Tormento

Autor: andreaa
Género: General
Fecha Creación: 15/11/2009
Fecha Actualización: 22/11/2009
Finalizado: SI
Votos: 8
Comentarios: 41
Visitas: 35869
Capítulos: 30

De un día para otro todo cambia, la persona que creías que iba a estar a tu lado siempre, desaparece sin mas y incluso tu familia se vuelve un extraño para ti.

Nadie es capaz de darte ni una mínima parte de lo que necesitas, solo quieres escapar, pero no puedes.

Entonces, ¿que haces?

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Capítulo 2: un gran momento

Llegué a mi habitación agradeciendo que mi familia hubiera salido de caza, agradeciendo estar sola bajo la presión que sentía en mi pecho, presa del dolor por haber rechazado a Jacob.

 

Tumbada en la cama las lágrimas se adueñaban de mi, intentaba reprimirlas, pero se hacían fuertes mientras pensaba en lo ocurrido. Su beso había sido tan dulce y calido que aun podía sentir la presencia de sus carnosos labios sobre su boca. Inundó mi cuerpo un vacío inmenso. Le necesitaba, ahora mas que nunca, ahora que había probado sus besos. Pero a la vez quería alejarme de él, o que él se alejara de mi, de una manera sumamente egoísta.

 

“él no me quiere“. Me repetía a mi misma una y otra vez intentando convencerme.  Pero, ¿y si de verdad siente algo por mi? ¿y si ha olvidado a Bella, a mi madre?. No, no es posible. Quien iba a quererme.”

 

Los sollozos aumentaban buscando una vía de escape. No sabía como enfrentarme a la cantidad de emociones que mi interior intentaba organizar, sin llegar a conseguirlo.

 

Por una parte, sentía la necesidad de estar con él, la había sentido siempre, pero pensé que se debía a la amistad que nos unía, pero el dolor que sentí al rechazarlo me demostró que era mas que amistad lo que me unía a mi licántropo favorito.

 

Por otra parte, estaba la cuestión de la imprimación. Lo mas probable era que si no se hubiera imprimado él seguiría enamorado de mi madre. Sin la imprimación yo para él no seria mas que un obstáculo en su relación con Bella. Sin la imprimación su mirada tierna, dulce y a la vez salvaje hubiera estado dirigida a otra persona, aun que me doliera, sin la imprimación, para él no seria nadie.

 

Por último y a causa del movimiento continuo de mis pensamientos sentía que no le merecía. Estas conmigo suponía exponerse. Mi vida estaba limitada a pocos conocimientos respecto a mi existencia. Me consideraba un monstruo, una mezcla antinatural entre un humano y un vampiro. Mi vida estaba dominada por la posible visita de la realeza vampírica, de los Vulturis que amenazaban con atacar a todas las personas que se encontraran a mi alrededor si creían peligrosa mi existencia.

 

En conclusión si de verdad estaba enamorada de él tenía que permitirle que se marchara, apartarlo de mi. Antes de que se diera cuanta de que no me quería o antes de que mi existencia le hiciera daño.

 

Mientras llegaba a todas esas conclusiones mis ojos se cerraban lentamente dejándome dormida, llorando. Las amplias puertas de cristal de mi habitación daban a un balcón con unas vistas impresionantes. Me encantaba ese lugar. Podía ver desde allí la inmensidad del bosque y sentirme insignificante.

 

Una de esas puertas de cristal se rompió en mil pedazos dejando vidrios esparcidos por el suelo de la habitación. El ruido me despertó. Asustada me asomé cruzando la puerta rota y algo me agarro del brazo lanzándome contra la pared. De un tirón mi espalda quedo apoyada en la pared. El miedo convertía a mi respiración en un susurro jadeante. A ambos lados de mi cabeza, con las manos apoyadas en la misma pared en la que descansaba mi espalda, dos brazos me acorralaban.

 

Unos ojos penetrantes se abrieron paso en la oscuridad a medida que me iba acostumbrando a la escasez de luz. Los ojos oscuros de mirada intensa me  perforaban dejándome sin aliento. Jacob se mordió el labio inferior mientras mantenía su mirada fija en mis ojos. Mi mirada no podía escapar de ese mar de oscuras olas que invitaban a ser observadas de por vida.

 

-          ¿Vas a dejarme hablar? – Me pregunto susurrando, con miedo a romper el juego de miradas que habíamos creado en la oscuridad de la noche.

-          Supongo

-          Te quiero y …

 

Fue todo lo que dijo. Fue todo y a la vez fue suficiente para que mis defensas y mis barreras creadas minutos atrás se rompieran del mismo modo que se había roto la puerta de cristal de mi habitación, dejando miles de trozos y haciendo imposible una reconstrucción.

 

No dejé que acabara la frase, mis manos se entrelazaban en su negro pelo y mis labios buscaban desesperados los suyos. Se movían harmoniosamente, parecía que bailaban una misma canción. Sus labios calientes dejaban un vacío cuando se separaban de los míos, pero necesitábamos respirar.

 

Sus manos abandonaron la fría pared y se colocaron en mi cintura, estrechándome, mientras nuestros labios seguían dándose juego. En mi mente una repentina oscuridad apareció lentamente desterrando la luz que Jacob había traído. Los muros que creía destruidos volvieron a construirse alejándome de él a pesar de que cada vez estaba mas cerca.

 

Mis manos, bruscamente, se alejaron del enredo en su cabello y se posaron en su pecho. Una vez allí, mis manos le empujaron. Se separo de mi a trompicones. Su rostro no asimilaba lo ocurrido, todo iba tan bien. Me metí en la habitación corriendo, entrando por la puerta rota.

 

Me tumbé en la cama llorando de nuevo presa del dolor que volvía a sentir. No debía estar con él, o peor aun, él no debía estas conmigo.

 

La almohada se iba humedeciendo con mis saladas lágrimas. Pasaron algunos minutos y tuve la esperanza de que se habría ido, pero una tiernas pero enormes manos acariciaron mi cabello dulcemente. Su perfume era inconfundible, ese olor tan característico de él, ese olor que lo impregnaba todo avisándome de su visita.

 

Giré la cabeza para verle. Sus ojos cristalinos anunciaban lágrimas. No podía permitirlo, él no merecía llorar. No por mi.

 

Mis manos acariciaron sus mejillas justo en el momento en que las lágrimas empezaban a desprenderse perezosas de sus ojos dejando mojadas las yemas de mis dedos.

 

Me incorporé, me senté a su lado.

 

-          No puedes hacerme esto – supliqué entre susurros – no puedes llorar.

 

No dijo nada simplemente me miraba con sus vidriosos ojos.

 

-          Jacob – susurré

 

Intentó besarme de nuevo pero logre esquivarlo, muy a mi pesar, ya que cada partícula de mi ser me pedía a gritos que me dejase llevar, que probase de nuevo sus calientes labios, que me perdiera en su oscuro pelo…

 

-          No me quieres ¿verdad? – preguntó con voz queda.

-          Claro que te quiero

-          No – las lágrimas ya no disimulaban, caían a borbotones desde esos oscuros mares que eran sus ojos. Y entre sollozos volvió a repetirlo – No.

 

El mundo se me vino encina al ver la tierna imagen. Parecía un niño pequeño desprotegido y yo le estaba arrebatando lo único que pedía. Nunca me había pedido nada, siempre me daba, me lo daba todo, me ofrecía todo lo que estaba a su alcance sin esperar nada a cambio, y cuando él me pidió una oportunidad opté por negársela, por negarle lo único que me pidió durante esos siete años.

 

-          Lo hago por ti – fue lo único que logre decir por que la imagen de Jacob llorando había partido mi alma, y entre sollozos no me salían las palabras.

-          No lo haces por mi.

-          No te merezco.

 

La sorpresa inundó su rostro descompuesto por la tristeza. Esa  declaración le había pillado totalmente por sorpresa. Su mano se posó en mi mejilla, tan cálida como siempre. Con el dedo pulgar secaba mis lágrimas mientras yo secaba las suyas.

 

-          Te lo mereces todo – contestó.

-          No es cierto Jake – las palabras parecían salir atropelladas, no tenían paciencia para esperar – No me quieres, crees que me quieres, pero no es así. Si no te hubieras imprimado seguirías enamorado de mi madre.

 

El silencio inundó la habitación unos instantes. Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro dejándome a mi totalmente sorprendida ¿Qué le parecía tan gracioso?

-          No lo sabes

-          Si que lo se – contesté enfadada.

-          Lo importante es que ahora te quiero a ti.

-          ¿Hasta cuando?

-          ¿hasta cuando? – repitió mi pregunta por que no la entendía - ¿Hasta cuando que?

-          ¿Hasta cuando vas a quererme? – intento interrumpirme pero puse un dedo sobre sus labios, la valentía había acudido a mi así que debía aprovecharla y no callarme. - ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que soy un monstruo, cuando te darás cuenta de que es peligroso para ti estas conmigo?

 

Se deshizo del dedo que mantenía sus labios en silencio

 

-          Te querré siempre. Yo también soy un monstruo, no se si recuerdas que puedo convertirme en un animal muy peludo. – dijo entre risas

-          Te hablo en serio Jake. Soy una mezcla antinatural, algo que jamás debió ocurrir, un error de…

 

En esa ocasión fue el quien tapo mis labios para que me mantuviera en silencio. Pero no lo hizo con un dedo sino con un beso. Un beso calido y apasionado.

Capítulo 1: el comienzo Capítulo 3: todo en su lugar

 
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