Bailes de Pasión (+18)

Autor: AnnaSwan
Género: Romance
Fecha Creación: 31/03/2013
Fecha Actualización: 06/07/2013
Finalizado: NO
Votos: 13
Comentarios: 17
Visitas: 23555
Capítulos: 21

Isabella Swan nunca ha sido buena en nada que implique equilibrio y coordinación, salvo en el baile. Desde pequeña su madre, René, la inscribió en clases particulares de baile y desde entonces no ha dejado de practicar; posee una gracia exquisita al momento de mover sus pies al ritmo de la música y por esta razón su madre la inscribe en un concurso de baile donde el primer premio es una beca al cien por ciento para la academia de baile a la que Bella anhela asistir.

René consigue al mejor bailarín en todo Forks y se lo presenta a su hija, la sorpresa que se llevara Bella al saber que su pareja de baile es nada mas ni nada menos que Edward Cullen, su némesis. El chico con el que guarda una enemistad prácticamente desde que le conoció.

¿El roce de la piel, la respiración agitada y la unión de sus cuerpos tendrá algo que ver al momento de mejorar su relación?

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Capítulo 14: Sueños

Capítulo 14

"Sueños"

Bella PoV.

Me aparté de ahí, dejando mi corazón dentro de esa cochera. No lloraría, me había prometido no hacerlo, si había que crear una barrera entre nosotros para proteger mi corazón de que él lo hiciera añicos, eso es lo que iba a hacer. Nunca me había deprimido por un desamor... y no iba a comenzar a estas alturas de la vida.

Al llegar a casa me dediqué a hacer mis deberes y a bloquear la entrada a pensamientos que giraran entorno a él. Me fui a acostar cerca de las diez noche, pero no fui capaz de dormir hasta pasadas las dos de la mañana, y es que tan pronto bajaba mis defensas para tratar de conciliar el sueño, el recuerdo de Edward y Victoria besándose me embargaba y hacía más y más grande el nudo en mi garganta. Pese a todo, me negaba a derramar una sola lágrima por él… jamás había llorado por un chico en mi vida y no quería que el engreído Edward Cullen fuera el primer chico por el que llorara… si iba a lamentarme y a berrear por alguien, debía de ser alguien que valiera la pena, ¿no?

Cuando caí en los dulces y suaves brazos de Morfeo, mi maldito subconsciente me traicionó y lo trajo hasta en mis sueños.

Edward y yo estábamos tras bambalinas, practicando nuestras cargadas. Nuestros cuerpos sudorosos, respiraciones agitadas y miradas clavadas en el otro… un calor bastante conocido bajó por mi columna y se instaló ahí. Él movió una de sus manos de mi cintura, para ahuecar mi cuello y quitar mi cabello pegado a la piel. Su nariz rozó mi piel y sentí un escalofrió, yo traté de separarlo pero me fue imposible, yo también lo quería.

Depositó un gentil beso en mi cuello y después fue marcando un camino de húmedos y ardientes beso desde la base de mi cuello, por mi mentón, hasta llegar a la comisura de mis labios… cuando estaba por dar el último beso, aquel que lo llevaría directo a mis labios, se detuvo. Su mirada se fundió con la mía y sentí la electricidad fruir por nuestros cuerpos, mi cabello se levantó con la corriente del aire que había llegado de una puerta abierta y lo siguiente que supe es que yo me encontraba en el suelo.

Levanté la vista, en busca de un par de esmeraldas cálidas y amigables, pero en lugar de eso me topé con una par de fríos bloques de hielo, distantes e hirientes. Mi mandíbula cayó, su expresión era tan... diferente.

Su mano se cernía en las caderas de Victoria, quién me observaba con burla. Él la besó en los labios con una pasión lastimera para mis ojos, sentí los míos llenarse de lágrimas y traté de preguntar "¿Por qué?" pero de mis labios no salió ni media palabra. Ambos se carcajearon de mí, y Edward la guio al escenario.

De pronto, no estaba más tras bambalinas, me encontraba en primera fila, debajo del escenario. Mi mirada cayó en el par de cuerpos que se movían con destreza en éste… él la sujetaba, haciéndola girar y volar por el escenario como si su lugar fuera estar ahí. Sentí una punzada agonizante en mi pecho y solté un quejido, mis ojos no lograron retener más las lágrimas y estas se derramaron por mi rostro como una cascada.

Su baile terminó con ella inclinada en medio arco y él sobre ella. Sus respiraciones estaban agitadas, y sus pechos subían y bajaban con irregularidad; ella sonreía, él sonreía y yo sentía que una parte de mí moría lenta y dolorosamente.

Un hombre subió, llevando un micrófono inalámbrico y un sobre cerrado en la misma mano. Les dedicó una sonrisa a Edward y Victoria y segundos después estuvo entregándoles un trofeo y un reconocimiento de primer lugar. Ellos había ganado… y yo estaba fuera. Fuera de la vida de Edward. Fuera de la competencia. Fuera de la escuela de danza. Estaba fuera… fuera de todo.

En mi pecho, el dolor punzante se incrementó y bajé la mirada solo para encontrarme con un torrente de sangre escapando de mi cuerpo, justo donde debería estar mi corazón. Miré hacia mis lados pero nadie parecía darse cuenta de lo que me sucedía, ¿por qué nadie me ayudaba? Traté de tomar el brazo de la persona a mi lado, pero se deshizo de mi débil agarre y continuó aplaudiendo y mirando hacia el escenario.

Traté de tapar el agujero sangrante en mi pecho, me deshice de mi sudadera y la coloqué en la herida para que la tela absorbiera la sangre… y entonces escuché una risa, queda y burlesca. Miré hacia arriba, al escenario, y vi como Edward le entregaba algo a Victoria. Traté de enfocar lo que estaba en sus manos pero mi mirada era borrosa por la pérdida de sangre, aun así hice mi mayor esfuerzo. Entonces lo vi.

Edward estaba entregándole mi caliente, bombeante y destrozado corazón a su novia. Ella reía mientras alzaba la mano para tomarlo, la sangre aún escurría de él. Alguien toco mi hombro desde atrás, me giré y me encontré con Alice.

—Alice, gracias a Dios. Tienes que ayudarme, Edward ha…

—Aléjate de mi hermano, pequeña bruja —gritó, sin borrar la sonrisa de su rostro.

No comprendí su demanda así que lo intenté de nuevo.

Ali, ayúdame… estoy desangrándome.

—Por mí, que te mueras, maldita mosca muerta —susurró, aun sonriendo.

Quise alzar mi mano para tocarla, pero yo no era más dueña de mi cuerpo, lo sentía lánguido y tan firme como un lápiz de goma. Mi visión se llenó de puntitos negros bailando frente a mí, eclipsando el momento en que Edward le entregaba mi corazón chorreante de sangre a Victoria. Luego me sumí en la negrura de mi propio dolor…

Desperté aguitada en mi cama, tras proferir un profundo y escalofriante grito.

Es un sueño. Solo un sueño… nada fue real. Un sueño. Solamente un sueño, Bella.

Traté de relajarme y volver a dormir, pero fue imposible hacerlo, la escena de Edward entregando mi corazón a Victoria se repetía una y otra vez detrás de mis parpados cerrados. En ocasiones se fusionaba con la escena de Edward besando a Victoria en el estacionamiento, y el dolor era aun más profundo y agonizante.

Esa mañana fui a la escuela pareciendo un zombie viviente, mis ojeras estaban marcadas y mi atención en clase estaba reducida al 0% Alice me llamó la atención por mi devastador atuendo pero le grité que había tenido una noche terrible y que lo menos que deseaba era una clase sobre moda de su parte. Ella pareció herida por mi tono, y desistió a salvar nuestra conversación en el almuerzo, cosa que deteste… pero ya tendría tiempo para disculparme más tarde. Cuando mi cerebro no estuviera lleno de imágenes de escenas con Edward y Victoria juntos riéndose de mi y ganando el concurso que se suponía Edward y yo debíamos ganar.

Más tarde, ese mismo día, me dejé caer por la casa de los Cullen para ensayar con Edward. Lo había estado evitando todo el día escolar así que la última vez que lo había visto había sido al salir de su garaje la tarde del día anterior, no sabía cómo estaba por mi frialdad e indiferencia hacia lo que habíamos pasado en mi habitación hacia tan solo dos noches.

Había tratado de mejorar mi atuendo, tratando de ocultar mi sombrío estado de ánimo. Me había duchado y arreglado antes de ir a casa de Edward y casi podía jurar que parecía como si hubiese pasado mis ocho horas de sueño intactas.

Igual que la tarde anterior, Edward me guio hasta el garaje y comenzamos a ensayar. Esta vez fui más estricta y detallista. Todo tenía que estar perfecto para nuestra presentación. Al día siguiente viajaríamos hacía Chicago y todo habría comenzado.

Practicamos cerca de seis horas, Edward parecía cansado aunque yo fácilmente podría continuar por un par de horas más, pero decidí no forzarlo. Ya tendríamos tiempo de practicar en el hotel, antes del concurso.

Edward me dejó ir sin decir ni una palabra, sus movimientos habían sido estrictamente parte de la coreografía. No había intentado flirtear conmigo, no me había tocado, y ni pizca de querer besarme de nuevo. Se lo agradecí internamente, eso me haría las cosas más sencillas en el proceso de olvidarlo.

No puedo presumir de haber pasado una noche estupenda, pero al menos fue mejor que la anterior. Aunque volví a soñar con Edward y Victoria, riéndose de mí. Estaba preparada para lo que sucedería en mi pesadilla así que el dolor no me tomó desprevenida y hasta le di una bofetada a mi mejor amiga tras haberme llamado "pequeña bruja".

La mañana siguiente, mi madre me levantó con un fuerte abrazo. Nos despedimos en la puerta de la casa mientras papá me llevaba en el auto patrulla hacia el aeropuerto más cercano. Fue un viaje callado, en el que mi mente no dejó de reproducir la voz de Edward y su rostro en mi cabeza… ¿estaba volviéndome loca o algo parecido?, ¿por qué lo único que hacía era pensar en Edward?, ¿por qué me molestaba tanto que él tuviera una novia?, ¿por qué me interesaba tanto él, a fin de cuentas? Era una egoísta, un egocéntrico, un mandón, un engreído, un picaflor, un…

"No trates de engañarte" susurró mi conciencia "lo amas, y no hay nada que se pueda hacer al respecto más que aceptar que Edward JAMÁS será para ti".

Suspiré, empañando el cristal del auto patrulla. Mi padre me miró de reojo pero fue lo suficientemente prudente para sospechar que solo estaba nerviosa por el viaje en avión.

Una vez que llegamos al aeropuerto, me encontré con Alice. Me sentí culpable tras haberla abofeteado en mi sueño, pero tampoco es que ella hubiese actuado como mi mejor amiga llamándome "pequeña bruja".

Mi amiga lanzó sus brazos a mi cuello cuando mi avión fue llamado, me despedí torpemente de Charlie, y de Esme y Carlisle por mera cortesía. Edward y yo continuamos nuestro camino hacia el avión en completo silencio. Después de lo que le había dicho en el garaje sobre la vez que habíamos pasado juntos en mi casa, su actitud había cambiado radicalmente conmigo; no me hablaba a menos que fuera meramente necesario y su mirada era cautelosa cuando se entornaba hacia mí.

—Espero que tengan un feliz viaje —murmuró la azafata, cuando verificó nuestros boletos.

Le dediqué una sonrisa forzada y caminé hacia mi asiento en el avión sin siquiera esperar por Edward, más tarde se reuniría conmigo. Cuando estaba caminando por el pasillo del avión, vi a un chico de cabello rubio platinado, lacio y largo, intentar meter una maleta en el compartimiento para equipaje sobre su asiento. Lo ignoré, pasando por detrás de él para conseguir mi asiento, pero en ese instante el chico pareció perder el equilibrio justo cuando yo pasaba por ahí y terminó cayendo sobre mí; afortunadamente el asiento contiguo estaba vacío, no podía imaginarme la vergüenza de caer sobre otro pasajero.

— ¡Oh! Lo siento, lo siento —murmuró tan rápido como cayó sobre mí y se puso de pie, dándome una mano para ayudarme a levantar.

La tomé, sin mirarlo a los ojos si quiera ¡Era un estúpido!

—Lamento eso —volvió a disculparse.

—Está bien, está bien —gruñí, alisando mi blusa de algodón y acomodando el escote de la misma.

El chico se quedó callado por un minuto pero no lo sentí moverse para continuar con su anterior tarea. Levanté la mirada para censurarlo con ésta antes de caminar dignamente hacia mi asiento, pero tan pronto como levanté la vista a esos cálidos ojos azules, toda protesta se esfumó de mi mente.

— ¿Estás bien? —preguntó, dedicándome una sonrisa de lado, sin apartar la vista de mis ojos.

—S… sí —tartamudeé. Mentalmente me di de topes contra una pared imaginaria por sonar tan tonta.

—Mi nombre es James —murmuró, estirando su mano entre la pequeña distancia que nos separaba.

—Isabella Swan —contesté, tomando su mano.

Volví a sentirme estúpida, él no había mencionado su apellido ¿por qué tenía que haberlo hecho yo? Sus ojos me hacían perder el hilo de mis pensamientos, como si los bloqueara… de pronto me sentí afortunada de poder respirar.

—Mucho gusto, Isa.

Me sentí desconcertada ante el diminutivo otorgado por él, aun así sonreí amablemente. Edward llegó en ese momento, con el ceño fruncido y una mirada envenenada para James.

—Será mejor que nos vayamos a sentar, Bella —gruñó—. El avión está por despegar.

No me molesté en observarlo, en lugar de eso, me despedí de James.

—Bueno, te veo más tarde, James —susurré, con un toque cariñoso.

James me guiñó un ojo y sonrió.

—Tenlo por seguro, Isa.

Me fui a mi lugar, al lado de la ventana, y le dediqué toda mi atención a ésta. Ignorar deliberadamente a Edward sería fácil si no teníamos contacto visual… lo menos que quería hacer era pasar todo el vuelo concentrándome en no llorar por los pinchazos de dolor que mi maquiavélico subconsciente provocaba.

—No es bueno que hables con extraños —murmuró Edward.

—Y a ti que te importa —solté, sin mirarlo.

—Me importa porque ¿qué tal si se trata de un asesino en serie o algo así?

Me encogí de hombros.

—Ese seria mi problema, no el tuyo —respondí.

—Luego no vengas llorando a mí —contestó, y pude percibir un rastro de humor en su frase.

—Créeme, eso no sucederá —murmuré.

Cometí el error de fijar la mirada en él. Sus esmeraldas ya no eran un bloque de hielo, parecían divertidos, cálidos y excitantes, tragué audiblemente y él sonrió, como si estuviera disfrutando de una broma privada.

Aparté la vista de inmediato, concentrándome en la ventanilla.

El avión despegó sin incidentes. Una azafata caminó por nuestro pasillo, ofreciéndonos algo de beber o comer; Edward pidió un café negro y yo un vaso de leche. Nuestros dedos se rozaron cuando me tendió mi vaso con leche y sentí la electricidad fluir por nuestros cuerpos, aparté mi mano rápidamente.

Aprovechando las horas de silencio, y recordando que había podido dormir en las últimas dos noches, cerré los ojos y recargué mi cabeza contra la ventanilla mientras dejaba caer mis barreras mentales y me dejaba guiar a un sueño ligero.

Por primera vez en las últimas dos noches, Edward no protagonizó mi sueño, sino el lindo chico de la maleta llamado James. Estábamos en la fila de descenso y sus manos se cernían sobre mis caderas, yo me sentía cómoda con el tacto y nunca pasó por mi mente el apartarlo. Descendimos tomados de la mano, y al pie de las escaleras, me hizo girar y quedamos frente a frente.

—Eres hermosa, Isa —susurró, acercando su rostro al mío.

Sus labios estaban a milímetros de distancia de los míos. Casi podía aspirar su aliento… dulce, embriagador, dulce, dulce, dulce. Me di cuenta que había cerrado los ojos mientras sus labios se aproximaban, expandí mis sentidos para disfrutar del suave masaje que sus labios ejercían sobre los míos; cuando abrí los ojos en lugar de toparme con un mar de ojos color azul cielo, me tope con una esmeraldas derretidas.

—Te amo. Te amo —susurró Edward.

Mis ojos se abrieron de golpe, sacándome del sueño.

Mi cabeza estaba inclinada hacia mi derecha, separada de la ventanilla. Había una manta sobre mi regazo, protegiendo mi cuerpo del frío del aire acondicionado. Alcé la vista y lo vi.

Edward me observaba, su rostro estaba a escasos milímetros del mío… tuve una sensación de dejavú. Su aliento se filtraba de entre sus dientes, golpeándome con intensidad, llamándome. Mis ojos eran prisioneros en una exquisita laguna color verde esmeralda.

Tan cerca… estaba tan cerca de él que hasta dolía.

Tan cerca… estábamos separados por casi nada, si me inclinaba… si lo hacía, si el avión tuviese una pequeña turbulencia que me arrojara hacia él o que lo arrojara hacia mí. Tan cerca… Dios, tan cerca.

Mis labios se abrieron inconscientemente, dejándome aspirar su esencia de lleno. Cerré los ojos, en una clara invitación, sentí su aproximación… estaba ahí, a punto de besarme… a punto de sucumbir ante él.

Capítulo 13: Sólo sexo Capítulo 15: Celos

 
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