Mi Princesa Gitana (+18)

Autor: aliceancuhal
Género: Romance
Fecha Creación: 02/08/2013
Fecha Actualización: 13/12/2013
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 67
Visitas: 26318
Capítulos: 21

California del siglo XIX.

Alice es una gitana a la que han cogido presa y es vendida a un burdel. Jasper Whitlock, el soltero más codiciado de la ciudad. Al encontrarse el la comprara y la convertirá en su esclava. ¿Pasara algo más entre ellos?

Edward Whitlock casado con su joven esposa Isabella, estan esperando un hijo. ¿Todo ira como tenian planeado o el futuro les deparara otra cosa?

Rosalie Hale, despues de ser violada es repudiada por su familia y empieza a trabajar en el negocio "más antiguo" conocido. Emmett será su salvacion... o su perdicion.

 

Todos los personajes son de Stephenie Meyer, excepto alguno que he sacado yo.

 

Mi twitter: @Angy_sp07

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Capítulo 14: El nacimiento

Chicas perdonadme la tardanza pero el miercoles me teneis otra vez por aquí vale?

Muchas gracias por los comentarios sois geniales cielos mios!!!!

 

 

 

-¿Está seguro de que va a funcionar?

-Claro que sí, llevamos cuatro meses preparando todo esto. Va a salir a la perfección.

-Bueno, bueno si usted lo dice….

Esos días Rosalie estaba algo extraña, lloraba por todo, le dolía el vientre, pero ella no quería decirle nada a Emmett para no preocuparlo porque ella sabía muy bien lo que le pasaba.

Aunque ella no lo había dicho, él lo había notado. Había visto como a veces hacia muecas y en cuanto lo veía cambiaba su expresión a la de una sonrisa radiante. Estaba preocupado, tenía miedo de que algo le pudiese pasar a Rosalie y a su pequeño o pequeña.

Pero lo que más preocupado lo tenía es que tenía el vientre demasiado abultado para estar de ocho meses, eso podía significar que el bebe era demasiado grande y que habría complicaciones en el parto.

Estaban cenando cuando de repente Rosalie dejo caer los cubiertos al plato creando un sonido, seguidamente separó la silla de la mesa y se encogió de dolor.

Emmett alterado le tendió sus manos y esta cogió sus manos apretándolas fuertemente. Observo el suelo y vio una mancha de agua, pero lo que realmente le preocupó fue una pequeña mancha de sangre también.

-Padre haga llamar a la partera. ¡Rápido! –Gritó cuando vio que su padre se había quedado estático viendo a su nuera.

Emmett llevo a su esposa en volandas hasta la habitación que ya tenían preparada para el parto. A lo lejos se podía escuchar el llanto asustado de Benjamín y a la madre de Emmett intentando tranquilizar al pequeño.

El morocho se mantuvo pegado a su esposa hasta que llego la misma partera que atendió a Isabella Whitlock el día que esta se puso de parto. Mandó salir a Emmett inmediatamente de la habitación e hizo entrar a la madre de este.

Los gritos que se escuchaban detrás de la puerta lo ponían más nervioso de lo que ya estaba. No se estaba quieto, tan pronto estaba sentado y al momento ya estaba dando vueltas por todo el pasillo. Su padre ya lo había retenido más de una vez cuando había hecho intención de entrar a la habitación.

Después de esos momentos tan insufribles para él, salió su madre sonriente. Le dio un abrazo a su hijo.

-Cielo, ha sido una niña es hermosa… -Empezaba a decir la señora McCarty, pero en ese momento se escucharon más gritos de Rosalie y uno de la partera.

-¡Necesito más paños, viene otro! –La ahora abuela se quedó sorprendida, pero mando enseguida a llevar más paños y volvió dentro.

Y otra vez Emmett empezó con la misma senda que llevaba antes. Sentado, en pie, sentado, en pie. Hasta que su padre se cansó y le mando sentarse de una vez.

Ahora sí que si, salió la madre de Emmett con otra sonrisa en los labios, volvió a abrazarle y hablo.

-Cielo, son dos un niño y una niña. Son hermosos se parecen a ti, pero tienen esa naricilla y los ojos de Rose. Son los bebes más guapos que he visto en mi vida. –Espero a que la partera saliese –Ve hijo, entra que tu esposa y tus hijos te esperan.

No hizo falta que se lo dijesen dos veces. Entro a la velocidad del rayo y si antes su mujer le parecía hermosa, ahora todavía se lo parecía más.

La estampa era preciosa. Rosalie con unas gotitas perladas de sudor sobre su frente miraba sonriente hacia la puerta donde estaba él. En sus brazos se veían dos pequeños bultitos enrollados en unas mantitas blancas.

Emmett se acerco a la cama y beso a su mujer en los labios, luego con su cuidado acarició la pequeña carita del niño, luego estiró el brazo y cuando fue a tocarle la carita a la niña esta cogió el dedo de su padre y lo sostuvo en su mano. Eso hizo que, Emmett, desde ese momento babease cada vez que cualquiera de los dos bebes le sonreía o le cogía el dedo con la manita.

-Madre mía, me parece que estos dos van a ser unos mimados y que está pequeñina va a tener un papá muy celoso.

-Por supuesto, ahora mismo voy a buscar un cinturón de castidad. –Rosalie lo miró mal. -¿Qué? Solo va a ser hasta que cumpla los 40 años o así… ¿38? –Debatió de nuevo al ver de nuevo la mirada de la feliz madre y esta rodó los ojos.

-A la ¡qué pequeños son! ¡Así no van a poder jugar a nada! –Se lamentaba Benjamín desde la puerta y la madre de Emmett se echó a reír.

-Esme, Esme despierta… Es muy tarde. –La mujer se despertó sobresaltada tras escuchar a su amante y único amor.

-¡Carlisle, por Dios! Tendrías que haberme despertado mucho antes. Hoy empezaba el mercado y tendría que estar con mi gente y…

-¿Y cuando me vas a responder a la pregunta que te he estado haciendo todos los días durante 4 meses? –Esme suspiro sabiendo a que se refería. No entendía por qué, pero no se atrevía a decirle la verdad. Pero ese día decidió que debía decírselo, por lo menos lo que ella sabía.

-La niña, se llama Alice. Ahora tiene dieciséis años. Nos atraparon y nos cogieron presos a todos, a ella se la llevaron al burdel, yo conseguí liberarnos tiempo después a algunas cosas que me entere del comandante Vulturi… y eso es todo, no sé nada más de ella la he intentado buscar, pero nada. –Termino de relatar la poca información que tenia.

-Entonces sí que es ella… -murmuró para sí mismo Carlisle –Esme mi amor, ella está bien… se ha casado con el comandante Vulturi. Lo que me extraña es que se hayan casado si se supone que fue él quien os encerró y la envió al…

-La ha tenido que chantajear… debo hablar rápidamente con Sounya –Y se fue de allí tras haberle dado un beso de despedida al padre de su hija.

Las cosas no mejoraban, dormían en habitaciones separadas, llegaba borracho cada vez que se iba a cualquier sitio y ni siquiera se hablaban durante el desayuno, comida o cena. La situación era insoportable… ella seguía sacando el tema del amigo herido y eso hacía que le hirviese la sangre de la peor de las maneras.

-Edward esto es insostenible, no puedo más me voy a Londres con mi hijo. Cuando madures puedes venir a buscarme –y tras esas palabras Isabella Whitlock desapareció tras la puerta de su habitación, dejando a un Edward estático en medio del pasillo.

Horas después una calesa esperaba a la señora Whitlock y a sus pertenencias junto con el pequeño Anthony.

-Ni se te ocurra dar un paso más, el niño se queda conmigo. –Eso en cierto punto le dolió a Bella, al ver como simplemente se preocupaba porque se iba a llevar al niño. Le daba igual que ella se fuese.

-Me voy, el niño es muy pequeño y necesita a su madre más que un padre borracho que vuelves a altas horas de la madrugada de vaya Dios a saber dónde.

Cogió al bebé y se largo de la Forks, la finca en la que Vivian.

Edward no movió ni un solo musculo del cuerpo, dejo que se fuesen en estado de shock. Se habían ido las dos personas más importantes de su vida para, para… ¡PARA IR A VER AL CHUCHO!

Le empezó a hervir la sangre y fue directo al burdel y allí hizo algo que nunca debería haber hecho.

-Viento del Sur, moreno, ardiente, llegas sobre mi carne, trayéndome semilla de brillantes miradas, empapado de azahares. Pones roja la luna y sollozantes
los álamos cautivos, pero vienes ¡demasiado tarde! ¡Ya he enrollado la noche de mi cuento
en el estante! Sin ningún viento, ¡hazme caso!, gira…

La mujer seguía leyendo el libro mientras Leticia cosía distraídamente sin prestar atención a lo que la mucama le decía.

-Niña, ¿me estás haciendo caso? –grito Rosa haciéndole pegar un pequeño brinco en su sillón.

-No lo siento nana, estaba concentrada cosiendo –se excusó, pero la mujer que la conocía desde que había sido un bebé sabía perfectamente que no estaba concentrada cosiendo precisamente.

-Leticia cariño llevas mucho tiempo comportándote de forma extraña. Estoy segura de que algo te pasa cuéntamelo.

Ella la miro sin saber que responder. Sabía perfectamente que no podía contárselo o su padre se enteraría y traería la deshonra a la familia.

*Flashback*

Tres noches habían pasado desde que Alexander la había visitado en su habitación. Y ahora mismo estaban de nuevo allí, el tumbado en la cama con ella y estaban hablando de cosas sin importancia.

Él la besó y el beso se fue tornado cada vez más intenso como el día de la boda de su hermana. Y cuando las cosas estaban hiendo a más, él la paró… otra vez.

-No pares no me importa lo que digan de mí. Sigue, quiero conocer el placer carnal. Por favor Alexandre hazme tuya, quiero ser tuya.

Tras evaluar las palabras durante unos segundos, se colocó encima de ella y le besó y el cuello. Bajo por todo su cuerpo hasta llegar a los cordones del camisón que quito con los dientes y sin dificultad.

Y si. Había perdido la virginidad con el extraño no tan extraño.

*Fin del flashback*

-No te preocupes no es nada nana. Seguro que son tonterías que tiene mi cabeza. –Y era verdad porque no podía dejar de pensar en él.

"¿Cómo va a salir esto bien? La culpa es mía por fiarme de este hombre"

Los dos hombres entraron a la prisión, subieron unos escalones de madera. Él lo hizo con más cuidado temiendo que estos se rompiesen que cayesen al vacío. El otro lo hizo con más seguridad y abrió una puerta después de haber subido todos los escalones y haberse metido por una puertezuela escondida.

De allí salieron varios pasillos, el lugar era frío por lo que se notaba que estaban en algún tipo de cueva. Algunas antorchas iluminaban el camino, pero aun así el más bajito cogió una de ellas para alumbrar mejor por el lugar.

Eligieron el camino que ya estaba estudiado y finalmente dieron a la puerta de servicio de aquella casa.

No había nadie. Eso era bueno.

Pasaron a escondidas y con cuidado por un pasillo no muy transitado el mismo que daba a su destino, con cautela abrieron la puerta pero no había nadie.

-Quédese aquí, más tarde vendrá.

Capítulo 13: Noticias Capítulo 15: De nuevo junto a ti

 
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