Sueños entrelazados

Autor: Petizamoon
Género: + 18
Fecha Creación: 14/12/2011
Fecha Actualización: 01/03/2012
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 5
Visitas: 12733
Capítulos: 10

¿Qué pasaría si el chico desconocido de tus sueños es el hermano mellizo de tu mejor, mejor amiga?

aparece de la nada en mi cabeza, con su impresionante hermosura, haciendome perder el conocimiento momentaneamente junto con mi poder de razonamiento y conviccion.

Esto de enamorarse de la persona menos...  ¡¿Qué?! ¡No! ¡Yo no me enamoro! ¡Jamas en la vida!

Diablos, esto si que es frustante.

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 1: Los juegos de Morfeo

 

BELLA POV:

 

-¿Qué me hiciste? – le pregunté al extraño que me daba la espalda. - ¿Qué demonios hiciste para enamorarme? – se giró para verme.

Era el ser más bello que haya visto en mi vida.

Siempre me encontraba con él en los lugares menos imaginados y aun asi no sabía quién era.

-¿Puedes decirme quién eres? – pregunté con cierta molestia y ansiedad.

Apresuradamente se acercó, depositando su dedo índice sobre mis labios en señal de silencio.

En su rostro se formó una sonrisa traviesa.

-Nos descubrirán si sigues haciendo ruido. – dijo, en un susurro apenas audible, mirándome a los ojos.

Asentí, rendida.

Se separó de mí, girando nuevamente para percatarse de que no hubiera nadie a la vista.

Parecía como si Dios hubiera creado al ser más perfecto del planeta. Su cabello era de un color castaño cobrizo, con un estilo desordenado, dándole un estilo casual, como si…

-Bella. – me llamó, haciéndome volver a la realidad. - ¡Bella! – volvió a decir mi nombre aquel extraño chico guapo, mirándome fijamente a los ojos.

Me perdí en sus hermosos ojos de color verde esmeralda.

Un suspiro salió de mi boca.

En ese momento, tomó mi rostro entre sus manos, acercándose lentamente para, luego de unos segundos, rozar sus labios con los míos, hasta unirse en un caluroso y apasionado beso que me hizo perder la razón.

¡TRRIN - TRRIN - TRRIN!  –  sonó el maldito despertador. Estiré mi brazo para alcanzarlo y apagarlo. Cuando lo logré, di media vuelta sobre la cama para mirar el techo.

Se me vino a la mente la bella imagen de aquel hermoso extraño, como también aquella molestosa curiosidad.

-¿Quién era? ¿Cuál es su nombre? ¿Por qué me besó? – me pregunté, observando fijamente hacia arriba. - Qué tonta. Como si el techo me fuera a responder. – dije con sarcasmo en voz alta, hablando conmigo misma.

Unos nudillos tocaron la puerta de mi habitación.

Me sobresalté.

-Bella levántate. Se te hace tarde para la prepa. – gritó Charlie.

Me levanté apresuradamente y fui a darme una ducha tibia para poder despertar completamente e ir a la cocina para comer algo antes de irme a la preparatoria.

Cuando llegué a la cocina, Charlie estaba sentado a la mesa desayunando.

Vivíamos hace más de cinco años sin René, mi madre. Cuando tenía tan solo trece años, ella se marchó con Michael, su entrenador, dejando que Charlie se hiciera cargo de mí. Gracias a Dios teníamos una muy buena convivencia.

-¿Vas a comer algo antes de irte? – preguntó al verme entrar.

-Eso creo. La verdad ni siquiera tengo mucha hambre asi que me comeré una tostada nada más. – contesté, sacándola de encima de la mesa junto con poco de jugo del vaso de Charlie.

Le di un pequeño beso en la mejilla y me dirigí hacia la puerta principal para salir.

-Adiós Charlie. – grité ya casi en la puerta.

-Adiós Bella. – alcancé a escuchar en respuesta, ya fuera de la casa.

 

Me percaté de que un auto estaba aparcado a un costado de mi casa.

Era mi mejor amiga, Alice Cullen, con su convertible color rojo.

Ambas nos contábamos todo desde el kínder Garden. Casi toda su familia me conocía y quería, a excepción de su hermano mellizo y su padre a los cuales no conocía ya que, como Alice me había contado, se fueron hacía años.

Lo único que sabía de su hermano, era su nombre: Edward.

Tras la separación, la madre de Alice conoció a Carlisle, con el cual tuvo a Emmet, dos años menor que nosotras. Los tres, éramos los mejores amigos.

 

Asomó su cabeza por la ventanilla del lado del pasajero.

-Vamos, te llevo. ¿No te importa que vayamos acompañadas o sí? – hizo un gesto con la mano, apuntando a la parte trasera del auto.

Iban Emmet junto a su novia Rose, quienes me pidieron que me sentara con ellos ya que el asiento delantero iba ocupado por Jasper, el novio de Alice.

 Durante casi todo el trayecto hablamos de trivialidades, tonterías de jóvenes hasta que Rose comenzó con su jueguito infantil. Al parecer creía que todos éramos una especia de videntes.

-Adivinen que... – dijo, emocionada. – Me he enterado de algo muy genial.

-¿Qué? – preguntamos todos al unísono, con cansancio.

-Una persona vendrá de visita… – dijo ella, mirando a Emmet, quien se mostraba un poco sorprendido.

La miramos con extrañeza e intriga.

-Rose…

-El hermano de mi amorcito y Alice vendrá a vivir con ellos. – dijo, con una sonrisa de oreja a oreja.

Alice pisó el freno con demasiada brusquedad, haciendo que todos nos fuéramos involuntariamente hacia adelante, dejándonos totalmente impactados y a mí con un dolor de cabeza gracias al impacto con la cabecera del asiento delantero.

-Se suponía que no se lo diríamos a nadie Emmet. – dijo ella entre dientes, girando la cabeza para poder regañar a su hermano. Tras mirarlo con odio durante unos segundos, se tranquilizó un poco – bueno, ya que Rose arruinó la sorpresa, no queda más que contarles.

-¡Pero eso es genial amor! – dijo Jasper. – Deberías estar feliz. Por fin conoceré a mi cuñado. – le mostró una sonrisa picarona

-¡¿No es increíble?! – exclamó Rose alegremente, abrazándome con efusividad.

-Sí, lo es. – corroboré, intentando sacármela de encima.

-Amor, acelera. Se nos está haciendo tarde. – dijo el novio de mi amiga.

Ella reaccionó finalmente y continuó con el trayecto.

Cuando llegamos, nos dimos cuenta de que aún no habían tocado el timbre para el inicio de clases. Nos despedimos y quedamos de juntarnos a la hora del almuerzo.

En el momento en el que iba de camino hacia la entrada, unas grandes manos cubrieron mis ojos.

-¿Quién soy? – preguntó aquel “desconocido” de voz familiar.

-¿Quién podrá ser? – me burlé, tratando de sonar pensativa.  – ¿Puede que sea mi adorable y hermoso novio Mike?

-¡Adivinaste!  – dijo, girándome para quedar cara a cara. – Veamos si lo logras de nuevo. ¿Cuál es tu gran premio? – preguntó, divertido.

Hice como si lo estuviera pensando seriamente.

-¿Qué podrá ser? No lo sé… – dije en un tono burlón. - ¿Un beso quizás?

-¡Exacto! ¿Cómo lo supiste? – agarró mi rostro y me dio un gran beso.

En ese mismo instante, aparecieron nuevamente las imágenes mentales de mis sueños con el chico desconocido. Aquel ser hermoso muy parecido a un Dios griego.

Corté el beso, un poco desconcertada.

-¿Qué pasa amor? – preguntó Mike, un tanto preocupado. ¿Es que acaso te enteraste de algo? O ¿Ya no me amas?

“Amar” ¿Qué significa esa palabra? En mi vida no acostumbraba a decirla, a excepción de mis dos grandes amigas: Alice y Rose. Pero aun así debía esforzarme demasiado para hacerlo, a pesar de que ellas eran como unas hermanas para mí, con las que he contado gran parte de mi vida y he podido resolver mis problemas. Quizás era porque nadie jamás me enseñó a hacerlo.

-Amor… – Volví en mí. – respóndeme.

-¿Qué? Lo siento. Estaba tratando de recordar a qué clase debo ir. – intenté sonar convincente

-No has respondido a mi pregunta. – dijo, al parecer, nervioso. - ¿Te has enterado de algo?

Lo miré, extrañada.

-No. ¿Por qué? ¿Tienes algo que decirme que yo no sepa? – pregunté, con seriedad.

-No, solo pensé que ya habían inventado algún otro rumor. – explicó con nerviosismo. – Tú sabes que esta gente es un tanto chismosa. Nunca sabes con qué estupidez saldrán. – su tono de voz me hizo sospechar. – Así que no prestes atención. – me dio un pequeño beso en los labios. – Adiós amor. Hablamos más tarde. – dijo mientras se alejaba.

-Está bien. – fue lo único que logré decir antes de que desapareciera.

Me quedé ahí de pie, atontada hasta que logré reaccionar y volver a caminar por los pasillos del gran edificio.

-Bella, apúrate que ya empezó la clase. – gritó Alice desde la puerta del aula en la cual tendría la primera clase del día.

Todo estuvo normal en el transcurso de la mañana.

Cuando tocaron el timbre para el almuerzo, junto a Alice entramos al comedor, buscando con la vista a nuestros amigos.

Divisamos a Rose sentada con los chicos en nuestra mesa habitual.

Comenzamos a hablar apenas nos sentamos.

Salió el tema de la visita del hermano mellizo de Alice.

-¿Y cuando llega? – preguntó Rose.

-Se supone que debería estar en nuestra casa este fin de semana. – respondió Emmet.

-Genial. – dije yo, contenta por mis amigos.

-Sí. Nosotros nos enteramos hace solo un par de días. – dijo Alice. – mi madre y Carlisle nos lo dijeron en la cena. Yo y mi hermano quedamos en estado de shock. Hace más de quince años que no veo a Alice . Emmet jamás lo conoció ya que se fue cuando mi padre decidió llevárselo a otro estado. Yo no pude irme con él porque mi madre no dejó que nos fuéramos ambos. – todos estábamos atentos al relato de Alice, quien tomó un gran respiro para poder continuar. – Asi que mi padre decidió llevarse solo a Edward. Mi madre sufrió mucho al ver partir a mi hermano. Yo no lo recuerdo en realidad, pero mi madre dice que gracias a Dios estábamos Carlisle y yo para poder consolarla y luego Emmet. Desde entonces, solo nos hemos comunicado a través de cartas, pero no sé cómo es mi hermano físicamente o si él se acordará de mí. – en ese momento rompió a llorar.

La abracé con fuerza para brindarle mi apoyo.

-No te preocupes. Yo sé que se acuerda de ti. – dije sin pensarlo.

-Ojalá amiga. – se calmó un poco.

 

Sonó el maldito timbre, dando aviso de que las clases estaban por comenzar.

Mientras caminábamos hacia nuestra próxima clase, fugazmente pasó por mi cabeza aquel extraño de ojos color verde esmeralda de mi sueño, haciéndome sonreír.

-¿En qué piensas? O mejor dicho ¿En quién piensas? – preguntó, divertida. - ¿Es que acaso Mike y tu… ya sabes? – hizo un gesto con las cejas en signo de insinuación mientras me miraba a los ojos.

-¡Alice! ¡No digas bobadas, claro que no! – exclamé, espantada y nerviosa hasta el punto de sonrojarme notoriamente.

 

La verdad es que con Mike no ha pasado nada más allá de besos y abrazos. Por alguna razón, nuestra relación se ha ido deteriorando en estos últimos meses. No sé lo que ha ocurrido en este tiempo. Lo único que sí sé es que ha estado demasiado distante. Ya no me besa ni me llama como antes; la mayor parte del tiempo está ocupado para salir conmigo. Pero aun así, lo quiero demasiado, y sé que él a mí también.

 

Entonces qué es lo que te tiene tan sonriente? – preguntó ella con curiosidad.

Suspiré, rendida.

-Te lo diré, pero prométeme que no se lo dirás a nadie. – susurré un tanto amenazante.

-Lo prometo amiga, por la garrita. – dijo mientras  nuestros dedos meñiques se entrelazaban.

-Bueno, lo que pasa es que he estado teniendo unos sueños muy extraños en estas últimas semanas. – comencé mientras entrabamos al aula y nos acomodábamos en nuestros respectivos asientos. Una al lado de la otra. – He soñado con un chico de más o menos de nuestra edad. Amiga, si tan solo supieras lo bello que es… en fin. Siempre tengo el mismo sueño, solo que los lugares varían. Cada vez que está parado frente a mí aprovecho el momento para decirle que estoy enamorada de él.  – Alice me miraba sorprendida; y la verdad es que la entendía. Era la primera vez que escuchaba la palabra “enamorada” salir de mis labios. – No sé, pero por alguna extraña razón, en el sueño se lo digo con tal convicción que he despertado creyéndolo. Lo que me desconcierta por completo es el hecho de que no lo conozco, pero él al ver cómo me declaro, agarra mi rostro entre sus manos y me besa apasionadamente. Y aquí va la mejor parte. Justo en los momentos en los que pienso en preguntarle su nombre, el maldito sonido del despertador me despierta. – hice un pucherito.

Rió a carcajadas.

-Se supone que para eso lo tienes tontita. – se burló. – Que triste tu vida amiga. ¿Pero alguna vez en tu vida lo has visto siquiera?

-No. No que yo recuerde. Siempre que sueño con él me pregunto con él – dije mientras cubría mi rostro entre mis manos.

-Señoritas. – nos llamó el profesor de historia. – Si tiene algo que decir, compártanlo con el resto de la clase.

-Lo que pasa profesor, - contestó Alice. – es que con Bella estábamos hablando de los sueños de…  – le cubrí la boca con fuerza.

-En realidad, – continué, con una dulce voz. – no entendí mucho y Alice amablemente me estaba explicando un poco.

Me miró con sospecha.

-Está bien. Ahora preste atención. – dijo él, volviendo la vista hacia el voluminoso libro de historia.

-De inmediato. – dije mientras retiraba mi mano de la boca de mi amiga. – Ni se te ocurra decir nada más. – la amenacé, entrecerrando los ojos.

-Yo no he dicho nada, pero para asegurarnos, mejor esperamos al toque.

-Buena idea.

 

Cuando tocaron el timbre de fin de clases nos dirigimos al aparcamiento.

-Supongo que iras a mi casa ¿No es así?

-¿Si? – dije, pero sonó mas bien como una pregunta. – digo, sí, ire a tu casa ¿Pero no debemos esperar a los demás? – pregunté, mirando hacia la entrada del edificio esperando ver a los chicos.

-Ya estamos listos, vámonos. – gritó Rose a nuestro lado.

Alice y yo soltamos un gritito de espanto.

-Cálmate Rose, no armes escándalo. – la regañó Jasper.

-Bueno hermanito. – dijo ella con una dulce voz que daban ganas de apretarla.

 

Jasper y Rose han sido nuestros amigos desde la primaria. Jasper fue nuestro compañero hasta que nos separaron al entrar a la preparatoria; y Rose ha sido compañera y amiga de Emmet casi toda la vida, bueno, solo hasta que ese cariño de amigos se convirtió en algo más fuerte.

Jasper y Alice llevan más de dos años juntos mientras que Emmet y Rose solo un año y medio.

-¿Nos vamos? – preguntó Alice, sacándome de mi burbuja.

-Sí. – respondimos todos al unísono.

 

Cuando ya habíamos dejado en su casa a Jasper y Rose, nos dirigimos a casa de los Cullen, en donde nos recibió Esme, la madre de mi amiga, la cual me quería mucho; y Carlisle, quien nos dio un fresco vaso de limonada apenas ingresamos a la casa.

Los Cullen era una de las pocas familias millonarias en la ciudad.

Esme era diseñadora de ambientes y Carlisle, un honorable cirujano. Ambos han sido como padres para mí. Cuando mi madre nos abandonó a mí y a Charlie, Esme me cuidó como a una más de sus hijos, y ya que Charlie era sheriff de la cuidad, no tenía tiempo para mí asi que Carlisle hizo todo lo posible para yo me sintiera cómoda y parte de la familia.

Para mis dieciséis, pagaron una fiesta en la cual todo el mundo fue invitado. Fue lo máximo.

-¿Qué van a hacer niños? – nos preguntó Esme.

-Iremos a mi habitación a conversas cosas de chicas. – contestó Alice.

-Muy bien. – dijo con una sonrisa. - ¿Bella te quedarás a cenar?

-¿No será mucha molestia? – pregunté, un poco avergonzada.

-Claro que no. Eres parte de nuestra familia. – acarició mi mejilla con cariño.

-En ese caso se quedará. – dijo Alice.

-Está decidido.

-Ven Bella, vamos a mi cuarto. – apuntó hacia el segundo piso.

-Les avisaré cuando la cena esté lista. – Sonrió Esme.

 

Cuando subimos, nos encontramos con unas maletas afuera del cuarto de huéspedes.

¿Qué rayos? – pensé.

-¿De quién son esas maletas? - le pregunté a Alice.

-No lo sé amiga. – respondió, tan confundida como yo.

-Son mías. – dijo una voz varonil poco familiar.

 

 

 

 

Capítulo 2: Conociendo al desconocido PRIMERA PARTE

 
169472 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 11231 usuarios