Tenía poco más de ocho meses de embarazo, mi vientre estaba sumamente hinchado y, en ocasiones, mi bebé se movía enérgicamente. Mi cuerpo había sufrido un cambio muy drástico. Además de mi barriga había subido mucho de peso.

Hoy me encontraba en casa de él: el papá de mi hija. Recostada en su cama mientras él trataba de convencer a mi pequeña bribona que pateara mi estómago para sentirla. Sólo lo hacía en las noches, cuando él no estaba y mi pequeña se dedicaba a hacerme trasnochar; aún así la amaba, era el único momento en el que me permitía sentirla.

Entre sus intentos fallidos y mis cavilaciones, mi mente viajó al pasado y reviví el comienzo de todo esto… otra vez.