Bueno preciosas, acá está el nuevo capítulo.
Quiero avisarles que ya tenemos grupo en Facebook. Allí publicare adelantos, imágenes y todo sobre el fic. Pueden preguntar si tienen alguna duda sobre este tambien.
Capítulo beteado por Sool Onuma,
Betas FFAD.www facebook com /groups/betasffaddiction
—Edward, amigo, deja de ser tan mujeriego. —De nuevo Jasper con sus sermones. Cada vez que salía con alguien hacía lo mismo. Me estaba arrepintiendo de contarle cómo había pasado la noche y ¡qué noche! Nos encontrábamos conversando en la sala del apartamento sentados en un gran sillón color blanco y estábamos viendo televisión hasta que comenzó con su interrogatorio.
—Ya déjame en paz, no estoy pidiendo tu opinión. Tú le eres fiel a mi hermana y me alegro por ustedes, de verdad, pero no quiero ataduras, todavía queda mucho por vivir.
Él sabía que no tenía caso discutir por eso, yo seguiría llevando mi vida como quiero y punto.
—Ok, Ed. No estés molesto. Volviendo al tema, ¿cómo vas con esa chica? Ya han salido varias veces, ¿te enganchaste? —preguntó, subiendo y bajando sus cejas sugestivamente.
—Yo no me engancho Jaz, solo es sexo sin compromisos y ya. Solo follamos —expliqué—. Hey, ¿dónde anda Emmett? —pregunté. Hacía ya dos años que Emmett, Jasper y yo vivíamos juntos en un lujoso apartamento en Washington, a solo unas pocas cuadras de la Universidad donde todos estudiábamos, la WSU. A Jasper le encanta enseñar, así que está estudiando Educación; Emmett Arquitectura y yo Administración de empresas.
Somos amigos desde que tengo memoria y todos con personalidades muy diferentes. Emmett es un niño en cuerpo de hombre, Jasper todo lo contrario, es muy maduro para su edad y yo soy un intermedio de los dos.
—Seguro está con Rosalie, esos dos no pueden pasar más de cinco horas separados. —Me respondió sacándome de mis pensamientos, rodando notablemente los ojos. Asentí dándole la razón. Ellos estaban hace más de dos años juntos y su amor todavía se conservaba como el primer día.
—Tu hermana lo ama. Esos dos locos… Me faltan dedos para contar las veces que los he encontrado en el apartamento en situaciones pocos decorosas. —Reí ante el recuerdo mientras Jaz me lanzaba miradas de ¡ya cállate!
—Edward, ni me lo menciones que yo tampoco me he salvado de sus espectáculos. —Rosalie y Emmett están locos, pensé así que no aguante más y comencé a reírme. Jaz me imitó.
Me sobé el estómago que ya me dolía de tanto reír y me acomodé en el sofá volviendo mi vista hacia Jaz.
—¿Qué harás esta noche, salida con Alice? —Al enamorado ya le brillaban los ojos con solo nombrarla.
—Sí. ¿Y tú? ¿Otra vez con la chica? —Sonreí ante su pregunta. Claro que sí, ella me debía algo y esta noche me lo daría, pensé.
—Por lo que veo sí —continúo Jaz—. ¿Estás seguro que esa chica es solo sexo? —Reí ante su pregunta. Claro que estaba seguro. Tanya follaba increíble, pero estaría loco si me hacía novio de ella. Es demasiado fría y calculadora; su verdadero yo a veces sale a flote.
—Estoy más que seguro Jaz, es solo eso —afirmé muy seguro para que no volviéramos al tema de nuevo.
Ya eran las diez y me encontraba afuera del apartamento de Tanya; apoyando mi cuerpo en mi volvo plateado, recordé cuando mis padres me lo regalaron, había pasado ya dos años desde ese día y estaba como nuevo. Llevaba puesto un pantalón azul y chaqueta del mismo color, camisa blanca y unos cómodos zapatos negros casuales.
Vi a Tanya salir por la puerta de entrada y pude sentir cómo esa parte de mi anatomía empezaba a tensarse. Tenía puesto un vestido rojo que le llegaba a la mitad de los muslos, su cabello estaba suelto y se lo había alisado. Lo consideraba una pérdida de tiempo ya que la haré sudar de tal manera que el trabajo que hizo quedará totalmente desecho.
Tanya no es buena persona, pero sí una increíble amante con cuerpo de infarto. Caminó hasta mí, contoneando su cadera de un lado a otro. ¿Quieres provocarme? Pensé, no sabes en que te estás metiendo.
Colocó sus manos sobre mi pecho, recostando su cuerpo junto al mío. Me encontraba entre ella y el carro. No lo pensé dos veces y la tomé del cabello acercándola para besarla, nuestras lenguas luchaban, aumentando el deseo de los dos. Se separó lentamente, cortando el beso pero todavía pegada a mi cuerpo cuando sentí que empezó a restregarse sobre mi polla que estaba urgida por enterrarse en ella acá mismo.
—¿Deseoso? —Sus ojos brillaban de lujuria pura.
—¿Todavía quieres ir? ¿Podemos llegar de una vez al hotel, Tanya? —pregunté tomando sus nalgas entre mis manos, acercándola mucho más a mí. Me arrepentí de haber accedido a ir al club con ella.
—No Eddie. —La solté de inmediato, cabreado. Odiaba ese maldito sobrenombre que me había puesto—. ¡Hey! No te pongas así, tú ya dijiste que iríamos, no te puedes echar para atrás Edward. Sabes que te lo compensaré, nene —dijo por último con voz seductora y sabía que así sería.
Llegamos al club que tenía el nombre “Love” plasmado en el frente, con letras en luces azules y verdes, era uno de mis favoritos en estas ocasiones. Tenían un área VIP y estaba repleto de personas esperando afuera para ingresar, pero nosotros entramos de inmediato, gracias a mi amigo Dan, dueño del club. Los guardias ya me conocían y no dudaron en dejarnos pasar.
El lugar estaba lleno, era un sábado en la noche y a la mayoría de los universitarios les gustaba venir acá, supongo que por las mismas razones que yo; sonreí ante tal pensamiento. “Tú eres el único depravado, Edward” opinó mi conciencia. Me gustaba escuchar la música retumbar, no tenía ni idea que canción era, pero incitaba sensualidad y el lugar tenía luces de tonos rojos que le daban un toque romántico.
Subimos directamente a la parte VIP que se encontraba en la segunda planta y era la única que contaba con áreas privadas para que las parejas drenaran la calentura.
Nos sentamos en unos cómodos sillones y no pude evitar ver las piernas de Tanya cuando su vestido se subió un poco dejando ver más de lo debido.
La noche había pasado y ya nos encontrábamos en el hotel. No habíamos durado mucho. A la primera canción que bailamos, Tanya se restregó tanto a mi polla que ésta ya formaba un bulto bastante notable, habíamos empezado a tocarnos y besarnos apasionadamente en la pista de baile y no pude aguantar más. Odiaba las bobadas de Tanya de siempre querer ir a bailar para exhibirme. Ya era algo normal para mí, pero me cabreaba su sentido de pertenencia; yo no soy de nadie.
Nos encontrábamos en una de las habitaciones de “The Ritz”, uno de los hoteles más lujosos de Washington D.C.
Juntamos nuestros labios en un beso lleno de lujuria y pasión, cargué a Tanya en la pared al lado de la cama, tomándola por las nalgas cuando mi polla hizo fricción en su coño, sacándole un gemido de placer. Me sentía cegado, quería acabar con el fuego que quemaba dentro de mis pantalones.
—Ahora quiero mi recompensa, Tanya —expresé firme, con mi voz ronca y de manera sensual. Ella solo se limitó a sonreír e hizo un gesto malditamente sexy; lamió sus labios como saboreando previamente lo que pensaba meterse en esa jodida boca.
Se acercó a mí para besarme y meter su lengua en mi boca saboreándome, su aliento era dulce debido al trago que anteriormente habíamos tomado en el club. Comenzó a sacar mi chaqueta que rápidamente cayó al suelo, mientras que seguíamos besándonos y continuó su trabajo con mi camisa desabotonando botón por botón mientras sus dedos al hacerlo, rozaban mi pecho. Cortó nuestro beso para tirarla en alguna parte de la habitación y me quedé mirándola unos segundos.
—Mucha ropa. —Me quejé con mi voz ronca llena de deseo. Comencé a besar su cuello, excitándola, la haría sufrir por haberme llevado de nuevo a ese club sin ninguna necesidad. Subí mis manos para masajear sus pechos lentamente, por encima de su vestido.
—Edward… —Su voz cuando estaba así de excitada sonaba irreconocible. Sabía lo que quería y yo también, pero todavía no se lo daría. Primero tenía que pagar.
—Todavía me debes algo —respondí en su oído. Ella me detuvo de inmediato y comenzó a desabrochar mi cinturón. Sin darme cuenta, ya estaba con los pantalones y los bóxers en mis pies. Tanya se había arrodillado frente a mí y mi polla estaba más que lista para ser atendida. Comenzó a chuparla, succionarla y morderla sin darme tregua. Adentro y afuera… una maldita sensación de placer.
—Ah… Así… Tanya… —Tomé su cabello en mi mano para guiar los movimientos. La aparté, sacando mi miembro de su boca y ella se levantó con la mirada confusa. Quería enterrarme en ella. ¡Joder, no aguantaba más! Los jueguitos de la noche me habían dejado deseoso. Bajé el cierre de un tirón para deshacerme de su vestido, cuando me di cuenta que no tenía más nada debajo de éste.
—Voltéate y coloca las manos en la cama —demandé autoritario y firmemente, para que no tuviera razones de chistar. Ella obedeció dándome un gran vistazo de su trasero y su sexo ya húmedo. Pasé mi dedo por él, ganándome un gemido de ella y me acerqué para que mi polla rozara los pliegues de su sexo. Me encanta esta posición, pensé.
Empecé a sobar con la punta de mi miembro todo su coño, solo por afuera, mojándolo con sus jugos. Era excitante… Agarré su cadera y sin aviso me clavé en ella. Se arqueó con sus manos sobre la cama, sosteniendo el peso de su cuerpo, estaba caliente por dentro, como siempre. Comencé a embestirla sin delicadeza; sabía que le encantaba y a mí también, no podía negarlo. Las folladas con Tanya eran las mejores, razón por la cual seguíamos “juntos”.
—Edward… Más… —Mi miembro entraba y salía. Empecé a jadear. Sentía cómo pequeñas gotas de sudor corrían por mi pecho. Embestí frenéticamente, cuando sentí que las paredes de su coño empezaban a contraerse, debido a que su orgasmo estaba cerca y yo también quería llegar a mi liberación.
—Ah…Ya casi… —gruñí de excitación. La fricción que hacía mi miembro al entrar y salir de ella, era jodidamente intensa.
—Ahhh… —gritó Tanya finalmente, cuando su orgasmo llegó y con unas embestidas más, el mío también.
Tanya no me serviría como novia, pero ¡qué bien se sentía coger con ella!
MESES DESPUÉS…
Me encontraba en el funeral de los padres de Tanya que habían muerto en accidente automovilístico. Por lo que me contó ella, por culpa de una persona que conducía ebria. Sabía que ni los conocía pero, ¿qué? Estaba de vacaciones y todavía no tenía nada interesante para hacer, no podía negarle ese favor.
Había arreglado con Tanya que me quedaría en su casa. Solo estarían su tío, hermana y nana, así que no habría problemas.
Había tomado un vuelo hasta Forks y había llegado hace unas dos horas. Estaban presentes muchas personas y dejé que Tanya saludara a varios de ellas, mientras me sentaba en las sillas que estaban ubicadas al lado de las dos urnas. Un escalofrió recorrió mi cuerpo. Si algo les pasara a Carlisle y Esme no sé qué sería de mí, los amaba. Pensé.
El cura había llegado y todos esperábamos a la última de las hijas, la hermana de Tanya. Según por lo que ella me había comentado, era una muchacha frívola, superficial, y que no tenía ningún atributo. Algunas cosas se parecían mucho a ella, reflexioné.
Un carro se estacionó en el camino que quedaba solo a unos pasos de donde nos encontrábamos y un chico descendió de éste para dar la vuelta y abrir la puerta del otro lado. Bajó una chica y venía caminando junto con él. Mientras se acercaban, pude verla mucho mejor. Era hermosa. Su piel delicada, que estaba seguro que era suave como la de un bebé, su cabello color chocolate la hacían parecer a una muñeca de porcelana, aunque su semblante era triste y su mirada estaba fija en el piso, perdida en sus pensamientos. Tenía puesto una camisa negra con pantalón de igual color que le quedaban un poco grandes, pero igualmente dejaban ver su hermosa figura. Tendría unos 17o 18 años.
Cuando llegaron junto a todos, el sacerdote comenzó a hablar. No presté atención.
Mis ojos estaban posados en la chica de cabello chocolate, una preciosa morenita. Podía ver cómo su mirada triste estaba fija en las dos urnas y observé las lágrimas que se asomaban en sus ojos, pero ella parecía estar reteniéndose.
Quería calmar su dolor…
Al parecer mi mirada había sido tan insistente que de pronto levantó su vista. Su mirada se posó en Tanya y luego en mí; frunció el ceño notablemente como confundida. ¿Qué piensas? No podía quitar la mirada de ella, era tan hermosa. Me sentía una polilla que volaba hacia la luz y ella lo era. De pronto, su mirada se puso triste de nuevo. Quería alegrarla… Seguro su sonrisa era un precioso espectáculo. Estaba tan concentrado en ella, que no me di cuenta que todo había terminado. Varias personas se pararon, llevando rosas en sus manos y colocándolas sobre las urnas donde yacían los Señores Swan. Tanya se encontraba a mi lado sin decir una palabra, era extraño en ella.
Logré ver cómo unos señores se acercaban a la morenita, creo que para darle el pésame y esas cosas. A su lado estaba el chico que había bajado del auto con ella, ¿quién era?, parecía su sombra. Era de cabello claro y de unos 25 años. “No, es muy grande para ella”, pensé. “Tú también, Edward” replicó mi conciencia.
Tanya se levantó y la seguí hasta que llegamos frente a ellos. Ella se acercó para darle un abrazo a mi ángel, ¿ya es tuya? preguntó mi conciencia, ¡qué rápido vas! Tenía razón, esto nunca me había pasado antes. Yo no quería relaciones serias con nadie, pero ella… ella me hacía querer ser mejor. La morena puso una cara de asco como si algo de mí le hubiese desagradado y de inmediato pude sentir un dolor en mi pecho.
Tanya saludó al chico de al lado de mi chica y se dio cuenta que nos estábamos observando. Como respuesta, miró a mi ángel con odio y no pude más que sentir rabia. Moví mi cabeza negando, ella no tenía porque hacer escenitas, sabía bien cuáles eran las reglas y las condiciones de nuestra “relación”.
Le di una mirada a ese hermoso ángel, dándole mi mejor sonrisa, esa que yo sabía que no fallaba ante ninguna, pero ella no se inmutó.
—Isabella, te presento a Edward Cullen —informó Tanya de manera cortante—. Edward Cullen, mi hermanita. —subrayó la palabra.
¿La hermana de Tanya?
¿Cómo un ángel podía ser hermana de semejante demonio? Ella irradiaba dulzura, pureza, sinceridad, todo lo bueno. En cambio, Tanya era todo lo contrario, sabía del odio por su hermana, pero ahora me daba cuenta que era pura envidia.
—Isabella Swan —respondí esperando no demostrar lo feliz que estaba por saber su nombre.
Estiré mi mano derecha para saludarla pero ella dudó por un momento, solo miraba mi mano que estaba en espera de ser tomada. Cuando por fin lo hizo y nuestras pieles se tocaron, pude sentir una leve corriente eléctrica que corrió por todo mi brazo. Ella levantó su mirada para verme, pero no estaba extrañada. No entendía qué había sido eso, era nuevo. Había tenido mi mano agarrada y no quise soltarla… su piel se sentía como me la había imaginado.
Una gran sensación, quería protegerla de todo…
Tanya cortó toda la magia para presentarme a su tío, suspiré de alivio. Solo era eso… le comentó que me quedaría en su casa unos días y él no tuvo problema alguno. Mientras ella hablaba con su él, empecé a buscar a mi ángel y la vi a unos cuantos pasos de nosotros hablando con una chica y unos señores.
Es un ángel, pensé.
Tenía que ver como haría, pero tenía que saber más de ella.
Quería conocer bien quién era Isabella Swan.
¿Qué les pareció? Ya ven Tanya es solo sexo para Edward y nada mas pero ¿Qué hará ella cuando se entere que Edward se interesa por Bella? O mas importante ¿Bella estará interesada en el también? xD Muchas preguntas que pronto tendrán respuesta hermosas.
Gracias por leerme, a todas las que me dejan sus comentarios, me dan su voto y a las lectoras silenciosas que pasan por acá. Ya saben únanse al grupo publicare datos importantes y cosillas del fic.
Besitos y hasta la próxima…
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