Hola chicas! De verdad siento mucho que hayan tenido que esperar más de dos semanas por este capítulo y más a mi querida RBBLACK por la espera, pero las cosas no han salido como esperaba, las pruebas me tienen atada de manos y ha sido muy poco el tiempo que he tenido para dedicarle a mi historia, pero todo este tiempo no ha sido en vano, porque finalmente he organizado las ideas y ya sé cómo se va a desarrollar esta pequeña fantasía mía, jiji. Espero que me perdonen por todo el tiempo que tenido sin actualizar pero voy a subir dos capítulos por semana, de eso pueden estar seguras :D
Como siempre les dijo, la obra “Crepúsculo” no me pertenece, sino a Stephenie Meyer, ella sí se merece el crédito por escribir esta gran historia de amor vampírico que nos vuelve locas, incluyéndome. Yo sólo me divierto con sus personajes para crear sonrisas y suspiros en sus rostros, y para cumplir mis fantasías ;) Disfruten!
Capítulo 13: Trabajo
Bella Pov:
Todo lo que pedía era un fogoso y excitante beso de parte de aquel Adonis y dios griego que era nada más ni nada menos que Edward Cullen, pero el mundo se empecinaba en impedir de algún modo y forma posible de que aquel beso no se diera.
No pedía nada más, había sido buena estudiante, tuve las mejores calificaciones de mi liceo en Phoenix, había sido buena hija, siempre me encargaba de todos los quehaceres de la casa que compartíamos Charlie y yo, y además, me encargaba de hacer la comida para mantenerlo bien alimentado, ya que sólo sabía prepararse escasamente un par de huevos revueltos con pan tostado. No sabía valerse por sí mismo en ese sentido, y más bien me preguntaba, cómo había hecho para sobrevivir los días que estuve fuera del país por cumplir mis misiones. Porque claro aparte de todo la organización de Charlie ya la había alcanzado a ser internacional, y nos encargábamos de mantener la estabilidad de las naciones en las que había algún movimiento sospechoso de droga.
Pero en este momento yo no hallaba mi estabilidad interna, ya que era la segunda vez que intentaba saborear aquellos rosados y carnosos labios de Edward que me invitaban a morderlos y a juguetear con ellos a más de mil kilómetros de distancia, y fallaba en el intento. Qué suerte la mía.
Que inoportuno el momento en que alguien solicitaba la atención de Edward por vía telefónica, y no sólo era a él a quien buscaban, pues mi celular también sonó y vibró en el bolsillo de mi pantalón casi al mismo tiempo que el de él. Como dije, el universo quería impedir a toda costa que aquel beso se diera, y ese beso era una de las cosas con las que yo tanto soñaba y fantaseaba desde el primer momento en que lo vi.
Ante mi grito de júbilo, Edward apartó su cara de la mía y se rió en voz baja ante aquel grito de desesperación. Moduló con esos labios que tanto deseaba un ligero “disculpa” sin emitir sonido alguno y se dispuso a contestar su móvil que necesitaba tanto su atención, mientras yo, perpleja como estaba, me debatía sobre agarrar mi celular que había sonado previamente como señal de que alguien me había mandado un mensaje, o tirar el teléfono de Edward antes de que lo contestara por lo menos a 5 kilómetros de distancia para que no nos volviera a interrumpir y continuar con el beso que tanto yo deseaba. Pero tan respetuosa y disciplinada como era no me atrevería a cometer semejante barbaridad, por lo que opté por la primera opción, cuando Edward contestó su móvil y comenzó a hablar con la persona al otro lado de la línea, yo me dispuse a revisar el mensaje que había llegado previamente.
Cuando alcé la tapa del móvil la pantalla mostraba el remitente del mensaje, y era nada más que mi amiga Rosalie preocupada por mi tardanza, por lo que tecleé rápidamente un simple “voy en un momento” cerré la tapa de mi móvil y alcé mi vista para comunicarle a Edward que debía irme pronto, pero me encontré que estaba a más de cinco pasos de distancia de mí y tenía una pequeña discusión con la persona que le había llamado. Cuando se percató de mi mirada, unos momentos más tardes, me miró con pena por la tardanza del mensaje y en sus ojos se podía notar que él, tanto como yo, quería tirar el teléfono por la borda y continuar con lo que hace unos momentos se iba a llevar a cabo, el maldito beso.
Alzó su mano en señal de disculpa y asentí ligeramente para que continuara con la discusión que llevaba a cabo con la otra persona. Me mostró una ligara sonrisa antes de que diera media vuelta para continuar con su previa conversación. Al cabo de unos minutos seguía dándome la espalda unos pasos más lejos y continuaba con el móvil pegado a su oreja. Por otra parte Rosalie seguía bombardeándome con preguntas por mi desaparición como “¿Dónde estás?” “¿Cuánto tiempo más vas a tardar?” y cosas por el estilo, por lo que dí media vuelta y me encaminé devuelta al bar dejando a Edward en la misma posición que lo había visto hace unos instantes.
Corrí por las calles lo más que podían dar mis pies, para llegar al bar dónde había dejado a Rose, y mientras lo hacía uno que otro borracho no perdía la oportunidad para tirarme uno de sus asquerosos piropos como "La pasaras genial conmigo esta noche" o "Quiero que estés sobre mí esta noche, y me cabalgues como sólo tú lo sabes hacer". Absolutamente repugnante.
Cuando llegué a mi destino estaba jadeando por todo el trayecto recorrido, necesitaba una botella de agua fría de inmediato para calmar la sed que recorría mi garganta en estos momentos.
Logré divisar a Rose apenas entré al local por su cabellera rubia, pero para mi sorpresa, ya no encontraba en la misma mesa que habíamos estado antes de encontrarme con Edward y además estaba acompañada de alguien más, un hombre, uno muy musculoso debería decir.
Me acerqué a la mesa donde se encontraban con cautela, esperando que se percataran de mi presencia, y como si me hubiesen leído la mente Rose levantó la vista y conectó su mirada con la mía, y en la suya pude notar lo molesta que estaba por mi tardanza, y en su rostro desapareció la sonrisa que había tenido hace unos instantes mientras hablaba con el hombre desconocido, o al menos para mí.
-¡Bella!- Casi pego un saltó cuando gritó mi nombre con semejante tono de voz, era aterrador. -¿Dónde demonios has estado?- Pero antes de que pudiera contestarle, se dio cuenta de un pequeño e insignificante detalle. -¿A quién perseguías que andas toda sudada y jadeando?
Había olvidado lo perceptiva que era Rosalie, y su nuevo acompañante parecía entenderlo y me miraba con compasión, y con un poco de gracia por el hecho de haber enojado tanto a Rose. Se podía notar a simple vista que el hombre era tan fuerte y musculoso, que parecía un verdadero levantador de pesas, y tenía el cabello oscuro y rizado. Debo agregar que, por la sonrisa que irradiaba de su rostro, en vez de darme pánico su corpulento físico, me parecía más a uno de esos osos de peluches gigantes que vendían el día de San Valentín para todos aquellos hombres que eran románticos, o intentaban serlo, le compraran globos, flores peluches a sus novias y/o esposas.
Deseché ese pensamiento inmediatamente porque me recordaba a Edward, el cual había dejado embarcado mientras hablaba por teléfono. Me preguntaba si ya habría notado mi ausencia o si aún seguía con el teléfono pegado a la oreja.
Rose se me quedó mirando con escepticismo mientras esperaba mi respuesta con frustración e impaciencia reflejados en su rostro.
Rápidamente me reincorporé y me acerca a la mesa con paso firme, mientras tomaba asiento le contesté a Rose con voz dura y tangente “por ahí” dándole a entender que no pensaba hablar del tema por el momento. A los poco segundos añadió.
-Muy bien, como quieras- le sonreí de forma sincera al saber que no me a molestar con el tema, por el momento. –Bella te presento a mi novio, Emmet Cullen, le pedí que nos acompañará mientras te perdías por ahí.
Retiro lo dicho, Rose no me iba a dejar en paz hasta que le contara sobre mi repentina desaparición.
-Así que Bella, ¿no?- preguntó el chico que se sentaba al lado de mi amiga que respondía al nombre de Emmet, así que ese era el hermano de Edward. Asentí con la cabeza un poco tímida. –Mi querida Rose te describió a la perfección, eres tímida y de pocas palabras- comentó asegurando con la cabeza.
-¿Rose te ha hablado de mí?- en mi tono de voz se podía notar la sorpresa ante el hecho de que mi amiga hablara sobre mí con su novio, deben llevar una buena relación como pareja si han llegado a hablar de mí, alguien tan simple e insignificante como mi existencia.
Se rió en voz baja antes de contestar mi pregunta –No para de hablar de ti ni de Alice, hasta me ha contado sobre las citas a ciegas que te han obligado a asistir, me reí bastante ante ese hecho, no podía imaginármelo- contestó entre risas, pero por otro lado, me sentí bastante cohibida al recordar la última cita a ciegas que tuve que asistir, el día que conocí a Jacob. Mi semblante tuvo que haber cambiado drásticamente ya que Rose nos desvió del tema rápidamente al ver la tristeza reflejada en mi rostro. Estuvimos charlando un largo rato de trivialidades, hasta que sentí la mirada intensa y penetrante de alguien a mis espaldas, inmediatamente Rosalie y Emmet levantaron las miradas y saludaron a quienquiera que se encontrara detrás de mí, e inmediatamente me congelé al saber que era él.
-¡Hey Edward! Pensé que ya no ibas a venir, te tardaste demasiado- habló primero Emmet y me quedé petrificada en mi asiento cuando oí su nombre, no tuve el valor para voltearme y encararlo con la mirada. Rose le dijo un pequeño “Hola” que apenas era audible. Sabía por lo que me había contado Rose que jamás había visto a Edward, y que la sola mención de su nombre le producía escalofríos.
-Siéntate con nosotros Edward- intervino Emmet. Pude ver de refilón que se había sentado al lado mío, en la única silla vacante sin siquiera vacilar. Al sentarse Emmet volvió a intervenir Emmet.
-Hermano esta es mi hermosísima novia Rosalie- señaló a mi amiga dándole un beso en el cachete e inmediatamente Rose se sonrojo, lo cual era casi imposible, su carácter era muy fuerte, se podía notar que estaba realmente enamorada de Emmet, el futuro padre de su hijo o hija. –Y esta es Bella, su amiga.- Me señaló a mí en esta oportunidad, y me sentí avergonzada por haberlo dejado botado sin siquiera avisarle. Traté de hundirme lo más que pude en mi silla mientras Edward hacía uso de la palabra.
-Sí, ya nos conocemos.- Sentí su mirada sobre mí pero no me atrevía a mirarlo, sabía lo que sus ojos me causaban.
-¿Se conocen?- preguntó Rose un poco confundida.
-Sí, fue mi paciente en el Hospital la semana pasada, tuvo un accidente, ¿Lo recuerdas?- me preguntó acusadoramente y alcé la mirada para encontrarme con la suya, lo cual fue un error. Me perdí en aquellos ojos igual que la primara vez que los vi, tenía ese brillo a causa de las luces del bar, lo que lo hacía más hermoso de lo que creía posible.
Inmediatamente desvié la mirada hacia Rose, como pretexto para escapar de la suya, lo que lograba era deslumbrarme. En cambio, Rose, me miraba como si estuviera en una sala de interrogatorios cuando volvió a intervenir.
-Nunca me dijiste que fue lo que te pasó, Bella.- No ahora, Edward se acomodó en su asiento, sabía que él también quería respuestas sobre lo que pasó esa noche. Que inoportuno el momento, gracias Edward por recordárselo a mi amiga.
-No es nada, no tienes por qué preocuparte por eso Rose, ya pasó.- Le contesté tratando de sonar indiferente ante el tema.
-Que alguien trate de matarte tiene por qué preocuparme- Gracias Rose ahora todo será peor para mí.
- ¿Alguien trató de matarte?- preguntó con incredulidad Emmet en esta ocasión.
-Bueno…- No sabía qué decir, no le iba a decir que había huido de la organización de mi padre y por ende me buscaban para ejecutarme, y que ahora debía investigar sobre Edward para recuperar el puesto que por derecho me correspondía, el puesto como Mayor. Así que traté de mantener la calma cuando volví a hablar. –Sí, supongo que los hombres que trataron de acercarse a mí esa noche que estuve en el bar querían matarme.
A continuación, Edward se tensó al lado mío, Rosalie se quedó sin palabras, y Emmet a su lado abría y cerraba la boca como si fuera decir algo pero no entraba las palabras. Luego de unos minutos de ese silencio incomodo Rose volvió a intervenir.
- ¿Y cómo te sientes ahora?
-Bien, he estado mejor pero sabes que mi suerte para los accidentes es completamente nula.- A menos que se trate de trabajo, completé para mí misma.
Estuvimos un largo rato hablando de trivialidades y cosas relacionadas sobre el trabajo que mayormente se enfocaban en Edward, sobre su empleo, dónde vivía y cosas por el estilo. Hablé muy poco esa noche, hasta que llegó el momento de irnos.
- ¿Dónde te estás quedando Bella?- preguntó Rose mientras se paraba de la mesa y se agarraba de las manos con su novio, Emmet. Justo como estábamos Edward y yo antes de que su teléfono nos interrumpiera, pero en cosas pienso, debería concentrarme en sacarle información sobre su pasado y el de su familia, no tengo tiempo para preocuparme por el amor.
-Me estoy quedando en el Motel que está al lado de una tienda de artículos deportivos, lo vi esta tarde cuando venía para acá.- contesté finalmente saliendo de mi burbuja personal.
-Conozco la calle, mi casa está cerca de ese motel, yo te puedo llevar ya que no tienes coche.- Edward habló a mis espaldas sobresaltándome por sus palabras, ¿Él y yo en un mismo coche? No me lo quería ni imaginar, pero tenía que cumplir con la misión, así no me quedó de otra que aceptar.
El recorrido al Motel fue corto por la velocidad a la que iba Edward, iba a más de 150 Km/h, y durante todo ese trayecto nadie pronunció ni una sola palabra hasta que llegamos a la entrada del lugar.
-Gracias por traerme y por atender mis heridas la semana pasada, por salvarme la vida, creo que te debo una.- Hice una pequeña pausa pero se quedó sin palabras.- Que tengas buenas noches.- Me fui a bajar del carro cuando me sostuvo del brazo, deteniéndome. La electricidad volvió a recorrer mi cuerpo de pies a cabeza ante su roce.
-Espera- comenzó a hablar Edward soltándome el brazo- ¿Qué tal si sales conmigo mañana? después de que se acabe mi turno en el hospital.- Mi miró con esos verdes profundos capaces de derretirte al instante, eran capaces de hipnotizarte.
-¿A dónde?- le pregunté con incredulidad.
-Podemos dar un paseo por los alrededores de Forks para que vayas familiarizándote.- le miré con la duda reflejada en mi cara cuando añadió. –Si aceptas ya no me deberás nada, ¿Qué te parece?
-Muy bien, si tanto insistes, ¿A qué hora te espero?
-A eso de las 3 estaré aquí mismo esperándote.- dijo Edward con una sonrisa en su cara, cuantas ganas tenía de darle un beso ahora mismo.
-Bien, entonces a las 3, que pase buenas noches.- Me iba a bajar del coche y a escapar de su presencia que tanto me volvía loca últimamente, cuando agarró mi mano con dulzura y depositó un casto beso como todo un caballero de los años 80, y yo que pensaba que esa clase de hombre ya se había extinguido.
-Que tengas una bonita noche, Bella.- Soltó mi mano y le devolví la sonrisa cuando me baje del coche y cerré la puerta detrás de mí.
Entré al motel y me asignaron la habitación. Me recosté en mi cama recordando todo lo que había sucedido hoy, todo empezó con el beso de Victoria esta mañana que terminó siendo un completo fraude, y ahora yo tenía una “cita” con Edward, las cosas no podían ser mejores, mañana conocería su pasado y saber quién era realmente Edward Cullen.
Un mensaje llegó a mi móvil que me sobresaltó y me preguntaba quién podría ser a estas horas, sin ganas alcé la tapa de mi teléfono y vi que era un mensaje de Billy Black que decía:
“Te estaremos vigilando”
¿Qué demonios se suponía lo que querían decirme? No sé la respuesta con certeza, lo único que sé es que no voy a estar a solas con Edward mañana durante el paseo por Forks, de eso estaba segura.
Les puedo adelantar que para el próximo capítulo vamos a estar Bella durante su semana con Edward, así que disfruten mientras puedan tortolitos porque no todo es color de rosa :P Las cosas se complicarán con otro mensajito de Billy Black. Nos vemos! :D
Dejar comentarios es casi tan bueno con si Edward Cullen nos invitara a pasar un día con él mientras se despide dándonos un beso en la mano como todo un caballero. :)
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