En la casa Whitlock el señorito Jasper estaba esa noche sentada en un sillón frente a la chimenea observando el fuego. En su mano tenía un vaso de brandy a medio beber.

Jasper era un hombre guapo, totalmente atractivo, con unos ojos azul cristalino, su pelo era rubio, rizado y rebelde, tenía un cuerpo atlético y era alto y musculoso. Era irresistible para todas las mujeres, y él lo sabía, por lo tanto podía tener a cualquiera calentándole la cama. Su relación con el capitán Vulturi nunca había sido buena, por el motivo de ser ambos tan atractivos, Jasper mucho mas, competían siempre por llevarse a la mejor y después de todo las mujeres comentaban que al capitán le faltaba mucho que aprender sobre el arte amatorio.

Pasado un rato Whitlock se levantó del sillón y se fue hacia el burdel. Necesitaba liberarse de la presión a la que lo sometía la alta sociedad y solo María, su prostituta personal, sabia aliviarlo de la mejor manera. Se fue a la salida de la mansión y a medio camino de la entrada se detuvo y observo el lugar donde había crecido.

Sobre sus pies se levantaba una mansión de tres pisos. En cada planta había un balcón y la fachada era de un color salmón.

Cogió su caballo, que Demetria ya tenía preparado, y fue al trote hasta el burdel de Carmen.

-Buenas noches Jasper –le saludo Carmen nada más verlo entrar- Si has venido a ver a María, lamento decirte tu viaje no ha servido para nada –Jasper esperó a que continuase- Lleva unos días indispuesta.

-Mierda –murmuro para sí mismo.

-No te pongas así hombre, tomate una copa y cuéntale tus penas a Alice y seguro que se te pasa. –Le dijo Carmen que lo había escuchado.

-¿Alice? –Le pregunto confundido.

-Sí, Alice. Es una gitana. Esta mañana me la ha traído el sargento García, al parecer han encontrado un poblado gitano y los han llevado a todos presos y el capitán Vulturi ha mandado traer aquí a la muchacha, ya me imagino yo para que. –Explicó como si nada.- Por cierto, ella es solo camarera, está bajo mi responsabilidad y tiene mucho genio. –Le advirtió Carmen, cosa que había descubierto hacia unas horas cuando le había intentado poner el vestido que Alice llevaba ahora mismo puesto.

-Da igual, necesito desahogarme como sea.

-Vale, vale haz lo que quieras. Pero ya sabes, es solo una camarera.

-Que si –Le dijo Jasper divertido dándole una palmada en el trasero a Carmen que lo miro también divertida y él se limito a guiñarle un ojo.

Jasper se fue hacia la barra a por un vaso de Whisky. Allí la vio. Tenía el pelo suelto, solo se le recogía un poco con unas horquillas, tenía unas hermosas curvas, como a él le gustaban. Era guapa, y seria suya, eso lo tenía seguro.

-Buenas noches señorita –Le dijo él con un acento sensual y una sonrisa que sabía que la haría caer rendida a sus pies.

-Buenas noches –Le contesto ella secamente y mirándole a los ojos, ¿qué desea?

-Un vaso bien cargado de Whisky –Le contesto el todavía confuso por su reacción. Ella se dio media vuelta y se metió dentro de un vestíbulo. En eso llego Carmen, a ver qué tal había ido la cosa- ¿Cuánto me pides por una noche con ella? –Fue directo al grano.

-Jasper… Te deje muy claro que ella no…

-Vamos cielo –La corto mirándola seductoramente- Te doy lo que sea. Además… ¿vas a negarle algo a tu cliente favorito? Venga hazlo por todas esas noches que hemos pasado juntos en una cama divirtiéndonos. –Carmen no pudo evitar reír, porque era verdad. Era una mujer con experiencia, con mucha y con el que mejor se lo había pasado había sido con el gran Whitlock.

-Está bien Whitlock. Te la dejo, pero si ella no quiere ni se te ocurra forzarla… Y si quiere según lo satisfecho que salgas me darás lo que quieras.

-Me ofendes Carmen, ¿me ves a mí intentando forzar a una mujer? –Ella enarco una ceja, pujes muy bien sabia que cuando deseaba a una mujer era capaz de cualquier cosa.

-Vete a la habitación diez antes de que me arrepienta. –No hizo falta decírselo dos veces. Jasper se fue hacia allí pero antes le dio un intenso beso en los labios a Carmen que la dejo aturdida. Y es que Carmen sabía que en el fondo ella estaba enamorada de aquel hombre rubio.

Ese hombre le empezaba a caer mal, muy mal. Era un pervertido arrogante. Ella era una mujer muy decente y no iba a permitir que por una sonrisa así se le subiesen las faldas. Pensaba Alice mientras buscaba la botella de Whisky. ¿Cómo se atrevía a sonreírle así? ¿Es que no veía que no era una ramera aunque Carmen la hubiese vestido de esa forma tan indecorosa?

-Ufff. ¿Dónde estará la maldita botella de Whisky?

-Que humos tienes niña, la tienes justo delante de tus narices –Le dijo Carmen que acababa de entrar.

-UPS, vale lo siento y gracias. –Cuando salió vio que el tipo no estaba.

-El señor Whitlock espera su bebida en la habitación número diez. –Le volvió a informar Carmen.

Alice se fue hasta la habitación con desconfianza. Genial, lo que le faltaba por hoy, estar en una habitación a solas con el tal Whitlock.