Me encontraba en la oficina trabajando cuando de repente recibí una llamada de mi padre.
-Bella!¿Dónde demonios estás?-me gritó.
-Papá, tranquilo, estoy en la oficina respondiendo los correos, ¿qué ocurre?
-¡Ayer te dije que no debías ir porque tenías una reunión importante con los inversionistas.
-¡Ah! lo siento mucho, lo olvidé..-iba a acabar pero me interrumpió.
-Lo olvidaste, lo olvidaste...¿es que no te das cuenta de que eres un desastre en todo lo que haces?-me dolió más que si me hubiera dado un fuerte golpe, y me colgó.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla. No es que me llevara bien con mi padre, en ningún momento de mi vida me apreció, pero siempre que hablábamos me echaba algo en cara.
Oí la puerta abrirse. Me enderecé como pude y vi como un joven de ojos verdes y pelo cobre entraba. Era horriblemente hermoso, me sonrojé y el sonrió.
-Hola, ¿la señorita Isabella Swan?-preguntó.
-Sí soy yo. ¿Edward Cullen?
-Sí. ¿Le ocurre algo?-preguntó preocupado de repente.
-No, ¿por qué?
Se acercó y acarició mi mejilla. Ese contacto me impactó al sentir una extraña corriente eléctrica a través de mi cuerpo.
-Por esto- y me enseñó una lágrima-, se que no es de mi incumbencia, pero no me importa aplazar la reunión si se encuentra mal en este momento.
-No, no se preocupe, gracias.-y me levanté para acompañarlo a la reunión.
Se me pasó lentísima, pero, acabó.
Iba a bajar las escaleras cuando tropecé, cerré los ojos para recibir el golpe, pero lo único que sentí fueron unos brazos alrededor de mi cintura.
-Siento la intervención, pero es mejor así que no en el suelo.-dijo Edward.
-Gracias.-fue lo único que se me ocurrió.
-Espere, ¿le importaría ir a dar una vuelta conmigo? para conocernos más...-me preguntó.
-Claro, ¿por qué no? será divertido.
Fuimos al parque y nos sentamos. Empezamos a hablar de nuestra vida, pero de pronto me sentí algo triste al pensar que yo no la había tenido como había querido.
-¿Ocurre algo?-inquirió Edward.
-Nada de importancia.-Mentí.
-Si le ocurre algo me lo puede decir, Isabella.
-Me puede tutear si así lo desea, y también llamarme Bella, lo prefiero.
-De acuerdo, Bella. Tutéame también y llámame Edward.
Sonreí, y me llevó a casa.
.........
Pasaron así las semanas y yo salía a menudo con Edward. Creo que estaba enamorada de él. Llegaba la hora de quedar con él y salí de casa. Él me esperaba abajo.
-Hola, Bella.-me sonrió.
Yo sólo le respondí con otra sonrisa.
Llegamos al parque y me sentí algo mareada. Me apoyé en una barandilla a respirar hondo.
-¿Qué te ocurre Bella?- me preguntó Edward preocupado.
-No me encuentro muy bien...
-Te llevaré a casa.
- No, tranquilo, nos podemos quedar aquí, se me pasará en 5 minutos.
-De eso ni hablar, no me pienso arriesgar.
Cuando llegamos al portal, me detuvo cuando me disponía a subir las escaleras.
-Espera, ¿me responderías algo?
-Por supuesto, ¿de qué se trata?
-¿Querrías ser mi novia?-me preguntó de repente.
-Edward...yo.. no sé qué decir... me gustas mucho... claro que sí.
Y me besó apasionadamente tras terminar mi vacilación. Mientras me besaba, sentí otro mareo y sentí como caía de espaldas y él me recogía antes de darme contra el suelo.
-Bella, no te encuentras bien, te llevaré a casa y si no te importa me quedaré aquí contigo hasta mañana, o hasta que te encuentres mejor.
-Edward, no es necesario, tienes una vida y no hace falta que te sacrifiques por mí...
-Bella, ahora mi vida eres tú, por eso me quedaré.
-De acuerdo, pero si deseas irte no te obligaré a quedarte.
-No quiero irme si es sin ti.
Subimos, bueno, más bien subió él y yo en sus brazos, y me recostó en la cama.
-Intenta dormir, si mañana te sigues encontrando mal te llevaré al médico.-me dijo.
-De acuerdo, gracias.- le dije.
-No me lo agradezcas, te amo.
-Y yo a ti.
Pero en ese momento sonó mi móvil. Era mi padre.
-¿Qué ocurre papá?
-Más bien qué ocurre contigo, Isabella, ¿por qué no has ido hoy a la oficina?
-Me encontraba mal, y de hecho, todavía me encuentro mal.
-Siempre con escusas, atente a las consecuencias.
Me colgó.
-Bella, ¿estás bien?
-No...-y empecé a llorar.
Me abrazó fuertemente y lloré hasta quedarme profundamente dormida.
|