- Estoy cansado de mantener mis instintos a ralla, ahora voy a hacer lo que quiero hacer – susurró.
Cuando terminó de decirlo se abalanzó sobre mi. Yo cerré los ojos y caí tendida de espaldas sobre la cama esperando mi final .
De pronto el peso de su cuerpo cayó sutilmente sobre el mío y sentí un tibio roce sobre mis labios. Era extraño y estaba confundida.
Abrí los ojos y encontré el rostro de Alec pegado al mío, me estaba besando. Sus labios se movían frenéticamente buscando una respuesta por parte de los mío que no encontraban.
Estaba totalmente paralizada. No sabía como reaccionar. Segundos atrás había estado totalmente segura de que intentaría matarme pero ahora sus labios buscaban un beso. Y ese beso llegó.
No se si fue de manera inconsciente o no pero mis labios empezaron a jugar con los suyos moviéndose en sintonía. Puso las manos en mi espalda levantando mi cuerpo y sin despegar nuestros labios me incorporó. Quedé sentada en la cama y él mi lado, besándonos.
En mis ojos cerrados la oscuridad era la dueña de la situación cuando de pronto una fuerte luz iluminó mi mente. Despegué los labios mínimamente de su boca. Aún podía sentir su frío aliento en mi rostro y sus manos seguían sujetando mi espalda haciendo que nuestros pechos se chocaran al respirar.
Busqué un poco de aire, el justo para hablar y una única palabra salió de mi boca.
- Jake – susurré.
Entonces mis ojos se abrieron de para en par y noté como mis mejillas ardían. Me sonrojé.
Él dejó de mirar mis ojos y perdió la mirada en la pared, o quizás mas allá de esta. La tristeza se reflejaba en su cara mostrándose débil y herido. Yo era la culpable de esa tristeza y eso me heló el corazón.
Despegó sus manos de mi espalda sin dejar de mirar aquello que se encontraba mas allá. Se levanto lentamente y se dirigió a la puerta.
- Lo siento – susurré cuando aun no había tocado el pomo de la puerta.
- No, lo siento yo, no debí hacerlo – se giró lentamente y me miró aun mas apenado – No debí hacerlo sabiendo que le amas.
Volvió a girarse dispuesto a marcharse y a abandonarme.
- Espera – dije mientras me levantaba de la cama.
Él se mantuvo inmóvil y yo me acerqué a él, le abracé por detrás posando mi cara en su fría espalda. Era una persona muy importante para mi pero no le amaba y me lo había demostrado aquel beso.
- No quiero que te marches – susurré aun agarrada a su espalda.
- Quiero marcharme.
Deshizo mi abrazo y se marchó.
Las lágrimas recorría cobardes mis mejillas sin hacer el mas mínimo ruido. Me tumbé en la cama y lentamente una luz de felicidad me inundó. Quizás al día siguiente sabría la verdad.
Jake. Jake. Jake.
Mi mente no hacia mas que susurrar su nombre, una y otra vez. Y con ese hermoso pensamiento, con el recuerdo de sus labios y de su sonrisa me dormí.
Los rayos mas madrugadores de ese sol tan poco habitual en Forks me despertaron. Eran las 10:30 de la mañana, la hora perfecta para ir a hablar con Paul.
Bajé las escaleras de la casa ya arreglada. Entré en la cocina en busca de mi habitual desayuno en compañía de Alec. El mismo desayuno de cada día me dio la bienvenida pero él no estaba. Desayuné con la tía Alice y la tía Rose.
Salí de la casa a las 11:30 y cogí la furgoneta. Llegue a La Push con los nervios a flor de piel. Mientras me dirigía a la playa alguien, en un susurro prácticamente inaudible me llamó desde los límites del bosque.
Mi corazón empezó a latir descontroladamente, las manos de sudaban y las piernas temblaban. Quizás era él. Me giré y busque frenéticamente aquella sonrisa que me volvía completamente loca pero en lugar de eso encontré a Paul esperándome nervioso.
Llevaba puesta su ropa habitual. Unos pantalones cortos y unos zapatos deportivos, nada mas.
Me acerqué a él un poco decepcionada. No era el licántropo que quería encontrarme.
- Vamos, nadie puede vernos.
Me agarró del brazo y tiró de mi hasta que nos encontramos tan metidos en el bosque que los espesos árboles nos servían de barrera y de confidentes.
- ¿Qué decidiste? – pregunté ansiosa agarrando su brazo.
- Que no puedo hacerlo – dijo desviando la mirada, no quería mirarme a los ojos.
- Iré a hablar con Seth. – sabía que Seth siempre me había apoyado de una manera especial, como Jake. Los demás licántropos aceptaban estar cerca de mi por la imprimación de Jacob, pero yo sabia que Seth me apreciaba de verdad y no por obligación.
- Él no te dirá nada – susurró mientras me daba la vuelta dándole la espalda.
- Lo intentaré, quizás si le enseño la carta… - no acabé la frase. Recordaba perfectamente que Paul me había dicho que nadie podía conocer la existencia de esa carta y tal vez con un poco de chantaje la verdad llegaría a mi.
- Está bien acepto
Yo volví a encararlo con una sonrisa de oreja a oreja. En su cara la pena daba la bienvenida a las verdades que Paul tendría que contarme. Pero en ese momento el egoísmo se apoderó de mi, en ese momento no me importaba su pena, solo me importaba estar cerca de Jacob.
- Jacob está …
Algo cayó sobre las espaldas de Paul dejándolo tendido en el suelo. Miiré los ojos de su atacante y este me devolvió la mirada con cierta furia o quizás era algo mas parecido a la pasión.
Una tibia lágrima cayó por mi rostro.
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