Bailes de Pasión (+18)

Autor: AnnaSwan
Género: Romance
Fecha Creación: 31/03/2013
Fecha Actualización: 06/07/2013
Finalizado: NO
Votos: 13
Comentarios: 17
Visitas: 23550
Capítulos: 21

Isabella Swan nunca ha sido buena en nada que implique equilibrio y coordinación, salvo en el baile. Desde pequeña su madre, René, la inscribió en clases particulares de baile y desde entonces no ha dejado de practicar; posee una gracia exquisita al momento de mover sus pies al ritmo de la música y por esta razón su madre la inscribe en un concurso de baile donde el primer premio es una beca al cien por ciento para la academia de baile a la que Bella anhela asistir.

René consigue al mejor bailarín en todo Forks y se lo presenta a su hija, la sorpresa que se llevara Bella al saber que su pareja de baile es nada mas ni nada menos que Edward Cullen, su némesis. El chico con el que guarda una enemistad prácticamente desde que le conoció.

¿El roce de la piel, la respiración agitada y la unión de sus cuerpos tendrá algo que ver al momento de mejorar su relación?

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Capítulo 12: Era de esperarse

Capítulo 12

"Era de esperarse"

Bella PoV.

Después de que Alice y Edward se fueran, subí a darme una ducha con agua helada para calmar el fuego y deseo que sentía por Edward. Sentir como el agua fría recorría mi cuerpo me despejaba mi mente me ayudó a caer en la cuenta de lo que había sucedido la noche previa y a la parte razonable y centrada de Bella Swan, no le gustó mi debilidad… pero él me había ayudado a encontrar una nueva parte de mi, una parte a la cual le gustaba mi relación con Edward. Porque lo que teníamos era una relación… ¿no?

Al salir de la ducha me topé con mi padre, se veía ojeroso y cansado así que no me molesté en preguntarle si deseaba algo de desayunar ya que estaba más que dicho que lo único que querpia hacer era darse una ducha e irse directo a la cama.

Por causa del huracán que había azotado al pueblo, las clases en el instituto quedaron suspendidas así que pude tumbarme en el sofá de la sala a ver televisión mientras terminaba de montar la segunda coreografía, que sería estilo libre. Había planeado algo románico como vals para esa categoría, contando con que en la segunda presentación debíamos de bailar salsa y que la última ronda era sorpresa, pero por el e-mail que nos había enviado, el tango estaba más que descartado ya que no figuraba entre las listas de ritmos permitidos a elección libre.

Mi madre llegó después del medio día y fue directo a la cocina a preparar una receta que la señora Cullen le había pasado. Traté de no mostrarme recelosa al hecho de que mamá estuviera en la cocina –todo el mundo sabía que era una pésima cocinar– pero mi padre no tuvo tal consideración cuando bajó a comer. Su rostro no denotó felicidad al escuchar ruidos en la cocina y encontrarme a mi tumbada en la sala ensayando sola los pasos que debía mostrarle a Edward.

—Estoy segura de que les gustará lo que acabo de cocinar —musitó mamá, deslizando un plato humeante de crema de zanahoria frente a mi padre.

—Cariño, ¿quién te dio ésta receta? —preguntó, moviendo el contenido de su plato con la cuchara mientras que en su rostro prevalecía una extraña mueca.

—Esme. Ya saben que ella es una buenísima cocinera y mientras conversábamos esta mañana sacó su viejo recetario y me pareció deliciosa esta receta —canturreo felizmente mi madre, tomando su lugar en le mesa, después de haber puesto un plato humeante frente a mi y otro en su lugar.

— ¿Y… de entre todas las recetas de la señora Cullen elegiste crema de zanahorias? —pregunté, imitando a mi padre.

—Ya sé que no soy la mejor cocinera del mundo pero hagan un esfuerzo, por favor —suplicó.

Mi padre y yo compartimos una mirada. Sin que mi madre se diera cuenta, me ordenó comerlo a mi primero, traté de decirle que no pero me dedicó su mirada regañona y no tuve más que acceder.

Lentamente levanté la cuchara, llena de esa "comida" color naranja. No aparté la vista de la cuchara mientras hacia el lento asenso a mi boca, cuando estuvo lo suficientemente cerca de mi rostro pude olerlo y realmente no era tan malo. Cerré los ojos y metí la cuchara de lleno en mi boca, tratando por todos los medios de no encontrarle sabor… pero fui capaz de hacerlo. Y era realmente bueno.

Dibujé una sonrisa en mi rostro en señal de victoria y mi padre se aventuró a hacer él mismo su experimento. Su reacción fue la misma que la mía y ambos felicitamos a mi madre por ese avance tan significativo en la cocina, hicimos algunas bromas sobre intercambiar recetas con Esme más a menudo y disfrutamos de una verdadera comida en familia. Me sentí cómoda con eso, ya que mis comidas siempre eran en soledad, escuchando el tic tac del reloj de la cocina y los sorbos que de vez en cuando le daba a mi vaso con agua; mis padres siempre estaban fuera y me encontré agradeciéndole a la madre naturaleza por el pase de ese huracán.

El resto de la tarde mi padre y mi madre se sentaron en la sala a ver las noticias mientras yo me sentaba en uno de los sillones individuales a elegir la pista para el vals.

Hablé con Alice por Facebook y le dije lo que tenía planeado para la segunda etapa del concurso y ella prometió que me mandaría los diseños para nuestros vestuarios esa misma noche. Estaba sorprendida por la capacidad que tenía esa pequeña enana pero debía admitir que era realmente buena diseñando.

Más tarde recibí sus diseños y eran realmente hermosos. Los bocetos de mi vestidos me dejaron sin aliento tan pronto abrí la imagen escaneada que Alice me había mandado por correo. Era un hermoso vestido color rosa pastel, bombacho y largo; tenía un corte en forma de corazón en el pecho, y había hecho una anotación de que llevaría pedrería de fantasía incrustada en la orilla. También me había dibujado dentro del vestido y podía ver como mi cabello caía en un hermoso tocado, mi indomable cabello lucia unos bellos bucles apenas marcados y en su dibujo llegaba un poco más debajo de mi cintura.

El diseño del traje de Edward era algo insólito. Parecía un traje de los que se usaban en tiempos pasados, con un moño donde debía ir la corbata, pero el moño no parecía ridículo sino que le daba un aire elegante y recatado. También había dibujado a Edward, con su cabello despeinado y apuntando a distintas direcciones; con sus bellísimos ojos verde esmeralda y su sonrisa torcida.

Le respondí el correo a mi amiga, felicitándola por su estupendo trabajo y dándole luz verde para que comenzara a confeccionarlos. No pasaron ni dos minutos cuando ella respondió con un emoticon súper sonriente y un "OK".

Me fui a dormir temprano ese día, estaba agotada mentalmente por todo en lo que había tenido que pensar. Además que el viaje sería pronto y Edward y yo tendríamos que irnos en una semana a Chicago para hacer el concurso. La idea me excitaba tanto como me asustaba.

Al día siguiente di un brinco fuera de la cama cuando sonó mi despertador, me di una ducha e hice mi mejor intento por arreglar mi cabello rebelde, conseguí arreglármelas para que luciera lindo en una media coleta y para que se aplacara un poco. Me enfundé mis mejores jeans y una blusa roja que la señora Cullen me había obsequiado en mi anterior cumpleaños, no dejé de lado mis tenis y bajé a preparar el desayuno.

Comí apresuradamente mi plato de cereal, y tanto mi despistado padre como mi atolondrada madre se dieron cuenta de que estaba ansiosa por salir de casa.

— ¿Sucede algo, Bella? —preguntó Charlie.

—Nada en lo absoluto, papé —respondí, llevando mi plato al fregadero.

—Devoraste tu desayuno en un tiempo record —apuntó mi madre.

—Estaba hambrienta —fue lo único que atiné a decir.

Afortunadamente no presionaron más, cosa que agradecí enormemente ya que no me apetecía decirles que la causa de mi desesperación por salir de casa era un muchacho… y no cualquier muchacho. Era aquel que días atrás había jurado que era mi peor enemigo, mi némesis… Edward Cullen.

Me tomé mi tiempo para lavar el plato, después subí a lavarme los dientes y fui a sentarme a mi cama, observando a la ventana y pensando en trivialidades. Escuché como papá se despedía de mi madre y partía en su auto patrulla; más tarde mi madre se despidió a voz de grito y salió de casa rumbo a su tienda. Conté mentalmente hasta mil y después salté de mi cama como un resorte y fui hasta mi coche.

Me concentré en mantener la vista fija en la carretera y mi mente también. Fui a paso seguro hasta el instituto pero aún así cuando llegué el volvo plateado no había aparecido en el estacionamiento. Aparqué en mi plaza habitual y apagué el motor, sin intenciones de bajar de la cabina de mi auto, me dispuse a leer un poco sobre Romeo y Julieta mientras esperaba que el pequeño volvo hiciera su entrada triunfal.

El tiempo se fue volando mientras me sumergía en la trágica novela romántica de Shakespeare. Fue el sonido de una bocina el que me sacó de mi mágica burbuja y me hizo sacar la vista de mi libro, miré de reojo hacia su plaza y ahí estaba él, bajando de su auto en compañía de mi mejor amiga.

Me encontré sonriendo como una boba ante la visión y, en acción automática, tomé mis cosas y salí de la cabina de mi auto. El instituto se había ido llenando en el tiempo que yo pasé leyendo en mi auto más gente caminaba por la acera; al verme acercarme tanto Alice como Edward caminaron a mi encuentro… con la pequeña diferencia de que mi remolino personal llegó prácticamente corriendo hacia mí y me abrazó con fuerza mientras parloteaba sin cesar sobre los diseños que me había enviado la noche previa. Yo solo sonreí y asentí a todo lo que ella me decía pero lo único en lo que podía pensar era en él.

Levanté la vista para ver como charlaba con Victoria y sentí una cubetada de agua fría caerme encima cuando lo vi hablando con ella. Traté de ser fuerte y de reprimir las ganas de ir hacia ellos y de tomar a Edward de la mano mientras veía la razón de esa malnacida; sin darme cuenta comencé a dar un paso hacia ellos pero me detuve en seco cuando vi como ella enredaba sus dedos detrás de su cuello y lo besaba.

Me quedé paralizada y los observé sin pestañear. Mi amiga midió mi reacción y cesó su parloteo cuando vio en qué se fijaba mi vista. Cuando se separaron Edward me observó con el rostro indescifrable, yo quise llorar, quise gritar y tirarme al suelo, haciendo un ovillo con mi cuerpo, pero en cambio hice lo más sensato que se me ocurrió…. Me di media vuelta y caminé hacia mi salón de clases.

Capítulo 11: Vestuario Capítulo 13: Sólo sexo

 
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