerca.
Di un paso al frente.
-¡No! —Sentí su voz otra vez—. ¡Edward, mírame!
Sonreí y dí otro paso hacia el sol.
Sentí un pequeño golpe, mis brazos lo acogieron, abrí mis ojos lentamente, y por fin la vi.
-Asombroso —dije maravillado – Carlisle tenía razón.
- Edward – dijo agitada- Has de volver a las sombras. ¡Tienes que moverte!
Que era lo que me decía, no me resistí y le acaricie la mejilla. Me volví a sentir feliz solo teniéndola entre mis brazos, ella me miro con sus hermosos ojos y el tiempo volvió a pararse, no mas bien dicho, retrocedió.
Sentí su corazón palpitar desbocado y sus mejillas empezaban a ponerse rosadas.
- No puedo creerme lo rápidos que han sido. No he sentido absolutamente nada, son realmente buenos.
Volví a cerrar los ojos y presione los labios contra su pelo y respire su aroma que inundo cada fibra de mi ser.
Nosotros volvimos a encontrarnos igual Romeo y Julieta volvieron a reunirse, esta vez era para siempre.
-Muerte, que has sorbido la miel de sus labios, no tienes poder sobre su belleza.
-Hueles exactamente igual que siempre, así que quizás esto sea el infierno. Y no me importa. Me parece bien.
-No estoy muerta -Me interrumpió- ¡Y tampoco tú! Por favor, Edward, tenemos que movernos. ¡No pueden estar muy lejos!
Lucho contra mis brazos
- ¿Qué estás diciendo? - Pregunte.
-¡No estamos muertos, al menos no todavía! Pero tenemos que salir de aquí antes de que los Vulturis...
No estábamos muertos.
Tenía razón pues Félix y Dimitri venían hacia donde nos encontrábamos y rápidamente la arrastre hacia las sombras y la oculte detrás de mí. Nos apegue contra la pared protegiéndola con mis brazos.
Mi momento de felicidad duro tan solo un instante.
- Saludos, caballeros- Dije en forma educada y tranquila.
Por fin el reencuentro espero que les haya gustado y otra vez gracias por votar.
Gracias
Cami
|