
Capitulo 13: Angustia
Pov Edward
En el mismo instante en que el disparo sonaba, sucedieron varias cosas a la vez. Yo me tiré literalmente encima de Bella para protegerla con mi cuerpo, mientras que por el rabillo del ojo, vi como Quil y Embry se ponían delante de nosotros, disparando a un punto en la distancia. Quil, me pasó un arma que yo no dudé en utilizar, disparando hacia el lugar de donde provenían los disparos mientras seguía tumbado encima de Bella, protegiéndola.
—Es imposible llegar hasta ellas —oí que uno le decía al otro.
—Ya he pedido refuerzos.
Me incorporé un poco y vi que unos metros más allá de nosotros tenía lugar una escena fantasmagórica. Alice estaba tumbada muy quieta encima de mi hija protegiéndola con su cuerpo y Rose hacia lo mismo con sus hijos. Emily estaba posicionada delante de ellas, disparando también hacia el mismo punto que nosotros y haciendo lo que podía pues se encontraba sola, ¿dónde estaría su compañera? Me di cuenta entonces de que los disparos habían ido tanto contra ellas como contra Bella y contra mí. Por tanto había más de un tirador. Por todos los santos, pensé aterrorizado cuando algo hizo clic en mi cabeza, alguien estaba atentando contra nuestras vidas.
—¡Edward los niños!–chilló Bella, cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando– ¡Gaby! Tengo que ir con ella.
—Tranquila Bella, eso intentamos —dijo uno de los hombres que nos protegían—, hemos pedido refuerzos. De momento no podemos pasar. Alguien dispara contra nosotros al mismo tiempo que contra ellos. Si lo hiciéramos podríamos resultar heridos de gravedad y no lograríamos nada.
Pasados unos minutos que parecieron horas, la policía y el resto de los agentes del FBI, Leah incluida, aparecieron portando escudos antibalas.
—¿Por qué diablos no estás con ella? –le preguntó uno de los agentes a Leah.
—Tenía un asunto personal que resolver
—Deberías habernos avisado para poder sustituirte, Leah, ¿no te das cuenta de la gravedad de los que has hecho? tu compañera está sola.
—¡Ahora!–gritó Embry de pronto, una vez estuvimos todos protegidos con los escudos.
Levanté a mi Bella del suelo y siempre con mi cuerpo delante del suyo, echamos a correr hacia los niños. Al llegar se me cayó el alma a los pies. Rose se movía y pude ver el movimiento de los niños debajo de ella, pero debajo de Alice solo se veía a mi niña inmóvil y un gran charco de sangre a su alrededor.
—¡Alice, Gaby!— gritó mi Bella–. ¡Respondedme por favor, decidme algo!—gritaba mientras se abalanzaba hacia ellas.
—Yo estoy bien mami —dijo mi niña aterrada—, pero la Tía Alice no se mueve.
—¡Rose quédate dónde estás! —ordené al ver que Rose se movía para ir a ayudar a Bella con Alice.
La agente que debía de haber estado con Emily, se acercó a Bella y la ayudó a retirar a Alice de encima de mi hija y en seguida cogió a la niña cubriéndola con su cuerpo.
—Tiene la bala alojada en el abdomen –dijo Bella angustiada—, hay que operarla inmediatamente y sacársela. Si no nos damos prisa puede morir. Está perdiendo mucha sangre. ¡Por Dios su sangre!... –dijo Bella de pronto. No sabía a qué podía referirse pero no era momento de preguntar.
Los disparos parecían que no iban a acabar nunca, al revés, se volvían más feroces.
—Está perdiendo mucha sangre. Por Dios, su sangre —repetía Bella angustiada una y otra vez, empecé a preocuparme no sólo por la gravedad de la herida de Alice, sino también por Bella que parecía al borde del colapso.
—Jacob, Sam y Laurent, están intentando llegar hasta ellos desde atrás. Van a tener que dividirse para disparar a dos blancos a la vez, cuando eso suceda, vamos a salir corriendo hacia allí –dijo Quil señalando el puesto de los socorristas que estaba situado unos metros hacia adelante.
El intercambio de disparos seguía. Oía a mi niña sollozar amargamente detrás del cuerpo de la mujer que la protegía mientras disparaba a todo lo que se movía. Al otro lado mi sobrino Peter estaba chillando histérico al igual que su prima y Tony, gracias al cielo, estaba más tranquilo.
—¡Ya!–gritó de repente Embry, salimos corriendo hacia donde nos habían indicado. Yo llevaba a mi Bella siempre con mi cuerpo hacia delante. Emily llevaba a mi niña, mientras Embry había cogido a Alice en brazos y la cargaba lo más delicadamente posible
—¡No la mováis mucho !–gritó mi Bella—, no puede permitirse el lujo de perder más sangre ¿y porque no corremos en dirección al hospital? Tenemos que ir al hospital enseguida, ¡Alice, Alice…!
—Porque hay mucha gente mi amor –le dije intentando tranquilizarla—, no pueden poner en peligro la vida de nadie más.
Llegamos al puesto y nos refugiamos debajo, protegidos por los postes que lo sujetaban. No pudimos llegar más arriba. Después de unos momentos intensísimos, los disparos cesaron y se hizo el silencio
—Todo está bien, los hemos abatido –dijo una voz que reconocí como la de Sam.
En ese momento Jasper y Vanessa, llegaron junto a Emmet y mi padre.
—¿Estáis todos bien?—preguntó Jasper.
—Alice no —dijo Bella angustiada—, tiene una herida de bala en el abdomen. Ha perdido mucha sangre. Nos la tenemos que llevar ¡ya!—exigió Bella desesperada —Jasper – añadió— su sangre. El accidente… ¿recuerdas?, hemos solicitado más al banco pero no nos ha llegado.
—¿Qué vamos a hacer? –preguntó Jasper angustiado.
—Por lo pronto quitarte de en medio, es tu esposa y no puedes atenderla. Vanessa que vaya alguien a la reserva a ver cuánta sangre queda del O negativo después del accidente de la otra noche. Que llamen para reclamar el pedido de sangre que hicimos y lo traigan lo más rápidamente posible. Que pregunten por todo el hospital a ver si tenemos suerte y alguien es donante universal –empezó a ordenar Bella tomando rápidamente el mando de la situación, mientras entre otro médico nuevo que había llegado a sustituir a Jasper y ella intentaban estabilizar a Alice—, que llamen a los hospitales de la zona para que nos manden sangre de este tipo. Y que vayan preparando un quirófano – siguió ordenando. Ahora entendía a que se referían mi padre y Rose cuando ayer me explicaban como Bella se transformaba en una situación como está y no pude evitar sentir un orgullo inmenso de que esa mujer que estaba ahí delante fuera mía.
—Edward —me dijo Bella—, tranquiliza a los niños por favor —y empezaron a marchar hacia el hospital. Con nosotros detrás. Por el camino se detuvieron un par de veces. Yo oía palabras como se nos va, carguen paletas, y veía como le daban descargas con los desfibriladores que usaban para maniobras de reanimación. El cuerpo de Alice yacía en la camilla totalmente cubierto de sangre, inerte, desmadejado, sin vida. Gaby y Peter le chillaban desesperados como si con eso pretendiesen conseguir que despertara de pronto.
—Se nos va —oía como gritaba Bella, mientras un Jasper desolado la miraba como un autómata apoyándose en mi padre para no caerse—. Quédate con nosotros Alice, todos te necesitamos, tenemos mucho por hacer. ¿Quién me va a llevar a rastras de compras por los centros comerciales sino tú?—lloraba Bella—, hazlo por Esme, por Carlisle, por Jasper, por Gaby y por mí. Tengo que darte las gracias por haber salvado a mi hija –le pedía desesperada mientras ladraba ordenes a diestro y siniestro y hacia las correspondientes maniobras de reanimación. En la cara de Jasper se leía el terror, el mismo que yo sentiría si fuera Bella la que estuviera ahí.
—¡No se te ocurra morirte! me oyes. Hazme caso por una vez en tu vida. Tienes mucho que hacer, no nos puedes abandonar e irte así sin más. ¿Me escuchas? ¡Alice! ¡Maldita sea! ¿Dónde está esa sangre? –chillaba un Jasper desesperado que deshaciéndose del brazo de mi padre se había abrazado a ella entorpeciendo las maniobras de reanimación.
Después de unos enormes esfuerzos por parte de todos para tranquilizar a Jasper y cuando ya parecía que estaba estabilizada de nuevo o por lo menos eso decía el famoso aparatito, comenzaron a llevársela otra vez. Vanessa llegó en ese momento con una bolsa de sangre en la mano y unos cachivaches que utilizaron para inyectársela, teniendo que parar de nuevo.
—No queda más que esto y otra bolsa más, Bella. No habrá suficiente –le dijo Vanessa mientras le ayudaba.
—Cagando leches para el hospital —gritó Bella cuando ya habían terminado de colocar la bolsa en su sitio y Alice estaba recibiendo la milagrosa sangre. Y salieron corriendo con la camilla.
—Vanessa —ordenó Bella—, que alguna enfermera atienda a mis sobrinos y a Gaby, están muy nerviosos.
Y así era, los niños sobre todo Gaby y Peter no dejaban de chillar, Tony estaba extrañamente tranquilo. Yo, por mi parte, estaba aterrado por todo lo que había visto y oído ¿qué podía pasarle a Alice? Había salvado a mi hija, y ella parecía que estaba grave. ¿Qué problema había con su sangre?
Abracé más a mi hija que lloraba amargamente y la cogí entre mis brazos.
—Todo está bien cielo, ya ha pasado –le dije intentando tranquilizarla. Mientras veía como Emmett hacia lo mismo con Peter, Tony parecía tranquilo en brazos de Rose que no se separaba de él ni un centímetro.
—¡Todos dentro del hospital ahora mismo!–ordenó Jacob acercándose a nosotros visiblemente nervios—, no sabemos si hay más sorpresitas y tu y yo tendremos que hablar –añadió dirigiéndose a Leah.
—Tienen un fuerte ataque de nervios –explicó una enfermera a la que mi hija llamo Charlotte—, no me gusta lo que voy a hacer porque son niños pero necesitan un tranquilizante.
Con mi niña en brazos seguí a aquella enfermera. A mi lado Emmet llevaba a Peter en brazos, mientras que Rose llevaba a Tony fuertemente asido contra su cuerpo.
Charlotte nos llevó a Emmet, a Rose y a mí a un box con los niños.
—¡Papi, papi, no me dejes sola!–chillaba Gaby completamente histérica— La tía Alice no se movía ¿está muerta, papi, la han matado?
—No hija, sólo estaba inconsciente, esto…dormida por culpa del susto, pero enseguida despertará –le explique cómo pude mientras Charlotte aprovechando la distracción le inyectaba algo en el brazo.
De repente me di la vuelta, mi padre había conseguido sacar a Tony de los brazos de Rose que estaba muy histérica.
—Charlotte por favor, creo que mi cuñada va a necesitar otra dosis de eso que les estés dando a los niños –le dije mientras me fijaba en Rose llorando y convulsionando en pleno ataque de pánico y con la ropa y las manos manchadas de la sangre de Alice. Un momento… ¿de sangre de Alice? Pero si no estaban tan juntas.
—Rose, Rose, mírame ¿de quién es esa sangre? –le pregunté examinándola de arriba abajo.
—Mi… mía no es –contestó Rose dándose cuenta de cómo estaba—, no me duele nada Edward.
De repente Emmett se fijó en que su hijo no se movía, seguía quieto en los brazos de mi padre. Al moverle para llamar su atención, su cabecita y el resto de su cuerpo caían entre sus brazos.
—¡¡¡Tony!!– chillamos todos a la vez, mientras mi padre se daba cuenta de que sus brazos y ropa estaban manchado también con la sangre de…Tony.
—¡¡¡Charlotte!!! –volvimos a gritar todos a la vez.
Otro médico, que me sonaba de haberle visto hablar con Bella en el hospital, llegó corriendo al oírnos gritar. Pidió una camilla, acostó a Tony en ella y sin decirnos nada se lo llevó hacia adentro seguido de Charlotte. Los dos llevaban muy mala cara.
Después de esto, pasaron minutos horribles e interminables. Una enfermera me dijo que podía llevarme a Gaby a la sala de espera. A la niña le estaba haciendo efecto el sedante y estaba dormida en mis brazos. De vez en cuando musitaba algo así como:” papi no me dejes otra vez”. Por supuesto que no, no pensaba hacerlo. A estas alturas de la historia no tenía la más mínima intención de volver a Forks, me quedaría con mis chicas hasta que pudiéramos volver todos juntos. Seguirle el juego a Tanya no había servido de nada. Mientras yo estaba en Forks asqueado de estar con ella en todos los sentidos, y consolándome con el pensamiento de que gracias a eso ellas estaban bien, Tanya atentaba contra su vida una y otra vez.
Los minutos parecían horas, nadie nos decía nada. Una enfermera salió para pedirnos por favor que donáramos sangre pues tras el accidente de la otra noche estaban a falta de ella. Rose se alarmó pensando en su niño. La enfermera le tranquilizó diciendo que era un procedimiento normal en los hospitales el pedir sangre a la familia de los pacientes, pues a veces era la única forma de contar con reservas.
Nos turnamos para quedarnos con los dos niños mientras íbamos a donar. Cuando me tocó el turno a mí, aproveché para preguntar a la enfermera si sabía algo de mi sobrino o de Alice. Me identifiqué como el marido de Bella para poder sacar algo más de información, esperaba que no se molestase por ello. La enfermera me dijo que no sabía nada. Que ella se encargaba de la reserva que, por lo visto, tras el accidente de ayer que había sido muy grave estaba bajo mínimos sobre todo del tipo 0 negativo.
Volví a la sala de espera y Emmett me pasó a Gaby que seguía durmiendo.
—Mi niña, ¿qué le ha pasado a mi niña? –chillaba histérica una mujer rubia con cara en forma de corazón y unos ojos preciosos color caramelo mientras entraba corriendo por la puerta de Urgencias. No había dudas de que era la madre de Alice. Era obvio por la pregunta, la angustia en su voz y porque se parecí mucho a ella.
—¿Quién la ha llamado?– exclamó Charlie avanzando hacia ella – Esme tranquilízate ¿vale? No sabemos nada. Ven con nosotros –dijo tomándola de la mano y llevándola hacia las sillas.
—Lo he visto por la televisión –dijo Esme—, no trates de mentirme Charlie, he visto como se llevaban a mi niña.
—Alice ha resultado herida Esme, no voy a engañarte –explicó Charlie con ese tono que empleaba para tranquilizar a la gente que como Esme estaba al borde del colapso
—Alguien se ha preocupado de ir a tranquilizar a mamá–exclamé yo de repente acordándome de ella —debe estar histérica
—Yo me hago cargo –dijo Charlie—. Edward esta es Esme la madre de Alice. Cuídala por favor.
—¿Y los demás?— preguntó la mujer— ¿cómo está Gaby?, ¿me han dicho que estaba con ella?, ¿no me digas que a la niña le ha pasado algo por favor?– exclamó de repente agarrando a Charlie por la chaqueta. No conocía a esta mujer, pero sentí un cariño especial hacia ella. Su hija en quirófano y ella preocupada por Gaby.
— Gaby está bien. Mírala dormida en brazos de mi hijo —contestó Charlie para tranquilizarla.
— Y Tony y Peter, ¿dónde está Tony? —preguntó de nuevo dándose cuenta de la falta del niño.
—Esme –dijo Rose acercándose a ella–, mi hijo ha resultado herido y no sabemos nada —y las dos se fundieron en un abrazo cuyo significado sólo otra madre podría llegar a entenderlo.
—¡Oh, buen Dios! —exclamó la pobre mujer, cuando Rose y ella se separaron. Y se dejó caer bruscamente en una de las sillas.
—Voy a ver a tu madre, cuídala Edward por favor, ten en cuenta que su marido debe estar ahí dentro luchando por tu sobrino ya que por su hija no puede hacerlo.
—Descuida papá —contesté yo aturdido por lo que estaba pasando.
Miré a mi alrededor y me fijé que la sala estaba llena de lo que parecían ser agentes de paisano, además de un montón de policía. Sentados al lado de nosotros estaban Quil, Embry, Emily y la otra mujer. Pero sabían tanto como nosotros, sólo que James había muerto abatido por los disparos de un compañero y Victoria había resultado gravemente herida. Les habían ordenado que permanecieran en el hospital protegiéndonos. No había rastro de Jacob o de Sam. El tal Jared por lo visto estaba protegiendo a mi sobrino y Paul a Bella, mientras el uno estaba siendo atendido por Carlisle y la otra operando a nuestra amiga. Colin por su parte estaba vigilando la habitación de Victoria para que nadie se acercara a ella.
—¿Dónde diablos estabas?— interrogó de repente Emily a Leah—, se supone que tenías que estar detrás de nosotras vigilándonos.
—Estaba…estaba con él un momento. No pensaba que fuese a suceder nada –se defendió Leah—, nunca pasa nada.
—Nunca pasa nada hasta que pasa, ¿qué te sucede últimamente? No eres la misma. Estás…estás cegada con ese hombre.
—Por lo menos me hace caso, no como otro que prefiere a enfermeras más monas que tienen amigas que me quitan de en medio para que la enfermerita no se mosquee –dijo con sorna.
—Tu obligación era estar a unos pasos por detrás de mí vigilando a los niños. Tu vida privada y tus sentimientos no tienen porque interferir en nuestro trabajo –ladró Emily muy enfadada mientras los demás asistíamos estupefactos a ese intercambio de palabras—. No es la primera vez que pasa Leah, ya te advertí. Lo siento pero tengo que dar parte.
—No serás capaz –dijo Leah levantándose y amenazando a Emily.
—¡Basta! –chilló otro de los agentes.
—Embry –empezó Emily—, Leah no estaba en su puesto y no es la primera vez que ocurre desde que está liada con ese.
—¿Qué tienes contra él a ver? Por lo menos me hace caso no como otros.
—Lo que sea ya lo discutiremos entre nosotros o cuando vengan los jefes –volvió a decir Embry intentando apaciguar—. Leah, si es verdad lo que dice Emily, es una falta muy grave y dos personas están ahí dentro debatiéndose entre la vida y la muerte por tu falta de profesionalidad. No me esperaba esto de ti.
—Lo sé, lo sé –contestó de pronto la muchacha sentándose en la silla—, ¿crees que no me siento mal por ello? Pero ninguno me hacéis nunca caso, decís que soy muy protestona. Jacob…Jacob no tiene ojos más que para esa Nessie, Bella me quita de en medio cada vez que intento decirle algo a Jacob y ella está presente. Me sentía sola y él…él…
—Leah, el deber nunca debe descuidarse por motivos personales y menos nuestro deber y ahora que me doy cuenta si no estabas en tu puesto y él estaba contigo entonces…
—Entonces James estaba sin vigilancia y ha podido llegar a ellos, ¿qué no lo veis? –chilló otra vez Emily.
—Emily –Quil—, estás insinuando que…
—No lo insinúo, lo afirmo. . Ya sabéis mi opinión sobre él, sobre los dos. Y esta imbécil se ha dejado embaucar por él. Está bien claro ¿no? Ni James ni Victoria estaban vigilados por los agentes que debían hacerlo y yo tenía el culo al aire pues mi compañera no estaba apoyándome.
—Eso son acusaciones muy fuertes –exclamó Leah de nuevo a la defensiva.
—Ahora lo que importa es que esa mujer y ese niño salgan con bien de esto –dijo Embry de nuevo—. Pero realmente Leah estoy de acuerdo con Emily. No estabas en tu puesto y si no es la primera vez, tiene que dar parte. Me temo mi querida compañera, que te vas a enfrentar a una investigación.
—¿Y eso te hace gracia verdad?
—No ninguna, ninguna en absoluto. Te conozco desde que entramos a la academia amiga, verdaderamente no sé lo que te ha pasado.
—Nada, no me ha pasado nada –se defendió Leah.
—Y si no te ha pasado nada, ¿es normal que me hayas dejado sola y que por culpa de tu ineficacia haya dos personas luchando por su vida? –soltó de repente Emily sin pensar en que Rose y Esme estaban escuchando. Y sus cuerpos volvieron a estremecerse ante las incautas palabras.
—Mi niño –decía Rose—, Dios no permitas que mi niño se muera. Maldita zorra, caprichosa, egocéntrica y estúpida.
—Rose yo…
—No te atrevas Edward –dijo cortando lo que iba a decirle—, no te atrevas siquiera a insinuarlo. Aquí la única culpable es esa zorra que tengo por hermanastra, ¿entiendes?
—Rose –pidió Emmett—, por favor mi amor, cálmate.
—Vale pero que no diga más sandeces –contestó dirigiéndose a mí directamente.
—Bueno, vamos a calmarnos todos —dijo de repente Quil, aquí nadie tiene la culpa de nada…por ahora –añadió mirando a Leah quien iba a replicar pero ante la mirada contundente que le echó Paul, decidió cambiar de opinión.
El silencio volvió a instalarse entre nosotros y sencillamente pesaba como una losa. Una puerta se abrió y un compungido Jasper salía abrazado por el conductor de su ambulancia. Esme al verlo se tiró a sus brazos y este mecánicamente la recibió sin más echándose los dos a llorar inconsolables uno en los brazos del otro.
—No me dejan verla, no me dicen como está –se quejaba entre sollozos.
—Es normal amigo –le consolaba el conductor, eres su marido y ya sabes las normas.
—Pero podrían haber dejado que me quedará a ver ¿no? ¿Eso también está prohibido?
—Jasper sólo estorbabas. Entiéndelo. Ponte en su lugar, ¿si estuvieras atendiendo a un paciente y un familiar estuviera dándote la tabarra…?
—Tienes razón. Ya sé que la tienes, pero… Alice –dijo sollozando de nuevo y llevándose las manos a la cara. Esme le arropó entre sus brazos y de nuevo los dos se pusieron a llorar silenciosamente.
Mientras yo…Rose podría decir todo lo que quisiera, pero en parte me sentía culpable. Ante la emoción del rencuentro quizás no habíamos sido todo lo cuidadosos que tendríamos que haber sido y…
—Jasper tranquilo, todo saldrá bien –oí decir a su compañero sacándome de mis pensamientos, sabes que Alice es una luchadora.
—Eso es cierto –dijo Esme.
Todos nos volvimos a quedar callados de nuevo. Jasper estaba con la cabeza apoyada en el pecho de Esme quien tenía la mirada ausente. Emmett abrazaba a Rose mientras intentaba por todos los medios aguantar las lágrimas que pugnaban por salir. Los agentes que nos protegían permanecían ahora muy callados y Leah se había apartado del resto del grupo. Y yo, con mi niña en brazos y dormida por el efecto de los sedantes, no podía evitar sentirme culpable. No me arrepentía de haber solucionado las cosas con Bella, eso sin duda, pero quizás deberíamos haber tenido más cuidado. Pero claro, también esos agentes que se suponían vigilaba a James y Victoria no estaban en su puesto y Leah…de pronto empecé a pensar en la posibilidad de que… pero no me dio tiempo a fraguar mi idea, una puerta se abrió con un ruido sordo. Todos levantamos la cabeza hacia el lugar del ruido.
Carlisle entraba por esa puerta con el semblante muy serio.
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Hola a todas, bueno se que os dejo muy mal, pero la historia es la historia y ellos hay que reconocer que han sido un poco descuidados. Pero tamibíen por aprte de los agentes que les vigilaban ha habido fallos ¿o no?.
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