Mensaje enviado. Decía la pantalla de mi celular.
No pensé que Edward fuera a poner algunas trabas con mi mensaje, pensé que simplemente vendría y listo. Espere por una respuesta negativa de su parte pero esta no llego, solo esperaba que se apresurara porque me estaba muriendo de frio, pero solo a mí se me ocurría desnudarme así sin más con este frio, si a Edward por fin se le ocurría venir encontraría un cubo de hielo de Bella, por dios mi trasero se estaba congelando.
Estaba a punto de levantarme de la cama enfadada por mi frustrado plan de seducción, para ir por mi pijama, pero un ruido de una puerta abriéndose me detuvo. Me quede quieta tratando de descifrar si había sido la puerta que yo esperaba o la del cuarto de mi padre, el colmo seria que Sue entrara y me encontrara así, aunque conociéndola ella tocaría antes de entrar, así que no me preocupe y puse atención a los ruidos, no se escucho nada. Y ahí venia mi frustración de nuevo, que fácilmente fue lanzada por la ventana cuando la puerta de mi recamara se abrió, rápidamente recompuse mi pose de lado recargándome en mi codo, casi me caigo por la rapidez en que lo hice pero lo logre. Edward entro y en cuanto me vio se quedo quieto y mirándome con los ojos abiertos desmesuradamente, reí internamente satisfecha por lograr ese efecto en él. Escuche el clic del seguro, eso era una buena idea.
Me recorrió con la mirada y se mordió el labio, al parecer esto de tratar de verme sexy si me salía.
-Wow! Digo… hola.- balbuceo dando pasos lentos hacia mí y pasándose la mano por los cabellos nerviosamente.
El aunque estuviera vestido, así todo nerviosito y mirándome como lo hacía estaba muy sexy, estuve a punto de levantarme para lanzarme contra él para apresurarlo, estaba reaccionando muy lento y yo estaba ansiosa.
-Hola.- respondí soltando una risita.
-Y esto?- pregunto señalando mi cuerpo desnudo.
-Qué? no te gusta?- devolví la pregunta fingiendo un puchero, me levante apartando mi cabello y colocando mi mano en su hombro.
-No…digo-acentué mas mi puchero- digo… claro, me encantas.- por fin pudo formular sacudiendo su cabeza- Lo que quería decir es a que se debe.- aclaro.
-Bueno, pues si lo piensas no es difícil adivinarlo.- tontee un rato acariciando sus hombros, me puse de puntitas acercándome a su oído- O que creías que iba a dejar lo que paso en la sala así tan fácilmente? No lo creías o sí?- mordí el lóbulo de su oreja tal y como hace un rato y esta vez gimió bajito.
-Si alguien nos escucha? No quiero que tu padre se levante y me dispare en el trasero.- murmuro, reí y lo atraje más a mí.
-Pues entonces no hay que hacer tanto ruido, hay que salvar a tu lindo trasero.- murmure lanzándome a besarlo por fin, sentí como se reía contra mis labios.
Tocar sus labios con los míos siempre me encantaba, sus labios eran tan suaves y dulces y la forma en que se movían juntos era maravillosa, siempre caballeroso, dulce, pero a la vez con pasión y deseo. Su lengua delineo mi labio inferior pidiendo permiso para adentrarse en mi boca, la abrí dándole la bienvenida y así empezando con la lucha entre ellas. Le tome por el cuello atrayéndolo más a mí, acaricio mi cintura desnuda, gemí contra su boca por frío contacto con mi piel, empezó a repartir caricias por toda cada rincón y a cada paso de estas hormigueaba e incluso quemaba calentando así el ambiente. Ya ni siquiera sentía frio.
Tome la orilla de su playera jalándola hacia su cabeza, separo sus manos de mi cuerpo para ayudarme a quitársela, me encantaba contemplar su perfecto cuerpo. Recorrí su abdomen mientras Edward besaba y mordisqueaba mi cuello, mis manos poco a poco fueron bajando hasta el elástico de sus bóxers, me mordí el labio con antelación y adentre mis pulgares recorriendo la piel cubierta, Edward gimió contra mi cuello y sentí su respiración chocando con mi piel causándome un estremecimiento. Tome sus pantalones junto con su ropa interior y los jale hasta su tobillos, él termino de quitárselos dando patadas, me incorpore poco a poco acariciando con sus piernas y me sorprendí un poco cuando me encontré con su miembro completamente erecto y listo. Barajee la opción de hacer lo mismo de la vez pasada, pero estaba segura de que hoy no me conformaría con eso.
Tome su rostro atrayéndolo para acostarnos en la cama, el encima de mí. Recorrió mis costados una y otra vez quemando a cada paso, una de sus manos se detuvo en uno de mis pechos comenzando masajearlo y haciendo que gimiera en su boca y mi espalda se arqueara de placer. Su boca remplazo a su mano adorando mi pecho, mordisqueo mi pezón erecto haciendo que me retorciera por lo placentero que se sentía, tome sus cabellos entre mis dedos jalándolos Edward jadeo contra mi pecho y su hálito choco contra mi piel.
Sus labios volvieron a encontrarse con los míos desesperadamente, mis manos soltaron sus cabellos para recorrer todo su torso, fueron bajando cada vez más hasta encontrarse con su firme trasero. Definitivamente no dejaría que mi padre arruinara su perfecta anatomía, reí contra sus labios, se levanto para observarme y desapareció repartiendo besos por todo mi cuerpo, yo soltaba un jadeo a cada beso. Gemí fuerte cuando sentí su lengua delinear mis pliegues, tape mi boca de inmediato recordando en donde estábamos y que podíamos ser descubiertos, Edward rio contra mi sexo y empezó a lamer, besar y mordisquear un poco esa zona tan sensible, ya casi no podía acallar los gemidos con mi mano, levante la cabeza para sacar la almohada debajo de esta y me cubrí con ella la cara. Sentía que Edward estaba haciendo esto a propósito para torturarme, pues agrego su dedo a la fiesta que mantenía en mi parte baja haciendo casi imposible contenerme con el increíble placer que me estaba proporcionando, apreté cada vez más fuerte la almohada contra mi cara, casi sentía que me estaba ahogando, pero no podía retirarla o despertaría a todos los habitantes de esta casa y tal vez hasta del pueblo. Casi sentía que me liberaba cuando de pronto se detuvo, esta vez gemí pero de decepción, cuando retire la almohada de mi cabeza para ver que sucedía me encontré con su rostro con una sonrisa socarrona, antes de que pudiera quejarme comenzó a besarme de nuevo y de inmediato olvide todo. Su miembro rozo mi entrada haciéndonos gemir a los dos, me separe de él.
-Edward… por favor…- pedí jadeante.
-Que es lo que quieres Bella, pídemelo y te lo daré.- aseguro.
-Solo hazme tuya.- las palabras salieron de mi boca automáticamente sin siquiera pensarlo un segundo.
Me di cuenta que esas palabras implicaban mucho más que solo sexo, no quería dar la impresión equivocada, pero qué diablos mi cabeza no podía pensar con claridad ni preocuparse en estos momentos cuando tenía a Edward casi entrando en mi, el deseo que sentía por el me cegaba y nublaba mi mente. Espere que continuara pero nada paso.
-No traigo preservativo.- murmuro preocupado.
-Tomo píldoras.- le tranquilice jadeante casi rogándole con la mirada que continuara, no podía aguantar más.
Escruto mi rostro, luego asintió. Poco a poco, incluso con una lentitud tortuosa se fue adentrando, volvimos a gemir por el contacto. Mientras se adentraba en mi interior contemple sus hermosos y perfectos rasgos gracias a la luz de la luna que se colaba por la ventana, le daba un aire irreal y fantástico, su expresión se fue transformando a una de placer, cerró los ojos y mordió su labio cuando estuvo completamente dentro de mí, se veía tan sexy y deseable.
Lo sentí dentro de mí, no había incomodidad por el nuevo intruso, nuestros sexos hacían contacto con naturalidad, encajaban, como si se conocieran desde hace mucho y solo estuvieran esperando el rencuentro. Comenzó a moverse después de disfrutar la familiaridad, empezó a embestir lento alargando el momento y las sensaciones al máximo. Juntos encontramos el ritmo perfecto mientras yo movía mis caderas al mismo tiempo que él, a cada embestida no podía evitar soltar un chillido que poco a poco se fue convirtiendo en un gemido, Edward me sonrió y se agacho hasta mi oído.
-No hagas ruido cariño, queremos cuidar mi trasero recuerdas?- se burlo.
Me quede un poco aturdida por la forma en que me llamo. Sus acometidas fueron cada vez más rápidas y no pude evitar gemir nuevamente, Edward volvió a sonreír.
-Tendré… que ayudarte un poco cariño.
Junto sus labios con los míos, esa era su forma de ayudarme y funcionaba, los gimoteos por mi parte y la suya se ahogaban en la boca del otro, revolviendo nuestros alientos mientras nuestras lenguas tenían una lucha incansable. Enrede mis piernas en su cintura haciendo las estocadas más profundas, sentía su miembro palpitar dentro de mi mientras mis paredes se apretaban en torno a él, los dos estábamos cada vez más cerca. Lo tome de los hombros volteándolo para que se tumbara en la cama y yo quedara arriba de él, recorrí su abdomen con mis manos mientras comenzaba a moverme sobre él, cuando estuve segura de que tenia control de lo que soltaba mi boca me separe de él para tener más movimiento de moverme, mis pechos subían y bajaban por el movimiento y mi respiración errática, me arquee y me sostuve de sus piernas echando mi cabeza hacia atrás y cerrando los ojos ante el placer de la nueva postura.
-Bella… creo que el… el que necesita ayuda esta vez…soy… soy yo.- mascullo jadeante, me reí y me incline hacia enfrente de nuevo.
Me tomo por los hombros desprevenida atrayéndome hacia él para besarme furiosamente, las sensaciones cada vez eran más intensas no pude resistirme a morder su labio inferior con fuerza, creo que hice un pequeño corte porque sentí un sabor salado mientras seguí besándolo, no le molesto pues de su garganta profirió un gruñido de placer.
Mis paredes cada vez se contraían mas, estaba cerca. Edward hizo que invirtiéramos posiciones de nuevo para la recta final, coloque mi rostro en la curva de su cuello, el hundió su rostro en mis cabellos. Se abalanzo cada vez mas fuerte hasta que lo sentí derramarse dentro de mí, mordí su cuello por lo bien que eso se sentía y eso fue suficiente para que mi orgasmo también llegara enterrando mis uñas en su espalda en el acto.
Oh por dios! Eso podía decir que era el mejor que sexo que había tenido en mi vida, pero por supuesto eso él nunca lo sabría. Los jadeos por parte de los dos era lo único que se escuchaba en mi habitación, mi habitación en casa de mi padre el cual dormía a lado, demonios por un momento me había olvidado de donde estaba, solté una risita.
-Que… es tan… gracioso?- inquirió jadeando.
-Por un momento olvide en donde estábamos.- confesé.
-Me siento como un adolescente que entra a escondidas por la ventana de su novia para tener sexo, siento que tu padre entrara en cualquier momento reclamándome por llevarme la virtud de su hija.- dijo, los dos reímos.
Me acerque a él mientras corría las sabanas para taparnos, me acurruque en su pecho en este momento sudoroso.
-Y no te parece emocionante toda esa adrenalina? Aunque ahora tendrás que irte por la ventana antes de que te vea.- seguí el juego- espero que seas un buen escalador.- comenzó a acariciar mi espalda.
-Ósea que ya me quieres echar?- murmuro fingiendo que estaba dolido.
-A no ser que te quieras casar conmigo enmendando tu ofensa no veo otra opción.
-Bueno pues en todo caso, me voy entonces.- murmuro con resolución levantándose, pero lo detuve poniéndome encima de él y rodeándolo con mis brazos, estaba demasiado cómoda de esta manera como para que se moviera.
-No seas bobo.- le reproche, Edward rió. - no sabes cómo se me antoja un cigarro en estos momentos.- murmure inclinándome hacia el buró- quiere?- le ofrecí, Edward tomo uno arrebatándome en encendedor y prendió los dos cigarrillos.
-No sabía que eras de las chicas que se les antojaba en tabaco después del sexo.- observo se levanto para recargarse en la cabecera- eso es sexy.- agrego y me hizo sonreír.
Me senté en su regazo, con el movimiento la sabana bajo cubriendo solo debajo de mi cintura y dejando al descubierto mis pechos, me di cuenta de cómo me miraba Edward, sonreí por dentro con suficiencia. Fume mi cigarrillo de la manera más sexy que pude, provocándolo un poco y lo estaba logrando por la cara que estaba poniendo Edward.
-Muuuy sexy.- susurro bajito casi no lo pude escuchar.
Estuvimos platicando un rato mas mientras la habitación se estaba llenando de humo poco a poco, Edward percibió que el olor podía llegar a las demás habitaciones, se levanto para abrir un poco la ventana y esta vez fui yo la que me quede como boba contemplándolo desnudo, antes de volver a la cama se quedo viendo hacia un punto detrás de mí, voltee a verificar que es lo que había llamado su atención.
-Es eso lo que creo que es?- cuestiono caminando hacia el estuche de mi viejo violín.
-Si crees que es un mapache estas perdido- le tome el pelo, Edward rió y rodo los ojos- es mi violín.- respondí en serio restándole importancia.
-No sabía que tocaras el violín.
-Por lo visto no sabes muchas cosas sobre mí.
Rió tomando el estuche y volviendo a sentarse en la cama, abrió el estuche dejando a la vista mi viejo violín de ébano, lo había dejado aquí la última vez que los visite, de eso ya tenían como 2 años.
-Es hermoso.- halago Edward.
-Me lo regalo mi padre en mi cumpleaños número 12. Mi madre es como adicta a los hobbies, cambia de ellos cada mes si no es que menos y siempre me arrastraba con ella, debo decir que gracias a ella descubrí muchas cosas que hoy en día me apasionan.
-Como la pintura?
-Si, esa es una de ellas, también la fotografía, literatura y bueno la música. Tu tocas el piano no es así?- le pregunte recordando vagamente que Emmett había mencionado algo- y compones.- recordé.
-Bueno si, desde cómo los 5 años comencé a tocar el piano, mi madre me inicio en eso, antes decía que sería concertista.
-Yo también decía eso cuando esta pequeña.- coincidí.- supongo que me desvié un poco del camino.- reí.
Tome el estuche de las manos de Edward y recorrí la madera suave con mis dedos, era tan suave, a decir verdad hasta ahora me daba cuanta que extrañaba tocar.
-Que fue lo que estudiaste realmente Bella, es una de las tantas cosas que no se de ti.- voltee a verlo saliendo de mi ensimismamiento.
-Mmm... Un poco de mucho y a la vez nada.- respondí él me miro confuso- entre a la escuela de arte pero nunca pude decidirme por la pintura, la música, la literatura o la fotografía así que estudie todo, se podría decir que curse toda la carrera pero cuando eran los finales en un arranque me fugue con unos amigos a Italia.- le conté recordando ese viaje.
-Voy a tener que pasarme toda la noche preguntándote cosas, realmente no sé nada de ti.- mascullo- como acabaste entonces de secretaria de el director de un periódico, no creo que esa fuera tu profesión soñada o si?
-Eso si te lo conté, te dije que quería salir de la casa de mi madre y Phil me consiguió el trabajo. Y bueno estudie un poco de filosofía, se cómo escribir un artículo y me pareció buena idea.- Edward asintió coincidiendo con mi idea.
-Que hacías cuando vivías con tu madre?
-Oye, oye. Me siento en un interrogatorio policial.- los dos reímos, Edward me insto con la mirada para que le contestara, rodee los ojos- principalmente holgazanear- confesé riéndome- trabajaba en una librería. Era agradable, tenia descuento en libros.- observe como si fuera el gran beneficio laboral de mi vida.
-Eres tan fascinante Bella.
-Bueno supongo que gracias.- le respondí un poco cohibida.
-No me mal interpretes ni nada, es que tienes tantos talentos, mira tú cuarto. Me encanta! Toda esa imaginación en tu cabeza y tu lo estas desperdiciando siendo la asistente de alguien.
Realmente vi su punto y lo había considerado un tiempo antes de viajar a Seattle, tampoco es como si en Phoenix tuviera el gran trabajo, pero por lo menos estaba rodeada de una de mis pasiones la literatura, ahora lo más cercano a la literatura que tenía era escribir memorándums. Dios! Me entro un poco el pánico.
-Estoy desperdiciando mi vida no es así? Eso es lo que tratas de decir?
-No tanto así, digo ser asistente de Aro es un buen trabajo supongo que te pagan bien. Pero como un trabajo temporal en lo que te colocas en donde puedas explotar lo que realmente sabes que hacer, que se yo, escribir un libro, pintar esos maravilloso cuadros- señalo uno de ellos- fotografiar o intentar entrar como concertista!- se veía entusiasmado proponiendo cosas como si en realidad esas cocas fueran para su vida, pero tuve que callarlo porque estaba levantando demasiado la voz.
-Seria genial, voy a analizarlo y empezar con lo que más me agrade.- concorde igual de emocionada que él- gracias.- dije sinceramente.
-Porque?
-Por darme toda esa platica motivacional, me hubieran cobrado yendo a alguna de esas convenciones, tú me la diste gratis.- bromee, Edward frunció el ceño y se vio muy tierno, me acerque y bese entre su ceja.- ahora creo que sería una gran idea irnos a dormir si queremos levantarnos por la mañana.- propuse.
Edward aparto las sabanas buscando sus bóxers, cuando los encontró se los puso y tomo la demás ropa, me desconcerté cuando lo vi caminando hacia la puerta.
-Hey a dónde vas?- cuestione tomándolo de los hombros.
-Pues al cuarto de tu hermano.- respondió como si fuera obvio.
-Claro que no, te vas a quedar conmigo.- lo arrastre hasta mi cama.
-Pero no crees que tu padre se molestara?
-No claro que no y en dado caso que así sea ya escondí la pistola no te preocupes.- le anuncie mofándome mientras me ponía las pantaletas y tomaba mi sostén.
-Seria mejor si no te pusieras eso.- añadió.
Lo tire a un lado y me acosté acurrucándome en su pecho de nuevo, Edward nos cubrió con las cobijas. Esto era tan cómodo y podría permanecer acurrucada aquí el tiempo que fuera.
-Me encantaría escucharte tocar.- murmuro con voz un poco adormilada.
-Hay un piano en la estancia seria genial tocar un dúo.- propuse bostezando a los dos nos estaba ganando el cansancio.
-Si, seria genial.- su voz cada vez sonaba más pausada.
-Duerme bien.
-Aja.- mascullo casi dormido, reí.
Mis ojos también cada vez se sentían más pesados, rodee el torso de Edward con mis brazos y él se removió apretujándome más contra él. Como dije era un buen lugar para dormir, con esos pensamientos mis ojos se cerraron por completo hundiéndome en la inconsciencia.
…
Escuche un irritante golpeteo en algún material como madera, me removí tratando se ahuyentar ese ruido. Note que mi cabeza se encontraba sobre una superficie blanda y caliente, con mis manos tantee la superficie que con mi tacto vibro y se removió. Desorientada abrí los ojos volteando hacia todas partes, averiguando donde estaba, una vez que mis ojos se acostumbraron a la luz de la mañana me di cuenta que estaba en mi antiguo cuarto en Forks, la superficie en la que me encontraba aun se removía, voltee hacia a cabecera y me tope con Edward soltando una pequeña risita, viéndose sexy todo despeinado y amodorrado.
-Eso hace cosquillas sabes.- me dijo.
Me transporte más arriba hasta que mi rostro estuvo a la altura que el suyo y deposite un beso corto en sus labios.
-Buenos días a ti también.
-Que buen despertar, buenos días.- me rodeo con sus brazos y me atrajo para darme un beso más largo, me deje llevar y disfrute de ese beso matutino. Matutino, abrí los ojos de repente apartándolo y tapándome la boca con la mano.- que pasa?- cuestiono desconcertado.
-Me acabo de despertar, tengo mal aliento.
Edward comenzó a reírse y retiro mi mano para besarme de nuevo.
-Yo también me acabo de despertar, no es como si tú me dejaras ir a lavarme los dientes.
Me encogí de hombros entendiendo su razonamiento y me deje llevar nuevamente en sus labios, hasta que de nuevo ese golpeteo volvió, me di cuenta que era la puerta. Demonios! Mi padre!
-Bella! Despiértate el desayuno está listo y servido.- se escucho la voz de Sue del otro lado de la puerta.
Edward y yo nos separamos y él se veía un poco alarmado, se veía lindo temiéndole a mi padre, solté una risita antes de contestar.
-Ya voy, solo me visto.
-Ok.- acordó voltee hacia Edward quien suspiraba aliviado porque se hubiera ido- y despierta a Edward también para que baje a desayunar.- agrego sorprendiéndonos.
Edward se puso rojo por ser descubierto y yo me reí. Realmente no le temía a mi padre ni a Sue, ya era una adulta y en cierta forma era responsable, sabía que mi padre confiaba en mí y aunque no necesariamente estuvimos jugando cartas en la madrugada, era algo natural. Aunque lo incite los dos lo quisimos, me avergonzaba un poquito haberlo hecho debajo de su techo, pero no era como si nos fuera a pegar un tiro porque hayan robado mi virtud, no había nada que robar.
Casi me caigo cuando Edward jalo las cobijas tapándose completamente con ellas, le di un golpe por casi tirarme, pero lo mire confundida.
-Que te pasa?- le pregunte tratando de descubrir su rostro el no me dejaba.
-No voy a salir de tu habitación nunca más, tengo vergüenza.- su voz se escucho ahogada por las cobija.
Me carcajee encimándome en él y jugueteando para quitar las cobijas.
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