Paula estaba comiendo las tostadas que había preparado con tanta atención su querido... ¿novio, amigo? ¿Que se suponía ahora que eran?.
Estaba algo nerviosa en su presencia después de haber pasado la noche juntos, pero no habían echo nada, solo dormían plácidamente.
-¿Puedo hacerte una pregunta?-.
-Si-.
Adam la miró fijamente como él miraba y le sonrió, dio un sorbo a su café y dejó la taza blanca sobre el plato de color negro.
-¿Tu padre como está? Me refiero después de todo lo que ha pasado en esta casa-.
-No me llevo muy bien con mi padre, ya sabes el es perfecto y yo no encajo en su idea de perfección-.
-Entiendo...-.
-¿Hay algo más que quieras preguntarme?-.
-¿Has estado con muchas chicas?-.
Paula no puede evitarlo y se sonroja cuando le pregunta y vuelve a su tostada.
Él le dedica una sonrisa doblada y niega con la cabeza.
-Si, con muchas-.
-¿Cuantas?-.
-No llevo la cuenta pero... perdí la virginidad siendo muy joven y... desde entonces no he parado de conocer a mujeres, que no me han aportado nada-.
-¿Y yo?-.
-¿Tu? Paula tu eres la chica más increíble que he conocido nunca-.
-¿Increíble yo?-.
-Si lo eres, eres tan lista, y tan diferente a todas las mujeres que he conocido... y me sorprende que quieras tener algo conmigo-.
-¿Que somos?-.
-Es pronto para saberlo ¿No crees?-.
Paula se levantó de la silla y abrió la puerta allí estaba Edward, iba peinado con una coleta y su sonrisa era contagiosa así que se la devolvió. Se hizo a un lado para dejarle entrar y Edward entró.
-Tengo tus deberes- dijo dejando un puñado de libros y apuntes sobre la mesa del comedor-.
Se sentó en el sofá.
-¿Estás mejor Paula?-.
Ella asintió y se sentó a su lado.
-Abrígate-.
Edward se quitó la chaqueta y se la puso por encima, en ese momento Adam entró por la puerta y los miró.
-Hola... Adam- la voz de Edward menguó-.
-Hola- dijo-.
Los labios de Adam se juntaron en una fina línea y Paula se sintió algo avergonzada, las palabras “es demasiado pronto para saberlo” vinieron a su cabeza y tuvo que reírse internamente porque sabía que Adam estaba celoso de Edward y celoso sin ningún motivo, porque ella solo había visto a Edward un par de veces y sabía que no sentiría nada por él, a parte de ser un gran compañero y un buen amigo.
-¿que haces aquí?- inquirió Edward-.
-Estoy aquí porque mi novia y yo vamos a pasar el día juntos-.
-¿Novia, desde cuando?-.
-Desde no hace mucho la verdad, anoche más o menos...-.
Paula sintió su estomago encogerse y le miró sin saber que decir, si intervenir en esta conversación o quedarse callada. Optó por la segunda opción.
Edward se levantó y se acercó a Paula todavía más.
-Si me necesitas llámame-.
Ella asintió y le tocó el pelo, metiendo una mecha de su cabello detrás de su oreja, Edward le sonrió y miró de reojo a Adam que apretaba sus puños a los lados de su cuerpo.
Edward se fue por donde vino y ella se sintió orgullosa de su interpretación, sabía que no estaba bien lo que había echo, usar a Edward para darle celos a su actual “novio”.
-¿Que ha sido eso?-.
La voz de Adam fue dura y fría y ella le miró sin entender porque actuaba así, vale le había dado celos, pero no era tampoco para ponerse así.
-¿El que?-.
-Le has tocado el pelo-.
-Si, soy cariñosa con mis amigos-.
-Si vas a ser mi novia no quiero que seas así de cariñosa con nadie excepto conmigo-.
-¿Somos novios señor “es pronto para saberlo todavía”?-.
-Si querías saber lo que somos ya lo sabes-.
-¿De verdad quieres ser mi novio?-.
-Si, quiero serlo-.
-Esto no lo haces porque otro va detrás de mi-.
-Paula me gustas, lo sabes, deja de jugar-.
-No estoy jugando-.
Adam se acerca a Paula y ella solo puede mirarle, se agacha hasta ponerse a su altura y posee su boca con ferocidad, los ojos de ella se cierran y le abraza todo lo fuerte que puede. Siente ese vuelco en su bajo vientre, esa sensación desagradable y a la vez placentera, esos nervios.
Las manos de Adam bajan por su espalda y se colocan en su trasero, ella no sabe que hacer, solo puede quedarse quieta. Esto es lo que desea lo que quiere desde anoche.
Paula gime y nunca había escuchado su voz así, él la coge de los glúteos y la levanta, la une a su
cuerpo y ella se adapta enseguida a sus caderas rodeándolas con sus piernas.
Sus bocas se vuelven a fundir en un beso todavía más caliente, más tórrido y más carnal, como nunca la ha besado hasta ahora.
La espalda de Paula choca repentinamente contra la pared del salón, ella lo mira y se separa de su boca, le mira esperando algo, la mirada de Adam es oscura y atrayente, su cuerpo la tiene presa y quiere hacerlo, quiere sentirlo como ha sentido a un hombre hasta ahora.
Paula acerca su boca a la de él y le besa, despacio y lento, esta vez su lengua toma la batuta y le besa profundamente, hasta notar su sabor, los labios de Adam se abren un poco y nota su erección repentina y grande en su cadera.
-Adam- su nombre sale de su boca en un jadeo y le muerde los labios esperando más de él-.
-Así no- dice él en un susurro-.
-Si... ahora- murmura ella y le mira, sus ojos están un poco más turbios-.
Adam es rápido quitando la ropa que tapa el cuerpo de Paula y ella lo agradece, su boca se cierne entre sus pechos y la chupa, su lengua es cálida y ella acuna su cabeza queriendo mucho más de esa boca tan tibia y bonita de su querido novio.
Los dedos de Adam se hacen con el control y tocan su sexo sobre su tanga negro, corre la tela del tanga y la toca directamente con sus dedos. Paula es toda sensaciones placenteras y nota comose humdece cada vez más por sus caricias lentas ella gime todo lo que puede, nadie puede escucharla, sus pienras se abren instantaneamente dándole espacio, sigue sujeto a sus caderas. Adam la mira, como su fuese un especimen al que hay que observar, la mira orgulloso por su trabajo, sus dedos se hunden en ella, notando como se abre a su paso y como los mueve dentro y fuera dentro y fuera con un rítmo rápido pero lento, los ojos de Paula se cierran, y su espalda se contrae, su respiración se acelera y se caerca a una sensación que no ha tenido nunca, una sensación que solo alguien como Adam puede proporcionarle, al llegar a esa cima de placer y dolor gime otra vez, su boca se entorna en forma de “o” y vuelve a gemir hasta que nota salir de ella ese líquido despacio y resvaladizo que Adam no duda en recoger y llevar a su boca, sus ojos se entornan y su lengua se enreda en sus dedos cuando la siente en su boca, ella sonroja y espera que la mire y así lo hace.
-Por el momento así está bien-.
Pero Paula ve que él no está bien, sigue tieso, rígido.
-Pero...-.
-Pero nada... vamos a ver una película-.
La voz de Adam es oscura, sexy y ronca, ella vuelve al mundo real cuando la sienta en el sofá, siente que necesita una ducha para despejarse y como si él le leyese la mente le dice:
-Te prepararé una ducha mejor-.
Ella asiente y ve como se marcha del salón ¿Que demonios acaba de pasar?
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