11. Un fin de semana para nosotras.
Bella POV.
En cuanto me llamaron por teléfono Sophie y Edward preguntándome si la pequeña se podía quedar unos días conmigo acepté con mucho gusto. El aspecto de que Edward dejase a su pequeña conmigo en vez de con su hermana o algún otro familiar me hacía muy feliz, porque si me dejaba al cargo de su pequeña es por algo.
Como ya era tarde y ellos aún no habían llegado, empecé a hacer la cena para los tres, ya que supongo que Edward dentro de poco tendrá que coger el avión y si no cena aquí no podrá cenar en ningún otro sitio. Justamente cuando estaba poniendo la sopa que había preparado en los platos, la puerta de mi casa se abrió, supuse que eran ellos, ya que nadie más tenía las llaves de mi casa excepto él y Jacob. De repente sentí como unos bracitos se ciñeron alrededor de mis piernas y me giré para alzarla en mis brazos.
-Hola princesita, preparada para pasar unos días conmigo? – le pregunté mientras le daa un abrazo y un beso en su pequeña frente. Ella rió mientras asentía, para después esconder su carita en mi cuello y decirme al oído.
-Te quiero- esas simples dos palabras hicieron que mi corazón diera un brinco. En ese momento sentí como alguien ahogaba un sollozo en su garganta y me giré para ver qué es lo que le sucedía a Edward mientras dejaba a la niña en el suelo.
-Venga pequeña, ves a lavarte las manos que vamos a cenar – le dije, acto seguido ella salió corriendo hacia el baño mientras imitaba el sonido de un avión por el pasillo.
-Que te pasa, amor?- le pregunté preocupada porque algo malo hubiera pasado.
-Es que aún no me acabo de acostumbrar a ver a mi hija tan feliz. Desde que nos dejaste entrar en tu vida, mi hija empieza a sonreír realmente, ya que ahora para ella eres la figura de la madre que nunca ha tenido – en ese momento empezó a llorar mientras me abrazaba – no nos dejes nunca por favor – me suplico. En cuanto escuche esas palabras lo aparté un poco de mí y le hice mirarme a los ojos.
-Escúchame bien, Edward Cullen. Jamás os dejaré de eso puedes estar seguro. Por que vosotros y Seth sois lo que más quiero en este mundo – le dije. Él me miraba fijamente a los ojos pero luego poco a poco se fue acercando hasta que unimos nuestras bocas en un dulce y tranquilo beso donde nos demostrábamos el uno al otro lo mucho que nos necesitábamos. Pero después de unos minutos una risita nos hizo separarnos. Sophie se encontraba sentada en su sitio mirándonos fijamente mientras se reía silenciosamente para que no nos diésemos cuenta que ella estaba allí.
-Bueno, que os parece si empezamos a cenar. Que hoy he preparado una rica sopa – dije, después nos pusimos a cenar los tres muy amenamente.
Una vez que acabamos Sophie estaba muy cansada, pero lo que me sorprendió es que cuando la íbamos a meter en la cama de Seth ella se agarró con mucha fuerza al cuello de Edward y le dije que quería dormir conmigo, a lo que yo acepte con el corazón en la mano, ya que no esperaba que la pequeña quisiese compartir algo tan personal como el dormir conmigo.
Después de acostarla en mi cama, silenciosamente los dos salimos de la habitación y abrazados nos dirigimos hacia el sofá. Donde nos sentamos aún abrazados.
-Bella tengo que decirte una cosa – me dijo muy serio.
-Que pasa cariño?- le pregunté asustada por su seriedad.
-Me voy a divorciar, yo ya no aguanto más esa situación. No quiero tener nada que ver con Tanya, ella es realmente mala. Y ahora que se ha dado cuenta que Sophie es feliz porque nosotros dos estamos juntos, ella se dedica a meterle cosas e ideas en la cabeza que lo único que le provocan a mi pequeña es dolor- me dijo mientras me agarraba las manos- Bella lo que va a pasar a partir de ahora sé que no va a ser fácil, pero necesito saber que vas a estar a mi lado en todo momento y que no me vas a dejar – me dijo mirándome a los ojos.
-Ya te lo he dicho antes y te lo repito ahora, siempre estaré a tu lado. Pase lo que pase.- en ese momento estampó sus labios a los míos con fiereza. Yo le respondí el beso gustosa y mientras nuestras lenguas se exploraban cada rincón de nuestras bocas él me recostó en el sofá. Esa noche las paredes de mi comedor fueron testigos de nuestro intenso e infinito amor.
Cuando se fue hacia el aeropuerto yo me dirigí a mi habitación y me tumbé al lado de Sophie, quien al sentir mi presencia en la cama, se recostó prácticamente encima de mí y mientras la rodeaba con mis brazos caí en un profundo sueño.
A la mañana siguiente una vocecita muy dulce me despertó.
-Si Lily, ella es muy bonita – esa voz era de Sophie – yo también espero que nunca se vaya, ella es diferente a Tanya – en ese momento me di cuenta que estaba ablando de mí – Tanya me ha dicho que ella no me quiere, pero yo no la creo, porque Bella me quiere mucho – en ese momento decidí abrir los ojos y me encontré a Sophie con una muñeca en la mano que no había visto nunca. Tanto ella como la muñeca estaban muy cerca de mi cara mirándome fijamente.
-Buenos días corazón – le dije mientras le daba un beso en la mejilla y me estiraba en la cama para conseguir acabar de despertarme.
-Hola Bella – me dijo tímidamente.
-Que te parece si hoy desayunamos en la cama? – le pregunté mientas encendía la tele de mi habitación y ponía Bob Esponja.
A ella la dejé en la habitación entretenida y yo empecé a hacer el desayuno. Cuando acabé lo puse todo en una bandeja y me fui directa a mi habitación, donde me encontré a Sophie sentada en la cama y tapada hasta las pierdas mientras miraba embobada y con la boca abierta los dibujos.
-Venga Sophie a desayunar – me puse a su lado, pero cuando me fije, vi que la pequeña estaba encantada con los dibujos como si nunca los hubiese visto. – Cariño estas bien? Que no te gustan los dibujos? – le pregunté.
-Si que me gustan Bella, pero es que en casa Tanya no me deja ver los dibujos y siempre que me siento en el sofá a verlos ella llega y me los quita – me dijo triste.
-No te preocupes, que si todo sale como tu papi tiene pensado dentro de poco nosotros tres y a veces cuatro seremos una familia. – le dije provocando que una sonrisa se asomase en su linda cara.
Después de desayunar, decidimos que haríamos galletitas las dos juntas. Pero antes de hacerlas le di un baño en el que las dos acabamos mojadas porque empezamos a jugar con el agua de la bañera. Cuando conseguí convencerla para que me dejase sacarla de la bañera me entretuve en secarla bien, luego le puse una camiseta de Seth, la misma camiseta que utilizaba él cuando hacíamos galletas. Una vez vestida y mientras ella seguía viendo los dibujos le sequé el pelo y luego delicadamente se lo peine. Pero como nos íbamos a manchar de masa le recogí el pelo en una hermosa coleta alta.
-Bueno pequeña, estas lista para hacer galletitas? – le pregunté mientras ella saltaba de un lada a otro de la habitación.
Después de dos horas en las que cantamos e hicimos galletas, las dos nos sentamos en una tumbona de la terraza y mientras tomábamos el sol nos comíamos las galletas.
-Bella, podemos ir esta tarde al parque con Seth? – me preguntó con car de súplica.
-Claro, pero primero tenemos que llamar al papa de Seth por si le deja – le dije.
-Bueno pues le llamamos y se lo preguntamos –
A Jacob le pareció una buena idea el ir al parque, ya que el niño últimamente estaba muy revoltoso y no sabía qué hacer ya con él. Y eso es lo que hicimos, pasamos toda la tarde fuera. Primero fuimos al parque donde, Jacob y yo nos sentamos en un banco y observamos a los pequeños mientras conversábamos. Después de dos horas a Jacob se le ocurrió la idea de comprar helados. Así que los cuatro nos dirigimos hacia la heladería y cada uno nos compramos un helado. Finalmente acabamos cenando en el Mc Donald’s.
A las diez de la noche Jacob nos dejó a Sophie y a mí en mi casa donde, después de ponernos el pijama y lavarnos los dientes nos sentamos en el sofá y pusimos la película de la Bella y la bestia, pero Sophie se durmió a la mitad de la película así que apagué la tele y la acosté en mi cama mientras rápidamente cogía el teléfono que estaba sonando y salía de la habitación.
-Hola amor, como va todo? – me preguntó Edward.
-Hola cariño, aquí todo va muy bien. Ahora Sophie está durmiendo, después de un exhausto día de diversión – el soltó una carcajada desde el otro lado del alinea.
-Y como van las cosas? – pregunté
-Pues muy bien, mis padres en cuanto se han enterado que me quiero divorciar me han animado y hoy mismo hemos ido al abogado de confianza de mi padre y está arreglando todos los papeles, para poder tener la custodia y que ella no se lleve nada de lo que es mío – me explicó.
-Y con la niña que pasará?- pregunté preocupada por su bienestar.
-Lo que más me fastidia de todo esto es que hasta que salga el juicio mi pequeña tendrá que vivir con ella – me dijo mientras escuchaba como su tono de voz cada vez era más serio.
-Edward lo que ahora tenemos que hacer es mirar el lado bueno, la niña a lo mejor pasará unas semanas malas hasta que salga el juicio, pero luego la custodia será para ti y nuestra pequeña no tendrá que volver a ver a esa mala mujer- le dije animándolo, pero de su parte tan solo recibí un suspiro.
-Bueno, mejor cambiemos de tema, a qué hora llegas mañana? –le pregunté
-A las cinco de la tarde ya mi avión aterriza, espero que vosotras dos estéis allí para darme la bienvenida – Seguimos hablando durante horas, hasta que a los dos nos entró el sueño y nos fuimos a dormir.
El día siguiente fue muy relajante, ya que las dos estábamos exhaustas por todo lo que hicimos el día anterior. Por eso nos quedamos en casa viendo los dibujos, dibujando, pintando y riéndonos mucho. A mitad de mañana mi mejor amiga Lucie vino a hacerme una visita y ya de paso a conocer a la famosa Sophie. El día fue muy especial para mí ya que Sophie, mientras la peinaba para ir a buscar a su padre, me llamó por primera vez mami. En cuanto escuché esas palabras las lágrimas se desbordaban de mis ojos.
Por la tarde llegó la hora de ir a buscar a Edward. Sophie había traído el dibujo que habíamos hecho las dos para él.
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